Categoría: PCE(r)
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Presentación

 

Para el marxismo, la teoría no es un dogma, sino una guía para la acción. Esta frase expresa, de una manera clara y concisa, una de las características más esenciales del marxismo: la de ser una doctrina concebida y elaborada, en sus principios o líneas más generales, en relación con la práctica y para la práctica transformadora del mundo y de la sociedad. Este rasgo distingue al marxismo de todas las demás corrientes o doctrinas filosóficas y políticas, por cuanto que todas ellas se proponen sólo interpretar el mundo, sin llegar a conseguirlo.

Esto resalta de manera particular el estrecho vínculo que establece el marxismo entre la práctica y la teoría, vínculo que se halla en su misma raíz y que le nutre continuamente de savia nueva. Por consiguiente, nada más ajeno al marxismo que el anquilosamiento o el recetario de fórmulas muertas a que pretenden reducirlo algunos de sus «defensores».

El marxismo se enriquece con la práctica, con los datos que suministran las ciencias sociales y naturales, así como las experiencias de la lucha de clases que tiene lugar en todos los países. Un ejemplo claro de esta capacidad de desarrollo de la doctrina marxista lo encontramos en Lenin. La entrada del capitalismo en la fase monopolista, la agravación, a consecuencia de ello, de todas sus lacras y contradicciones, y la aparición de otras nuevas, así como las tareas que ello conlleva para el proletariado revolucionario y su Partido, fueron analizados y expuestos magistralmente por Lenin. Estos trabajos de Lenin y la actividad desplegada por él y su Partido Bolchevique imprimieron un nuevo rumbo a la historia de la humanidad. El resultado fue un enriquecimiento de la teoría y la práctica del comunismo, un mayor desarrollo del marxismo.

Otro rasgo esencial de la doctrina marxista es su carácter rigurosamente clasista. Marx y Engels establecieron de forma científica, en base al análisis efectuado por ellos de las leyes que rigen el funcionamiento y desarrollo de la sociedad capitalista, el papel que tiene asignado la clase obrera, viendo en ella -debido al lugar que ocupa en la moderna producción- a la clase llamada por la historia a sustituir en el poder a la burguesía para edificar una sociedad nueva, comunista. De ahí que los fundadores del marxismo no dudaran en ponerse de parte de los obreros, del sector más numeroso, explotado y oprimido de toda la población, y consagraran su actividad y su extraordinaria capacidad intelectual a organizarlos y dotarles de la teoría científica, de la táctica y la estrategia que habrían de llevarles hasta la consecución de sus objetivos históricos.

Toda la vida de Marx y Engels es un ejemplo de dedicación y de lucha abnegada hechas en aras de la causa del proletariado, con el cual se hallaban indisolublemente identificados y unidos en los fundamentos mismos de la doctrina por ellos creada.

El Marxismo es el alma hecha carne del proletariado consciente de sí mismo, de la condición de su clase y de la misión que está llamado a cumplir para liberar a toda la humanidad de las cadenas de la explotación capitalista y de toda forma de opresión social, política, cultural y racial. Por eso la clase obrera ha de estudiar el marxismo, a fin de que pueda actuar unida y plenamente consciente. Esto la hará libre, aun a pesar de las gruesas cadenas que aún hoy soporta.

La concepción marxista del mundo, de la vida, la sociedad, la naturaleza y el pensamiento, es una concepción completa, armónica y científica. Esta concepción se halla expuesta en numerosas obras de Marx, Engels y Lenin, y su comprensión exige un estudio persistente que se encuentre vinculado a la práctica. Con las páginas que siguen no pretendemos suplantar el estudio de los clásicos, imprescindible para una justa y cabal comprensión del marxismo, sino más bien llevar a nuestros lectores los rudimentos del marxismo e incitarles para que lo sigan estudiando en sus fuentes. Al mismo tiempo hemos procurado, junto a la exposición de las ideas y los principios más generales del marxismo, hacer por nuestra parte una interpretación y aplicación de los mismos a la historia de nuestro país y nuestra realidad actual, de manera que ello pueda servir para orientar el trabajo político y la actividad general de los militantes comunistas y de otros antifascistas revolucionarios.

