ZUTIK! 42 ESPECIAL

1966

  

  

CONTENIDO

Nota al ZUTIK 42

Aurkezpena

Presentación

Reflexiones sobre la actual situación en el estado español

El desarrollo estancado

En torno a la integración

Dentro y fuera: una cadena de conflictos

El doble juego de la burguesía

Antifranquismo y algo mas

Ante una nueva estrategia capitalista

Una explotación permanente, una opresión total   

Democracia de masas y autonomías

ETA'ko batek esan duna

Declaraciones de un miembro de ETA

 

NOTA AL ZUTIK 42

 

La nueva serie iniciada en el número anterior plantea en éste una revisión de conceptos a partir de un análisis centrado en los cambios que se inician en el Estado Español de la mano de la tecnocracia Opusdeísta. En el artículo "Democracia dé masas y autonomías — Por una acción en todos los frentes" se recogen las influencias del PSU francés que acompañarán durante algún tiempo las publicaciones de ETA-BERRI.

Este Zutik 42, distribuido en el verano del 66, recibió un fuerte rechazo de la base militante, que incluso destruyó ejemplares en zonas de Vizcaya pegándoles fuego. Se estaba preparando la V Asamblea de ETA.

J.N.

 

AURKEZPENA

 

Gure mugimentua errien aurrean agertu zala badira zortzi urte, ta gure egin-bearra oraindik osatzen eta orduan asi genduen egite arek, gaur, karakteristika berriak artzen ditu. Gure izaera aldaketa askogatik nabarmendua izan da, ta eguneroko bizitzan sartu ta gabiltzanok, gure egite edo misioa apalapal betetzera beartuak gaude.

Gaurko "ZUTIK" espezialak, alegiñak egingo ditu gure errealidade sozialak, zuengana irixteko begiratasun sozialistatik ikusiaz. Emen ez dira konklusio zeatzak artuko. Baiñan bai gure asmoak argiago azaldu. Orregatik zenbaki ontako lan edo artikuloak luze xamarrak izango dira. Barkatu, darabilkigun izkuntzagatik, askotan ulergaitza, tegnikoegia alegia. Gure ustean gauza zerate indartxo ori egiteko. Urrengo "ZUTIK" betikoa bezelatsu irtengo da (labur eta errexagoa).

Arren, zenbaki oni dagokionez lan egin zazute, taldean ikasi ta alkarrekin itz egiñaz. Baita ere zuen iritziak idatzi ta biali gutar bateon batekin.

 

PRESENTACION

 

A los ocho años de la aparición a la vida pública de nuestro movimiento se presenta ante nosotros la necesidad de seguir buscando, de continuar la revisión que entonces se inició y que hoy adquiere nuevas características.

Nuestra existencia se ha definido por una serie de cambios que entroncados en la vida práctica nos van señalando la misión histórica que, humildemente, estamos llamados a cumplir.

Este número especial de "ZUTIK" tratará de aproximarnos a nuestras realidades sociales desde una perspectiva socialista. No se adoptarán aquí conclusiones concretas. Sin embargo, conviene ir definiendo más abiertamente nuestros objetivos presentes. Ello explica la extensión de los artículos y de este número en su totalidad.

Debemos disculparnos, también, por el lenguaje empleado —no siempre de fácil comprensión, un tanto técnico en ocasiones. Esperamos que sepáis hacer un esfuerzo, bien entendido que a partir del próximo "ZUTIK" volveremos a la fórmula de siempre (artículos más cortos, más sencillos...).

Os pedimos que concedáis la atención debida a este número, cuidando su estudio y discusión en grupo. Procurad escribir vuestras impresiones y entregarlas a algún militante.

 

 

REFLEXIONES SOBRE LA ACTUAL SITUACIÓN EN EL ESTADO ESPAÑOL

 

En el Estado Español, la década de los 60 se está definiendo como una época de expansión económica. Expansión irracional, desordenada. Expansión que no siempre, y en este caso menos aún, significa desarrollo económico y social. Pero expansión al fin y al cabo.

Este hecho, a pesar de sus múltiples irregularidades, ha tenido la virtud de desmontar las argumentaciones de aquellos que consideraban que el franquismo perecería a derrumbarse el anárquico sistema capitalista, a cuyo servicio está, víctima de sus propias e insalvables contradicciones.

Como es sabido, cualquier forma de fascismo no es sino el resultado y culminación de un estado de aguda y total crisis económica, social y política resuelto a favor de las clases poseyentes. Así mismo, el crecimiento del producto nacional bruto en un país cualquiera, viene a posibilitar un mayor diálogo entre las diferentes clases sociales. En otras palabra: el fascismo que responde a las necesidades de unas clases determinadas en una situación dada, deja de ser necesario cuando se transforman las circunstancias que lo originaron.

