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1) El método dialéctico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:

 

a) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no considera la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y fenómenos, desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relación de dependencia entre sí, sino como un todo articulado y único, en el que los objetos y los fenómenos se hallan orgánicamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se condicionan los unos a los otros.

Por eso, el método dialéctico entiende que ningún fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido, si se le toma aisladamente, sin conexión con los fenómenos que le rodean pues todo fenómeno tomado de cualquier campo de la naturaleza, puede convertirse en un absurdo si se le examina sin conexión con las condiciones que le rodean, desligado de ellas; y por el contrario, todo fenómeno puede ser comprendido y explicado si se le examina en su conexión indisoluble con los fenómenos circundantes y condicionado por ellos.

 

b) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no considera la naturaleza como algo quieto e inmóvil, estancado e inmutable, sino como algo sujeto a perenne movimiento y a cambio constante, como algo que se renueva y se desarrolla incesantemente y donde hay siempre algo que nace y se desarrolla y algo que muere y caduca.

Por eso, el método dialéctico exige que los fenómenos se examinen no sólo desde el punto de vista de sus relaciones mutuas y de su mutuo condicionamiento, sino también desde el punto de vista de su movimiento, de sus cambios y de su desarrollo, desde el punto de vista de su nacimiento y de su muerte.

Lo que importa, sobre todo, al método dialéctico no es lo que en un momento dado parece estable pero comienza ya a morir, sino lo que nace y se desarrolla, aunque en un momento dado parezca poco estable, pues lo único que hay insuperable, según él, es lo que se halla en estado de nacimiento y de desarrollo.

"Toda la naturaleza —dice Engels—, desde sus partículas más minúsculas hasta sus cuerpos más gigantescos, desde el grano de arena hasta el sol, desde el protozoo [organismo vivo unicelular. J. St.] hasta el hombre, se halla en estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, en movimiento y cambio incesante" (Obra citada, pág. 484).

Por eso, la dialéctica —dice Engels— "enfoca las cosas y sus imágenes conceptuales, sustancialmente, en sus conexiones mutuas, en su entronque y concatenación, en su dinámica, en su proceso de génesis y desaparición" (C. Marx y F. Engels, t. XIV, pág. 23).

 

c) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no examina el proceso de desarrollo como un simple proceso de crecimiento, en que los cambios cuantitativos no se traducen en cambios cualitativos, sino como un proceso en que se pasa de los cambios cuantitativos insignificantes y ocultos a los cambios manifiestos, a los cambios radicales, a los cambios cualitativos; en que éstos se producen, no de modo gradual, sino rápido y súbitamente, en forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de un modo casual, sino con arreglo a leyes, como resultado de la acumulación de una serie de cambios cuantitativos inadvertidos y graduales.

Por eso, el método dialéctico entiende que el proceso de desarrollo debe concebirse no como movimiento circular, no como una simple repetición del camino ya recorrido, sino como un movimiento progresivo, como un movimiento en línea ascensional, como el tránsito del viejo estado cualitativo a un nuevo estado cualitativo, como el desarrollo de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior.

"La naturaleza —dice Engels— es la piedra de toque de la dialéctica, y las modernas ciencias naturales nos brindan como prueba de esto un acervo de datos extraordinariamente copiosos y enriquecido cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, por los cauces dialécticos y no por los carriles metafísicos, que no se mueve en la eterna monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera historia. Aquí, hay que citar en primer término a Darwin, quien, con su prueba de que toda la naturaleza orgánica existente, plantas y animales, y entre ellos, como es lógico, el hombre, es el producto de un proceso de desarrollo que dura millones de años, ha asestado a la concepción metafísica de la naturaleza el más rudo golpe" (Obra citada, pág. 3).

Caracterizando el desarrollo dialéctico como el tránsito de los cambios cuantitativos a los cambios cualitativos, dice Engels:

"En física. . . , todo cambio es una transformación de cantidad en calidad, una consecuencia del cambio cuantitativo de la masa de movimiento de cualquier forma inherente al cuerpo o que se transmite a éste. Así, por ejemplo, el grado de temperatura del agua no influye para nada, al principio, en su estado líquido; pero, al aumentar o disminuir la temperatura del agua líquida, se llega a un punto en que su estado de cohesión se modifica y el agua se convierte, en un caso, en vapor, y en otro caso, en hielo. . . Así también, para que el hilo de platino de la lámpara eléctrica se encienda, hace falta un mínimo de corriente; todo metal tiene su grado térmico de fusión, y todo líquido, dentro de una determinada presión, su punto fijo de congelación y de ebullición, en la medida en que los medios de que disponemos nos permiten producir la temperatura necesaria y finalmente, todo gas tiene su punto crítico, en que bajo una presión y un enfriamiento adecuados se licúa en forma de gotas. . . Las llamadas constantes de la física [los puntos de transición de un estado a otro. J. St.] no son, la mayor parte de las veces, mas que los nombres de los puntos nodulares en que la suma o la sustracción cuantitativas (cambios cuantitativos) de movimiento provocan cambios cualitativos en el estado del cuerpo de que se trata, y en que, por tanto, la cantidad se trueca en calidad" (Obra citada, págs. 527-528).

Y más adelante, pasando a la química, Engels prosigue:

"Podríamos decir que la química es la ciencia de los cambios cualitativos de los cuerpos por efecto de los cambios producidos en su composición cuantitativa. Y esto lo sabía ya el mismo Hegel. . . Basta fijarse en el oxígeno: si combinamos, para formar una molécula, tres átomos en vez de dos, que es lo corriente, produciremos ozono, cuerpo que se distingue de un modo muy definido del oxígeno normal, tanto por su olor como por sus efectos. ¡Y no digamos de las diversas proporciones en que el oxígeno se combina con el nitrógeno o con el azufre, y cada una de las cuales produce un cuerpo cualitativamente distinto de todos los de más!" (Obra citada, pág. 528).

Por último, criticando a Dühring, que colma de injurias a Hegel —sin perjuicio de tomar de él, a la chita callando, la conocida tesis de que el tránsito del reino de lo insensible al reino de las sensaciones, del mundo inorgánico al mundo de la vida orgánica, representa un salto a un nuevo estad—, Engels dice:

"Es, en absoluto, la línea nodular hegeliana de las proporciones de medida, en que el simple aumento o la simple disminución cuantitativa producen, al llegar a un determinado punto nodular, un salto cualitativo, como ocurre, por ejemplo, con el agua puesta a calentar o a enfriar, donde el punto de ebullición y el punto de congelación son los nódulos en que —bajo una presión normal— se produce el salto a un nuevo estado de cohesión, es decir, en que la cantidad se trueca en calidad" (Obra citada, págs. 45-46).

 

 d) Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que los objetos y los fenómenos de la naturaleza llevan siempre implícitas contradicciones internas, pues todos ellos tienen su lado positivo y su lado negativo, su pasado y su futuro, su lado de caducidad y su lado de desarrollo; del criterio de que la lucha entre estos lados contrapuestos, la lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace, entre lo que caduca y lo que se desarrolla, forma el contenido interno del proceso de desarrollo, el contenido interno de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos.

Por eso, el método dialéctico entiende que el proceso de desarrollo de lo inferior a lo superior no discurre a modo de un proceso de desenvolvimiento armónico de los fenómenos, sino poniendo siempre de relieve las contradicciones inherentes a los objetos y a los fenómenos, en un proceso de "lucha" entre las tendencias contrapuestas que actúan sobre la base de aquellas contradicciones.

"Dialéctica, en sentido estricto, es —dice Lenin— el estudio de las contradicciones contenidas en la esencia misma de los objetos " (Lenin, Cuadernos filosóficos, pág. 263).

Y más adelante:

"El desarrollo es la 'lucha' de los contrarios" (Lenin, t. XIII, pág. 301).

Tales son, brevemente expuestos, los rasgos fundamentales del método dialéctico marxista.

No es difícil comprender cuán enorme es la importancia que la difusión de los principios del método dialéctico tiene para el estudio de la vida social y de la historia de la sociedad y qué importancia tan enorme encierra la aplicación de estos principios a la historia de la sociedad y a la actuación práctica del Partido del proletariado.

Si en el mundo no existen fenómenos aislados, si todos los fenómenos están vinculados entre si y se condicionan unos a otros, es evidente que todo régimen social y todo movimiento social que aparece en la historia debe ser considerado, no desde el punto de vista de la "justicia eterna" o de cualquier otra idea preconcebida, que es lo que suelen hacer los historiadores, sino desde el punto de vista de las condiciones que han engendrado este régimen y este movimiento social, y a los cuales se hallan vinculados.

