Categoría: Documentos VII Asamblea
Visitas: 3317

 

    

Dos aportaciones de ETAm a la VII Asamblea. 1976. 

 

Estos dos documentos fueron la aportación que, a petición de ETApm, hacía ETAm a la VII Asamblea, celebrada en setiembre de 1976. Parece que fueron elaborados por Argala, presente además en la propia Asamblea, junto a Txomin Iturbe, en representación de ETAm. Como se dice en el primer párrafo, estos dos documentos están redactados “a los casi dos años de la escisión”, ya que ésta se había producido en octubre del 74.

1. Nuestra opción estructural

Por parte de algunos delegados de la organización político-militar se nos ha pedido un trabajo teórico sobre la relación lucha armada – lucha de masas así como una exposición crítica de la experiencia por nosotros desarrollada durante los casi dos años que nos separan de la escisión.

Nos parece vano y de nulo provecho abordar el problema de la relación actividad de masas — actividad armada a un nivel abstracto con pretensión universalista, porque no conocemos suficientemente a fondo otras experiencias y porque nos parece muy dudosa la existencia de un esquema aplicable por igual a las situaciones de los diversos países. Si acaso nos atrevemos a decir que existe un paralelismo entre el grado de unidad existente entre ambas actividades y la resultante de la relación entre dos factores de influencia opuesta: el grado de urgencia que sienten las masas por satisfacer sus necesidades y el grado de unidad entre la eficacia y la intensidad de la represión que encuentran en la búsqueda de dicha satisfacción.

Pero sobre la base de tal relación influyen también una serie de factores secundarios de influencia nada despreciable como pueden ser: la especial subjetividad de un pueblo, resultado de su experiencia histórica, la decisión de una élite de llevar adelante una línea de lucha que muchas veces es copia de esquemas ajenos, el nivel de apoyo (por solidaridad o por intereses) internacional que encuentra hacía su causa, etc.

Consideramos pues que es más eficaz analizar el problema desde la perspectiva que nos ofrece la experiencia en Euskadi que intentar aplicar el principio anterior que, por otra parte, cabe la posibilidad sea incorrecto.

En tiempos de la escisión veníamos a decir que por las condiciones de su existencia el Pueblo Vasco no estaba dispuesto a asumir las tareas de la acción armada. Ello no hubiera planteado ningún problema urgente si hubiésemos previsto una larga continuación de la dictadura franquista. Pero tras la muerte de Carrero se hizo evidente (y ésta evidencia se hizo más intensa con la primera enfermedad de Franco) la existencia de sectores oligárquicos (y otros burgueses con intereses afines a aquéllos) deseosos de ampliar la base social de su régimen político, tanto para conseguir una situación social más estable como para poder lograr una apariencia más democrática que le abriera las puertas de la C.E.E.; que la Iglesia y el Ejército comenzaban a sentir la misma influencia; la inminente muerte del dictador y la ausencia de un continuador suyo iban a agudizar la anterior tendencia a la liberalización. La dictadura española para sostenerse había de ser monolítica y no permitir en su seno ningún elemento de discordia; así pues la herida abierta en ella tenía carácter mortal. Los diferentes pueblos del Estado —aún sin ser conscientes de ello— respondieron en consecuencia. Hasta entonces la única forma en que podía pensarse un cambio político era a través de la lucha armada, buscando triunfar sobre el ejército. Salvo en Euskadi Sur, nadie se atrevía a soñar en ta1 posibilidad por lo que el resto de los pueblos y gran parte del nuestro se limitaban a luchar por reivindicaciones salariales limitando su lucha política a discusiones y pactos entre los partidos políticos. Pero a la vista de la herida de la dictadura, los pueblos han comenzado a ver la posibilidad de un cambio político sin necesidad de arriesgar la vida en su consecución: los pueblos del Estado (y el nuestro no es una excepción —aunque sí una particularidad— al respecto) han visto la posibilidad que dé lugar a una democracia-burguesa.

Es desde la perspectiva desde la que surgió la línea expresada en el Agiri.

Para superar la etapa de la democracia burguesa española y pasar a la democracia popular vasca son precisas dos condiciones: que el Pueblo Vasco comprenda que aquélla no es el marco político en que puede desarrollarse libremente y que esté dispuesto a arrastrar los riesgos que conlleva dicha conclusión. Sin la primera condición el pueblo será asimilado en el proceso democrático-burgués: sin la segunda será una masa indiferente que servirá de espectador en la competición abierta entre los partidos burgueses y los social-reformistas.

Nosotros creemos que hoy —ni tampoco en el plazo previsible en que puede instalarse una democracia-burguesa en el Estado español— el Pueblo Vasco —aún estando mucho más avanzado que el resto de pueblos del Estado— no satisface ninguna de las dos condiciones. Por ello, consideramos incorrecto por parte del conjunto de la izquierda abertzale —ello no significa que sea negativo que algún sector político lo haga— adoptar una estrategia que dé por quemada la democracia burguesa como si las dos condiciones antes expuestas fuesen cumplidas.

A este respecto, el programa de alternativa difundido por la organización político-militar con ocasión del Euskadiko Herrikoi Batzarra, nos parece correcta. Pero nos parece también que, curiosamente, el planteamiento que ha conducido a defender dicha alternativa no ha sido asumido a nivel de adaptación estructural ni, por lo tanto, de formas de lucha. Existe, para nosotros, una contradicción fundamental entre el planteamiento de alternativa y la estrategia política en función de la cual se ha adoptado la estructura político-militar.