 

X   X   X

 

La incorporación al régimen de la tecnocracia del Opus Dei ha señalado el principio de una nueva era del capitalismo hispano. Ha demostrado que existen unos sectores capitalistas más dinámicos que los del 36 que están dispuestos a adoptar unas medidas que acaben con el desorden de la libre especulación tal como se ha venido entendiendo hasta hace poco tiempo. Esto no es nada nuevo. Los economistas burgueses han explicado a lo largo de este siglo que el capitalismo liberal debe dejar de ser liberal si quiere seguir siendo capitalismo. (Ver el artículo “ANTE UNA NUEVA ESTRATEGIA CAPITALISTA”).

El Plan de Estabilización (1959) y el Plan de Desarrollo (1964-67) son las más significativas realizaciones de los tecnócratas opusdeitas. A continuación nos referiremos a las limitaciones de carácter estructural que han hecho del “desarrollo” previsto en el Plan poco menos que una utopía. De este modo nos situaremos en el centro de los problemas con los que tropieza el fascismo.

 

 

EL DESARROLLO ESTANCADO

 

En efecto, no basta con redactar un plan para que éste se lleve a cabo. Son precisas unas condiciones de tipo estructural y superestructural que en el Estado español están muy lejos de ser alcanzadas. Por otra parte las condiciones de uno y otro orden (estructuras mentales, económicas, políticas, etc.) están sujetas a una severa interrelación.

Así por ejemplo, la sustentación de la economía sobre dos pilares tan frágiles como son los ingresos de divisas proporcionados por la inmigración turística y por las inversiones de capital del exterior, ha obligado a conceder unos especiales privilegios al capitalismo internacional. Consecuencias: los capitales del interior huyen al extranjero para entrar luego bajo el patrocinio de una Banca suiza o americana y, esta consecuencia es más grave, los inversores del exterior van dominando los sectores claves de la economía estableciendo unas relaciones típicamente imperialistas.

Otra característica fundamental es la inexistencia de un fuerte poder planificador que pueda y sepa disciplinar al capital privado. Este hecho es causa de una serie de consecuencias que merece la pena enumerar:

- no hay posibilidad de reestructurar la empresa privada, convertida en feudo inviolable del propietario;

- al no poder imponer una tributación progresiva sobre la renta no sólo se cierra el camino a una redistribución de la riqueza, sino que, al mismo tiempo, se ignoran las naturales fuentes de ingresos para el Estado que le permitiera atender debidamente a las necesidades públicas mediante inversiones dirigidas y controladas (las inversiones públicas previstas en el plan no han sido realizadas en absoluto a la vez que se han creado unas necesidades que rebasan las previsiones iniciales);

- el abandono de la agricultura; la imposibilidad de enfrentamiento a los grupos de interés latifundistas que se produciría al primer intento de realización de la, cada día más urgente, reforma agraria, es otra de las graves consecuencias de la debilidad del pretendido poder planificador (las actuales tensiones inflacionistas han tenido su origen fundamental en la insuficiente producción agrícola, en la galopante evasión humana del campo, en la baja de los precios agrícolas -principal exportación del Estado español-en el mercado europeo...);

- finalmente hay que señalar que un poder fuerte que superara las tensiones internas de los grupos dominantes no conseguiría, por sí sólo, la integración de la clase trabajadora, condición indispensable para llevar a un buen término una política de rentas (que garantizara el “buen comportamiento” de la clase obrera a lo largo del período planificado). (Si bien es cierto que el sindicato vertical no ha conseguido más que fracasos en esta labor de integración, no lo es menos que la idea de una clase trabajadora asociada e independiente asusta demasiado, hoy por hoy a los empresarios. Esto no es óbice para que a la hora de negociar prefieran hacerlo con las Comisiones Obreras que, a nivel de fábrica, van adquiriendo un elevado grado de representatividad.)

 

 

EN TORNO A LA INTEGRACION

 

La estrategia neocapitalista no obtiene grandes resultados cuando se ve limitada al terreno económico. Efectivamente, los modernos teóricos de la burguesía saben que una política eficaz ha de ser una política total, (Ver e artículo “UNA EXPLOTACION PERMANENTE”) que abarque la vida de los hombres en su totalidad.

