DOS TAREAS DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA.

  

Prólogo

 

En los momentos revolucionarios es muy difícil seguir el paso de los acontecimientos, que proporcionan una asombrosa cantidad de datos nuevos para valorar las consignas tácticas de los partidos revolucionarios. Este folleto fue escrito antes de los acontecimientos de Odessa*. Hemos indicado ya en Proletari[1] (núm. 9, La revolución enseña)** que dichos acontecimientos han obligado incluso a los socialdemócratas que crearon la teoría de la insurrección-proceso y negaban la propaganda a favor de un gobierno provisional revolucionario, a pasar o empezar a pasar en la práctica al lado de sus contrincantes. La revolución enseña, indudablemente, con tal rapidez y tal profundidad que parece increíble en los períodos pacíficos de desarrollo político. Y, lo que tiene una importancia singular, enseña no sólo a los dirigentes, sino también a las masas.

* Se alude a la sublevación del acorazado Príncipe Potemkin[2]. (Nota de Lenin para la edición de 1907. N. de la Edit.)

** Véase el presente volumen. (N. de la Edit.)

No cabe la menor duda de que la revolución inculcará el espíritu socialdemócrata a las masas obreras de Rusia. La revolución confirmará en la práctica el programa y la táctica de la socialdemocracia, mostrando la verdadera naturaleza de las distintas clases sociales, mostrando el carácter burgués de nuestra democracia y las verdaderas aspiraciones de los campesinos, revolucionarios en el sentido democrático burgués, pero que no entrañan la idea de la "socialización", sino una nueva lucha de clase entre la burguesía campesina y el proletariado rural. Las viejas ilusiones del viejo populismo[3], que se translucen de un modo tan claro, por ejemplo, en el proyecto de programa del "partido de los socialistas-revolucionarios"[4] —en lo relativo a los problemas del desarrollo del capitalismo en Rusia, del espíritu democrático de nuestra comunidad campesina, y de la trascendencia de la victoria completa de la insurrección campesina— todas estas ilusiones serán disipadas implacable y definitivamente por la revolución. Esta dará por vez primera el auténtico bautismo político a las distintas clases, que saldrán de la revolución con una fisonomía política definida, mostrándose tales y como son no sólo en los programas y en las consignas tácticas de sus ideólogos, sino también en la acción política manifiesta de las masas.

Es indudable que la revolución nos aleccionará, que aleccionará a las masas populares. Ahora bien, para el partido político en lucha, la cuestión estriba en si sabremos enseñar algo a la revolución, en si sabremos aprovechar lo justo de nuestra doctrina socialdemócrata, de nuestra ligazón con el proletariado, única clase consecuentemente revolucionaria, para imprimir a la revolución un sello proletario, para llevar la revolución hasta la verdadera victoria, decisiva, efectiva y no verbal, para paralizar la volubilidad, la ambigüedad y la traición de la burguesía democrática.

Hacia este fin debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. El conseguirlo depende, por una parte, del acierto con que valoremos la posición política, de que sean justas nuestras consignas tácticas y, por otra parte, de que dichas consignas estén respaldadas por la fuerza combativa real de las masas obreras. Toda la labor habitual, regular y corriente de todas las organizaciones y grupos de nuestro partido, la labor de propaganda, agitación y organización está orientada a fortalecer y ampliar la ligazón con las masas. Esta labor es siempre necesaria, pero en los momentos revolucionarios puede ser considerada suficiente menos que nunca. En dichos momentos, la clase obrera se siente instintivamente impulsada a la acción revolucionaria manifiesta, y nosotros debemos saber plantear con acierto las tareas de esa acción con el fin de difundirlas después con la mayor extensión posible y de hacer que sean comprendidas. No hay que olvidar que el pesimismo en boga sobre nuestra ligazón con las masas encubre ahora con especial frecuencia las ideas burguesas relativas al papel del proletariado en la revolución. Es indudable que hemos de trabajar todavía muchísimo para educar y organizar a la clase obrera; pero, actualmente, toda la cuestión consiste en determinar dónde debe hallarse el centro de gravedad político principal de dicha educación y de dicha organización: ¿en los sindicatos y en las asociaciones legales o en la insurrección armada, en la formación de un ejército revolucionario y de un gobierno revolucionario? La clase obrera se educa y se organiza tanto en lo uno como en lo otro. Tanto lo uno como lo otro, naturalmente, es necesario. Toda la cuestión ahora, en la revolución actual, se reduce, sin embargo, a determinar dónde residirá el centro de gravedad de la educación y de la organización de la clase obrera: en lo primero o en lo segundo.

