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Cuaderno 3 (XX) 1930

<Miscelánea>

Para Mille se trata de esto: no es tanto la guerra lo que ha cambiado el mundo; se trata de una revolución social: se ha formado un "super-capitalismo" que, aliado tácitamente a la clase obrera y a los campesinos, aplasta a la vieja burguesía. Mille quiere decir que en Francia ha habido un desarrollo industrial y bancario ulterior y que la pequeña y mediana burguesía que antes parecían dominar, están en crisis: o sea, crisis de los intelectuales. La guerra y la revolución rusa han acelerado el movimiento que ya existía antes de agosto de 1914. Crisis económica de las clases medias que "n'arrivent même pas à concevoir que vingt-cinq francs ne valent plus que cent sous" y "voudraient que ce sois comme avant"; los obreros que piensan: allá, al este, hay un país donde el proletariado es dictador; clases que en el pasado eran dirigentes, y ahora ya no dirigen, que sueñan con la Italia fascista. Mille escribe que es precisamente "oportuno" lo que pide Emmanuel Berl en la Mort de la pensée bourgeoise deseando que los escritores, burgueses en un 90%, ¡tengan simpatías por quienes desean desposeerlos! Algunos aspectos del cuadro me parecen exactos e interesantes. La vieja Francia pequeñoburguesa atraviesa una crisis muy profunda, pero que aún es más moral que inmediatamente política.

Eso es precisamente lo que no quieren los nacionalistas, para los cuales el valor de los maestros consiste en su parecido con el espíritu de su grupo, en su fidelidad, en su puntualidad para expresar este espíritu (que por otra parte es definido como el espíritu de los maestros,a por lo que se acaba siempre por tener razón).¿Por qué tantos escritores modernos dan tanta importancia al "alma nacional" que dicen representar? Es útil, para quien carece de personalidad, decretar que lo esencial es ser nacionales. Max Nordau escribe de uno que exclamó: "Decía que no soy nada. Pues bien, soy al menos algo: ¡soy un contemporáneo!" Así, muchos dicen ser escritores francesísimos, etcétera (de este modo se constituye una jerarquía y una organización de hecho y esto es lo esencial de toda la cuestión: Benda, como Croce, examina la cuestión de los intelectuales haciendo abstracción de la situación de clase de los intelectuales mismos y de su función, que se ha venido precisando con la enorme difusión del libro y la prensa periódica).[4] Pero si esta posición es explicable para los mediocres, ¿cómo explicarla en las grandes personalidades? (seguramente la explicación está coordinada: las grandes personalidades dirigen a los mediocres y así participan necesariamente de ciertos prejuicios prácticos que no son dañinos a sus obras). Wagner (cfr. el Ecce homo de Nietzsche) sabía lo que hacía afirmando que su arte era la expresión del genio alemán, invitando así a toda una raza a aplaudirse a sí misma en sus obras. Pero en muchos, Benda ve como razón de este hecho la creencia de que el espíritu es buenos en la medida en que adopta una cierta manera colectiva de pensar, y malo en cuanto trata de individualizarse. Cuando Barrls escribía: "C'est le rôle des maîtres de justifier les habitudes et préjugés qui sont ceux de la France, de manière à préparer pour le mieux nos enfants à prendre leur rang dans la procession nationale", pretendía precisamente decir que su deber y el de los pensadores franceses dignos de este nombre, era entrar, también ellos, en esa procesión.

Esta tendencia ha tenido efectos desastrosos en la literatura (insinceridad). En política: esta tendencia a la distinción nacional ha hecho que la guerra, en vez de ser simplemente política, se haya convertido en una guerra de almas nacionales, con sus características de profundidad pasional y de ferocidad.

Benda concluye observando que todo este afán por mantener la nacionalización del espíritu significa que el espíritu europeo está naciendo y que es en el seno del espíritu europeo donde el artista tendrá que individualizarse si es que quiere servir a lo universal. (La guerra ha venido a demostrar que estas actitudes nacionalistas no eran casuales o debidas a causas intelectuales —errores lógicos, etcétera—: estaban y siguen estando vinculadas a un determinado periodo histórico en el que sólo la unión de todos los elementos nacionales puede ser una condición de victoria. La lucha intelectual, si se lleva adelante sin una lucha real que tienda a cambiar esta situación, es estéril. Es verdad que el espíritu europeo está naciendo, y no solamente el europeo, pero precisamente eso agudiza el carácter nacional de los intelectuales, especialmente del estrato más elevado.)

