ORIGINAL

 

Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, el fundador del Estado soviético, fue también el creador de un modelo de prensa obrera radicalmente distinto de los existentes en Europa occidental y América. Este libro es una reelaboración de la doctrina de Lenin acerca de la prensa, a partir de sus apuntes fragmentarios e inconclusos y mediante un análisis que sitúa el pensamiento del líder bolchevique en su contexto histórico, político, social y periodístico.

 

Introducción

 

Este trabajo es una versión, resumida en algunos de sus capítulos, de la tesis doctoral que realice entre el verano de 1984 y finales de 1986. El autor objeto del estudio; siempre me había apasionado por una razón: ningún otro personaje de este siglo —y posiblemente ningún otro personaje en la Historia— ha conseguido en el corto plazo de veinte años derribar un régimen casi feudal y construir un Estado sobre bases totalmente nuevas, y al mismo tiempo elaborar una ingente obra teórica que ha merecido la atención de miles de estudiosos a muy pocos decenios de su muerte

Pero, además, ese personaje fue un periodista activo, que escribió en docenas de periódicos y organizó otros muchos, y entre su obra teórica dejó suficientes apuntes como para asegurar que esbozo una nueva teoría sobre la prensa y sus funciones. No obstante, los estudiosos de la Comunicación han prestado, en Occidente, muy escasa atención a este concepto leninista de la prensa. Tanto es así que el profesor Voyenne, a finalesde los años setenta, escribió que «por curioso que pueda parecer, noexiste ninguna obra que exponga la teoría y la práctica marxista-leninista en materia de información» (La información hoy). Cuando escribió esto, Voyenne ignoraba que tres años antes había aparecido en Francia un librito titulado Lenine reporter, obra de Madeleine Worontzoff (en España, La concepción de la prensa en la obra de Lenin), un breve estudio que examina las cuestiones más directamente relacionadas con la política. Con esta excepción,el autor que siempre se cita es Wilbur Schramm y el último capítulo delcelebérrimo Four theories of the press, que se; centra en realidad en el funcionamiento de los periódicos en el ámbito comunista, y trata sólo como fondo el pensamiento de Lenin al respecto. Otros muchos autores citan a Lenin, pero nunca van más allá de unas manidas y descontextualizadas frases

Desde esta perspectiva, el objetivo del trabajo es reelaborar la teoría de Lenin acerca de la prensa, tratar de dar una coherencia interna a sus planteamientos y examinar estos a la luz del contexto histórico en el que se realizaron. Y todo ello evitando hasta donde ha sido posible caer en la tentación de alabar sistemáticamente cuanto el líder bolchevique dijo o criticar desde la primera hasta la última de sus ideas, errores por desgracia demasiado frecuentes.

Durante la realización del trabajo recibí ayuda material del Departamento de Prensa de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad del País Vasco y de Bilbao Editorial, y este es el mejor momento para el agradecimiento. En cuanto a la ayuda intelectual, debo citar en un lugar muy destacado a la profesora María Pilar Diezhandino, que acepto dirigir la tesis y aportó rigor científico al trabajo y estimulo permanente a su autor. Debo agradecer también las sugerencias dadas por los miembros del tribunal que enjuicio el producto final, los profesores Celestino del Arenal, Javier Fernández del Moral, Luis Núñez Ladeveze, Manuel González Portilla y Alberto Díaz Mancisidor.

* * *

Ha sido imposible traducir en este estudio determinadas palabras rusas. Es el caso, por ejemplo, de «zemstvo», administración local autónoma en las provincias centrales de la Rusia zarista, creada después de la reforma de 1861; o «versta», medida de longitud equivalente a 1.067 metros. De todas formas, su inclusión no afecta a la comprensibilidad del texto.

Algunos términos políticos son conocidos en Occidente. Es el caso de «soviet» (consejo), «kadete» (miembro del Partido Democrático Constitucionalista, cuyas siglas eran KDT) y «eserista» (miembro del Partido Socialista Revolucionario).

En cuanto a las fechas, siempre se utiliza el calendario occidental, a menos que se indique expresamente lo contrario. Este calendario fue implantado en Rusia el 1 de febrero de 1918. Para obtener la fecha correspondiente en el antiguo calendario ruso debe tenerse en cuenta que antes del año 1900 es preciso retroceder doce días, y a partir de ese año se retroceden trece días.

El significado de las siglas más utilizadas es el siguiente:

CC: Comité Central. Siempre se refiere al del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia o, más adelante, al del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia.