Si la organización político-militar acepta defender una alternativa democrática— burguesa (y con más razón aún siendo una alternativa radical) ha de prepararse para después mostrar sus limitaciones y ha de organizar sus fuerzas (es decir, su estructura) para dicho fin. Ello exige dotarse de:

a) Una vanguardia política clara y experimentada.

b) Unos organismos de masas amplios y estables.

c) Un aparato de propaganda igualmente amplio y estable; y en caso de una democracia burguesa radical participación en los medios de comunicación de masas oficiales que sin duda gozarán de bastante credibilidad.

d) Unos equipos técnicos capaces de ofrecer una alternativa de administración adecuada al poder político (real, no de Gobierno) conseguido, por una parte, y a las condiciones socio-económicas del país, orientada en el sentido tanto del progreso corno de la democracia económica.

¿Hoy en Euskadi, es posible que una organización que desarrolla lucha armada cumpla la labor de crear un partido del tipo citado? Hace dos años pensábamos que no y tras estos dos años hemos creído ver confirmada aquella posición.

Caídas constantes y extensas que destruyen I.A.S.E. recién nacido, que obligan a L.A.B. de Vizcaya a estrechar sus puertas frente a los militantes de la organización político-militar, que les lleva a perder un entorno de simpatía que se polariza alrededor nuestro y que resulta estéril por falta de cauces adecuados (políticos) para organizarlos, que impide a K.A.S. pase se ser un órgano de coordinación en Euskadi Norte a ser una estructura política implantada a nivel de base.

Los representantes de la organización político-militar propusieron a K.A.S. que sus funciones pasaran al interior siendo allí las reuniones. Sobra decir que tanto a L.A.I.A. corno E.H.A.S. les costó mucho decidirse a aceptarlo debido al temor de la represión que sufre la organización político-militar. Finalmente. y como era evidente que ello agilizaría el funcionamiento de K.A.S. se aceptó la propuesta. Pocos días después cae Luzero y tras él un montón de militantes y colaboradores. K.A.S. ya no se reunirá en el interior. Estos son los hechos. Es evidente pues que la estructura político-militar es un obstáculo a la formación de una estructura nacional de K.A.S. Ahora bien, sin haber logrado implantar dicha estructura no podemos plantearnos una alianza con fuerzas españolistas por lo que no hay alternativa política posible a corto plazo. Y mientras tanto los partidos burgueses y los social-reformistas se agrupan en torno al Gobierno Vasco, siendo ya seguidos por el M.C.E. que también ha solicitado la entrada en dicha institución.

Habrá sin duda quien piense que la estructura político-militar no tiene porque sufrir tantas y tan amplias caídas: que su causa son fallos técnicos posibles de superar. Nosotros no lo consideramos así; el fallo de dicha estructura hoy en Euskadi es intrínseco a ella, los arreglos técnicos son meros parches que no podrán evitar que el barco haga agua por todas partes hasta hundirse. La estructura político-militar ha de soportar forzosamente una brutal represión (al igual que nosotros) por su actividad armada; y es asequible a ella por su actividad de masas. La única forma de soportar el grado de represión que acarrea la actividad armada es una compartimentación total de aparatos y grupos de acción que actúan con una autonomía táctica dentro de un programa general homogéneo. Pero una organización político-militar no puede estructurarse en grupos estancos pues ello impediría la labor de masas. Dicha organización lleva dentro de sí una contradicción irresoluble. Este problema solamente se salva cuando se desarrolla un proceso de guerra popular con la incorporación de las masas a la lucha armada: pero no es éste el caso de Euskadi donde somos grupos minoritarios los que la practicamos.

Hoy en Euskadi no podemos pensar en desarrollar una guerra popular porque su desemboque lógico y único posible sería la independencia y hay un 60% de habitantes que no la desean (sobre todo los inmigrados) y un alto procentaje que la desea pero no está dispuesto a afrontar un proceso revolucionario con todas sus consecuencias. Por otra parte, toda esta gente no se ve ya hoy obligada a optar entre la dictadura española y democracia popular vasca sino entre ésta última y régimen pre-democrático-burgués. Incluso en el caso utópico de que pudiésemos crear una Democracia Popular Vasca en contra de los no independentistas nos veríamos obligados a someterlos por medios represivos lo que a corto plazo acabaría con nosotros, pues representan más de la mitad de la población y cuentan con el apoyo español y del resto de la Europa burgueses.

Así pues la tarea fundamental no es hoy extender nuestra acción armada sino mantenerla y ampliar la base política en que se sustenta, la base política que siente los mismos problemas y plantea las mismas reivindicaciones que nosotros.

La organización político-militar en base a utilizar las estructuras de masas para ello, puede desarrollar quizá una actividad armada más amplia, pero de este modo sólo conseguirá destruir aquellas estructuras y a no muy largo plazo morir por inanición; es decir, en un intento de salvar la acción armada a corto plazo, lo perderá todo. Por el contrario separando orgánicamente actividad de masas y actividad armada quizás la organización militar pasase ciertos apuros a corto plazo, pero se garantizaría la extensión de la base política en que se sustenta y con la que a largo plazo volvería a converger en un proceso de lucha armada popular.

Habitualmente se atribuye a nuestra organización y por lo tanto a nuestro planteamiento estructural dos defectos:

a) Llevar a cabo una acción armada aislada del proceso de lucha y los intereses de masas.

b) Dificultades de captación de militancia, lo que nos hace numéricamente reducidos.

Veamos hasta dónde son ciertos los defectos:

a) ¿Las acciones de la organización político-militar hasta donde han sido mas populares que las nuestras? ¿Lo han sido acaso?