Algunos sociólogos, de los que ponen su ciencia al servicio del mejor postor, han inventado un término “científico” para describir el estado de ánimo de las sociedades industriales capitalistas en las que las modernas técnicas de enajenación han conseguido dulcificar las relaciones entre explotadores y explotados que, aun no hace mucho, se manifestaban con gran violencia en los países que actualmente se llaman “avanzados”. Esta término es “integración”.

Esto es sin duda el objetivo de los capitalistas más clarividentes del Estado Español: realizar una sociedad integrada en la que sus planes no encuentran obstáculos. La prolongación de la experiencia fascista no sería un remedio integrador pero sí cumple, mal que bien, su papel de contención. ¿Podrá hacerlo durante mucho tiempo?, ¿No existen, junto a sus ventajas, unos males, para la propia evolución del capitalismo que solo con el franquismo desaparecerían?... vamos por partes.

 

 

DENTRO Y FUERA: UNA CADENA DE CONFLICTOS

 

En el interior del régimen van tomando fuerza una serie de tensiones que, sintéticamente, dividiremos en dos apartados. En el primero de ellos incluiremos a los conflictos entre los grupos de interés en lucha por el poder económico, en el segundo los de los grupos políticos que ostentan el poder, o que participan en él directamente.

  1. a) En el terreno estructural las tensiones no han sido demasiado fuertes hasta la fecha, pero cabe prever que adquirirán una mayor importancia en poco tiempo. La alianza capitalista del 36 conserva una gran solidez. Sin embargo, la constitución interna de la misma no es la misma hoy que entonces. En estos últimos años, y de un modo progresivo, se puede apreciar un palpable crecimiento del poder de decisión de la burguesía industrial en perjuicio —no excesivo, desde luego— de los terratenientes latifundistas.

Los conflictos han de tomar fuerza en la medida en que la estructura semi-feudal de la agricultura está impidiendo un desarrollo equilibrado y amplio de la economía. Está actuando a modo de freno de los sectores capitalistas más dinámicos.

Esta situación, creemos, ha de proporcionarnos acontecimientos si no sustanciales, sí, por lo menos, sustanciosos.

  1. b) A nivel superestructura' o político e ideológico los conflictos son más vivos y patentes.

Los falangistas, los militares, los carlistas y los monárquicos prestaron su aparato político al capitalismo español en la II República. Al concluir la Guerra Civil quedaron descartados los monárquicos juanistas. Al mismo tiempo los carlistas comenzaron a desconfiar del nuevo régimen, mayormente a causa de la unión, impuesta de fuera, con los falangistas.

El ejército, al principio de un modo fortuito, y posteriormente por la acción personal de Franco ha ido convirtiéndose en un ejército sin generales, supeditado todo él a la personalidad del "Generalísimo". Y, es bien sabido, que un poder militar sin jefes "en la cumbre" sirve para muy poco.

La falange ha recibido duros golpes. Por un lado está siendo reducida a lo que se ha dado en llamar ministerios "políticos" (movimiento, gobernación...) siendo cubiertos los puestos económicos y administrativos por las nuevas promociones de los miembros del Opus. Por otro lado la escisión entre los falangistas del Movimiento (o "corrompidos") y los falangistas "de verdad" (independientes) se acentúa en amplitud y profundidad.

La aparición del Opus Dei, más como una masonería que como un nuevo partido, propugnando el ideal neocapitalista del “enterremos la política para resolver los problemas técnicos del estado” (ocultando que su ideología (no-ideológica” no es otra cosa que una nueva fórmula para eludir la discusión sobre el Estado capitalista, su moralidad, su humanidad, cual es su significado, etc.,), viene a representar la creciente necesidad de llevar a la práctica una nueva política económica adecuada a la evolución del capitalismo.

Este nuevo grupo en liza no parece estar en contradicción abierta con los anteriores, con la excepción de la falange que ve en él su enemigo mortal. A su vez se va recrudeciendo la disputa entre carlistas y monárquicos. Esta lucha, en nuestra opinión, puede tener un alcance relativamente grande.

La Iglesia, por su parte, que ha venido cumpliendo como ha podido con el papel de enlace entre los diferentes grupos de derecha, y con el de soporte ideológico de las mismas, está tropezando últimamente con duros escollos. Ya no son solamente el clero vasco o catalán los que dan guerra, Juan XXIII, el Concilio, la evolución general de la Iglesia han impulsado una corriente democrática, en ocasiones profundamente progresista, que está originando serios trastornos no sólo a la Iglesia española, sino al Régimen en su totalidad.

