Categoría: Biografías
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MARC LEGASSE

Después de los grandes ideólogos que a la causa vasca ha dado la tierra de Euskadi situada al Norte de la frontera, vino casi un siglo en que esta parte de la patria vasca iba de día en día cada vez más desnacionalizándose, afrancesándose. La guerra de 1914-1918 fue una gran fecha de luto para euskalherria. Unidos con sus enemigos combatieron los vascos en el frente contra los alemanes. Hubo una sangría... y lo que es peor una pretendida «fraternidad» de desgracia. Un afrancesamiento invadió Euskalherria.

Sólo con la aparición de Marc Legasse, sin duda alguna el más destacado ideólogo del nacionalismo vasco al Norte de la frontera, se puede hablar de un renacimiento de la llama patriótica. Como a todo precursor le ha pasado que la semilla por él sembrada con sus palabras, sólo ha dado fruto después de cierto tiempo. Además como partidario de Bakunin y Krapotkin, resultó que en su acción política no supo estructurar. Hay que decir en favor de él, que su labor tuvo lugar bajo condiciones muy difíciles.

Su obra teórica se encuentra muy diseminada. Es autor de varias conferencias sobre el tema vasco tales como «La Question Rasque» (Paris 1938), «Jaungoikoa eta Lege-Zaharra» (conferencia dada en Biarritz el 25-11-1942), de opúsculos como: «Euzkadi ma patrie» (1944), «L'Oombre d'Axular» (1944), «Ainsi parlait Nekhatua» (1945), «Paroles d'un anarchiste basque», «Le Séparatisme est-il un existencilisme?». Además ha expuesto sus idea separatista —que es como a él le gusta llamarlas— en ensayos como «De la contrebande considérée comete une obligacion de conscience», etc. Marc Legasse es el autor de Proyecto de Estatuto Vasco presentado por el diputado J. Etcheverry-Ainchiarte, en 1945, a la Asamblea Constituyente de París, así como de la «Proclamation de Santoña (1937-1962)» Edita además, sin periodicidad alguna, una hoja llamada «Hordago», cuya aparición es un acontecimiento, cada vez, en el mundillo labortano.

La posición de Marc Legasse es quizá la más consecuentemente separatista de todos los ideólogos vascos. Como tema adoptó el de «J. e L.», pero dándole un significado diferente al sabiniano. Mientras éstos lo intepretan como «Jaungoikoa eta Lagi-Zarra» (Dios y Fueros), Marc Legasse le da el significado de: «Jaun-gabe eta Legerik-ez» (Ni dios, ni ley). Este mismo lema demuestra el abismo que separa ideológicamente a Marc Legasse del partido clerical fundado por los hermanos Arana-Goiri. Marc Legasse no cree ni en Dios, ni en el Estado, y casi pudiera decir con Bakunin, que se considera «defensor de la humanidad y enemigo personal del Dios».

Las obras de Marc Legasse destacan por la ingeniosidad de su autor. Se parecen a las de los poetas persas quienes como si estuvieran engarzando perlas unen uno tras otro relatos y pensamientos. Con perspicacia se ha dado cuenta de cuánto y cuan grande ha sido el mal que la Religión cristiana ha traído al País Vasco, los males que le han llegado al pueblo vasco por la invasión burguesa y como estos dos venenos reunidos, burguesía capitalista y vaticanismo, han sido la causa de que la propia llama patriótica fuese mancillada por los discípulos de Arana Goiri. En efecto escribe:

«Todos los tropezones (faux-pas), pseudo-habilidas, yerros que han conducido a la causa vasca al callejón sin salida, en donde ahora se encuentra, son debidos ante todo a los capitalistas bilbaínos vascófilos».

«En realidad, les es tan difícil ser pura y simplemente idealistas, como a un camello pasar por el ojo de un aguja o a un elefante bailar en la calle Somera».

«Los burgueses de todos los países son siempre los mismos. Son unos animales muy semejantes al hombre por su cabeza, su estómago y los órganos de reproducción, pero que no tienen corazón. La circulación del oro, que suplanta a la de la sangre, en estos mamíferos se efectúa con cheques».

En su obra teatral «Les Séparatistes» hablando el autor por boca del personaje Etienne dice:

«Señor comisario, ir a la prisión es una de las condiciones de existencia esenciales de nuestro pueblo. Forma parte del peligro de ser hijo de este país. Puesto que Vds. nos prohíben la circulación por la ruta nacional, nuestra conciencia se ve obligada a avanzar por los caminos del contrabando».

«Nosotros estamos condenado a ser —a serlo libremente— o unos renegados o unos separatistas. Condenados, puesto que no hemos elegido el ser hijos de nuestro pueblo, privado de independencia: Ser el autor de una tragedia nacional, jugar el papel de un vil traidor».