CEC: Comité Ejecutivo Central.

OC: Órgano Central. Se refiere siempre al periódico oficial del partido

PC(b)R: : Partido Comunista (bolchevique) de Rusia.

POSDR: Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

RSFSR: República Soviética Federal Socialista de Rusia.

SPD: Partido Socialdemócrata Alemán

 

 C.C.G.

Bilbao, febrero de 1988

 

 

Capítulo Primero. LENIN PERIODISTA

 

«Llegamos lunes 11, noche. Avisen Pravda.»

(Telegrama de Lenin a sus hermanas, en abril de 1917.)

 

1.1. HASTA LA APARICION DE ISKRA

El 24 de diciembre de 1900 fue uno de los días más felices en la vida de Vladimir Ilich Uliánov. A sus treinta años, había conseguido hacer realidad uno de los sueños dorados que siempre acaricio: la creación de un periódico obrero revolucionario. Desde aquella fecha, la de la aparición de Iskra (La Chispa), el periodismo obrero tiene un inevitable punto de referencia.

La carrera de Uliánov hasta aquel día de Nochebuena de 1900 había sido larga y agitada. Nació el 22 de abril de 1870 en Simbirsk (hoy Uliánovsk), y fue el tercero de una familia de seis hermanos. Su padre, Ilia Nikolaievich Uliánov, fue un profesor de Física y Matemáticas que había ascendido peldaños en la escala social e incluso llegó a ingresar en la nobleza en 1879. Anna Alexandrovna, de soltera Blank, su madre, descendía de la alta burguesía alemana y era hija de un medico (Weber, 1975, 12).

La historiografía oficial soviética señala que los padres de Vladimir no fueron revolucionarios, pero inculcaron en sus hijos las virtudes de la honestidad, el amor al trabajo, la modestia y la veracidad (Yakovlev, 1982, 28; Amelina, 1985, 5 y 24).

Si bien no parece que los Uliánov gozaran nunca de una posición económica notable, sus hijos crecieron en un ambiente culturalmente muy elevado para lo que era habitual en un país que a finales del siglo XIX tenía aun numerosos restos de feudalismo Por testimonios familiares, se sabe que Vladimir fue un niño extraordinariamente travieso primero y muy aplicado más tarde (Payne, 1965,44).

En cuanto a los orígenes de su vocación periodística, poco o nada han podido averiguar sus biógrafos. Lo único que se sabe es que Alexandr, el hermano mayor —que más tarde sería ejecutado, acusado de atentar contra la vida del Zar—, realizaba durante la semana, con la colaboración de toda la familia, un «periódico» que luego encuadernaba para ser leído el sábado por la tarde (Shub, 1977, 41). Tal vez esta iniciativa, que no debía resultar frecuente en su entorno, fue la que despertó en Vladimir una vocación de comunicador que desarrollo luego a lo largo de una dilatada carrera. Precisamente esta capacidad para comunicar fue uno de los rasgos sobresalientes de su personalidad durante toda su vida, así como su facilidad para escuchar a sus interlocutores, algo que parecía reñido con el carácter ruso de la época, y sus innegables dotes pedagógicas (Deutscher, 1975, 56-7). Desde luego, estas características personales favorecieron mucho su trabajo como periodista que dirigía sus escritos a la clase obrera.

Cuando el 25 de agosto de 1887, Vladimir Illich Uliánov se matriculo en la Universidad de Kazan gracias a una carta del director del Liceo de Simbirsk —que, por una ironía del destino, era Fedor Kérenski, el padre del jefe de Gobierno que luego derribaría—, habían sucedido ya dos hechos fundamentales en su vida: el primero, la muerte-de su padre, ocurrida en enero del año anterior, y el segundo, el ajusticiamiento de su hermano Alexandr, en Petersburgo.

Precisamente el hecho de ser hermano de un conocido revolucionario puso grandes dificultades en su camino a la Universidad. Para allanarlas, Kérenski escribió un salvoconducto en el que aseguraba que su alumno había recibido de sus padres una formación basada en la religión y la disciplina racional y que no había mostrado indicios de insubordinación (Wilson, 1972, 422).

Fue admitido en la Facultad de Leyes, pero poco tiempo después invalidó la recomendación de Kérenski: la Policía secreta tomó nota de su nombre por haber asistido a una reunión estudiantil de protesta contra la política del ministro de Educación. Participar en aquella reunión, en la que estaban prácticamente todos sus compañeros, le costó la expulsión de la Universidad y el destierro.