El desenlace de la revolución depende del papel que desempeñe en ella la clase obrera: de que se limite a ser un auxiliar de la burguesía, aunque sea un auxiliar poderoso por la fuerza de su empuje contra la autocracia, pero endeble en política, o de que asuma el papel de dirigente de la revolución popular. Los representantes conscientes de la burguesía se dan perfecta cuenta de ello. Por eso ensalza Osvobozhdenie[5] el akimovismo, el "economismo"[6] en la socialdemocracia, el cual coloca actualmente en primer plano los sindicatos y las asociaciones legales. Por eso el señor Struve celebra (núm. 72 de Osvobozhdenie) las tendencias de principio del akimovismo en el neoiskrismo[7]. Por eso arremete también contra la odiada estrechez revolucionaria de las resoluciones del III Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

Las acertadas consignan tácticas de la socialdemocracia tienen ahora una importancia particular para dirigir a las masas. No hay nada más peligroso que rebajar en las épocas revolucionarias la importancia de las consignas tácticas adictas a los principios. Por ejemplo, Iskra, en el número 104, se pasa de hecho al lado de sus contrincantes de la socialdemocracia, pero, al mismo tiempo, habla con desdén de la importancia de las consignas y resoluciones tácticas que se adelantan a la realidad, que señalan el camino por el que avanza el movimiento con una serie de reveses, errores, etc. Por el contrario, la elaboración de resoluciones tácticas acertadas tiene una importancia gigantesca para el partido que quiere dirigir al proletariado en el espíritu de los firmes principios del marxismo y no seguir únicamente a la zaga de los acontecimientos. En las resoluciones del III Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y de la conferencia de la parte que se ha separado del partido* tenemos la expresión más exacta, más meditada y completa de las concepciones tácticas no manifestadas de un modo casual por algunos autores, sino aprobadas por los representantes responsables del proletariado socialdemócrata.

Nuestro partido marcha al frente de todos los demás, con un programa preciso y aceptado por todos. Nuestro partido también debe dar ejemplo a los demás partidos con una actitud severa respecto a sus resoluciones tácticas, en oposición al oportunismo de la burguesía democrática de Osvobozhdenie y de la palabrería revolucionaria de los socialistas-revolucionarios, los cuales sólo durante la revolución se han acordado de presentar un "proyecto" de programa y de ocuparse por primera vez de saber si es burguesa la revolución que se despliega ante sus ojos.

* En el III Congreso del POSDR (celebrado en Londres en mayo de 1905) sólo participaron los bolcheviques. En la "conferencia" (celebrada por entonces en Ginebra) sólo participaron los mencheviques[8], a los que se denomina a menudo en el presente folleto "neoiskristas", porque, al seguir publicando Iskra, manifestaron por boca de Trotski, correligionario suyo a la sazón, que entre la vieja y la nueva Iskra mediaba un abismo. (Nota de Lenin para la edición de 1907.— N. de la Edit.)

He aquí por qué consideramos, que la tarea más actual de la socialdemocracia revolucionaria es estudiar detenidamente las resoluciones tácticas del III Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y de la conferencia, fijar las desviaciones de los principios del marxismo que se advierten en dichas resoluciones y aclarar las tareas concretas del proletariado socialdemócrata en la revolución democrática. A esta labor precisamente está consagrado el presente folleto. La comprobación de nuestra táctica desde el punto de vista de los principios del marxismo y de las enseñanzas de la revolución es necesaria también para todo el que quiera preparar realmente la unidad de táctica como base de la futura unificación completa de todo el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y no limitarse únicamente a pronunciar palabras exhortativas.

Lenin

Julio de 1905.

 

1. Una cuestión política urgente

 

En los momentos revolucionarios que atravesamos está a la orden del día la convocatoria de una Asamblea Constituyente de todo el pueblo. Las opiniones divergen cuando se trata de determinar cómo resolver dicha cuestión. Se manifiestan tres tendencias políticas. El gobierno zarista admite la necesidad de convocar a representantes del pueblo, pero en modo alguno desea permitir que esa asamblea sea de todo el pueblo y sea constituyente. Parece ser que está de acuerdo, si se da crédito a las noticias de la prensa sobre la labor de la Comisión Bulyguin[9], con una Asamblea Consultiva, elegida sin libertad de agitación y conforme a un sistema electoral restringido con trabas de tipo tributario y social. El proletariado revolucionario, por cuanto está dirigido por la socialdemocracia, exige el paso completo del poder a la Asamblea Constituyente, tratando de conseguir con este fin no sólo el sufragio universal y no sólo la completa libertad de agitación, sino, además, el derrocamiento inmediato del gobierno zarista y la sustitución del mismo por un gobierno provisional revolucionario. Finalmente, la burguesía liberal, que expresa sus deseos por boca de los jefes del llamado "partido demócrata constitucionalista ..................................

