Categoría: TURIA, Juan del
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DEDICATORIA

IN MEMORIAM

Al noble pueblo español
que, en su lucha desigual
contra la internacional
del fascismo y la reacción,
aun sin lograr la victoria
con la sangre que vertió
las páginas escribió
más gloriosas de su historia.
                         Juan del Turia
  
 
Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario.
                                                                          (Lenin, “¿Qué hacer?”.)
 

La mejor forma de estudiar la teoría marxista es hacerlo en sus fuentes originales.
                                                                       (Engels, carta a Joseph Bloch, de 21 de setiembre de 1890.)
  

Ante un enemigo feroz, la garantía de la victoria de nuestra causa reside en nuestra unidad perfecta, y ésta será asegurada eliminando las profundas divergencias ideológicas surgidas y basándola en el marxismo-leninismo, en la igualdad, la fraternidad, el espíritu de camaradería y el internacionalismo proletario.

                                                           ENVER HOXHA
                                                           Discurso del 16-11-1960 en Moscú, ante 81 partidos
                                                           comunistas y obreros.

 

INDICE REDUCIDO

 Dedicatoria 
 Prólogo 
 Introducción 

SECCION I
FILOSOFIA Y TEORIA DE LA HISTORIA
CAPITULO I
IDEALISMO. MATERIALISMO. AGNOSTICISMO
CAPITULO II
EL MATERIALISMO DIALECTICO.
(LA DIALECTICA MATERIALISTA)
CAPITULO III
EL MATERIALISMO HISTORICO
(LA INTERPRETACION MATERIALISTA DE LA HISTORIA)
CAPITULO IV
LA RELIGION 
CAPITULO V
LA MORAL
CAPITULO VI
EL ESTADO Y EL DERECHO
CAPITULO VII
LA FAMILIA
CAPITULO VIII
EL TRABAJO
CAPITULO IX
LA PROPIEDAD PRIVADA
CAPITULO X
SOBRE ARTE Y LITERATURA


SECCION II
ECONOMIA POLITICA
CAPITULO I
GENERALIDADES
CAPITULO II
MERCANCIA. VALOR. DINERO
CAPITULO III
COMO SE CONVIERTE EL DINERO EN CAPITAL
CAPITULO IV
LA PRODUCCION DE LA PLUSVALIA ABSOLUTA
CAPITULO V
LA JORNADA DE TRABAJO
CAPITULO VI
CUOTA Y MASA DE PLUSVALIA. LA PLUSVALIA RELATIVA
CAPITULO VII
COOPERACION. DIVISION DEL TRABAJO
Y MANUFACTURA. MAQUINARIA Y GRAN INDUSTRIA
CAPITULO VIII
EL SALARIO
CAPITULO IX
EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL 
CAPITULO X
LAS LEYES DE POBLACION
CAPITULO XI
ORIGEN Y CONCEPTO DEL CAPITAL
CAPITULO XII
LAS METAMORFOSIS DEL CAPITAL Y SU CICLO
CAPITULO XIII
LA ROTACION DEL CAPITAL
CAPITULO XIV
LA REPRODUCCION Y CIRCULACION DEL CAPITAL SOCIAL EN SU CONJUNTO 
CAPITULO XV
LA TRANSFORMACIO4N DE LA PLUSVALIA EN GANANCIA
Y DE LA CUOTA DE PLUSVALIA EN CUOTA DE GANANCIA
CAPITULO XVI
COMO SE CONVIERTE LA GANANCIA EN GANANCIA MEDIA
CAPITULO XVII
LEY DE LA TENDENCIA DECRECIENTE DE LA CUOTA DE GANANCIA.
CAPITULO XVIII
EL CAPITAL COMERCIAL
CAPITULO XIX
DESDOBLAMIENTO DE LA GANANCIA EN INTERES
Y GANANCIA DEL EMPRESARIO. EL CAPITAL A INTERES
CAPITULO XX
COMO SE CONVIERTE LA GANANCIA EXTRAORDINARIA EN RENTA DEL SUELO
CAPITULO XXI
LAS RENTAS Y SUS FUENTES
CAPITULO XXII
CUESTIONES ECONOMICAS VARIAS