El incidente estuvo a punto de arruinar sus estudios. Al finalizar el verano del año siguiente, pidió autorización para continuar la carrera en el extranjero, pero le fue denegada. No había de ser el único intento. Tras algunas tentativas infructuosas, en mayo de 1890, Maria Alexandrovna realizó una dramática petición para que permitieran a su hijo examinarse como alumno libre, alegando incluso que este estaba tentado al suicidio, dada su desesperación. El ministro accedió, y Vladimir Illich pudo examinarse en la Universidad de Petersburgo (Foyaca de la Concha, 1971, 126).

Si su expediente de bachillerato era impecable, pues había obtenido la medalla de oro, sus resultados en la Universidad fueron aún mejores: terminó su carrera el mismo día que cumplió 21 años y obtuvo las más altas calificaciones entre los 124 alumnos que se presentaron en la misma convocatoria.

Facultado ya legalmente para ello, Uliánov initio una carrera de abogado en la que, en contraste con su brillante expediente académico, el fracaso iba a ser la norma. Al poco tiempo de titularse, intervino como abogado defensor en algunos pleitos sin importancia y perdió todos los casos (Wilson, 1972, 430). Fuera por el desánimo o porque realmente la abogacía no era su vocación, Uliánov ya no ejercería nunca mas.

Por aquella época comenzó su carrera de escritor político. Zinóviev (Zetkin, 1975, 119), que más tarde fue uno de sus más íntimos colaboradores, escribió en un opúsculo publicado en 1918 que, tras la Revolución de Octubre, algunos trabajadores se dirigían al fundador de un nuevo modelo de Estado para recordarle las hojas clandestinas en las que colaboraron con él, a partir de 1890. Al parecer, Lenin no recordaba aquello pero no es absoluto inverosímil que realmente hubiera participado en la redacción de esas hojas.

El éxito de las proclamas obreras era tal que pronto surgió en los líderes políticos revolucionarios, entre los que ya estaba Lenin, la idea de hacer un periódico obrero. Nadia Krupskaia, la compañera que más tarde se convirtió en su esposa, recordaba la meticulosidad con que el joven revolucionario recogía datos para sus artículos, hasta reflejar cualquier nimiedad. A partir de las cifras de producción, los salarios, las condiciones de vida, los reglamentos de las fábricas, y otras informaciones, elaboraba fichas que contenían argumentos con los que reforzar sus análisis (Krupskaia, 1976, 28-9; Walter, 1974, 39).

Justo unos días antes de que estuviera preparado el número 1 de ese periódico obrero, apareció publicado el primer artículo de Uliánov. En el número 254 de Samarski Viestnik, editado en la última decena de noviembre de 1895, estaba incluido, bajo la firma de K.T-in., el trabajo titulado «Escuelas granja y escuelas correccionales». Si bien no se trata del primer escrito de Uliánov, ninguno anterior había sido publicado en un periódico o revista.

No tendría muchas más oportunidades de repetir la experiencia en libertad en los años siguientes. El 20 de diciembre, en una reunión en casa de Nadia Krupskaia, se leyeron todos los originales de aquel número 1 de Rabócheie Dielo (La Causa Obrera)que estaba preparado para la imprenta. En su famoso ensayo ¿Qué hacer?, Lenin contaba como el número «fue requisado por la policía cuando registraron el domicilio de uno de los miembros del grupo, Anatol Alexei Vaneiev» (Lenin, V, 383). Muchos de los socialdemócratas impulsores del periódico, entre ellos Uliánov, fueron detenidos. Krupskaia, que tenía una copia de los originales, suspendió la publicación del periódico, con el fin de evitar nuevas detenciones (Krupskaia, 1976, 29-30).

La «aventura» periodística le costó a Lenin muy cara. La pena impuesta por el delito cometido fue de tres años de destierro en Siberia, sometido a vigilancia policial, pero para cuando se dieto ya había estado catorce meses en prisión preventiva.

De esta manera, se interrumpió una carrera revolucionaria plagada de proyectos. Además de la participación en el Rabócheie Dielo, Uliánov había comenzado a trabajar en un plan del marxista Plejánov, consistente en un periódico que dirigiría su correligiónario Axelrod. Las tareas que se le habían encomendado eran las propias de un redactor jefe: reclutar colaboradores en Rusia, repartirles los temas de los artículos y hacer llegar éstos a Ginebra. Además, tenía que organizar la ayuda financiera (Walter, 1974,43).

