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    ORIGINAL

 

SECCIÓN QUINTA

 

ESCISIÓN DE LA GANANCIA EN INTERÉS Y GANANCIA EMPRESARIALEL CAPITAL QUE DEVENGA INTERÉS

 

 

CAPÍTULO XXI
. EL CAPITAL QUE DEVENGA INTERÉS

 

 

En el primer examen de la tasa general o media de ganancia (sección n de este libro) no teníamos aún ante nosotros la figura definitiva de esta última, ya que la nivelación sólo aparecía como una nivelación de los capitales industriales invertidos en las distintas esferas. Esta figura se completó en el capítulo anterior, en el cual se dilucidó la participación del capital comercial en esta nivelación y la ganancia comercial. La tasa general de ganancia y la ganancia media se presentaban ahora dentro de límites más estrechos que antes. En el curso de la investigación se debe tener en cuenta que, cuando en lo sucesivo hablemos de la tasa general de ganancia o de la ganancia media, ello ocurrirá en la última versión, es decir sólo con referencia a la figura definitiva de la tasa media. Puesto que en lo sucesivo ésta será la misma tanto para el capital industrial como para el comercial, tampoco será necesario en adelante —en tanto se trate solamente de esta ganancia media— establecer una diferencia entre la ganancia industrial y la ganancia comercial. El capital arroja, pro rata de su magnitud, la misma ganancia anual media, sin que tenga importancia el que esté industrialmente invertido dentro de la esfera de la producción, o comercialmente en la esfera de la circulación.

El dinero —tomado en este caso como la expresión autónoma de una suma de valor, ya exista de hecho en dinero o en mercancías— puede ser transformado, sobre la base de la producción capitalista, en capital, y en virtud de esta transformación se convierte de un valor dado en un valor que se valoriza a sí mismo, que se automultiplica. Produce ganancia, es decir que faculta al capitalista para extraer de los obreros una determinada cantidad de trabajo impago, de plusproducto y plusvalor, y aprobárselo. De esa manera adquiere, además del valor de uso que posee como dinero, un valor de uso adicional: el de funcionar como capital. Su valor de uso consiste, en este caso, precisamente en la ganancia que produce al estar transformado en capital. En este carácter de capital potencial, de medio para la producción de la ganancia, se convierte en mercancía, pero en una mercancía sui géneris. O lo que resulta lo mismo, el capital en cuanto capital se convierte en mercancía.[1]

Supongamos que la tasa media anual de ganancia sea del 20 %. Una máquina por valor de £ 100 arrojaría entonces, bajo las condiciones medias y con la proporción media de inteligencia y actividad adecuada en su empleo como capital, una ganancia de £ 20. Por lo tanto, un hombre que disponga de £ 100, tiene en sus manos el poder de convertir £ 100 en £ 120, o de producir una ganancia de £ 20. Tiene en sus manos un capital potencial de £ 100. Si este hombre le cede las £ 100, por el término de un año, a algún otro que las emplea realmente como capital, le concede el poder de producir £ 20 de ganancia, un plusvalor que nada le cuesta, a cambio del cual no paga equivalente alguno. Si este hombre le paga al dueño de las £ 100, al término del año, acaso £ 5, vale decir una parte de la ganancia producida, estará pagando con ello el valor de uso de las £ 100, el valor de uso de su función de capital, de la fundón de producir £ 20 de ganancia. La parte de la ganancia que le abona se denomina interés, cosa que, por consiguiente, no es otra cosa que un nombre peculiar, un rubro peculiar para una parte de la ganancia que el capital actuante, en lugar de guardársela en su propio bolsillo, debe abonar al propietario del capital.

Resulta claro que la posesión de las £ 100 da a su propietario el poder de adueñarse del interés, de cierta parte de la ganancia producida por su capital. Si no le diese las

£ 100 al otro, éste no podría producir la ganancia, y no podría actuar en absoluto como capitalista con relación a esas £ 100.[2]

Es absurdo hablar aquí de justicia natural, con Gilbart (véase nota). La equidad de las transacciones que se efectúan entre los agentes de la producción se basa en que estas transacciones surgen de las relaciones de producción como una consecuencia natural. Las formas jurídicas en que se presentan estas transacciones económicas como actos volitivos de los participantes, como manifestaciones de su voluntad común y como contratos a cuyo cumplimiento puede obligarse a una de las partes por intervención del estado, no pueden determinar ese propio contenido como meras formas del mismo, sino que solamente lo expresan. Ese contenido es justo en cuanto corresponde al modo de producción, si es adecuado a él. Es injusto en cuanto lo contradiga. La esclavitud sobre la base del modo capitalista de producción es injusta; igualmente lo es el fraude en cuanto a la calidad de la mercancía.