Las acciones de Arrasate y Berazadi han sido sumamente impopulares; la primera por sí misma y la segunda por falta de un aparato de propaganda capaz de combatir la acción de la prensa y otros medios de comunicación. Podría pensarse que la acción de Berazadi sería positiva mejorando el aparato de propaganda. ¿Pero la deficiencia de dicho aparato no es acaso consecuencia de las constantes caídas fruto de la estructura político-militar?

La acción de Segovia, de enorme acierto, en modo alguno significa un producto de la unidad orgánica entre acción de masas y acción armada. Si los presos hubiesen estado posicionados con nosotros la hubiésemos realizado igualmente pues tenemos también los medios infraestructurales necesarios.

Con respecto a nuestras acciones creemos que tanto las campañas anti-txibatos y anti— fuerzas represivas como la realizada en defensa de la ikurriña, han sido positivas; por lo menos no hemos oído ninguna voz en contra.

Veamos algunas acciones y campañas discutidas:

–  La acción de la ikurriña de Aránzazu. Criticada por acarrear una caída a la organización político-militar. La acción consideramos fue muy correcta y popular. No es responsabilidad nuestra si la organización político-militar no quiso, a través de K.A.S., plantearnos sus problemas de implantación y desarrollo. Evidentemente, preferían adaptar a su acción de masas su propia acción armada y no la nuestra; ello es normal pero que no se intente luego hacernos responsables de lo que no somos. Es cierto que siempre nos hemos negado a coordinar nuestra acción armada con la de la organización político-militar pero jamás con la actividad de masas de los componentes de K.A.S. entre los que está dicha organización. Buena prueba de ello es la coordinación de acción establecida con ocasión de los juicios de Tupa y Otaegui y posteriormente con ocasión del Aberri-Eguna y lo de mayo.

–  La acción de la ikurriña de Ordizia. Evidentemente el comando cometió un error no tomando en cuenta el hecho de que su acción frustraría la movilización de masas convocada para el día siguiente en defensa de la amnistía. No hay pues disculpa alguna que alegar.

–  La muerte del joven de Cizúrquil. No creemos que nadie puede decir que este error se produjo por falta de relación con las masas, como no lo fue el dejar en libertad a [...] por estar enfermo cuando toda Guipúzcoa hubiese bailado de alegría con su muerte.

–  La campaña anti-alcaldes. Al comienzo del trabajo hemos señalado que deseamos participar en el debate de la organización político-militar de modo constructivo. Lo repetimos porque no deseamos que ello sea perdido de vista; pero consideramos que para juzgar objetivamente es preciso conocer la realidad tal como es y no a través de versiones demasiado subjetivizadas. En un Hautsi se nos ha criticado de militaristas en gran parte por esta campana. Se repetía una frase nuestra en la que decíamos sería una campaña indiscriminada. Pero la organización político-militar tiene motivos para saber que la realidad no es esa.

Antes de comenzar dicha campaña preguntamos en K.A.S. si había posibilidades de sustituir a los alcaldes por órganos populares de poder. Se nos contestó que no, y dijimos claramente que en esas condiciones era una barbaridad intentar acabar con el poder civil oficial ya que no podríamos llenarlo con nada nuevo. Anunciamos pues que la campaña seria discriminada. Buena prueba de que ello se puso en práctica de este modo es los alcaldes que hemos ejecutado y aquéllos otros que han venido a consultarnos y a los que hemos aconsejado continuar en sus puestos. Incluso se preguntó a las organizaciones de K.A.S. si creían conveniente lanzar una campaña discriminada; E.H.A.S. y L.A.I.A. parecieron favorables y la organización político-militar respondió que no sabía qué opinar. Es evidente pues que la campaña anti-alcaldes no se realizó al margen de las organizaciones políticas sino en coordinación con ellas.

– La ejecución del Sr. Soria en Placencia. Se nos acusa de haber causado la caída de Luzero y sus consecuencias. Esto nos parece de mala voluntad. No creemos tener la obligación de estar pendientes de los paseos de un liberado por carreteras habitualmente controladas. Él, como nosotros, sabía la existencia de otra organización armada además de la suya; es obligación suya obrar en consecuencia al igual que nosotros lo hacemos.

En resumen que si en acciones concretas aceptamos el hecho de que la estructura político— militar permita una política militar más próxima a la de masas que la nuestra, creemos que la diferencia es demasiado escasa como para compensar sus efectos negativos —y más aún a nivel estratégico-, y a nivel de campañas consideramos que la coordinación es tan efectiva como la unidad.

b) Reducido número de militantes. Cuando un militante de la organización político-militar contestó a uno nuestro que “si tenemos caídas amplias es porque tenemos muchos militantes; vosotros en cambio no podéis tenerlas porque no tenéis tantos” estaba dando una pobre justificación pero no hay duda de que decía una gran verdad.

Pero hay una serie de razones que explican nuestra inferioridad numérica al margen de la adopción de una u otra estructura.

–  Selección por edad. En nuestra organización no se ha permitido la entrada como militantes a aquellas personas que no han pasado el Servicio militar (en caso de mujeres una edad similar) salvo contadas excepciones o aceptación de algunos militantes que una vez en Euskadi Norte nos han venido de la organización político-militar.

–  Selección por razones de seguridad. Hemos prescindido de todas aquellas personas que ofrecían alguna duda.

–  Selección por actividades. En contra de la acusación de militarismo que se nos achaca hemos demostrado en todo momento gran interés en potenciar la actividad de masas cediendo o cerrando nuestras puertas a numerosos aspirantes y orientándoles a ingresar en L.A.B., E.H.A.S., L.A.K., L.A.I.A. y la misma organización político-militar.