En las filas de la oposición el panorama ha cambiado, y sigue haciéndolo, sensiblemente. Sin entrar en detalle porque las limitaciones de espacio nos lo impiden no podemos dejar de señalar algunos rasgos ciertamente reveladores.

La necesidad de integrar al país, a una sociedad determinada, a un proyecto socio-económico concreto ha sido muy deficientemente resuelta por el aparato fascista. La universidad, si bien es cierto que parcialmente, se ha revelado contra el papel que se le había asignado. Las conquistas de los universitarios son ya algo irreversibles. Y la cosa no parará ahí. La clase obrera está siguiendo un camino semejante en el sentido de organizarse como tal al margen de las instituciones oficiales. Todavía no se puede catar victoria; el sindicato vertical ha de darnos mucho que hacer. Y, antes de rendirse, se buscarán formas organizativas semi-controladas que no podrán ser llamadas sindicatos obreros. Actualmente la desunión de la clase trabajadora es el más grave obstáculo para la realización de un programa coherente y eficaz. La proliferación de grupos y partidos con aspiraciones propias por encima de los intereses de clase y de unos planteamientos excesivamente radicalizados en un sentido u otro perpetúa esta situación de división.

Junto a la revitalización de estos dos frentes, el universitario y el obrero, existen dos hechos que deben ser destacados:

  1. a) La agudización de los problemas nacionales catalán y vasco es algo evidente. Sin embargo, no hay que olvidar las serias discrepancias que se han forjado en el seno de la oposición respecto a estas cuestiones, las tremendas distancias que separan a unos y otros grupos que pretenden defender lo mismo, la falta de diálogo entre las organizaciones democráticas, el anquilosamiento táctico, los prejuicios ideológicos...
  2. b) Otro aspecto de importancia es el nacimiento y maduración de una oposición demócrata-cristiana en Madrid que cuenta con líderes relativamente populares y que con el apoyo de ciertos sectores católicos y universitarios no encontrará demasiadas dificultades en presentarse como partido líder de la oposición liberal dentro de la cual van introduciéndose paulatinamente las burguesías nacionales vasca y catalana.

Esta visión de los conflictos políticos del Estado español no puede ser completa. Tampoco lo pretende. Simplemente se ha intentado señalar la evolución de las fuerzas en juego y las líneas generales que guían el proceso histórico en el cual estamos sumergidos.

 

 

EL DOBLE JUEGO DE LA BURGUESIA

 

Aunque ya se ha apuntado brevemente cuál es la situación de la burguesía en el Estado español, creemos necesario insistir en este aspecto por ser una cuestión esencial para determinar la postura a seguir frente a ella. Es necesario profundizar con ello si aspiramos a hacer que nuestra lucha no se limite a una oposición patriótica y democrática.

Es fundamental saber hasta dónde puede llegar ella para saber hasta dónde debemos ir nosotros en unos plazos correlativos, sin perder distancia, sin dejarnos engañar por sus mitos. Es fundamental estar en el secreto de su dinámica para pasar a la aplicación de una estrategia ofensiva, de conquista, de apropiación progresiva.

La burguesía atraviesa una situación relativamente difícil. El fascismo va mostrándose como inservible para sentar las condiciones de una sociedad neocapitalista, para resolver las contradicciones entre la actual estructura económica y las superestructuras legales y administrativas. El fascismo aparece incapaz de instaurar un sistema de libertades individuales y sociales que son condición y consecuencia de cualquier sociedad neocapitalista. El actual aparato represivo, por otra parte, no puede ser eterno y, sobre todo, desde la perspectiva de los intereses capitalistas, van desapareciendo las últimas razones para prolongar este estado de cosas.

Esas libertades que tanto deseamos no son un peligro –y sí una necesidad- para un régimen neocapitalista siempre que se den unas condiciones-base como son un determinado grado de desarrollo económico, una administración inteligente, unas instituciones “integradas”...

Si el franquismo perdura como tal no se debe a una imperiosa necesidad de las clases poseyentes que se identifican con el aparato político (como ocurrió en el 36). La explicación, después de lo dicho, no puede ser tan simple. El franquismo ya no es el régimen ideal para la burguesía. Pero no es menos cierto que sí es un mal menor, sí es cierto que el aparato político se desenvuelve sujeto a la ley de la inercia que lo mantiene en pié hasta que surja una fuerza de signo contrario capaz de derribarlo y sustituirlo.

Si la burguesía no ha encontrado nada mejor hay que averiguar, en su composición y evolución condicionada por los factores externos, el porqué de esta incapacidad política ocasional.

En este terreno la cuestión adquiere un sentido más coherente.