Las £ 100 producen la ganancia de £ 20 por el hecho de que actúan como capital, sea industrial o comercial. Pero la [conditio] sine qua non de esta función como capital es el hecho de que se las gaste como capital, es decir que se desembolse dinero en la compra de medios de producción (en el caso del capital industrial) o de mercancía (en el caso del capital comercial). Pero para gastarlo, debe existir. Si A, el propietario de las £ 100, las gastase para su consumo privado o las conservase como tesoro, entonces B, el capitalista actuante, no podría gastarlas como capital. No gasta éste su capital, sino el de A; pero no puede gastar el capital de A sin la voluntad de éste. Por lo tanto, de hecho es A quien gasta originariamente las £ 100 como capital, a pesar de que toda su función como capitalista se limita a este gasto de las £ 100 como capital. En la medida en que se consideran estas £ 100, B sólo funciona como capitalista porque A se las cede, y por ello las gasta como capital.

Consideremos primeramente la circulación peculiar del capital que devenga interés. Entonces cabe examinar, en segunda instancia, el modo peculiar en el cual se lo vende como mercancía, es decir en que se lo presta en lugar de cedérselo en forma definitiva.
El punto de partida lo constituye el dinero que A le adelanta a B. Ello puede ocurrir con garantía prendaria o sin ella; sin embargo, la primera forma es la más anticuada, con excepción de los adelantos sobre mercancías o sobre obligaciones de deudas como letras, acciones, etc. Estas formas particulares no nos interesan aquí. Aquí tenemos que vérnoslas con el capital que devenga interés en su forma corriente.

En manos de B, el dinero se transforma realmente en capital, efectúa el movimiento D-M-D', y regresa luego a A como D', como D + ∆D, donde ∆D representa el interés. Para simplificar prescindiremos aquí, por el momento, del caso en el cual el capital permanece por un lapso más prolongado en manos de B, pagándose los intereses a su vencimiento.

El movimiento es, entonces:

D - D - M - D'- D'.

Lo que aparece duplicado en este caso es 1) el desembolso del dinero como capital, y 2) su reflujo como capital realizado, como D' o D + ∆D.

En el movimiento del capital comercial D-M-D', la misma mercancía cambia de dueños dos veces o más, si el comerciante le vende a otro comerciante; pero cada uno de tales cambios de ubicación de la misma mercancía denota una metamorfosis, la compra o la venta de la mercancía, por mucha que sea la frecuencia con que pueda repetirse este proceso hasta su pasaje definitivo al consumo.

Por otro lado, en M-D-M se verifica un doble cambio de ubicación del mismo dinero, pero indica la metamorfosis total de la mercancía, la cual primeramente se transforma en dinero, y luego vuelve a transformarse de dinero en otra mercancía.

En cambio, en el capital que devenga interés, el primer cambio de lugar de D no es en modo alguno un factor, ni de la metamorfosis mercantil ni de la reproducción del capital. Sólo se convierte en él en el segundo gasto, en manos del capitalista actuante, quien comercia con él o lo transforma en capital productivo. En este caso, el primer cambio de posición de D no expresa otra cosa que su transferencia o remisión de A a B; una transferencia que suele operarse bajo determinadas formas y salvedades jurídicas.

A este doble desembolso del dinero como capital, siendo el primero la mera transferencia de A a B, corresponde su doble reflujo. En carácter de D' o como D + ∆D refluye desde el movimiento hacia el capitalista operante B. Éste vuelve a transferirlo luego a A, pero al mismo tiempo con una parte de la ganancia, como capital realizado, como D + ∆D, siendo ∆D no toda la ganancia, sino sólo una parte de la misma, el interés. Sólo refluye hacia B como lo que él desembolsó, como capital actuante, pero en carácter de propiedad de A. Por ello, para que su reflujo sea completo, B debe retransferírselo a A. Pero además de la suma de capital, B debe cederle a A una parte de la ganancia que ha obtenido con esa suma de capital, bajo el nombre de interés, puesto que A sólo le ha dado el dinero como capital, es decir como valor que no sólo se conserva en el movimiento, sino que crea un plusvalor para su propietario. Sólo permanece en manos de B en tanto sea capital funcionante. Y luego de su reflujo —luego de expirar el plazo convenido— cesa de funcionar como capital. Pero en cuanto capital que ya no funciona debe ser retransferido nuevamente a A, quien no ha dejado de ser el propietario jurídico del mismo.