–  La existencia de la organización político-militar. Cuando nos escindimos éramos conscientes del hándicap que, al margen de la corrección o no nuestra línea — arrastraríamos como consecuencia — de definirnos como organización política con actividad exclusivamente militar. Es mucho más atractivo engrosar las filas de una organización que ofrece una alternativa de actividad global; pero atractivo no equivale siempre a correcto como cada día lo va comprendiendo mejor el pueblo. Por ello no creemos que el planteamiento a hacer sea quien tiene más militantes sino si aceptando ambos nuestra línea (es decir, por un lado partido y por otro organización militar), y contando con los problemas de selección apuntados, el número de militantes dedicados a actividad militar sería menor. Creemos que la respuesta es: no. Incluso, nos atreveríamos a decir aún más: que para la capacidad que tiene nuestro pueblo de asimilación de la lucha armada sobran militantes.

 

SOBRE EL PARTIDO A CONSTRUIR

Respecto a este tema ya dimos nuestra opinión en el Zutik 65. Nuestra opción es crear a partir de K.A.S. un frente popular independentista cuya constitución concreta sería a discutir, pero desde luego estructurada a nivel de base.

Dotarle de una alternativa táctica asimilable por la mayoría del pueblo y que nos permita agrupar en torno a él un número de fuerzas suficientes como para obligar a la oligarquía a quedar definitivamente aislada y enfrentada al pueblo, abriendo el camino de una revolución popular o aceptar que la democracia burguesa se implante sobre unas bases que nos permitan consolidar un poder efectivo suficiente como para garantizarnos la posibilidad de dar nuevos e irreversibles (en la medida en que tal palabra tiene validez) pasos hacia el logro de una democracia popular.

Y cuando decimos frente popular queremos decir conjunto de fuerzas políticas populares y no un partido amplio; porque consideramos que un partido interclasista, heterogéneo y sin definición ideológica no puede llevar una política coherente ni dirigir un pueblo a su liberación. Podría pensarse en un partido estructurado aceptando la existencia de diferentes tendencias pero sólo serviría para crear confusión y mezclas negativas y en la práctica no sería muy diferente a un frente que englobase varios partidos. Por otra parte, existen E.H.A.S. y L.A.I.A. y es de necios hoy por hoy, cerrar los ojos a su existencia puesto que representan unos intereses sentidos por sectores concretos de las masas populares vascas y en esa medida cumplen una función no sólo positiva sino necesaria.

Creemos pues, que el partido a crear es el más o menos definido en nuestro Zutik 65 y que a continuación reproducimos en cuanto al tema afecta:

 

LA NECESIDAD DE UN PARTIDO DE LA CLASE OBRERA

«Al tratar de definir el contenido del término antioligárquico hemos hablado de la necesidad de crear un auténtico partido de la clase obrera. Queremos poner el acento en este problema porque lo consideramos decisivo para llevar a buen término la revolución vasca.

» También hemos dicho que contemplando las experiencias revolucionarias populares de todo el mundo vemos que en casi todas ellas ha existido un partido de la clase obrera que ha sabido impulsar y dirigir la totalidad del proceso revolucionario.

» Hemos visto que dentro de un frente antioligárquico participan fundamentalmente fuerzas de la burguesía popular y de la clase obrera. Por lo tanto una de las dos clases habrá de llevar la dirección de la lucha. Ahora bien, la burguesía popular, por su propia condición de clase, sólo está capacitada para llevar las tareas de una revolución político-burguesa mínimamente estable. Sólo hay dos alternativas posibles: fascismo o democracia popular. Cualquier solución política intermedia habrá de desembocar a corto plazo en una de las dos anteriores. Es por ello que en Euskadi corresponde a la clase obrera cumplir las tareas de la revolución liberal, continuándolas mediante una fórmula popular. Cualquier estrategia que no tenga presente este dato será presa fácil del fascismo.

» De lo dicho es fácil comprender la urgente necesidad de un partido que orientando y organizando a la clase obrera la instale en la dirección política del proceso revolucionario vasco. Algunas de las condiciones que consideramos ha de reunir ese partido de la clase obrera vasca son:

»a) Dotarse de una teoría científica de conocimiento dialéctico que le permita responder como un sólo hombre a todos los problemas, tanto tácticos como estratégicos. que se le planteen. Sin una teoría, y un método de desarrollarla, homogéneos, la acción del partido será como las aguas de mil fuentes que se pierden por las laderas de los montes, en direcciones divergentes, en vez de unirse en el valle formando un invencible torrente.

»b) Ha de ser un partido revolucionario. Un partido que sepa aplicar la táctica adecuada a cada momento sin perder su orientación estratégica. Es decir, que sepa mantenerse unido al pueblo sin sacrificar sus objetivos estratégicos.

» Al hablar de E.A.S. hemos dicho que el que se convierta en un fuerte soporte o un freno para la revolución vasca dependerá en buena parte de las personas que tomen su dirección. Pero esto, con ser cierto, no es toda la verdad. Las personas que tomen la dirección de E.A.S. facilitarán el que este partido juegue un papel u otro; pero lo que en última instancia determinará tal papel será la existencia o no de un partido de la clase obrera que sepa animar a todo el frente de una dinámica revolucionaria.

» De las consecuencias de la inexistencia de un partido obrero auténticamente revolucionario tenemos ya las tristes experiencias del Estado español entre los años 31-39 y la más reciente de Chile.

»c) Un partido de la clase obrera vasca ha de ser capaz de asumir todas las formas de lucha que hoy se desarrollan en Euskadi Sur. Pero cuidado, hay que asumirlas estructurándolas, no en base a esquemas ajenos a nuestra realidad, sino según las condiciones socio-económicas y políticas en que éstas se presentan».