Después de los largos años de abandono de la política en manos los políticos y precisamente cuando la burguesía comienza a participar directamente en las funciones de Gobierno de un modo más amplio que nunca (entrada la década de los cincuenta), la misma burguesía impulsa el Plan de Estabilización que tiene como consecuencia la eliminación de la pequeña burguesía (que posteriormente ha sido casi totalmente sustituida por nuevas generaciones pequeñoburguesas, particularmente en Euzkadi) y la destrucción de la autonomía socio-económica de la media burguesía. Al mismo tiempo se han consagrado las dos únicas clases fuertes que se enfrentan más abiertamente y profundo de día en día: el capitalismo monopolista y el proletariado.

La burguesía monopolista está en el poder, no hay duda, pero de una manera indirecta, mediatizada, incompleta. Necesita todo el poder para ella. Y sin embargo, como vemos, no le resulta fácil conseguirlo. La alianza con la pequeña y la media burguesía que tanta falta le hace no se logra sin esfuerzo. Son precisos unos cauces políticos, una gran independencia política que no posee. No obstante parece que la democracia cristiana española y los nacionalismos conservadores vasco y catalán pueden servir muy bien al efecto. La oposición burguesa está ahí. Pero no está ahí solamente. No ha renunciado a los servicios del Opus, no se atreve a enfrentarse abiertamente a la derecha falangista, al ejército, al viejo aparato, en fin.

La burguesía vasca no ha quedado rezagada en este doble juego. Ha adquirido un gran poder económico extendido más allá del Ebro y del Duero, se encuentra bien pero no suficientemente a gusto. No se atreve a jugar la baza de la revolución burguesa pero tampoco desecha la idea. Fortifica, o trata de hacerlo, sus posiciones en la "oposición". Influye, y controla, en los viejos partidos de la preguerra. Adopta el disfraz nacionalista o religioso para mantener al pueblo vasco maniatado... La burguesía vasca y sus colegas del Estado español quieren ganar todas las partidas, ¿lo conseguirán?

 

 

ANTIFRANQUISMO Y ALGO MAS

 

En los momentos actuales debemos, más que nada huir de fáciles esquematismos. Hay que rechazar, por ejemplo, esa peligrosa consigna que reza así: "Hoy, hemos de unirnos para echar a Franco; mañana ya veremos".

Es obvio que echar a Franco (es decir destruir el Franquismo) es necesario para cualquier desarrollo democrático posterior. Pero no es menos evidente que las organizaciones de la clase trabajadora, los socialistas y los demócratas deben ir más lejos.

Y al decir “ir más lejos” no queremos decir, en forma alguna, que el orden democrático del 36 debe ser restituido íntegramente (incluidos los Estatutos de Autonomía). En ninguna forma. Descomponer la resolución en una serie de objetivos limitados y de simple alcance superestructural equivale a ignorar la complejidad del proceso revolucionario de una sociedad moderna. Equivale a ignorar que las revoluciones hoy tienen un carácter integral desde sus primeras fases como respuesta lógica a una opresión integral.

Desde este prisma no resultará difícil comprender que un socialista consciente condene toda postura que tienda a unir, o a incorporar, a la clase trabajadora en los proyectos democrático-burgueses del capital monopolista

La clase trabajadora debe conservar en todo momento su independencia de clase y de lucha decidida por su unidad. Las formulaciones estratégicas e ideológicas que preconizaban diferentes “reconciliaciones” como base para la constitución de un frente antifranquista han permitido a la burguesía llevar a cabo diversos intentos para desviar la atención del trabajador de la lucha de clases.

La revolución burguesa, en su totalidad, no es cosa nuestra, aunque parcialmente algunas de sus atribuciones constituyan un objetivo urgente. Es necesario, desde ahora mismo, luchar contra el franquismo con todas nuestras fuerzas, luchar por la libertad de Euzkadi con todas nuestras fuerzas, pero, al mismo tiempo, y con todas nuestras fuerzas también, oponernos a la oligarquía financiera, ganarle terreno, instaura –o conquistar— una progresiva democracia de base —edificada de espaldas a los partidos— que se contraponga al régimen social, político y económico que la burguesía propone como ideal (ver el artículo “DEMOCRACIA DE MASAS Y AUTONOMIAS”).

La coyuntura es progresivamente favorable para una extensa y profunda acción, ¡Por el socialismo y la democracia del pueblo trabajador!.

 

 

ANTE UNA NUEVA ESTRATEGIA CAPITALISTA

 

La intervención del Estado en la vida económica de los países capitalistas es un acontecimiento histórico que ha venido a alterar grandemente los supuestos sobre los que se basaba la estrategia revolucionaria hace aún muy poco tiempo.