La forma del préstamo, peculiar de esta mercancía — del capital como mercancía— , y que por lo demás se presenta asimismo en otras transacciones en vez de la forma de la venta, surge ya de la determinación de que el capital se manifiesta aquí como mercancía, o que el dinero en cuanto capital se convierte en mercancía.

Pero en este aspecto debemos distinguir.

Hemos visto (libro II, capítulo I) y recordamos aquí brevemente que, en el proceso de la circulación, el capital funciona como capital mercantil y como capital dinerario. Pero en ninguna de ambas formas el capital como tal se convierte en mercancía.

Apenas el capital productivo se ha convertido en capital mercantil, debe ser lanzado al mercado, vendido como mercancía. En este caso funciona simplemente como mercancía. En él, el capitalista aparece simplemente como vendedor de mercancía, tal como el comprador aparece como comprador de mercancía. En cuanto mercancía, el producto debe-realizar su valor en el proceso de circulación, mediante su venta, debe adoptar su figura trasmutada en cuanto dinero. Por ello también resulta totalmente indiferente si es un consumidor quien compra esta mercancía como medio de subsistencia, o si la compra un capitalista como medio de producción, como componente del capital. En el acto de la circulación, el capital mercantil sólo funciona como mercancía, no como capital. Es capital mercantil, a diferencia de mercancía simple,      1) porque ya está preñado de plusvalor, es decir que la realización de su valor es, al mismo tiempo, realización de plusvalor; pero esto en nada modifica su existencia simple como mercancía, como producto de un precio determinado;       2) porque ésta su función como mercancía es una fase de su proceso de reproducción en cuanto capital, y por ello su movimiento en cuanto mercancía, por ser solamente un movimiento parcial de su proceso, es al mismo tiempo su movimiento como capital; pero no se convierte en ella en virtud del propio acto de la venta, sino sólo a causa de la conexión entre este acto y el movimiento global de esta suma de valor determinada en cuanto capital.

Asimismo, en cuanto capital dinerario obra simplemente, de hecho, como dinero, es decir como medio de compra de mercancía (de los elementos de producción). El hecho de que ese dinero sea aquí, al mismo tiempo, capital dinerario, una forma del capital, no surge del acto de la compra, de la función real que desempeña en este caso como dinero, sino de la conexión de este acto con el movimiento global del capital, por la circunstancia de que este acto, que desempeña en cuanto dinero, inicia el proceso capitalista de producción.

Pero en la medida en que funcionan realmente, en que desempeñan realmente su papel en el proceso, el capital mercantil sólo desempeña aquí el papel de mercancía, y el capital dinerario sólo el de dinero. En ningún momento individual de la metamorfosis, considerada para sí, el capitalista vende la mercancía al comprador como capital, a pesar de que constituye capital para él, o le enajena el dinero al vendedor como capital. En ambos casos enajena simplemente la mercancía como mercancía y el dinero simplemente como dinero, como medio de compra de mercancía.

En el proceso de circulación el capital sólo aparece como capital en la interconexión de todo el transcurso, en el momento en que el punto de partida aparece al mismo tiempo como punto de retorno, en D-D' o M-M' (mientras que en el proceso de la producción se presenta como capital en virtud de la subordinación del obrero al capitalista y la producción del plusvalor). Pero en este momento del retorno ha desaparecido la mediación. Lo que existe es D' o D + ∆D (según que la suma de valor incrementada en AD exista bajo la forma de dinero o de mercancía o de los elementos de producción), una suma de dinero igual a la suma dineraria originariamente adelantada más un excedente por encima de ella, el plusvalor realizado. Y precisamente en este punto de retorno en el cual el capital existe como capital realizado, como valor valorizado, en esta forma —en la medida en que se lo fije como punto de reposo, imaginario o real— el capital jamás entra en circulación, sino que, por el contrario, aparece retirado de la circulación, como resultado de todo el proceso. En cuanto se lo vuelve a desembolsar, nunca se lo enajena a un tercero como capital, sino que se lo vende a él como mercancía simple o se lo entrega como simple dinero a cambio de mercancía. En su proceso de circulación nunca se presenta como capital, sino sólo como mercancía o dinero, y ésta es aquí su única existencia para otros. La mercancía y el dinero sólo son capital, en este caso, no en la medida en que la mercancía se transforme en dinero o el dinero en mercancía, no en sus relaciones reales con el comprador o con el vendedor, sino sólo o bien en sus relaciones ideales con el propio capitalista (desde el punto de vista subjetivo) o bien como factores del proceso de reproducción (desde el punto de vista objetivo). En el movimiento real, el capital existe como capital no en el proceso de circulación, sino sólo en el proceso de producción, en el proceso de explotación de la fuerza de trabajo.a

a “La parte final de esta frase", dice Rubel sin delimitar claramente esa parte, “es una adición de Engels” (R 1110/1).