 

 

 

 

[1] La insurrección del acorazado Potemkin estalló el 14 (27) de junio de 1905. El acorazado sublevado arribó a Odessa, donde se había declarado por entonces una huelga general. Pero no se aprovecharon las condiciones favorables que se daban para la acción conjunta de los obreros de Odessa y los marinos. La organización bolchevique de esta ciudad quedó debilitada a causa de las numerosas detenciones; además, estaba desunida. Por otra parte los mencheviques se oponían a la insurrección armada y sujetaban a los obreros y los marinos para que no se lanzaran a la lucha ofensiva. El gobierno zarista envió a toda la flota del mar Negro a aplastar la sublevación del Potemkin; pero los marinos se negaron a disparar contra la nave sublevada, y los jefes se vieron obligados a retirar de nuevo la escuadra. Luego de once días de navegar por alta mar y agotar las provisiones y el carbón, el acorazado Potemkin se vio obligado a retirarse a las costas de Rumania y entregarse a las autoridades rumanas. La mayoría de los marinos se quedó en el extranjero. Los que retornaron a Rusia fueron detenidos y procesados.

La sublevación del acorazado Potemkin acabó en un fracaso, pero el paso de la tripulación de un gran barco de guerra al lado de la revolución implicó un importante paso adelante en el desenvolvimiento de la lucha contra la autocracia.

[2] "Proletari" ("El Proletario"): periódico semanal bolchevique clandestino, órgano central del POSDR, fundado por acuerdo del III Congreso del partido. El director fue Lenin. Este semanario se publicó en Ginebra desde mayo hasta noviembre de 1905.

[3] Populismo: corriente pequeñoburguesa en el movimiento revolucionario ruso surgida en los años 60-70 del siglo XIX.
Los populistas propugnaban el derrocamiento de la autocracia y la entrega de la tierra de los latifundistas a los campesinos. Se consideraban socialistas, pero su socialismo era utópico. Negaban el desarrollo regular de las relaciones capitalistas en Rusia y, de conformidad con ello, consideraban que la principal fuerza revolucionaria era el campesinado, y no el proletariado; veían en la comunidad rural (véase la nota 98) un embrión de socialismo. Negaban asimismo el papel de las masas populares en el proceso histórico y afirmaban que la historia la hacen los grandes hombres, los "héroes", que ellos oponían a la multitud, inerte según el populismo. Deseosos de alzar a los campesinos a la lucha contra la autocracia, los populistas iban a las aldeas, "al pueblo" (y de ahí su denominación); pero no encontraron apoyo.

El populismo atravesó varias etapas, evolucionando de la democracia revolucionaria al liberalismo.
En los años 80-90, los populistas emprendieron el camino de la conciliación con el zarismo, expresaban los intereses de los campesinos ricos y combatían el marxismo. A comienzos del siglo XX, los socialistas-revolucionarios (eseristas), el Grupo del Trabajo (trudoviques) de la Duma de Estado y los socialistas populares (enesistas) recogieron las ideas del populismo (véanse las notas 5 y 207.).

[4] Socialistas-revolucionarios (abreviado, eseristas): partido pequeñoburgués formado en Rusia a fines de 1901 y comienzos de 1902 como consecuencia de la unificación de diversos grupos y círculos populistas. Los eseristas se llamaban socialistas, pero su socialismo era utópico y pequeñoburgués. El programa agrario de los eseristas contenía las reivindicaciones de poner fin a la propiedad terrateniente, abolir la propiedad privada de la tierra y entregarla toda a las comunidades campesinas, según el principio de su usufructo igualitario, por el número de bocas o de miembros de la familia aptos para el trabajo, reiterándose periódicamente el reparto (la denominada "socialización de la tierra"). En realidad, el "usufructo igualitario del suelo", al conservarse las relaciones de producción capitalistas, no habría significado el paso al socialismo y sólo habría conducido a suprimir las relaciones semifeudales en el campo y acelerar el desarrollo del capitalismo.

Los eseristas no veían las diferencias de clase entre el proletariado y el campesinado, velaban la disociación del campesinado en clases y las contradicciones en su seno y rechazaban el papel dirigente del proletariado en la revolución. Su método principal de lucha contra el zarismo era el terrorismo individual.

Al ser derrotada la primera revolución rusa de 1905-1907, el partido de los socialistas— revolucionarios sufrió una crisis; sus dirigentes abjuraron prácticamente de la lucha revolucionaria contra el zarismo. Derrocado éste en febrero de 1917, los líderes de los eseristas formaron parte del Gobierno Provisional burgués, lucharon contra la clase obrera, que preparaba la revolución socialista y participaron en la represión del movimiento campesino en el verano de 1917. Después de la Revolución Socialista de Octubre lucharon activamente contra el Poder soviético.