Una vez creado este partido y puesto en acción tendremos ocasión de apreciar los posibles desplazamientos entre el conjunto de los que hoy componen K.A.S. Si tales desplazamientos indican la conveniencia de un cambio del carácter del partido, tiempo habrá de llevarlo a cabo. Pero hoy por hoy, no consideramos positivo construir un partido agresivo con respecto a los demás componentes de K.A.S. y cuyo fruto tal vez fuese romper K.A.S. y crear a cambio una torre de Babel.

Creemos que la función de este partido sería fortalecer la unidad de las fuerzas populares abertzales, hacerla real y efectiva hasta nivel de base y dotarlas de una alternativa táctica unitaria de las condiciones más arriba indicadas.

 

SOBRE LA ORGANIZACIÓN MILITAR

Al contrario del Frente Popular Abertzale, que creemos ha de estar integrado por diferentes partidos, la actividad militar ha de ser asumida por una sola organización. La existencia de diferentes organizaciones conduciría a caídas innecesarias por insuficiencias de coordinación y por otra parte, es de todos sabido, que la agrupación en una sola organización no tiene un efecto aditivo de la eficacia sino de carácter multiplicador. Por otra parle, la existencia de diversos grupos armados podía ser utilizada por la burguesía para enfrentarlos entre sí e igualmente para infiltrarse en alguno de ellos y dirigirlo hacía una línea terrorista implicando y desprestigiando en su acción a todos los demás.

Es fundamental mantener la unidad organizativa de la lucha armada y es una labor de la clase obrera conseguir su dirección y control.

 

COORDINACIÓN ACTIVIDAD DE MASAS — ACTIVIDAD ARMADA

La organización militar habrá de coordinar sus campañas con la plataforma de unidad popular abertzale. Evidentemente y mientras esta unidad sea débil y en tanto en cuanto la organización militar es una organización independiente podría mantener también una relación bilateral con cada fuerza política integrante de dicha plataforma.

«Formas concretas de coordinación entre actividad de masas y actividad armada: Otro punto oscuro de nuestro Manifiesto parece ser el de las formas de relación actividad de masas— actividad armada que pretendemos establecer. Dicha relación se establecerá a dos niveles y con objetivos complementarios.

»a) A nivel de dirección con las fuerzas políticas dedicadas a las actividades de masas, de cara a programar una acción coordinada a un plazo determinado que supere la acción concreta; e incluso para acciones concretas siempre que su duración lo permita.

»b) A nivel de base nos mantendremos informados a través de nuestra militancia y servicio de información con el fin de actuar en el momento conveniente de los conflictos concretos —de pueblo, barrio, fábrica, universidad, etc.— completando la acción de los organismos de masas en la dirección de sus intereses. Igual que en el trabajo anterior también en éste se nos presentan graves dificultades, pero del mismo modo las consideramos como un mal menor».

 

FORMAS DE INTERVENCION DE LOS PARTIDOS EN LA ORGANIZACIÓN MILITAR

a) Doble militancia. Consiste en que los militantes de la organización militar que lo deseen se afilien a un partido concreto.

Esta fórmula que consideramos tiene su lado positivo conlleva dos defectos que nos parece la hacen negativo en lineas generales. La doble militancia implica una vez conocida por la policía — lo que sucedería con las primera caídas — y la implicación organizativa de los partidos en la lucha armada con lo que la represión alcanzaría el mismo grado que con la estructura político— militar y en definitiva, impediría la implantación y desarrollo de los partidos en las masas. Por otra parte, hoy por hoy, la doble militancia podría crear desconfianzas y tensiones dentro de la organización militar así como graves dificultades de cara al respeto de su disciplina interna.

En suma, nos parece que la doble militancia es una fórmula a plantear nuevamente en una etapa futura en que la aproximación del pueblo a la lucha armada permita mostrar más claramente los lazos existentes entre los partidos y la organización militar.

b) La influencia de los partidos sobre los militantes de la organización militar a través de contactos individuales, escritos y programas de formación nos parece la fórmula más apta hoy día para que cada partido compita por la dirección y el control de la organización militar.

Hay mucho trabajo y el escrito tenía urgencia por lo que se ha hecho deprisa y corriendo; pedimos perdón, pues, si muchos puntos han quedado en el aire y la redacción no es todo lo buena que sería de desear pero en forma resumida creemos que este trabajo aborda los problemas sobre los que se nos pedía nuestra opinión y que puede servir como base de discusión a partir de la cual elaborar nuevos trabajos.

 

2. Relación actividad armada — actividad de masas

Ya en varias ocasiones hemos precisado las formas de relación entre las fuerzas políticas con labores de organización, potenciación y dirección de la lucha de masas y la organización militar en el etapa de transición entre la acción armada minoritaria y la lucha armada popular, de cara a coordinar ambas actividades en la búsqueda de una mayor eficacia.

Dicha relación se daría a dos niveles:

a) A nivel de dirección mediante el intercambio de opiniones y la coordinación entre K.A.S. y la organización militar. Este tipo de relación sería útil sobre todo a plazo fijo, es decir, a nivel de campañas.

b) A nivel de base por medio de los militantes y una red de información política y social propia de la organización militar e independiente de las fuerzas políticas. Su labor sería informar:

1.— De los problemas sociales y políticos concretos que aconsejan una intervención armada inmediata y definir el tipo de intervención.

2.— Elaborar un análisis propio de la coyuntura política que serviría para confirmar o corregir los de las fuerzas políticas y para, una vez contrastado con los de éstas, llegar a elaborar un análisis homogéneo entre ellos y la organización militar.

Ahora bien, las dudas parecen plantearse a causa del temor de que las fuerzas políticas fuesen progresivamente asimiladas por la democracia-burguesa. Ello causaría, se cree, el aislamiento de la organización militar y el fracaso de la estrategia popular revolucionaria, dejando al Pueblo abandonado en manos del reformismo.