Presos políticos del PCE(r) en Herrera de La Mancha. Diciembre de 1982

 

 

La sociedad primitiva

1.- Período de la formación del hombre

La formación del hombre a partir del simio abarca un período de muchos millones de años. Basta decir que el primer fósil homínido conocido hasta ahora data de tres millones de años aproximadamente. La primera parte de esta transición tiene lugar en los bordes de los grandes bosques tropicales de África.

El paso decisivo en la hominización vino dado porque, al alcanzar de forma predominante la postura erecta un primate con régimen de vida de llanuras, las manos -ya diferenciadas de los pies en sus funciones por la vida del bosque- quedaban libres para especializarse y desarrollarse (paralelamente al cerebro) en la defensa Y la alimentación.

La debilidad física individual y la supervivencia les impone vivir agrupados en hordas y actuar en común. Sin embargo, lo que hace que la formación del hombre se haya consumado en lo fundamental es la producción por éste de sus instrumentos de trabajo, por muy toscos que éstos fueran al principio. Esta es una actividad consciente y exclusivamente humana.

Las amplias posibilidades que ofrecían las grandes llanuras hacen que la dieta alimenticia de los homínidos se haga más variada, incluyendo, además de vegetales, pequeños mamíferos, insectos, incluso carroña de grandes animales. La caza, sirviéndose de las toscas herramientas que él mismo construía, amplía y regulariza este régimen carnívoro, al que colaboró la conquista del fuego. Además, el fuego le ayudó a hacerse independiente del clima.

El agrupamiento y la caza, la construcción de herramientas y la preparación de los alimentos en común creó el lenguaje articulado.

Esto supone va un abismo irreversible entre los hombres y sus antepasados. El hombre se extiende por todo el planeta, utiliza nuevos alimentos vegetales y animales, habita en cuevas o chozas, caza, recolecta, se cubre con pieles, se calienta con fuego; todo ello aceleraría el desarrollo de su cerebro y su cuerpo, dando lugar al hombre moderno.

 

2.- La Comunidad Primitiva

El primer orden económico, la Comunidad Primitiva, ya presupone al hombre «completo», al hombre que produce instrumentos, que los utiliza, que caza. Presupone, además, formas de organización no animales (como era la horda primitiva), sino humanas, esto es, el régimen gentilicio basado en relaciones de consanguinidad.

Lo que caracteriza a la Comunidad Primitiva a lo largo de todos lo milenios de su existencia es un escaso desarrollo de las fuerzas productivas que no permite sobrevivir a los individuos aislados y les impone la vida y el trabajo en común, basados en formas democráticas, en una distribución igualitaria de los productos de consumo, en la propiedad común sobre los medios de trabajo y sobre los productos de éste dentro de cada comunidad. De otra manera estaban irremisiblemente condenados a morir.

A lo largo del período de la Comunidad Primitiva, podemos distinguir dos etapas bien diferenciadas. En la primera, la actividad económica del hombre se limita a apropiarse de los productos que le brinda la naturaleza (vegetales y animales) y a fabricarse instrumentos que le facilitan esa apropiación, desde el primer palo hasta el arco v las flechas. Al comienzo de esta etapa, con la aparición de la caza, se produce la Primera Gran División del Trabajo, basada en el sexo. La caza pasa a ser la principal ocupación del hombre, más adaptado físicamente para ella, mientras la mujer se dedicó a los hijos (que no le permiten alejarse del lugar en que habitan), a las faenas domésticas y a la recolección de alimentos vegetales. Como toda división del trabajo, ésta se tradujo en un aumento de la productividad.

En la segunda etapa, el hombre aprendió a incrementar con su trabajo los productos que le proporcionaba la naturaleza.