Los planes económicos, la política de rentas, la organización estatal de la Seguridad Social, la progresiva importancia de la cartera de pedidos del Estado (impulsada por el gasto militar mayormente), el desarrollo tecnológico, son las características de una politica neo-capitalista que, ocasionalmente, puede llegar a unos extremos que hubieran resultado increíbles hace treinta años (nacionalización de ciertos sectores más "comprometidos", con el consenso de las clases dirigentes, naturalmente).

Este cambio de estrategia ha producido unos efectos bien visibles en las modernas sociedades capitalistas. Las correcciones realizadas sobre el viejo sistema no han logrado superar las contradicciones inherentes al capitalismo en general. Pero sí han conseguido atenuar sus crisis, garantizar un beneficio estable al inverso capitalista, una evidente eficacia en la lucha contra el paro, el aumento del producto nacional y la consiguiente reducción de la miseria a unos sectores de la población muy localizados y controlables.

Se puede hablar, pues, de una reforma capitalista. Esta reforma se ha realizado desde dentro del sistema, para resolver sus necesidades. No tiene nada de extraño, entonces, que los fundamentos o características esenciales hayan permanecido intactos. Efectivamente, tanto en el viejo como en el nuevo capitalismo encontramos la característica que define al sistema, a saber: la propiedad privada de los medios colectivos de producción. Y las consecuencias directas de ello se manifiestan con mayor fuerza en la "nueva sociedad": la organización de la producción por la clase capitalista (en este caso con el auxilio del arbitraje del Estado sobre los distintos grupos de interés), la orientación de la producción a formar un creciente beneficio para el capital (siendo el beneficio el único móvil de la sociedad capitalista), la no planificación de los recursos productivos en función de las necesidades humanas...

El "neocapitalismo", como vemos, es capitalismo al fin y al cabo. La conclusión, desde un punto de vista socialista es ésta: moralmente, humanamente, no hay diferencias entre el capitalismo liberal y el capitalismo moderno, los dos son igualmente inhumanos.

Sin embargo, aunque sustancialmente nada haya cambiado, sociológica, política y económicamente son muchas las cosas que han cambiado.

No podemos aquí hacer un sumario de las nuevas condiciones que aparecen y configuran la sociedad moderna pero si hemos de insistir en algo realmente fundamental que muchos socialistas revolucionarios no tienen en cuenta al formular planteamientos estratégicos confeccionados en el pasado.

Nos referiremos al siguiente fenómeno: para las masas trabajadoras de la Europa del siglo XIX, el socialismo pudo aparecer como una necesidad evidente, no tanto por su contenido positivo específico como por su carácter de ruptura, de negación de la miseria engendrada por el capitalismo liberal.

Actualmente la situación no es la misma. En los países desarrollados —como el nuestro— la miseria ha quedado reducida a unas zonas y trabajos limitados y sobre una población heterogénea y atomizada. El proletariado —objeto de la miseria en los primeros tiempos de la revolución industrial— no vive ya en condiciones miserables. En resumen: la miseria hoy no puede ser el motor de la revolución socialista.

El capitalismo no puede ser vencido apoyando la lucha en su intolerabilidad. Los lanzamientos revolucionarios deben encontrar una apoyadura más sólida.

La revolución socialista ya no requiere solamente, como antes, la disciplina de un partido, la unidad de la clase obrera, la astucia en la aplicación de la estrategia político-militar. Todo eso hace falta, pero no basta. La construcción del socialismo en una sociedad moderna exige, en primer lugar la elaboración —en cada lugar y en cada momento— de una estrategia adecuada que pueda ser opuesta con eficacia a la nueva estrategia capitalista, y, en segundo lugar, la concienciación progresiva de las clases populares unidas en la realización consciente del socialismo.

 

*   *   *

 

Una pequeña parte de nuestro pueblo, del otro lado del Bidasoa, sufre ya hace años los efectos del neocapitalismo francés. En el Estado español las cosas son muy diferentes, no es preciso decirlo, sin embargo es conveniente que sepamos ver más allá del fascismo que en algunos momentos puede velarnos la inteligencia con su aparato político. Es importante que nos preparemos desde ahora mismo —antes de que el franquismo esté vencido, antes de que la libertad de Euzkadi sea un hecho— a enfrentarnos a lo que subyace bajo todo ello: el capitalismo monopolista de Estado, se trate de un Estado español, francés o vasco.