En la cárcel, imposibilitado para realizar todos sus planes, Vladimir Illich desarrollo una actividad literaria enorme. A las dificultades propias del trabajo intelectual en una celda, se añadía la vigilancia de los centinelas, que le obligo a recurrir a todas las argucias imaginables para burlarla.[1]

El 26 de febrero de 1897 abandono la celda. Antes de partir hacia el destierro, Vladimir escribió una carta con tinta química dirigida a Nadia Krupskaia, detenida temporalmente. En esta ocasión, no se trataba de maniobra conspirativa alguna, sino de una simple declaración de amor.

Los tres años escasos —tardo algún tiempo en llegar a su destino definitivo— pasados en la aldea de Shushenskoie no fueron para Uliánov tan malos como pudiera haber pensado en un principio. Durante aquellos meses, gozo de un clima relativamente agradable, tuvo tiempo para leer y escribir numerosos ensayos, cultivo aficiones como el paseo, la caza o el ajedrez, y mejoro su salud

Pero las viejas obsesiones seguían. El 28 de agosto de 1897, en una carta a P.B. Axelrod, confesaba:

«No hay nada que haya deseado tanto, o en lo que tanto haya soñado, como poder escribir para obreros» (Lenin, XXXVII, 14).

Para disminuir la sensación de aislamiento y como ayuda para sus trabajos, Uliánov pedía continuamente periódicos y revistas, y con frecuencia se quejaba de que le llegaban con mucho retraso o se habían perdido algunos números. El aislamiento, al menos el afectivo, iba a terminar con la llegada de Krupskai —también desterrada— y su madre. La condición para el traslado de la compañera a la misma aldea era un rápido matrimonio, que se produjo el 22 de julio de 1898, en una ceremonia religiosa —la única forma autorizada en Rusia— en la que actuaron como testigos campesinos de Shushenskoie.

El matrimonio, una mezcla no demasiado definida de amor, compañerismo y militancia común, no tuvo hijos. Algunos biógrafos aseguran que Lenin mantuvo relaciones afectivas extramatrimoniales (Weber, 1986, 84-9), y Angélica Balabánova sostiene que fruto de su amor por Inessa Armand nació una hija (Wilson, 1972, X). Los biógrafos oficiales son muy parcos a la hora de describir la vida sentimental de Lenin y limitan sus relaciones, salvo en el caso de Krupskaia, al ámbito puramente revolucionario.

Fuera de Siberia, la vida continuaba con mayor ritmo. Cuatro meses antes de la boda de Vladimir Ilich, el primer congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) había decidido que Rabóchaia Gazeta (La Gaceta Obrera)fuera su órgano oficial. Uliánov, que colaboraba habitualmente en una revista dirigida por Struvé, jefe de los marxistas «legales», dirigió una carta de tono frío y distante a los redactores de Rabóchaia Gazeta en las que establecía las condiciones de su elaboración. Pese a su posición de inferioridad, la carta denota al hombre que sabe que su trabajo es importante (Lenin, IV, 211).

Sus últimos meses en Siberia estuvieron dedicados a proyectar la edición fuera de Rusia de un órgano del Partido Socialdemócrata. Uliánov no tenía modelos validos en Europa, y la prueba de ello es que en 1898 Rosa Luxemburgo se quejaba de que la prensa del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), el mayor partido de izquierdas del continente, era insulsa y poco atractiva (Ncttl, 1974, 130). Sólo Bernstein había contribuido con sus polémicos artículos a animarla algo. Frente a este carácter insípido de la prensa de izquierdas, Uliánov quería editar un periódico revolucionario clandestino y captar la imaginación de los obreros a través de la prensa.

Fuera ya de Siberia, initio una serie de viajes para conectar con los líderes revolucionarios exiliados por toda Europa, como Plejánov, Mártov o Vera Zasúlich, con el objeto de concretar detalles sobre la nueva publicación. La petición de un periódico por parte de los obreros rusos, en mayo de 1900, tuvo que ser un apoyo moral para el grupo de socialdemócratas que fuera de su país estudiaba la satisfacción de esa reivindicación.

Las reuniones preparatorias sobre Iskrano fueron fáciles. Uno de los pocos textos narrativos de Uliánov (Lenin, IV, 34157), no publicado hasta después de su muerte, cuenta las dificultades que se planteaban a cada momento, por las suspicacias de los promotores del periódico.[2]En numerosas ocasiones, Vladimir Ilich Uliánov logro imponer su criterio al de marxistas experimentados y de gran prestigio, como Plejánov, Zasúlich o Axelrod. Sus dotes dialécticas y su audacia, que ese mismo año habían hecho escribir a un agente policial que, «ahora en la revolución no hay nadie más importante que Uliánov», lo hicieron posible (Yakovlev, 1982,40).