SECCION III
LUCHA DE CLASES
CAPITULO I
LAS CLASES Y SU ENFRENTAMIENTO
CAPITULO II
LA TEORIA DE LA VIOLENCIA Y EL PODER
CAPITULO III
MEDIOS DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA
CAPITULO IV
LA ABOLICION DE LAS CLASES

SECCION IV
ACCION POLITICA Y SOCIAL
CAPITULO I
EL CAPITALISMO
CAPITULO II
EL SOCIALISMO CIENTIFICO
CAPITULO III
EL COMUNISMO
CAPITULO IV
CUESTIONES VARIAS POLITICO-SOCIALES 

APENDICE
SOBRE CUESTIONES DE ESPAÑA
CAPITULO UNICO
SOBRE EL PUEBLO ESPAÑOL Y LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS EN ESPAÑA
INDICE
BIOGRAFIA

 

PROLOGO

Los marxistas debemos siempre justificar nuestra práctica. Y el eje de legitimación pasa por la puesta en relación de dicha práctica con la marcha de los pueblos hacia el socialismo. La validez de nuestra lucha, o de nuestra producción teórica, se mide por su incidencia en la marcha hacia el socialismo, por su efecto en el proceso de liberación de los pueblos de la opresión y de la explotación de clase. En esta perspectiva, y sólo en ésta, creo que debo situar la presente obra de Juan del Turia para una justa valoración.

J, del Turia es marxista y él mismo, en su “Introducción”, ha señalado los objetivos que le han llevado a dedicar doce años de estudio, reflexión y selección de los textos marxistas. Un primer objetivo: que obreros, intelectuales, estudiantes y capas populares tengan al alcance una selección temática de los pasajes claves de los textos marxistas, superando así con el mínimo costo la imposibilidad práctica de pasar por la lectura de docenas de gruesos volúmenes. Un segundo objetivo: restablecer los textos marxistas en su pureza, enfrentándose así a las manipulaciones que de los mismos han hecho los críticos burgueses. Un tercer objetivo: restablecer las fuentes frente a las revisiones que, en el seno del marxismo, se practican respecto a una serie de cuestiones claves en el pensamiento de Marx y de Lenin.

Estos son los objetivos que el autor explicita. Ellos resumen la conciencia con la cual ha vivido su propia práctica. Pero como él es marxista está obligado a permitirme que yo vaya más lejos, pues yo estoy obligado a ello. Me va a permitir que aplique a su obra aquel famoso pasaje de Marx en la "Contribución a la crítica de la economía política" en el que se condensa todo un método de análisis social: "es necesario siempre distinguir entre las transformaciones materiales —que se pueden constatar de una manera científicamente rigurosa— de las condiciones de producción económicas, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en pocas palabras, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres toman conciencia de este conflicto...”. Tesis que se halla constantemente resaltada por Marx desde la Ideología alemana y que nos marca un camino para el análisis: distinguir las condiciones materiales de las formas de conciencia y explicar éstas desde aquéllas. Tesis que no debemos restringir al dominio de las formas de conciencia burguesas, por aquello de la "falsa conciencia” o del carácter ideológico de las representaciones de una clase reaccionaria que lucha por mantener su hegemonía. Pienso que en el pensamiento marxista, aunque sólo fuera por la infiltración del enemigo de clase en nuestra propia conciencia, también tiene validez esta tesis marxista. En concreto, no puedo dar por válida la conciencia que el autor tiene de su propia obra. Me veo obligado a ir más lejos, pues si el Marx de la Ideología alemana afirmaba que “la vida no está determinada por la conciencia; la conciencia está determinada por la vida”, en esta línea no basta con dar por buenos los objetivos que el autor persigue. Por el contrario, se ha de llegar a la vida y, desde aquí, valorar los objetivos. Y esto es lo que me propongo: describir —con las limitaciones del espacio inherente a un prólogo— esa vida, esas condiciones materiales que están en la base de la obra de J, del Turia, que han actuado como acuciante condicionante externo. Después pasaré a valorar la corrección del papel que el autor atribuye a su obra, la validez de sus objetivos desde la perspectiva de su incidencia en esas condiciones materiales en las que está presente la lucha por el socialismo. Y, al mismo tiempo, procuraré ir más allá, marcando objetivos que el autor no ha explicitado y marcando funciones potenciales de su obra en la actual coyuntura. 