Dentro de las condiciones modernas, el régimen de la esclavitud es un absurdo y una necedad contraria a la lógica. En cambio, dentro de las condiciones de disgregación del régimen del comunismo primitivo, el régimen de la esclavitud era un fenómeno perfectamente lógico y natural, ya que representaba un progreso en comparación con el comunismo primitivo.

La reivindicación de la República democraticoburguesa dentro de las condiciones del zarismo y de la sociedad burguesa, por ejemplo en la Rusia de 1905, era una reivindicación perfectamente lógica, acertada y revolucionaria, pues la República burguesa representaba, en aquel tiempo, un progreso. En cambio, dentro de nuestras condiciones actuales en la U.R.S.S., la reivindicación de la República democraticoburguesa sería absurda y contrarrevolucionaria, ya que, comparada con la República Soviética, la República burguesa significa un paso atrás.

Todo depende, pues, de las condiciones, del lugar y del tiempo.

Es evidente que, sin abordar desde este punto de vista histórico los fenómenos sociales, no podría existir ni desarrollarse la ciencia de la historia, puesto que este modo de abordar los fenómenos es el único que impide a la ciencia histórica convertirse en un caos de sucesos fortuitos y en un montón de los más absurdos errores.

Continuemos. Si el mundo se halla en incesante movimiento y desarrollo y si la ley de este desarrollo es la extinción de lo viejo y el crecimiento de lo nuevo, es evidente que ya no puede haber ningún régimen social "inconmovible", ni pueden existir los "principios eternos" de la propiedad privada y la explotación, ni las "ideas eternas" de sumisión de los campesinos a los terratenientes y de los obreros a los capitalistas.

Esto quiere decir que el régimen capitalista puede ser sustituido por el régimen socialista, del mismo modo que, en su día, el régimen capitalista sustituyó al régimen feudal.

Esto quiere decir que hay que orientarse, no hacia aquellas capas de la sociedad que han llegado ya al término de su desarrollo, aunque en el momento presente constituyan la fuerza predominante, sino hacia aquellas otras que se están desarrollando y que tienen un porvenir, aunque no sean las fuerzas predominantes en el momento actual.

En la década del 80 del siglo pasado, en la época de lucha entre los marxistas y los populistas, el proletariado constituía, en Rusia, una minoría insignificante, en comparación con los campesinos individuales, que formaban la inmensa mayoría de la población. Pero el proletariado se estaba desarrollando como clase, mientras que los campesinos como clase, se disgregaban. Precisamente por esto, porque el proletariado se estaba desarrollando como clase, los marxistas se orientaron hacia él. Y no se equivocaron, puesto que, como es sabido, el proletariado se convirtió, andando el tiempo, de una fuerza de escasa importancia en una fuerza histórica y política de primer orden.

Esto quiere decir que en política, para no equivocarse, hay que mirar hacia adelante y no hacia atrás.

Continuemos. Si el tránsito de los lentos cambios cuantitativos a los rápidos y súbitos cambios cualitativos constituye una ley del desarrollo, es evidente que las transformaciones revolucionarias llevadas a cabo por las clases oprimidas representan un fenómeno absolutamente natural e inevitable.

Esto quiere decir que el paso del capitalismo al socialismo y la liberación de la clase obrera del yugo capitalista no puede realizarse por medio de cambios lentos, por medio de reformas, sino sólo mediante la transformación cualitativa del régimen capitalista, es decir, mediante la revolución.

Esto quiere decir que en política, para no equivocarse, hay que ser revolucionario y no reformista.

Continuemos. Si el proceso de desarrollo es un proceso de revelación de contradicciones internas, un proceso de choques entre fuerzas contrapuestas sobre la base de estas contradicciones y con el fin de superarlas, es evidente que la lucha de clases del proletariado constituye un fenómeno perfectamente natural e inevitable.

Esto quiere decir que lo que hay que hacer no es disimular las contradicciones del régimen capitalista, sino ponerlas al desnudo y desplegarlas en toda su extensión, no es apagar la lucha de clases, sino llevarla a cabo hasta el fin.

Esto quiere decir que en política, para no equivocarse, hay que mantener una política proletaria, de clase, intransigente, y no una política reformista, de armonía de intereses entre el proletariado y la burguesía, una política conciliadora de "integración gradual" del capitalismo en el socialismo.

En esto consiste el método dialéctico marxista, aplicado a la vida social y a la historia de la sociedad.

Por lo que se refiere al materialismo filosófico marxista, es en su base lo opuesto al idealismo filosófico.

 

 

 

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