«Un pueblo que se resigna a desaparecer, aunque sólo fuese en alguna de sus características, es un pueblo en dimisión. Le he dicho que no quiero ser un canalla, No quiero ser hijo de un pueblo del que se pudiera tener vergüenza de pertenecer».

Ante las iniquidades que las maquinarias estatales forasteras cometen contra el pueblo Vasco, preguntará Mac Legasse por boca de la «sombra» de Axular:

«¿De qué derecho, en nombre de qué autoridad, un gobierno puede decidir la proscripción de una lengua?

En todos los países está prohibido matar y el crimen es severamente castigado. ¿Como puede Francia, madre de la idea de libertad, ayudar al francés a que mate al vasco?

La lengua vasca no ha muerto a causa de los golpes que le han sido dados y no morirá por ello... para defender su tierra y sus libertades, millares de jóvenes vascos se levantan y dan su vida voluntariamente».

Frente a la posición masoquista que adoptan los nacionalistas burgueses, Marc Legasse bien sabe que la religión es un opio para los pueblos y que es el brazo del imperialismo y del colonialismo, tanto en África como en Eukalherria. Así lo dice:

«El papel jugado por el Vaticano en el m está perfectamente ilustrado por los misioneros.

Precedidos por algún explorador, que generalmente es comido, el misionero se instala, a su vez en el país salvaje.

Si, corno dice Mark Twain, la raza indígena ha podido soportar sin morirse la Biblia, el jabón y los calzones, un militar, dispuesto a morir heroicamente por su patria, pero que llamará «sinvergüenza» a aquéllos que le imitan, vendrá a «pacificar» la región.

Como los habitantes de este país no tienen ningún interés mayor en cambiar de patria que de religión, el militar, entonces, hará asesinar a un cuarto o un tercio de esos «sinvergüenzas».

Una vez así convertidos y nacionalizados, en fin, los mercaderes reciben el encargo de civilizar a los que lograron salvarse; lo que harán con alcohol y enfermedades venéreas.

Pero cuando vayan a morirse los ex-salvajes, tendrán como último consuelo, el de poder ser enterrados en un cementerio cristiano a la sombra de una cruz».

Luego pasará a tratar de la lucha de la Iglesia contra el pueblo vasco. Marc Legasse no cree que la lucha de liberación nacional sea perfecta si el pueblo vasco continuara dejándose latinizar por una religión que le es tan nefasta.

«Algunos vascos han luchado denodadamente para salvar sus tradiciones, su cultura, su espíritu: en una palabra tener personalidad ante la influencia excesiva de los franceses y españoles.

En cambio, encuentran muy natural que la interpretación y dirección de su religión sean desde hace siglos monopolio italiano.

Parece ser que el destino quiere que de alguna forma, a la fuerza, el país vasco deba ser latinizado»

 Volviendo al inveterado odio de la Iglesia Católica contra todo los vasco dirá:

«Nuestro señor hubo enviado a sus apóstoles a predicar a todos los pueblos el Evangelio: en sus respectivas lenguas. bien entendido (de esto se trata en el milagro de Pentecostés).

Pero los obispos que los Papas nombran para el País Vasco ¿saben, por causalidad, una palabra de vascuence?

Curiosos Pastores cuyos rebaños no les comprenden».

Y ridiculizando a los emisarios de Roma, repetirá la fábula del diablo que no pudo aprender vascuence, como sigue:

«Una fábula cuenta que el diablo no llegó nunca a poder hablar en vascuence. De ello no se puede afirmar nada. Nunca se le oyó hablar. Al Obispo de Bayona, éste sí que ha hablado. Y siempre lo hizo en francés».

De la repugnante conducta adoptada por la Iglesia Romana durante su «santa Cruzada» en la que con su bendición se asesinó a un millón de españoles, en la que el Papa Pío XII, se hizo cómplice de todos los crímenes, tanto por incitación como por tácita aprobación, escribirá Marc Legasse:

Durante la Guerra de España

Al canónico Onaindía

«Moralmente, tienen Vds. razón — dijo el Cardenal romano al cura vasco — pero políticamente están Vds. en el error... ;Váyase ya de aquil! (sic¡).

...Y el gallo cantó por tercera vez.

Una actuación tan clara y libre de cambalaches, encontró una indignante resistencia entre los nacionalistas degenerados, a cuya cabeza se encontraba José Antonio de Aguirre y Lecube. Por componendas y pasteleos que había aprendido en su industria chocolatera, resultó este «presidente» provisional ser un personaje nefasto para la causa vasca. Ante la dejación de nacionalismo de él y su Gobierno. Marc Legasse le dirigió una carta abierta en la que le reprochaba su conducta anti-vasca. Sacamos los siguiente párrafos.