La desestalinización

El XX Congreso del P.C.U.S, abre una nueva etapa al pensamiento marxista. Tiene lugar en 1956 y va a tener sus mayores efectos en la década de los sesenta. Es un período del que nos queda mucho por conocer y, sobre todo, por explicar y valorar. Téngase en cuenta, a este respecto, que es en 1958 cuando se lleva a cabo en la China de Mao Tse-tung el "Gran salto hacia adelante", empuje hacia el socialismo que tiene mucho que ver —y no simple coincidencia cronológica— con las manifestaciones externas de las contradicciones entre China y U.R.S.S., que tomarán un claro carácter antagónico en la década de los sesenta. Y es a finales de 1960 cuando en Moscú, ante representantes de 81 partidos comunistas y obreros, el Primer Secretario del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, Enver Hoxha, rechaza públicamente las tesis del XX Congreso del P.C.U.S, y hace una llamada a seguir la vía del marxismo-leninismo.[1]

Se abre así la lucha entre "las dos vías al socialismo" que presentaba un doble aspecto: en los países con dirección comunista se concretaba en dos modelos de construcción del socialismo; en los países capitalistas tomaba la forma de dos estrategias hacia la toma del poder. Eran dos formas de una misma batalla, dos concreciones históricas, adecuadas a las fases respectivas en que se encontraba la marcha hacia el socialismo, de la lucha de dos líneas que —sin entrar en el contenido de las etiquetas— a nivel popular se conocen con los nombres "revisionismo" y "marxismo-leninismo".

Pero son más cosas las que ocurren en la década de los sesenta. Es a partir de 1961, cuando Eduardo Kardeli (casi desconocido en nuestros medios intelectuales, donde suena más Tito por su protagonismo político) lanza la teoría de la "segunda revolución yugoeslava", en la que intenta buscar un nuevo modelo de socialismo basado en consejos obreros autogestionarios. La alternativa yugoeslava como "tercer modelo hacia el socialismo" no ha sido suficientemente valorada en cuanto a su incidencia en lo ideológico. Sin embargó ha servido de apoyo empírico a amplios sectores intelectuales "marxistas" en su desviación hacia posiciones socialdemócratas.[2]

Es también a comienzo de los sesenta cuando se configura la "vía cubana" hacia el socialismo, y a lo largo de la década va a tener cierta incidencia el "guevarismo" como nueva técnica de toma del poder, sin que falte también la presencia, aunque escasa y puntual, del "hochiminismo". Añadamos el "octubre polaco", la "revuelta anti-U.R.S.S, húngara", y la "primavera de Praga", todo ello vivido en un creciente movimiento contestatario que culminará en el Mayo-68, y tendremos una constelación de hechos que nos obliga a pensar que se trata del final de una etapa y del comienzo de otra nueva.

Estos fenómenos sociales van a incidir fuertemente en el terreno ideológico de la lucha de clases. Sería erróneo considerarlos como causas generadoras o productoras, pero son indudables condicionantes externos que activan las contradicciones acumuladas en las formas ideológicas y políticas hegemónicas en las fuerzas socialistas de la Europa occidental. Además, las formas teóricas de estos procesos servirán de “modelos alternativos" y de materia prima para elaborar —con frecuencia miméticamente— estrategias de ruptura.

Pero volvamos al punto de partida, el XX Congreso del P.C.U.S. En él se abre la era de la desestalinización". A partir de este momento la estrategia hacia el socialismo en la U.R.S.S, se configura frente a Stalin. Se desencadenará una fuerte batalla en lo ideológico frente al "paréntesis negro" del stalinismo, y se legitimizaba como una vuelta al marxismo-leninismo.[3] Los P.C, occidentales asumirán radicalmente la desestalinización. En primer lugar, por la innegable presión ideológica y política que sobre ellos ejercía en aquellas fechas el P.C.U.S.; pero, sobre todo, porque era un paso necesario en la nueva estrategia que desde hacía tiempo se iba afianzando.