Pero otra es la situación del capital que devenga interés, y precisamente esto constituye su carácter específico. El poseedor de dinero que quiere valorizarlo como capital que devenga interés, lo enajena a un tercero, lo lanza a la circulación, lo convierte en mercancía como capital-, no sólo como capital para él mismo, sino también para otros; no es sólo capital para quien lo enajena, sino que también se lo entrega al tercero, de antemano, como capital, como un valor que posee el valor de uso de crear plusvalor, ganancia; como un valor que se conserva en el movimiento y que retorna a su emisor originario —en este caso el poseedor de dinero— luego de haber funcionado; es decir que sólo se aleja de él por un tiempo, sólo pasa temporariamente de la posesión de su propietario a la del capitalista actuante, es decir que no se lo emplea como pago ni se lo vende, sino que sólo se lo presta; que sólo se enajena con la condición de que, transcurrido un lapso determinado, debe retornar, en primer lugar, a su punto de partida, y en segundo término, que debe hacerlo como capital realizado, de modo que haya realizado su valor de uso, el de producir plusvalor.

La mercancía que se presta como capital, se presta como capital fijo o circulante según su índole. Este dinero puede prestarse en ambas formas, como capital fijo, por ejemplo cuando se reintegra en la forma de renta vitalicia, de modo que con el interés también refluye siempre una porción de capital. Con arreglo a la naturaleza de su valor de uso, ciertas mercancías sólo pueden prestarse como capital fijo, como en el caso de edificios, barcos, máquinas, etc. Pero cualquier capital prestado, sea cual fuere su forma y comoquiera que se halle modificado el reintegro por la naturaleza de su valor de uso, siempre es sólo una forma particular del capital dinerario. Pues lo que se presta en este caso es siempre una cantidad determinada de dinero, y sobre esta suma se calcula también el interés. Si lo que se presta no es dinero ni capital circulante, también se lo reintegra del modo en que refluye el capital fija El prestamista recibe periódicamente el interés y una parte del valor consumido del propio capital fijo, un equivalente por el desgaste periódico. Y al cabo del plazo, la parte no consumida del capital fijo prestado retorna in natura. Si el capital prestado es capital circulante, entonces también retorna a manos del prestamista en el modo de reflujo del capital circulante.

Por consiguiente, el tipo del reflujo está determinado en todos los casos por el movimiento cíclico real del capital que se reproduce a sí mismo y de sus tipos particulares. Pero en el caso del capital prestado el reflujo asume la forma del reintegro porque el adelanto, la enajenación del mismo, tiene la forma del préstamo.

En este capítulo solamente tratamos el capital dinerario propiamente dicho, del cual derivan las restantes formas del capital dado en préstamo.

El capital dado en préstamo retorna de dos maneras; en el proceso de reproducción retorna al capitalista actuante, y luego el retorno se repite una vez más como transferencia al prestamista, al capitalista dinerario, como reintegro a su verdadero propietario, a su punto de partida jurídico.

En el proceso real de circulación, el capital sólo aparece siempre como mercancía o dinero, y su movimiento se resuelve en una serie de compras y ventas. En suma, que el proceso de circulación se resuelve en la metamorfosis de la mercancía. Otro es el caso si consideramos el proceso de reproducción en su totalidad. Si partimos del dinero (y es lo mismo si partimos de la mercancía, puesto que en ese caso partimos del valor de ésta, es decir que la consideramos a ella misma sub specie [bajo la forma] del dinero), se habrá desembolsado una suma de dinero, que retoma, luego de un período determinado, con un incremento. La reposición correspondiente a la suma de dinero adelantada retorna más un plusvalor. Esa suma se ha conservado y multiplicado en el recorrido de un determinado movimiento cíclico. Ahora bien, el dinero, en la medida en que se lo presta como capital, se lo presta precisamente como esa suma de dinero que se conserva y se multiplica, la cual retorna luego de cierto período con un incremento y que siempre puede recorrer nuevamente ese mismo proceso. No se lo desembolsa como dinero ni como mercancía, es decir que no se lo intercambia por mercancía cuando se lo adelanta como dinero, ni se lo vende a cambio de dinero, cuando se lo adelanta como mercancía; sino que se lo desembolsa como capital. La relación del capital consigo mismo, tal cual se presenta el capital cuando se considera el proceso capitalista de producción en forma conjunta y unitaria, y en el cual el capital aparece como dinero que incuba dinero, se le incorpora aquí simplemente como su carácter, como su determinación, sin el movimiento mediador intermedio. Y en tal carácter determinado se lo enajena cuando se lo presta como capital dinerario.