Con respecto a esto, en el Agiri decíamos que la lucha era la única actividad inasimilable por la burguesía en el marco de una democracia burguesa. Mucho nos tememos que ésta frase pueda ser mal interpretada. Lo que con ello quiere decir es simplemente que la acción armada por estar fuera del marco de cualquier legislación burguesa no posee una constitución de tal tipo, un cauce a través del cual pueda ser integrada desapareciendo como factor de inestabilidad. Pero ello en modo alguno significa que sea la única actividad revolucionaria, ser revolucionario es cumplir la tarea que en cada coyuntura sea más eficaz de cara al logro de un cambio de estructuras políticas, económicas y sociales (en toda la amplitud del término). Así pues, el militante de un Partido político que no desarrolla la lucha armada puede ser tan revolucionario como el que la desarrolla, siempre que su acción política sea la adecuada cara al logro de la revolución; y, viceversa, el militante de la organización militar puede ser tan contrarevolucionario como un militante reformista, siempre que su acción, por precipitación u otra razón, sea un freno al proceso revolucionario. Naturalmente una acción aislada de masas o armada correcta o incorrecta, no sirven para definir a nadie como revolucionario o lo contrario, siendo preciso para establecer tal revolución, un análisis de la línea de acción desarrollada.

La buena o mala intención, la total o poca entrega a la lucha sirven para ofrecer una valoración moral de un individuo o grupo, es decir, para una valoración subjetiva, pero para realizar una valoración objetiva, es preciso medir la línea de acción desarrollada. Por ejemplo, en la actual coyuntura, la actividad política militar puede ser a nivel subjetivo muy loable y en cambio negativa a nivel político real, mientras que la actividad puramente política (entendiendo actividad política como actividad de masas) aún siendo de menor valor subjetivo puede hoy ser más positiva. Incluso aún más, debemos ser conscientes de que una actividad armada prematura en vez de ser revolucionaria puede constituir una provocación a la burguesía y un regreso al fascismo, como más de una vez ha sucedido en el mundo. En suma, una organización exclusivamente política no es intrínsecamente menos revolucionaria que una militar; todo depende de las exigencias de la coyuntura.

Todo esto lo decimos porque somos conscientes de que nuestro pueblo puede ser conducido al camino del reformismo a través de un triunfo ideológico de la burguesía. Porque a pesar de una labor política correcta por parte de las organizaciones políticas y militar abertzales puede haber un conjunto de factores que conduzcan al Pueblo a aceptar la línea reformista durante un período de tiempo indeterminado, ello no significaría sino que la burguesía española ha tornado la dirección del proceso político.

En la lucha contra la integración del Pueblo contra el reformismo, la vanguardia juega un papel importante y en determinadas coyunturas, esencial, pero a largo plazo el papel fundamental corresponde a las condiciones en que el Pueblo se desenvuelve. Esto quiere decir que —salvo en situaciones muy concretas— la aceptación por el Pueblo de la línea reformista no será consecuencia del abandono de la línea revolucionaria por parte de la vanguardia, sino al revés.

Naturalmente, no podemos ofrecer ninguna garantía absoluta de que esto no va a suceder. Lo que es un error, es pensar que la estructura político-militar pueda ser un antídoto contra la enfermedad, ya que dicha estructura no sólo sufriría idénticamente dicho proceso —por supuesto que algún heroico militante se salvaría de él a costa de ser aniquilado físicamente— sino que lo está acelerando ya hoy, impidiendo la organización de las capas populares vascas, tras una línea política revolucionaria. Igualmente, manteniendo una organización política y otra militar coordinadas, el proceso de asimilación por el reformismo, de sufrirlo, lo sufrirían las dos. La diferencia entre ambas, estriba en que la primera señal del comienzo de dicho proceso sería la indicación por parte de la vanguardia política de que la acción armada no es conveniente —cuando en realidad aún lo sea— y el intento de presionar sobre la organización armada para que poco a poco vaya desintegrándose. Es aquí donde aparece el carácter de último recinto de una estrategia revolucionaria que posee la organización militar: el hecho de que todo cuerpo vivo desea perpetuarse, lo que le llevará a negarse a desaparecer, y más aún si la actividad ha dejado algunos de sus militantes al margen de la legalidad vigente. La vanguardia militar no es pues, más revolucionaria que la política sino el último reducto donde se refugia una estrategia revolucionaria cuando se encuentra en retirada.

Es desde esta perspectiva, creemos, desde donde debe analizarse el problema de la lucha contra la asimilación por el reformismo de la vanguardia política revolucionaria.

¿Cuáles son pues, las tareas de la organización armada de cara al logro de tal objetivo?

a) La existencia política independiente que le permita observar el juego político desde una perspectiva propia.

b) Una red de información socio-política que posibilite en la práctica la independencia de análisis planteada en el punto anterior.

c) Un tipo de acción dirigido a impedir todos aquéllos puentes entre la burguesía y el Pueblo que puedan ser utilizados por aquélla para atraerse a éste a sus cauces políticos.

d) Un aparato de propaganda propio y suficiente que evite a la organización militar la necesidad de intermediarios políticos, quienes en un momento determinado, podrían intentar desfigurar el sentido y los objetivos de la actividad armada. Las dos primeras realizaciones servirían para que la organización militar pudiese contrastar sus análisis con los de la vanguardia política, y de este modo, observar cualquier desviación de ésta, hacia una línea reformista.