Este de Hans Frank no es un caso individual: es el síntoma de un estado de ánimo. Un defensor del Occidente podría ver en ello la rebelión del "desorden alemán" contra el orden latino, de la anarquía sentimental contra la regla de la inteligencia. Pero los autores alemanes lo entienden más bien como la restauración de un orden natural sobre las ruinas de un orden artificioso. De nuevo el examen personal se opone al principio de autoridad, que es atacado en todas sus formas: dogma religioso, poder monárquico, enseñanza oficial, estado militar, vínculo conyugal, prestigio paterno, y sobre todo la justicia que protege estas instituciones caducas, que no es más que coerción, opresión, deformación arbitraria de la vida pública y de la naturaleza humana. El hombre es infeliz y malo mientras está encadenado por la ley, la costumbre, las ideas recibidas. Hay que liberarlo para salvarlo. La virtud creadora de la destrucción se ha convertido en un artículo de fe.

Stefan Zweig, H. Mann, Remarque, Glacser, Leonard Frank

2] Leonard Frank, La razón.: el héroe asesina a su ex-profesor, porque éste le desfiguró el alma: el autor sostiene la inocencia del asesino.

3] Franz Werfel; en una novela sostiene que no es culpable el asesino, sino la víctima: no hay en él nada de Ouincey: es un acto moral. Un padre, general imperioso y brutal, destruye la vida del hijo haciendo de éste un soldado sin vocación: ¿no comete un delito de Iesa humanidad? Debe ser inmolado como doblemente usurpador: como jefe y como padre.

Nace así el motivo del parricidio y su apología, la absolución de Orestes, no en nombre de la piedad por la culpa trágica, sino en razón de un imperativo categórico, de un monstruoso postulado moral.

La teoría de Freud, el complejo de Edipo, el odio al padre —patrón, modelo, rival, expresión primera del principio de autoridad— puesto en el orden de las cosas naturales. La influencia de Freud en la literatura alemana es incalculable: está en la base de una nueva ética revolucionaria(!). Freud ha dado un aspecto nuevo al eterno conflicto entre padres e hijos. La emancipación de los hijos de la tutela paterna es la tesis en boga entre los novelistas actuales. Los padres abdican a su "patriarcado" y hacen propósito de enmienda ante los hijos, cuyo sentido moral ingenuo es el único capaz de destruir el contrato social tiránico y perverso, de abolir las constricciones de un deber engañoso (cfr. Hauptmann, Michael Krconer, la novela de Jacob Wassermann, fin pudre). 4] Wassermann, Der Fall Maurillus: típico contra la justicia.[5]

La culpa es de los intelectuales, que se han vuelto conformistas mientras que Zola era revolucionario (!), refinados y preciosistas en el estilo, escritores de diarios íntimos mientras que Zola era épico. Pero también el mundo ha cambiado. Zola conocía un pueblo que hoy ya no existe, o al menos no tiene ya la misma importancia. El alto capitalismo —obrero taylorizado-— sustituye al viejo pueblo que aún no se distinguía bien de la pequeña burguesía y que aparece en Zola, como en Proudhon, en V. Hugo, en la Sand, en E. Sue. Zola describe la industria naciente. Pero si es más difícil la tarea del escritor, no por ello debe ser olvidada. Por tanto, regreso a Zola, regreso al pueblo. "Avec. Zola done ou avec rien, la fraternité ou la mort. Telle est notre devise. Tel notre drame. Et telle notre loi."1

La América meridional y central se caracteriza: 1] por un número considerable de pieles rojas que, aunque sea pasivamente, ejercen una influencia en el Estado: sería útil tener información sobre la posición social de estos pieles rojas, sobre su importancia económica, sobre su participación en la propiedad de la tierra y en la producción industrial; 2] las razas blancas que dominan en la América central y meridional no pueden vincularse a patrias europeas que tengan una gran función económica e histórica: Portugal, España (Italia),a comparable a la de los Estados Unidos; aquéllas representan en muchos Estados una fase semifeudal y jesuítica, por lo que puede decirse que todos los Estados de la América central y meridional (exceptuando a la Argentina, quizá) deben atravesar la fase del Kulturkampf y del advenimiento del Estado moderno laico (la lucha de México contra el clericalismo ofrece un ejemplo de esta fase). La difusión de la cultura francesa está ligada a esta fase: se trata de la cultura masónica-iluminista, que ha dado lugar a fas llamadas iglesias positivistas, en las que participan también muchos obreros aunque se llamen anarcosindicalistas. Aportación de las diversas culturas: Portugal, Francia, España, Italia. La cuestión del nombre: ¿América latina, o ibérica, o hispánica? Franceses e italianos usan "latina", los portugueses "ibérica", los españoles "hispánica". De hecho la mayor influencia es la ejercida por Francia; las otras tres naciones latinas tienen escasa influencia, no obstante la lengua, porque estas naciones americanas surgieron en oposición a España y Portugal y tienden a crear su propio nacionalismo y su propia cultura. Influencia italiana: caracterizada por el carácter social de la emigración italiana; por otra parte, en ningún país americano son los italianos la raza hegemónica.