 

UNA EXPLOTACION PERMANENTE, UNA OPRESION TOTAL

 

I

 

En una sociedad en la que los medios de producción están en manos de unos pocos privilegiados, en una sociedad en la que el motor de la actividad productiva es el beneficio capitalista no tiene nada de sorprendente el hecho de que la fuerza de trabajo, factor-origen de la plusvalía o tasa de ganancia, sea considerada como una mercancía más, sujeta como cualquier otra a las condiciones del mercado.

A nadie se le escapa que una sociedad semejante está marcada por el signo de la división en clases: por una parte las poseyentes, las detentadoras de los títulos de propiedad de los medios colectivos de producción, por otra parte la clase de los que no tienen otra cosa que su trabajo y que, por lo tanto, deben ponerlo en venta esperando al mejor comprador. Entre éstos y aquellos aparecen diversos sectores o clases sociales intermedias.

Sin embargo, hay algunos que aún no negando esta división, se niegan a reconocer sus fundamentos, tratan de creer que "todo es normal", pretenden ignorar el patente régimen de explotación del hombre por el hombre que está a la base de toda estructura capitalista.

Pero esta explotación que sólo los explotadores discuten, trasciende los límites de la fábrica, de la obra. La dictadura del capital va más allá de las estrictas relaciones de producción.

Veamos.

 

II

 

No seria concebible un régimen de explotación como el descrito en una sociedad en la que el pueblo trabajador ostentara el poder político. Y, a la inversa, la explotación capitalista sólo es posible cuando va acompañada por una organización política que tienda a dejar las cosas como están. Esta organización de la sociedad, el Estado, nunca puede ser una entidad paternalista y neutral que se limite a arbitrar soluciones ante los conflictos que se producen como consecuencia de la lucha de clases. El Estado, cualquiera que sea, siempre está comprometido, con unos u otros, con los propietarios o con los que no lo son.

El aparato estatal burgués (administración, ejército, policía...) es el complemento superestructural de una estructura capitalista que tiene como misión mantener el orden, es decir, mantener las posiciones adquiridas por los que se benefician con una ordenación social determinada.

Para consumar esta apropiación de la política se produce una concentración de los centros de decisión lejos del alcance directo de la clase trabajadora (así, por ejemplo, la burguesía está dispuesta a admitir la democracia indirecta al compartir el Parlamento, el Senado o la Cámara con los elegidos de la “izquierda”, pero se resiste a consentir una pérdida del “dominio compartido” al rechazar las fórmulas de democracia directa, la descentralización, las autonomías de base, la autogestión de los órganos políticos) (esta feroz centralización es una característica común a los dos estados—el francés y el español— en los que radica nuestro pueblo, por ello tiene una especial importancia para nosotros).

 

III

 

El capital es dueño de las fábricas, de los servicios, del ejército... pero no es suficiente. Trata de apoderarse, también, de los tiempos libres de los trabajadores.

Para ello dispersa a la clase trabajadora (le hace vivir en un sitio y trabajar en otro, separándola así del medio de producción y desuniéndola), dirige la cultura determinando quiénes han de tener acceso a ella y definiendo cómo ha de ser, ordena por medio de la publicidad lo que se ha de consumir, suplanta o enajena la libertad de los hombres imponiendo, con los medios de difusión en su poder (cine, radio, periódicos, TV), unas costumbres, una moral, unas ideas; corrompe la conciencia. Pone en circulación unos mitos, unos prejuicios, unos tabús (doctrina del menor esfuerzo, amor al prójimo —incluso al patrón—, la familia como contención del ímpetu revolucionario, la prostitución simultaneada con el ideal de la virginidad, la “paz”, el “orden”, el buen “caudillo” y el mal comunista...)

De este modo se configura una situación de rapto, de alienación, de la capacidad de libertad de los hombres. El capitalismo al extender su radio de acción intenta reducir al mínimo posible el margen de la elección de sus “recursos humanos”, de sus consumidores. Esta ampliación permanente de la opresión tiene por objeto desligar al trabajador de su “ser de clase”, privarle de la conciencia de clase que junto con la unidad le permitirá realizar su misión histórica que supone la destrucción de la sociedad dividida al mismo tiempo de su realización humana.

 

IV

 

El cuadro brevemente descrito puede parecer desolador. Corresponde, sin duda, al titulo de estas líneas "Una explotación permanente, una opresión total”. El complemento de lo dicho hasta aquí lo aportará el próximo artículo. Sólo se ha pretendido exponer unas realidades que con frecuencia se arrinconan por la fraseología revolucionaria. Se trata, simplemente, de llamar la atención sobre el moderno fenómeno de la progresiva expansión de la influencia capitalista a todos los niveles de la sociedad, a todos los estratos de la vida humana. Es preciso comprender el alcance de esta tiranía integral para oponerle una estrategia consecuente.