 «Precisamente en una época en que el País Vasco Continental, después de cuatro años de ocupación alemana, bajo la que las autoridades francesas hubiéronse degradado a gusto, existe un desconcierto espiritual, moral, político e incluso patriótico, el movimiento vasco se abría paso en todos los dominios. Lo uno era consecuencia de lo otro.

En una tal situación interviene la actividad traidora del Gubiernillo de Euskadi, por lo que Marc Legasse dirá:

«Las condiciones parecían estar reunidas para dar a nuestro movimiento un carácter oficial de forma que se integrase abierta y legalmente en la vida política vasca.

Entonces es cuando nos hemos dado cuenta que mientras resistíamos a las presiones francesas y que defendíamos y precisábamos nuestras posiciones frente a los ataques de nuestros enemigos y a las injurias de nuestro adversarios, algunos miembros influyentes del Partido Nacionalista Vasco seguían a espaldas de nosotros un trabajo de sabotaje, que parecía extrañamente coincidir con las maniobras de la Sub-prefectura de Bayona.

Después, esta acción, siempre permaneciendo verbal, se ha continuado v ampliado, causando en nuestra rala tropa graves defecciones y paralizando frecuentemente la recluta de nuevos adherentes.

El doctor Ziaurritz, y varios miembros del E.B.B., tales como Bereziartua, Zarrazeitia, etc., diversos funcionarios del Gobierno Vasco, y en fin, Vd. mismo, aún recientemente, en varias ocasiones, ha condenado la política seguida por los nacionalistas vascos continentales».

Después de varias consideraciones sobre la índole traidora de la conducta anti-vasca seguida por el llamado «Gobierno Vasco» le añade:

«Le ha acontecido al Partido Nacionalista Vasco, lo mismo que a la Iglesia Católica, que en el tiempo de las catacumbas era intransigente en sus principios revolucionario, en su actividad, a medida que ha ido creciendo, se ha convertido en muchísimo más acomodaticia en sus principio, conservadora en sus acciones, y ante todo, extremamente preocupada por no perder su clientela.

El partido de Sabino, que también él fue decididamente separatista y «Zazpiak-Bat» violentamente opuesto al partido carlista —el partido estatutista a la sazón— ha perdido, en creciendo y aumentando y ha olvidado un tanto en marchando y envejeciendo, los propios fundamentos de su doctrina.

El separatismo se cayó al agua, y con él el Lazpiak-Bat ha sido echado al Nervión. El programa del Partido Carlista ha sido pura y simplemente apropiado. Y hoy asistimos al indignante y doloroso espectáculo de ver a los discípulos de Arana-Goiri colaborar con los peores de entre todos sus enemigos españoles...

Es una verdad que cuando se comienza a trampear con los principios, se acaba traicionándolo».

Estos son los puntos memorables de la carta que el patriota vasco Marc Legasse dirigió al pretensioso presidente del mal llamado Gobierno Vasco. Desde entonces (25 de marzo de 1946) han pasado veinte años, en los cuales la conducta del Gobierno y de sus seguidores en nada ha cambiado. No han tenido tiempo a corregir su traidora actuación. El cambio sólo ha sido en sentido peyorativo. Al igual que entonces colaboran con los peores enemigos de la causa vasca, denuncian y delatan a los patriotas vascos a las autoridades francesas, como demuestran los hechos confirmados varias veces, por las propias autoridades francesas de que el «Gobierno de Euzkadi» ha sido el delator de patriotas vascos que no estaban de acuerdo con su sucia política de traición a la patria.

Si entonces el Gobierno Vasco y el E.B.B. torpedeaban la actividad de los vascos ciudadanos franceses hoy hacen lo mismo con los jóvenes de Enbata. La degeneración de los dirigentes del Partido Nacionalista Vasca ha llegado hasta a los más bajos y sucios procedimientos.

Marc Legasse era para los «estatutistas» un peligro. La conducta de Marc Legasse era demasiado limpia y ellos resultaban demasiado sucios a la luz de un nacionalismo claro como el de Legasse. Acabaremos la exposición de la ideología nacionalista de Marc Legasse citando los finales de dos de sus obras:

«... Sí, despertad vascos, vosotros que sois los más prudentes y los más locos entre todos los hombres; tan orgullosos y desdeñosos del fasto de vuestro pasado. Despierta, Euskadi, toma conciencia de tu misión en el mundo, reúne en torno de ti a tus hijos y preséntate decidida entre las naciones. Esta noche, nació Dios. La esperanza debe invadir nuestros corazones. La libertad nos tiende sus brazos. Euzkaldunak! Atzar gaiten! Atzar gaiten!

(L'Ombre d'Axular).

...Sabed en conclusión, que si bien es verdad que todo soldado lleva en su mochila un bastón de mariscal, es aun muchísimo más verdad, que todo vasco

lleva bajo su «chamarra» la dinamita de anarquista».

(«Paroles d'un anarchiste basque»)

 

 

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