Una concepción extravagante acerca del papel del capital dinerario es la que sostiene Proudhon (Gratuité du Crédit. Discussion entre M. F. Bastiat et M. Proudhon, París, 1850). A Proudhon, prestar le parece malo porque no es vender. El prestar a interés “es la facultad de revender siempre el mismo objeto y de volver a recibir siempre el precio sin ceder nunca la propiedad de lo que se vende” (p. 9).[101]El objeto, dinero, edificio, etc., no cambia de propietario, como en la compra y la venta. Pero Proudhon no ve que al entregar el dinero en forma de capital que devenga interés, no se ha recibido un equivalente a cambio de ello. Sin embargo, en todo acto de compra y venta, en la medida en que se verifican en realidad procesos de intercambio, se entrega el objeto. Siempre se cede la propiedad del objeto vendido. Pero no se entrega el valor. En la venta se entrega la mercancía, pero no su valor, que se devuelve en la forma de dinero o, lo que en este caso es sólo otra forma de lo mismo, de obligaciones o títulos de pago. En la compra se entrega el dinero, pero no su valor, que se repone en la forma de la mercancía. Durante todo el proceso de reproducción, el capitalista industrial conserva en sus manos el mismo valor (al margen del plusvalor), sólo que en diferentes formas.

En la medida en que se efectúa un intercambio, es decir un intercambio de objetos, no se verifica un cambio de valores. El mismo capitalista siempre conserva en sus manos el mismo valor. Pero en tanto el capitalista produce plusvalor, no se efectúa un intercambio; en cuanto se verifica el intercambio, el plusvalor ya se halla encerrado en las mercancías. En cuanto no consideremos los actos individuales del intercambio, sino la circulación global del capital D-M-D', se adelanta constantemente una determinada suma de valor y se retira de la circulación esa suma de valor más el plusvalor o ganancia. Sin embargo, no es posible ver la mediación de este proceso en los meros actos del intercambio. Y es precisamente sobre este proceso de D en cuanto capital sobre lo cual reposa el interés del capitalista que da dinero en préstamo, aquello de lo cual emana.

“En efecto”, dice Proudhon, “el sombrerero que vende sombreros. . . recibe a »cambio de ellos el valor, ni más ni menos. Pero el capitalista prestamista . . . no sólo recupera su capital íntegro; recibe más que el capital, más de lo que vuelca en el intercambio; además del capital, percibe un interés” (p. 69). En este caso, el sombrerero representa al capitalista productivo, en contraste con el prestamista. Evidentemente, Proudhon no ha logrado asir el secreto de cómo el capitalista productivo puede vender mercancía a su valor (la nivelación a precios de producción resulta irrelevante aquí, para su concepción) y de ese mismo modo obtener una ganancia más allá del capital que vuelca en el intercambio. Supongamos que el precio de producción de 100 sombreros sea = £ 115, y que ese precio de producción sea casualmente igual al valor de los sombreros, es decir que el capital que produce los sombreros es de composición social media. Si la ganancia es = 15 % , el fabricante de sombreros realizará una ganancia de £ 15 al vender las mercancías a su valor de £ 115. A él sólo le cuestan £ 100. Si ha producido con su propio capital, guardará íntegramente en su bolsillo el excedente de £ 15; si lo ha hecho con capital prestado, acaso deba entregar £ 5 de ellas como interés. Esto en nada modifica el valor de los sombreros, sino sólo la distribución entre diversas personas del plusvalor que se encuentra ya dentro de ese valor. En consecuencia, puesto que el valor de los sombreros no resulta afectado por el pago de intereses, es un disparate el que Proudhon diga: “Dado que en el comercio el interés del capital se añade al salario del obrero para constituir el precio de la mercancía, es imposible que el obrero pueda volver a comprar el producto de su propio trabajo. Vivre en travaillant [vivir de su trabajo] es un principio que, bajo el régimen del interés, implica una contradicción” (p. 105).[3]