Muchos años después, ya instalado en el Kremlin, Lenin reconoció que en la fundación de Iskra habían trabajado, como mucho, unos diez revolucionarios (Lenin, XXXVI, 329). Nadia Krupskaia recordaba a su marido delgado y enfebrecido, mientras luchaba por sacar adelante su proyecto (Krupskaia, 1976, 49). Tanto este aspecto como la participación de diversos revolucionarios y la financiación del periódico son cuestiones no suficientemente aclaradas por historiadores y biógrafos. Para algunos, fue Potrésov, quien más tarde militaría en el menchevismo, el promotor inicial de Iskra, antes del propio Uliánov.[3]  En cuanto a la financiación, aún existen más dudas. Krupskaia apunta el nombre de Alexandra Mijailovna Kalmikova, una encargada de librería de militancia socialdemócrata, como el de una de las personas que más contribuyo económicamente al sostenimiento de Iskra (Krupskaia, 1976, 25-6). Esta tesis, sin embargo, no es compartida por buena parte de los historiadores.[4]Si a partir de las diferentes versiones no puede establecerse con seguridad el papel de Potrésov en la fundación y financiación de Iskra, si esta claro que debió de ser una persona importante dentro del periódico, como demuestra que luego ocupara el cargo de director, si bien Lenin aseguraba que era un simple «hombre de paja» (Lenin, XVI, 53).

El número 1 se gesto desde un comité de redacción formado por seis personas divididas en dos grupos no fácilmente conciliables. Por una parte, estaban los «viejos»: Plejánov, Zasúlich y Axelrod; por otra, los “¡óvenes»: Potrésov, Mártov y Uliánov.

Para añadir dificultades, Plejánov y Axelrod vivían en Suiza y el resto en Londres. Por último, el primer número se editó en Leipzig, a donde fue Uliánov para supervisar la confección e impresión[5]. Esta se realizó en el taller del socialdemócrata Hermann Rauch, en una maquina vieja y muy grande en la que se editaban folletos, anuncios y un periódico deportivo popular (Prilezhaeva, 1974, 50). Como se ha indicado, el número 1, con una tirada de 8.000 ejemplares, apareció el 24 de diciembre de 1900.[6]Hasta aquel momento, Uliánov había publicado en periódicos y revistas sólo 16 trabajos de extensión muy variable, desde el largo ensayo hasta la breve nota bibliográfica.

 

[1]En sus tiempos de prisión, fabricaba tinta con leche. Luego, al calentar el papel, se revelaba la letra. Con pan prensado, hacia tinteros en los que depositaba la leche. Cuando llegaban los guardias, engullía los tinteros (Krupskaia, 1976, 32).

[2]David Shub (Shub, 1977, 72) y Gerard Walter (Walter, 1974, 72 y ss.) dan  imágenes distintas de estas reuniones. Por su parte, A. Kostin (Kostin, 1983, 136 y ss.) ofrece una versión totalmente favorable a Lenin, pues Plejánov aparece como un intransigente.

[3]E.H. Carr (Carr, 1968, 111) mantiene esta tesis. Manuel Foyaca de la Concha (Foyaca de la Concha, 1971, 187) atribuye la paternidad absoluta a Lenin.

[4]Carr (Carr, 1968, 111) sostiene que Potrésov fue el principal financiador. Moorehead sugiere, en cambio, que A. Helphand («Parvus») fue el principal sostén económico (Moorehead, 1958, 57). Ulam (Ulam, 1969, 175) se muestra de acuerdo con Krupskaia. Foyaca de la Concha (Foyaca de la Concha, 1976, 99) señala además de Kalmikova, al príncipe Obolenski y a N.F. lopatin, director del Instituto Regional de Estadística de Pskov, como financiadores.

[5]En dos cartas de Axelrod, de fechas 14 y 24 de diciembre, se quejaba de que se habían excedido en los originales y había sido necesario recortar mucho estos.

Además, por razones técnicas, la composición se realizó en cuerpo 9, lo que no hizo sino empeorar las cosas (Lenin XXXVII, 83 y ss.)

[6]Carr (Carr, 1985a, 20) indica otra fecha, el 1 de diciembre de 1900, y otro lugar, Stuttgart. Es un error extraño en autor tan meticuloso.

 

 

[1]Los autores se refieren a 1929 (N. del E.)

 

 

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