Efectivamente, ya durante los años cincuenta Togliatti, haciendo una lectura parcial de Gramsci y una auténtica "explotación ideológica" de la obra de Lenin,[4] iba madurando su teoría de "por la legalidad democrática hacia el socialismo", su teoría del Partido como "director" de las clases populares (obreros, campesinos, intelectuales, profesionales, capas medias, católicos...) como "instrumento" de las reformas democráticas y como "vigilante" del marco institucionalizado.[5] Lo que se llamará un "partido de las amplias masas" contrapuesto al "partido-vanguardia organizada de las masas". Lo hará cubriéndose por la izquierda con Gramsci,[6] legitimándose con marxismo-leninismo, reduciendo la dictadura del proletariado a dirección del proletariado, y la lucha de clases a impulso democrático y pacífico de las masas hacia el socialismo, impulso que el P.C.I debía saber promocionar y dirigir. El "compromiso histórico" de Berlinguer sería la culminación de esta línea.

Similar proceso se daba en el P.C.F., que toma claridad a partir de 1964, en que se recogen las aportaciones italianas. Es entonces cuando surgen las consignas de "unidad de todas las fuerzas democráticas y progresivas", cuando se configura la idea del Partido como "creador de unas condiciones favorables para un paso pacífico al socialismo". Y tales condiciones pasarían, como señalaba Waldeck Rochet, por ir aglutinando a las amplias masas en torno al P.C.F., hasta conseguir "una superioridad de fuerzas tal que la burguesía, aislada, no pueda ya recurrir a la guerra civil". Si se miran las cosas con detenimiento. Marcháis no puede haber sorprendido a nadie con su renuncia pública de la dictadura del proletariado.

La marcha del P.C.E, pienso que no puede ser fácilmente asimilada a los dos anteriores. Alternativas como "reconciliación nacional" o "pacto por la libertad" no pueden ser traducidas sin tener en cuenta la situación específica del fascismo por el que atravesábamos. Y aunque en sus órganos y en su política puedan encontrarse elementos suficientes para establecer su amplia coincidencia con el "eurocomunismo" —y para justificar la crítica de "revisionismo" que se la hecho desde el "marxismo-leninismo"— lo cierto es que la alternativa antifascista ha absorbido todos los esfuerzos y falta perfilar el camino "al socialismo por la democracia".

La configuración en positivo de esta nueva línea estratégica se va realizando simultáneamente a una obsesiva declaración de antistalinismo, a una constante demarcación frente a la teoría y la práctica de la "época staliniana". Pero era una demarcación muy significativa. Mao Tse-tung también se ha demarcado frente a Stalin, y le ha sometido a fuertes críticas. Más aún, pienso que ha sido Mao quien mejor ha visto los errores del stalinismo, sus numerosas formas de "caminar sobre una sola pata" hacia el socialismo.[7] Y ello no ha sido por el "genio" de Mao, sino por la forma de analizar y valorar el stalinismo. Mao estudió la teoría y la práctica de Stalin en un plano práctico: desde la práctica del P.C.Ch., en su tarea de construir el socialismo, y ante los problemas que ella plantea, busca en la experiencia stiliniana aprender en lo positivo y "por ejemplo negativo". Por ello Mao recomendará a los comunistas chinos que estudien firmemente el "Manual de Economía Política", que descubran en él las muchas cosas que les pueden servir y que tomen buena nota de sus errores para no repetirlos. En definitiva, Mao aborda a Stalin desde la dialéctica marxista, que él mismo había formulado con estas palabras: "Hemos de criticar los defectos de los camaradas, pero al hacerlo debemos adoptar la posición del pueblo. Tratar a los camaradas como enemigos es pasarse a la posición del enemigo."[8] Mao —y la línea "marxista-leninista"— vio en Stalin un comunista que luchó por defender y construir el socialismo: y en este marco situó su crítica.