Con la sistematización de la caza y la domesticación de animales se da el salto a la ganadería. Esto proporciona una alimentación más regular, variada y abundante. Paralelamente, aparece la agricultura, si bien en estado rudimentario, de la que se ocupan preferentemente las mujeres y los niños. Sólo con la domesticación de los animales de tiro y la invención del arado, el aprovechamiento de la tierra se convirtió en agricultura propiamente dicha, y es el hombre quien concentra ahora en sus manos esta actividad económica fundamental. La mujer comienza a ser relegada a las labores domésticas, perdiendo con ello la posición predominante que ocupaba en la familia.

Con el desarrollo de la agricultura y la ganadería se produce La Primera Gran División Social del Trabajo (no basada en el sexo), al separarse las comunidades de pastores de las dedicadas a la agricultura. Esto dio lugar a un notable aumento, para aquel tiempo, en la productividad del trabajo.

La producción agrícola permitió la fijación de las comunidades en las tierras cultivadas y, con ello, la construcción de casas comunales, primero, y familiares después, formándose aldeas y poblados. Apareció la arquitectura, se desarrolló la alfarería y el tejido a mano; la necesidad de herramientas y de armas impulsó la utilización de los metales: el cobre y, más tarde, el bronce. Resultaba cada vez más difícil alternar esta clase de trabajo con la agricultura y el pastoreo. Por otra parte, se crea un plusproducto que permite liberar a una parte de la población que se especializa en la realización de nuevas actividades indispensables para la comunidad. Así pues, los oficios se desgajaron de la agricultura, operándose La Segunda Gran División Social del Trabajo.

Con el desarrollo de los oficios, el radio de acción del cambio se ensanchó, incorporándose cada vez más los productos de los artesanos.

Al principio, el intercambio se efectuaba entre comunidades gentilicias y los productos eran patrimonio de la comunidad; pero al desarrollarse la división social del trabajo, extenderse el intercambio, aumentar el plusproducto y debilitarse la propiedad comunal, se va incrementando la producción de mercancías, de los productos destinados al cambio. Esto daría lugar a la aparición de una capa de intermediarios entre vendedores y compradores, a la clase de los mercaderes, gentes dedicadas no a producir, sino a cambiar los productos. Esta segregación supuso La Tercera Gran División Social del Trabajo, que daría lugar a un notable incremento de la producción mercantil, a la acumulación de riquezas y a la consiguiente diferenciación de la sociedad en clases antagónicas.

 

3.- El Régimen Gentilicio

Ya en el período de formación del hombre, dentro de la horda primitiva, se fueron introduciendo restricciones en el comercio sexual, excluyéndose, primero, entre padres e hijos y luego entre hermanos. De este tipo de relaciones nace la gens, pequeña comunidad basada en lazos de consanguinidad y en el matrimonio por grupos, y en cuyo seno la descendencia se establece por línea materna. Por esta etapa de régimen gentilicio han pasado todos los pueblos.

El aumento de la población y la escasez de recursos, que no permite la existencia de grandes aglomeraciones, determinan la subdivisión de la gens y la formación de tribus y federaciones de éstas.

La organización gentilicia se basa en la democracia: existe la Asamblea, en la que la mujer participa en pie de igualdad con el hombre. En estas asambleas se deciden las cuestiones fundamentales, se elige al jefe militar, etc. Para caso de guerra existe un verdadero armamento del pueblo. Cada individuo es libre e igual a los demás, y está obligado a defender la libertad de sus hermanos de comunidad. Cada tribu posee un territorio, un nombre y un dialecto propios.

Esta organización haría exclamar a Engels: «¡Admirable constitución ésta de la gens, con toda su ingenua sencillez! Sin soldados, gendarmes ni policías; sin nobleza, reyes ni virreyes, prefectos ni jueces, sin cárceles ni procesos, todo marcha con regularidad»

Al desarrollarse las fuerzas productivas y complicarse las relaciones de consanguinidad, también evolucionó la familia por grupos, que es sustituida por la unión de un hombre y una mujer, estableciéndose entre ellos unos frágiles vínculos que podían disolverse fácilmente por una y otra parte. Aquí aparece ya por primera vez la pareja, hecho que, más tarde, daría lugar a la familia monogámica. Sin embargo, no existen todavía vínculos de amor en el sentido actual de la palabra; los matrimonios son concertados por las madres teniendo presentes determinados intereses gentilicios, tanto económicos como sociales. Como vemos, estas transformaciones no abolían definitivamente las instituciones gentilicias que, aunque cada vez más debilitadas, perduraron hasta la aparición del Estado.