Un artículo de Lamberti Sorrentino, "Latinitá dell America" en Italia Letteraria del 22 de diciembre de 1929.[7] "Las repúblicas sudamericanas son latinas por tres factores principales: la lengua española, la cultura predominantemente francesa, la aportación étnica predominantemente (!) italiana. Este último es, de los tres, el factor más profundo y sustancial, porque confiere a la nueva raza que se forma el carácter latino (!); y en apariencia (!) el más fugaz, porque a la primera generación, perdiendo todo cuanto posee de original y propio (¡ésta sí que es una buena adivinanza!), se aclimata espontáneamente (!) en el nuevo ambiente geográfico y social." Según Sorrentino hay un interés común entre españoles, franceses e italianos para que se conserve (!) la lengua española, vehículo para la formación de una profunda conciencia latina capaz de resistir a las desviaciones (!) que empujan a los americanos del sur hacia la confusión (!) y el caos. El director de un periódico literario ultranacionalista de la Argentina (el país más europeo y latino de América) afirmó que el hombre argentino "fijará su tipo latino-anglosajón predominante". El mismo escritor que se autodefine "argentino ciento por ciento" dijo aún más explícitamente: "En cuanto a los norteamericanos, cuyo país nos ha dado la base constitucional y escolástica, conviene decirlo de una vez, nosotros nos sentimos más próximos a ellos por educación, gustos, manera de vivir, que a los europeos y a los españoles afroeuropeos, como gustan de calificarse estos últimos; y nunca hemos temido al látigo de los Estados Unidos". (Se refiere a la tendencia española a considerar los Pirineos como una barrera cultural entre Europa y el mundo ibérico: España, Portugal, América Central y Meridional y Marruecos. Teoría del iberismo —iberoamericanismo—, perfeccionamiento del hispanismo  hispanoamericanismo–.) El iberismo es antilatino: las repúblicas americanas deberían orientarse únicamente hacia España y Portugal. (Puros ejercicios de intelectuales y de grandes venidos a menos que no quieren convencerse de que actualmente cuentan bien poco.) España hace grandes esfuerzos por reconquistar a América del Sur en todos los campos: cultural, comercial, industrial, artístico. (¿Pero con qué resultado?) La hegemonía cultural de Francia es amenazada por los anglosajones: existen un instituto Argentino de Cultura Inglesa y un Instituto Argentino de Cultura Norteamericana, entes riquísimos y ya vivos: enseñan la lengua inglesa con grandes facilidades a los alumnos cuyo número va en constante aumento y con programas de intercambio universitario y científico de resultados seguros. La inmigración italiana y española está estacionaria; aumenta la inmigración polaca y eslava. Sorrentino desearía un frente único franco-italo-ibérico para mantener la cultura latina.

 

[1] 1 Pierre Mille, "Deux époques littéraires et d'angoisse: 1815-1830 et 1918-1930", en Les Nouvelles Litteraires, 12 de octubre de 1929 (año VIII n. 365).

 [2] 1 Cfr. Julien Benda, "Libres opinions: Comment un écrivain sert-il l'universel?", en Les Nouvelles Litiéraires, 2 de noviembre de 1929 (año VIII, n, 368), Todo el parágrafo resume, y en algunos puntos copia al pie de la letra, este artículo de Benda; los comentarios de Gramsci están entre paréntesis.

[3] 2 Cfr. Julien Benda, La tralrison des vieres, ed. Grasset, París, 1927 [FG, C. caro., Turi 111.

[4] 3 La comparación entre Croce y Benda se repite en el Cuaderno 10 (XXXIII),
parte 11, § 41. IV y § 47 (en este último texto se recalcan las diferencias).

[5] 1 Todo el parágrafo es en parte resumen y en parte traducción literal de un artículo de André Levinson, "Jacob Wassermann et le procés de la Justice", en Les Nouvelles Litteraires, 19 de octubre de 1929 (año VIII, n. 366).

[6] 1 Citas y resumen del discurso de Emmanuel Berl fueron tomados del texto publicado, junto con tina crónica de la conmemoración de mile Zeta en Médan, de Les Nouvelles Litteraires, 12 de octubre de 1929, cit. También aquí se encuentran entre paréntesis los comentarios de Gramsci.

[7] Cfr. Lamberti Sorrentino, "Latinita dell'America", en L’Italia Letteraria, 22 de diciembre de 1929 (ano t, n. 38). Toda la continuación del parágrafo es un resumen, con citas, de este artículo; las intervenciones de Gramsci están entre paréntesis. Son también de Gramsci las cursivas de una de las citas.

 

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