No fue esta la orientación que los dirigentes del P.C.U.S y de los P.C, eurooccidentales dieron a su crítica antistalinista. Es difícil encontrar alguna publicación de estos partidos en los años sesenta en la que no se haga un hueco, donde y como sea, para hacer profesión de fe antistalinista. Había que demarcarse. Parece como si el objetivo principal fuera convencer a las masas de que se había roto de verdad con el stalinismo. Y todo esto ¿por qué?

En primer lugar, pienso que era un paso táctico necesario en la nueva línea estratégica. La ideología burguesa había logrado introducir en la conciencia de amplias masas una imagen horrible de la dictadura stalinista. Y había logrado más: identificar dictadura stalinista con dictadura del proletariado, y ésta con socialismo. El socialismo era así visto como dictadura y se le rellenaba con el contenido de la imagen de la U.R.S.S. "elaborada" por la burguesía. Para la nueva estrategia, en la que se contaba básicamente con el "impulso democrático" de las amplias masas y con el apoyo de extensas capas burguesas, la primera tarea era "humanizar" tanto el socialismo como el camino hacia el mismo. Y para ello se adoptó "la posición del enemigo". No se supo —ni se quiso— distinguir lo positivo y lo negativo del stalinismo, las cosas justas y los errores. Se negó en forma absoluta y abstracta todo cuanto fuera sospechoso de stalinismo. Se negó, incluso, toda la práctica de los P.C, durante la "negra noche staliniana". Toda la etapa se redujo a un Gran Error. Pero esta Gran Negación Absoluta engendraba una contradicción: en ella, se quisiera o no, junto a los errores del stalinismo se negaban los elementos del marxismo-leninismo presentes —con todas las deformaciones en su aplicación que se quiera— en la dirección staliniana. Y esto agudizó las contradicciones en las fuerzas socialistas. Núcleos en el seno mismo de los P.C, y de la vanguardia política de sectores obreros, intelectuales y universitarios vieron en la nueva estrategia (y en la crítica a Stalin que era uno de sus aspectos) una desviación del marxismo-leninismo, una "revisión" e incluso un abandono del mismo. Así "lo uno se dividía en dos", como dice Mao: en el mismo espacio político hegemonizado por los P.C., al mismo tiempo que se configura la línea al socialismo por la democracia aparece la línea "marxista-leninista".

Por supuesto que las cosas son mucho más complejas. No se puede, por ejemplo, olvidar el fuerte éxito del capitalismo tras la segunda Gran Guerra, cuyos niveles de consumo y cuyas técnicas represivas y de manipulación ideológica de alta cualificación habían servido para controlar adecuadamente la lucha de clases. Una cierta sensación de impotencia, de desconfianza en el carácter revolucionario de las clases trabajadoras, se había ¡do extendiendo. Impotencia que, en el espacio político socialista, tendía a interpretarse como error estratégico de los P.C. La necesidad de una nueva estrategia era bastante general, pero las alternativas estaban enfrentadas, y se vio claramente en su estallido. Los P.C, proyectaron todas las limitaciones y errores sobre el stalinismo. Los "marxistas-leninistas” ni verían eso justo ni verán la nueva estrategia adecuada para la revolución. Y no acaban aquí las cosas. También surgirán núcleos, en el mismo espacio político de los P.C., que aceptando radicalmente la "desestalinización” se opondrán a éstos. La línea estratégica “consejista" de Mallet y Gorz en Francia, y de "Lotta continua” en Italia, no solamente se enfrentan a las primeras formulaciones délo que será el "eurocomunismo” sino que atacan a la configuración interna y función del Partido.[9] Y no falta la presencia de núcleos que valoran la "desestalinización” como una alternativa que se ha desplazado a lo secundario manteniendo lo principal. Es decir, valoran que los P.C, han conservado el stalinismo tanto en el funcionamiento interno del Partido como en su tendencia frentepopulista, al mismo tiempo que han renunciado a la lucha de clases y a la dictadura del proletariado. Quizás el núcleo político más significativo sea el de “Il Manifesto”.[10] En 1969 un grupo de comunistas del P.C.I, fueron "apartados” del partido. Entre ellos se encontraban L. Pintor, A. Natoli y R. Rossanda. Su expulsión expresa el estallido de una fuerte polémica montada sobre las contradicciones entre la línea Togliatti-Berlinguer, que desemboca en el "compromiso histórico”, y el "marxismo-leninismo” antistalinista de este grupo que se consolidará en ”Il Manifesto”. Condenarán el "reformismo socialdemocrático, cobertura y sostén del capitalismo y su Estado”, la "estrategia frontista y el oportunismo de la vía italiana al socialismo”, y harán una llamada a la "necesidad de combatir el revisionismo” y a la "necesidad de un desarrollo creativo de la teoría de la revolución en occidente”.[11]