Las dos últimas, tienen como objetivo, desarrollar las condiciones que potencien la conciencia revolucionaria del Pueblo, lo que constituye, sin duda alguna, la mejor forma para influir sobre la vanguardia política, con vistas a impedir que abandone la línea revolucionaria.

 

TIPO DE ACCIÓN ARMADA

1.— A nivel general. A nivel general nuestra acción armada ha de cumplir dos funciones: una táctica y otra estratégica.

a) Táctica. Una vez elaborada por K.A.S. una alternativa política y la correspondiente línea de intervención, la acción militar ha de estar orientada al logro del mismo objetivo. Esto se ha de manifestar fundamentalmente en la lucha por la consecución de los puntos programáticos de la alternativa que posean un carácter diferencial con respecto a las alternativas del Gobierno Vasco y la Asamblea democrática (en este sentido, las acciones dirigidas contra las fuerzas e instituciones represivas cobran un papel primordial).

El tipo de acción armada pues, ha de ser de carácter ofensivo, lo que se ve justificado por la negativa unilateral por parte de las fuerzas en el poder de aceptar la alternativa de K.A.S. considerada como marco político mínimo en el que puede expresarse libremente las diferentes fuerzas sociales de nuestro pueblo.

Una vez realizada la alternativa, el marco político varío cualitativamente e igualmente el tipo de actividad armada a realizar. En esta nueva etapa, no podemos prever el tipo de acción armada que seria conveniente, pero sí podemos anticipar que habrá de tener fundamentalmente carácter defensivo frente a los intentos de la oligarquía de imponerse al Pueblo por la fuerza, violando la legalidad constitucional. Es de prever que el enfrentamiento entre la oligarquía y el Pueblo Vasco, llegará a un punto critico que justificaría de nuevo, el paso a una estrategia ofensiva, esta vez de carácter definitivo.

b) Estratégica. El objetivo estratégico de la organización militar, será capacitarse para dotar al Pueblo de una dirección, unos cauces organizativos y unos remedios materiales, todo ello de carácter militar, que posibilite el triunfo popular vasco sobre la oligarquía española, una vez alcanzado el punto crítico de enfrentamiento antes citado. Si dicho enfrentamiento tendrá carácter insurreccional o de guerrilla prolongada, nos lo dirá el futuro aún imprevisible.

Puede pues, variar el tipo de dirección, de organización y de medios materiales (armamento, infraestructura, etc.) a lograr; pero de cualquier modo cuadros militares, organizaciones capaces de integrar a los sectores del Pueblo en disposición de lucha y armamento e infraestructura son objetivos estratégicos a ir consiguiendo ya desde hoy.

Por último, hay otros dos objetivos estratégicos igual de importantes que los anteriores: prestigiamiento de la propia actividad armada (fundamental en el aceptado supuesto de que hayamos de atravesar una etapa democrático-burguesa) y potenciación de K.A.S. como instrumento político de carácter estratégico.

2.— A nivel coyuntural. Hasta la muerte de Franco, las acciones de E.T.A. apenas habían sido puestas en cuestión por ningún sector del Pueblo Vasco. Pero desde su desaparición y merced al consentimiento de que disfrutan las fuerzas reformistas, han logrado un mayor auditorio, lo que ha situado al Pueblo en una posición más crítica frente a nuestra acción. Esto, que hemos podido comprobarlo en la práctica, obligaba a un tipo de acción extremadamente selectivo que no hemos sabido, o podido, realizar.

No es que las campañas contra chivatos y miembros de las fuerzas represivas o en defensa de la lkurriña, hayan sido negativas; al contrario, este tipo de acción, es necesario en cuanto su objetivo lo constituye la base reflexiva del sistema continuador de la dictadura. Pero no es suficiente; dichas acciones han de verse completadas con otras más ejemplares y espectaculares, ya que de lo contrario estaría en cuestión incluso la capacidad militar de E.T.A.

Así pues, el tipo de acción necesaria hoy es aquél que por su precisión y selectividad vuelva a dejar fuera de dudas la capacidad de E.T.A. y reafirme su prestigio.

Existen por último, dos objetivos fundamentales a lograr urgentemente y que ya han sido mencionados en párrafos anteriores.

1.— La consolidación de K.A.S. Por buena disposición y acierto que posea la organización militar, mientras K.A.S. no se consolide y dote de unos programas de intervención a corto y largo plazo, la acción armada, que sólo tiene sentido coordinado con las masas de acción, será incoherente y discontinua. Para que la organización militar desarrolle una línea de acción por lo menos coherente —al margen de que sea correcta o incorrecta— es preciso que K.A.S. cumpla los requisitos anteriores.

Igualmente, mientras la iniciativa política de la oposición en Euskadi Sur a nivel de masas, esté en manos de fuerzas ajenas a K.A.S., la organización militar, en la medida en que quiera desarrollar una actividad de apoyo en las masas, se verá imposibilitada para llegar a tiempo y cobrará un carácter defensivo desde el punto de vista de las relaciones internas a la oposición. La acción armada únicamente podrá tener carácter ofensivo, no sólo frente al Gobierno sino al resto de las oposición, cuando K.A.S. tome la iniciativa en el campo de la acción de masas.

2.— Un potente aparato de propaganda. Tras la muerte de Franco, el Gobierno ha iniciado una política de grandes promesas y reducidas realizaciones liberalizadoras; igualmente la oposición reformista ha sido consentida con la clara intención de estirpar el mal revolucionario. Para poder enfrentarse a esta nueva problemática y mantener el prestigio de la actividad armada, apenas basta hoy —y cada día menos— llevar a cabo una acción selectiva y clara, puesto que cada vez son más los enemigos de nuestro pueblo que se disfrazan de amigos. Para que la actividad armada en vez de ser negativa ayude al desmantelamiento de las campañas seudoliberalizantes y reformistas, es preciso además, que cada acción pueda ser perfectamente explicada y que cada explicación, pueda llegar masivamente al Pueblo Vasco, quien, en el contexto geopolítico de una Europa burguesa en que nos toca luchar, es nuestro único apoyo, por lo menos a corto plazo.