[5]  "Osvobozhdenie" ("Liberación"): revista quincenal que se editó en el extranjero (desde 1902 hasta 1905) bajo la dirección de P. Struve. Fue órgano de la burguesía liberal rusa. El 1903 se formó en torno a esta revista (y en enero de 1904 tomó cuerpo) la Unión de Liberación, que existió hasta octubre de 1905. Posteriormente, los adeptos de Osvobozhdenie constituyeron el núcleo del Partido Demócrata Constitucionalista, el principal partido de la burguesía liberal monárquica de Rusia.

[6]Akimovismo: denominación debida a V. Akímov, destacado representante del "economismo" y uno de los oportunistas más extremos.
"Economismo": tendencia oportunista de la socialdemocracia rusa de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Los "economistas" limitaban las tareas de la clase obrera a la lucha económica por el aumento de los salarios, por la mejora de las condiciones de trabajo, etc., afirmando que la lucha política era cosa de la burguesía liberal. Negaban el papel dirigente del partido de la clase obrera y estimaban que el partido debe limitarse a contemplar el proceso espontáneo del movimiento y registrar los acontecimientos. Al rendir pleitesía al movimiento obrero espontáneo restaban importancia a la teoría revolucionaria y a la conciencia y afirmaban que la ideología socialista puede surgir del movimiento obrero espontáneo. Los "economistas" defendían la dispersión y el primitivismo en los métodos de trabajo del movimiento socialdemócrata, proclamándose contra la necesidad de crear un partido centralizado de la clase obrera.

[7] Neoiskrismo: palabra derivada de la nueva Iskra. Iskra ("La Chispa"): primer periódico marxista clandestino central para toda Rusia. Lo fundó Lenin en diciembre de 1900 en el extranjero, de donde era enviado clandestinamente a Rusia. Iskra desempeñó un magno papel en la cohesión ideológica de los socialdemócratas rusos y en los preparativos para unificar en un partido marxista revolucionario las organizaciones socialdemócratas locales, que estaban dispersas. Después de la escisión del partido en el II Congreso del POSDR (1903) en bolcheviques (revolucionarios consecuentes) y mencheviques

(corriente oportunista), Iskra pasó a manos de los mencheviques (a partir del núm. 52, noviembre de 1903) y empezó a denominarse nueva Iskra, a diferencia de la vieja Iskra leninista. Los mencheviques convirtieron la Iskra en un órgano de lucha contra el marxismo, contra el partido, en una tribuna del oportunismo.

[8] Mencheviques: partidarios de la corriente oportunista de la socialdemocracia rusa. En las elecciones de los organismos centrales del partido, en el II Congreso del POSDR, celebrado en 1903, los socialdemócratas revolucionarios, encabezados por Lenin, obtuvieron la mayoría ("bolshinstvó", y de ahí su denominación de "bolcheviques"), y los oportunistas, la minoría ("menshinstvó", y de ahí su denominación de "mencheviques"). Durante la revolución de 1905— 1907, los mencheviques se pronunciaron contra la hegemonía del proletariado en la revolución y contra la alianza de la clase obrera y los campesinos; exigían el acuerdo con la burguesía liberal a la que se debía entregar, a juicio de ellos, la dirección de la revolución. Durante la reacción que siguió a la derrota de la revolución de 1905— 1907, la mayoría de los mencheviques se hizo liquidadora y reclamó la liquidación del partido revolucionario ilegal de la clase obrera. Después del triunfo de la revolución democrática burguesa de febrero de 1917, los mencheviques entraron en el Gobierno Provisional burgués, apoyaron su política imperialista e impugnaban la revolución socialista que se estaba preparando.

Al triunfar la Revolución Socialista de Octubre, los mencheviques se convirtieron en un partido abiertamente contrarrevolucionario, organizador y participante de complots y levantamientos encaminados a derrocar el Poder soviético.

[9] La Comisión Bulyguin fue instituida por decreto del zar en febrero de 1905 bajo la presidencia del ministro del Interior, A. Bulyguin. La integraron grandes terratenientes, representantes de la nobleza reaccionaria. Preparó la ley de convocatoria de la Duma de Estado y el Reglamento para las elecciones a la Duma que fueron publicados con el manifiesto del zar el 6 (19) de agosto de 1905. El sufragio para las elecciones a esta Duma se concedía sólo a los terratenientes, a los capitalistas y a un reducido número de campesinos con hacienda propia. La Duma de Estado carecía de derecho a atribuciones para adoptar leyes algunas; lo único que podía hacer era deliberar, como órgano consultivo adjunto al zar, sobre algunas cuestiones.

Los bolcheviques exhortaron a los obreros y a los campesinos a boicotear activamente la Duma de Bulyguin. Las elecciones no llegaron a celebrarse, y, por tanto, el Gobierno no logró convocar la mencionada Duma. La barrieron el ascenso creciente de la revolución y la huelga política de Octubre.

 

 

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