 

4.- Disolución de la Comunidad Primitiva

Si la condición de la existencia de la Comunidad Primitiva, con su escaso desarrollo de las fuerzas productivas, es la necesidad de supervivencia, la disolución de ésta comienza en el momento en que se crea un plusproducto, lo que ocurre con la aparición, en primer lugar, de la ganadería y la agricultura, y luego de los oficios y el intercambio. Ahora, el reparto igualitario es una traba que no estimula el trabajo. Por otra parte, con los oficios y las nuevas herramientas, una sola familia podía cultivar una parcela y procurarse el sustento necesario; el trabajo en común no es ya una condición de supervivencia. La tierra comunal comienza a repartirse periódicamente en parcelas para su cultivo.

El plusproducto despierta la codicia en las comunidades y aparecen las guerras de rapiña. A los jefes militares se les asigna una parte cada vez mayor en el reparto del botín; igualmente, dentro de cada comunidad, los jefes tienden a apropiarse del excedente comunal v a hacer los cargos hereditarios, con lo que, poco a poco, se va formando una aristocracia gentilicia. La formación de esta aristocracia va unida a la aparición de la propiedad privada que se establece al principio en relación con los rebaños y los enseres domésticos, y más tarde se extiende a la propiedad de la tierra y a los instrumentos de trabajo.

El desarrollo de la ganadería y la agricultura y la frecuencia de las guerras crean la necesidad de fuerza de trabajo. Este problema se resuelve convirtiendo a los prisioneros en esclavos. La guerra pasa a ser un elemento constitutivo de la nueva economía.

Con la aparición de la esclavitud, los hombres se dividen en libres y esclavos; se forma la clase de los explotadores y la clase de los esclavos. La esclavitud hace crecer el plusproducto, acelera la consolidación de la propiedad privada y, consiguientemente, la disolución de la comunidad primitiva. Así, a la división entre libres y esclavos se viene a unir la división de los libres en ricos y pobres.

La propiedad comunal, el régimen democrático y las relaciones gentilicias están heridas de muerte.

El descubrimiento del hierro y su aplicación para la producción de hachas, arados, palas, espadas, etc. acelera este proceso. Hace posible la tala de bosques, el mejoramiento de las labores agrícolas, la fabricación de grandes embarcaciones y la expansión del comercio, que se separa como una rama económica nueva. Aparecen en escena los mercaderes y, con ellos, el dinero.

Con la propiedad privada y la división de la sociedad en clases, surge el Estado como órgano especial de represión de una clase sobre otra.

A diferencia del régimen gentilicio, el Estado nace de una organización social en la que los lazos de consanguinidad son sustituidos por la fijación de las personas al territorio, a la ciudad o comarca que habitan, y se rige con una constitución política impuesta a toda la sociedad por la violencia y en la que se establecen las obligaciones de los explotados para con los explotadores. Con ello se abrió paso a un largo período de la historia en que el desarrollo de la sociedad está regido por las leyes de la lucha de clases y en que el Estado cumple su función de instrumento de dominio de la clase dominante.

   

II.- El esclavismo

1.- Aparición y desarrollo de la esclavitud

La esclavitud aparece en el seno de la comunidad primitiva desde el momento en que, con el desarrollo de la ganadería y de la agricultura, al aumentar la cantidad de trabajo correspondiente a cada miembro de la tribu, se crea la necesidad del empleo de fuerza de trabajo suplementaria. Este problema fue resuelto con la captura de prisioneros en otras comunidades. Aparece así la esclavitud.

 

 

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