El siguiente pasaje, en el cual Proudhon describe el movimiento del capital en general como un movimiento peculiar del capital que devenga interés, demuestra lo poco que ha comprendido la naturaleza del capital: “Como, por la acumulación de los intereses, el capital dinerario vuelve siempre a su fuente, de intercambio en intercambio, se desprende de ello que el préstamo repetido efectuado siempre por las mismas manos, beneficia siempre a la misma persona”.[102]

¿Qué es, entonces, lo que sigue siendo enigmático para él en el movimiento peculiar del capital que devenga interés? Las categorías de la compra, el precio, la cesión de objetos, y la forma no mediada en que aparece aquí el plusvalor; en suma, el fenómeno de que, en este caso, el capital en cuanto capital se ha convertido en mercancía, de que por ende la venta se ha convertido en préstamo, y el precio en una participación en la ganancia.

En general, el retorno del capital a su punto de partida es el movimiento característico del capital en su ciclo global. Esto de ninguna manera caracteriza solamente al capital que devenga interés. Lo que lo caracteriza es la forma exterior del retorno, separada del ciclo que media ese retorno. El capitalista prestamista entrega su capital, se lo transfiere al capitalista industrial sin obtener equivalente alguno. Su entrega no es en absoluto un acto del proceso circulatorio real del capital, sino que sólo inicia este ciclo que debe llevar a cabo el capitalista industrial. Este primer cambio de ubicación del dinero no expresa ningún acto de metamorfosis, ni compra ni venta. La propiedad no se cede porque no se efectúa un intercambio, no se recibe ningún equivalente. El retorno del dinero de manos del capitalista industrial a manos del prestamista sólo complementa el primer acto de la cesión del capital. Adelantado en la forma dineraria, el capital retorna al capitalista industrial, a través del proceso cíclico, nuevamente en la forma de dinero. Pero puesto que el capital no le pertenecía en el momento del desembolso, no puede pertenecerle en el del retorno. El pasaje por el proceso de reproducción no puede convertir a este capital en su propiedad. Por consiguiente, debe restituírselo al prestamista. El primer desembolso, que transfiere el capital de manos del prestamista a manos del prestatario, es una transacción jurídica que nada tiene que ver con el proceso real de reproducción del capital, sólo lo inicia.a El reintegro, que traslada nuevamente e. capital refluido de manos del prestatario a manos del prestamista, es una segunda transacción jurídica, complementaria de la primera; ésta inicia el proceso real, la otra es un acto posterior al mismo. Por consiguiente, el punto de partida y el de retorno, la entrega y restitución del capital prestado, aparecen como movimientos arbitrarios, mediados por transacciones jurídicas, que ocurren antes y después del movimiento real del capital y que nada tienen que ver con él. Para este movimiento sería lo mismo que el capital perteneciese desde un comienzo al capitalista industrial, y que luego sólo refluyese a él en cuanto su propiedad.

a En la 1ª edición, “sólo la inicia” en vez de “sólo lo inicia”.

 

 

[1] Aquí podrían citarse algunos pasajes en los cuales los economistas conciben la cuestión de esa manera. “¿Ustedes” (el Banco de Inglaterra) “son grandes negociantes de la mercancía capitán”, se le pregunta a un director de ese banco en una interrogación de testigos para el Report on Bank Acts, House of Commons, 18571, p. 104],

[2] “El hecho de que un hombre que toma dinero en préstamo con la intención de obtener ganancias con él deba darle al prestamista una parte de la ganancia, es un principio evidentísimo de justicia natural.” (Gilbart, The History and Principies of Banking, Londres, 1834, p. 163.)

[3] Por ello, si por Proudhon fuese, “una casa”, “dinero”, etc., no deberían prestarse como “capital”, sino enajenarse como “mercancía . . . al precio de costo” (pp. 43, 44). Lutero estaba algo por encima de Proudhon. Lutero ya sabía que la obtención de ganancias es independiente de la forma del préstamo o de la compra. "También convierten a la compra en una usura. Pero esto es demasiado para un solo bocado. Y si ahora debemos tratar de una de esas cosas, acerca de la usura en el préstamo, una vez que le hayamos puesto remedio (después del Juicio Final) también habremos de dedicarle lo que le corresponde a la usura en la compra.” M. Luther, An die Pfarrherrn wider den Wucher zu predigen, Wittenberg, 1540.[103])

 

 

 

 

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