Si hemos de sacar alguna conclusión de esta somera panorámica debe ser la siguiente: en la década de los sesenta surge la necesidad de una línea estratégica para la revolución en occidente. Y su primera manifestación va a ser un agudo enfrentamiento de alternativas, todas ellas buscando la legitimación en el marxismo-leninismo y tomando posición ante Stalin. La lucha, que se va a dar de forma dominante no entre las amplias masas, sino en el seno de la vanguardia política, va a estar fuertemente agudizada en lo ideológico. La "batalla de los textos", la lucha con el arma de las "citas”, era la forma que tomaba y que nos expresa lo que estaba en juego: el marxismo-leninismo. Por debajo del "revisionismo de derecha” y del "revisionismo de izquierda”, del "reformismo” y del "izquierdismo”, que se enfrentaban, el marxismo-leninismo daba un salto hacia adelante en su desarrollo y en su difusión en sectores sociales más amplios. Por debajo del "dogmatismo” de quienes reducían el marxismo-leninismo a un catecismo acabado y de valor universal, y del "relativismo” de quienes reivindicaban la especificidad de cada situación concreta, el marxismo-leninismo se fortalecía en su teoría y en su arraigo entre las masas, confirmando su propia tesis de que la realidad se desarrolla siempre por la lucha de los opuestos, los cuales se destruyen—o, al menos, se transforman—en la lucha.

Las dos líneas estratégicas

La década de los sesenta es valorada como una fase de fuerte reactivación de la lucha de....................... [............................]

 

 

 

Notas:

[1] Importantes discursos y artículos de Enver Hoxha, siempre enfrentados al “revisionismo ”, se han publicado en "Le Parti du travail d’Albanie en lutte contre le revisionisme moderne”. Editions Naim Frashéri. Tirana, 1971.

[2] Pienso que ciertas formas de entender el "socialismo autogestionario" en bastantes corrientes socialistas están en esta línea.

[3] Althusser, desde posiciones antistalinistas moderadas ha señalado cómo la crítica al "dogmatismo" staliniano ha sido vivida por los intelectuales comunistas como "liberación". Y "esta liberación ha dado nacimiento a una reacción ideológica de tendencia liberal, moral, que ha encontrado espontáneamente los viejos temas filosóficos de la libertad, del hombre, de la persona y de la alienación. ("La Revolución teórica de Marx". Siglo XXI). Althusser es claramente antistalinistas, a pesar de las duras críticas de neostalinismo a que le han sometido desde posiciones trotskistas (ver "Contra Althusser". Madrágoras. Barcelona, 1974). Pero ha sido suficientemente consciente para entender que "los que acusan a Stalin, además de sus crímenes y sus faltas, de todas nuestras decepciones, de nuestros errores y de nuestra confusión, en cualquier dominio que sea, están en peligro de encontrarse fuertemente desconcertados al comprobar que el fin del dogmatismo filosófico no nos ha devuelto la filosofía marxista en su integridad". Y esto debe situarse en una coyuntura donde no hay texto o artículo en que no se cargue sobre el stalinismo todos los errores o limitaciones, del pasado y del presente, en la política o en el arte, en la literatura o en la filosofía.