 

SOBRE EL PARTIDO A CONSTRUIR

Por parte de la representación de la organización político-militar en la Comisión conjunta, se nos ha comunicado que existen en el seno de su organización militantes favorables a mantenerla como vanguardia político-militar y crear un partido de masas populista amplio como organismo de intervención política en el futuro previsible régimen liberal. No sabernos si ésta es exactamente la postura de dicha tendencia, y esperamos a que se expresen por escrito para hacer un juicio crítico respecto a ella.

No obstante, en la medida en que dicha postura pueda aproximarse a la mencionada, damos nuestra opinión respecto a ella.

Un partido populista, amplio por su propio carácter, buscaría desplazar E.H.A.S. y L.A.I.A., intentando recuperar sus bases sociales y sustituir las funciones que hoy ejerce o pretende ejercer K.A.S.; a esto lo consideramos un error, además, muy grave. Porque es muy peligroso hacer un planteamiento destructivo antes de haber demostrado capacidad para construir una opción mejor que la existente, y porque no consideramos factible el desplazamiento de E.H.A.S. y L.A.I.A. que, mejor o peor, llevan más de año y medio organizando unos sectores sociales que confían en ellos.

Por otra parte, creemos firmemente en la necesidad de que el Pueblo se dote de una vanguardia política si desea llevar a cabo la revolución popular. Es evidente que un partido populista no posee las condiciones necesarias para cumplir el papel de vanguardia. Conscientes de ello, los partidarios de esta postura parecen optar porque dicho papel lo juegue la organización político-militar.

¿Pero una organización político-militar puede constituirse hoy en vanguardia política del Pueblo Vasco? Nuestra opinión es que no, rotundamente no. Y ello por dos razones:

a) La menos importante —aún siéndolo mucho— es que la estructura político-militar no puede ser llevada hasta sus últimas consecuencias a todos los niveles de la organización y los sectores militares de la organización político-militar no son homogéneos ideológicamente, lo que le incapacita para convertirse en vanguardia y mantener una línea de dirección política homogénea.

b) La más importante, que la pretendida vanguardia político-militar sufriría constantes caídas, lo que llevaría bien a la destrucción del partido populista, si consiente seguir unido a su vanguardia, bien en el caso más probable, vista la experiencia con L.A.B., el rechazo de dicho partido hacia la vanguardia político-militar. En el primer caso el Pueblo quedaría en manos ajenas a los intereses socialistas patrióticos y en el segundo, abandonado en las manos de un partido heterogéneo, incoherente e incapaz de ofrecer una línea precisa con el riesgo de que dicho partido cayese en manos oportunistas de cualquier tendencia.

Nos parece pues, que la única manera de dotar al Pueblo Vasco de una dirección política revolucionaria y construir a partir de lo que ya existe, es crear un Partido de vanguardia, homogéneo ideológicamente, revolucionario, que ocupase en el seno de K.A.S. el lugar que hoy ocupa la organización político-militar.

El respeto por parte de dicho partido a la existencia de E.H.A.S. y L.A.I.A. no significa que no debe desarrollar una lucha política e ideológica fraternal de cara a lograr entre dichos partidos y a un desplazamiento de militantes favorable a sus intereses de partido.

El Partido y la lucha armada. Evidentemente en el caso de una democracia burguesa ningún partido político puede legalmente, defender la práctica armada, ya que ésta no tiene cabida en una constitución burguesa. Pero para este partido no existirá democracia-burguesa, no existirán cauces de libertad suficientes hasta que, la constitución legal esté basada en su programa de alternativa. Así pues, hasta dicho momento, podrá defender toda acción armada dirigida al logro de la alternativa, manteniendo una postura ambigua frente a otras acciones de tipo estratégico no directo y claramente justificables en base a la alternativa. Por supuesto, ello le acarreará una represión mayor que a otros partidos pero en la medida en que nuestro pueblo haya asimilado la alternativa, la desventaja a corto plazo que cause esta represión se verá ampliamente superada por la confianza que el Pueblo depositará en el Partido además de crear en el Pueblo una conciencia mucho más combativa que posibilite la continuación del proceso revolucionario.

En la medida que en el Pueblo se vea una tendencia irreversible de desinterés por el logro de la alternativa, en esta medida, el partido deberá ir marcando sus distancias respecto a la acción armada. No obstante, en cualquiera de los casos será la organización militar quien debe hacer su propia propaganda y el Partido deberá evitar siempre la práctica apologética de las acciones concretas limitándose a señalar una línea de conveniencia e inconveniencia de la actividad armada.

Una vez lograda la realización de la alternativa, el partido deberá pasar a plantear la actividad armada como una posibilidad que puede hacerse necesaria a causa de un ataque armado por parte de la oligarquía; es decir, deberá tener constantemente alerta al Pueblo frente a dicho peligro indicándole para ese caso la necesidad de defender por las armas las conquistas logradas. A la vez, y desde los resortes de poder legal conseguidos, intentará cubrir y apoyar, de modo más o menos cubierto, según lo indique y posibilite la coyuntura, el desarrollo de la organización armada revolucionaria tanto a nivel popular como a nivel de las instituciones armadas del Estado.

 

Gora Euskadi Askatuta!! Gora Euskadi Sozialista!!

 

E.T.A.
(EUSKADI TA ASKATASUNA)

 

 

 

Ver el documento en