[4] La obra de Togliatti, ("Gramsci". Roma, 1962) va a ser el eje en torno al cual van a ir tomando posiciones las distintas lecturas. La literatura sobre Gramsci es amplísima y está en plena producción. Pienso que la obra de Giorgio Bonomi-f'Partido y revolución en Gramsci". Avance. Barcelona, 1976) que se demarca frente a Togliatti. Luciano Gruppi ("Gramsci y el marxismo". Proteo. Buenos Aires) y, en general, frente a la línea de interpretación de la obra colectiva (en la que intervienen intelectuales como Gruppi y Amendola —destaco el trabajo de este último, "Rileggendo Gramsci"—) "Prassi rivoluzionaria estoricismo in Gramsci", en Crítica marxista nº 3. 1967, expresa muy bien, junto al esfuerzo de una lectura "marxista-leninista", la importancia de la batalla por Gramsci y las posibilidades de "explotación" de su pensamiento.

[5] Togliatti es poco conocido en nuestros ambientes intelectuales, a pesar de la fuerte penetración actual, en el campo editorial, de la producción italiana, donde Togliatti ocupa un puesto de honor. E. Ragionieri está sacando en Editori Riuniti la "Opere” de Togliatti. Su amplísima introducción muestra perfectamente la evolución de Togliatti hacia la "vía italiana".

[6] Con Gramsci se ha hecho de todo. Si el PCI ha tendido a ver en Gramsci una formulación del marxismo-leninismo adecuado a la especificidad de Italia, es decir —según la crítica de izquierda— que Gramsci es un socialdemócrata (en el fondo) pero cubriéndole con el prestigio del marxismo-leninismo. Para G. Tamburrano ("Antonio Gramsci, la vita, iI pensiero, l'azione"), es simplemente un demócrata no leninista, y ahí está su mérito. En la polémica a través de la Rivista storica del socialismo, a mediados de los sesenta, desde posiciones bordiguistas (Merli, Cortesi, Clementi) daban la razón a la interpretación del PCI: Gramsci era solamente un "socialdemócrata", pero ajeno al leninismo, y casi fuera del marxismo, frente a un Bordiga auténticamente marxista. A este respecto es interesante ver "Debate sobre los consejos de fábrica", (Anagrama. Barcelona. 1975), donde se recogen artículos de Gramsci y Bordiga. Y es de gran interés el "Prólogo" de Fernández Buey, no sólo por su clarificación del debate sino porque sitúa los "consejos" no como una alternativa histórica sino como una estrategia hacia el socialismo presente hoy en la lucha política.

[7] De Mao Tse-tung conocemos poco (y más bien trabajos sobre filosofía, arte, cultura, etc.) y no todo lo que ha llegado es auténtico. En Einaudi, Nuovo Politécnico 71, se ha publicado "Su Stalin e sull'URSS", una selección fiel de Gianni Sofri, que en la "Introducción" describe las aventuras de las obras de Mao. Esta selección es fundamental para ver la demarcación Stalin/Mao y URSS/China.

[8] Intervención en el Foro de Yenan sobre Literatura y Arte. 1942. Obras escogidas. Tomo 3. Ediciones lenguas extranjeras. Pekín.

[9] Mallet, "Luttes ouvriéres dans les secteurs avancés", en Les cahiers du Centre d'etudes socialistes, 7-8. 1961. Gorz, "Stratégie ouvriére et néocapitalisme". Seuil. París. 1963. Vale la pena resaltar que el "consejismo" no es una alternativa homogénea. Pero, en su forma más dominante y revolucionaria se da muy ligada a la corriente luxemburguista.

[10] "Per il comunismo", número especial de "II Manifesto". Septiembre, 1972. Recoge las Tesis de 1970, la Plataforma programática de Rimini del 71 y el Documento político del 72.

[11] Las tesis de "II Manifesto" han sido corregidas en las tesis del Pdup (Partito diunita'proletaria), resultado de la fusión de "II Manifesto" con otros grupos. Las nuevas tesis pueden verse en su órgano "Unita’proletaria" nº 3-4, noviembre de 1975. En cualquier caso expresan uno de los mayores esfuerzos teóricos para aplicar el marxismo-leninismo a la especificidad italiana.

 

 

 

 

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