 

 

DEMOCRACIA DE MASAS Y AUTONOMIAS

 

Por una acción en todos los frentes

 

La construcción del socialismo es una labor a realizar. Las fuerzas políticas en ello comprometidas han dado diferentes respuestas a la pre­gunta ¿cuáles son los pasos a seguir?

Algunas han afirmado: para realizar la revolución socialista es necesario realizar antes la revolu­ción democrático burguesa. Entre éstas se han producido ciertas disensiones al pensar unas que el régimen democrático a instaurar había de ser unitario, uno e igual para todo el Estado español, al creer otras que con la vuelta de las libertades políticas habían de resti­tuirse los derechos nacionales adquiridos por los pueblos vasco y catalán en la preguerra.

Naturalmente, si nosotros pensá­ramos así estaríamos con estos últi­mos y si las circunstancias lo exi­gen, con ellos estaremos. Claro que la cuestión no es tan simple.

Pensar que hoy es viable hacer la revolución antifranquista es tanto como desconocer las condiciones objetivas y subjetivas en presencia en el Estado español. Creer que el franquismo va a permanecer donde está ahora esperando a que las con­diciones se creen, es tanto como desconocer la naturaleza del fascis­mo y las leyes de la evolución del capitalismo. Sacrificar, en fin, la acción profunda en todos los fren­tes y de cara, desde ahora, al neo-capitalismo, por una costosa prepa­ración para llevar a cabo la revolu­ción antifranquista, es, desde un punto de vista socialista y revolu­cionario, suicida.

Por esto consideramos que el socialismo no podrá ser impuesto como consecuencia de una acción revolucionaria sobre el fascismo. Y, por lo mismo, estimamos que no tiene objeto sacrificar una acción a lo largo y a corto plazo por una lucha de "todo o nada". La revolu­ción hoy sólo aparece posible como la culminación de un proceso de reformas revolucionarias que harán madurar las condiciones no para concluir una revolución demócrata-burguesa (que posiblemente llegue poco a poco y gracias a una lucha constante por nuestra parte) sino para dar el último paso de la revo­lución socialista (que difícilmente será realizable si no es, en su última fase, de un. modo violento).

La lucha contra el fascismo debe ser cada día más abierta pero tam­bién más profunda. No debe ser una simple lucha contra el fascismo sino más bien contra los intereses que se benefician con su existencia. No podemos esperar a que exista la libertad de sindicación para desarrollar una intensa acción sindical, no podemos aguardar a que se pue­da votar a los gobernantes para empezar a mandar sobre nosotros mismos. La acción abierta contra el régimen vigente debe venir comple­mentada y fundamentada en una acción de base que se dirija a poner el máximo de poder en manos del pueblo.

Será conveniente pues que distingamos varios niveles le lucha:

ACCIÓN POLÍTICA: buscando el enfrentamiento abierto de las formaciones políticas y de las masas contra el fascismo. En este sentido el invierno que acaba de pasar presenta un balance realmente positivo en relación con el pasado año (Manifestaciones de masas declaradamente patrióticas e incluso, socialistas; politización de diversas fiestas populares, derivación política de las acciones universitarias, etc.).

¿ACCIÓN SINDICAL EN LA EMPRESA: Debe fundarse en la lucha por la unidad y toma de conciencia de la clase obrera. A partir de ello las conquistas se habrán de realizar en vista a un acrecentamiento del poder real de la clase. Las reformas deberán se reclamadas por los propios trabajadores y tenderán a crear las condiciones para la revolución definitiva (Terreno de esta lucha será el taller, la empresa y el sector industrial. Las reivindicaciones revolucionarias se han de orientar en el sentido de adquirir y aumentar el poder de negociación de la clase sobre la organización del trabajo, la formación profesional, la forma y el volumen de los pagos, atribución de los puestos de trabajo, la determinación de las tasas de ganancias sobre el volumen y la orientación de las inversiones, programa de fabricación, lucha por la gestión de los sectores públicos, de los subsidios “sociales”, etc..

ACCIÓN CIVICO-CULTURAL: Dirigida al logro, de un control democrático, por la base, del barrio, del municipio, de Euzkadi. Para ello es preciso revitalizar las instituciones ciudadanas o crearlas donde no las haya, así como aumentar su margen de actuación paulatinamente hasta llegar a realizar unas autonomías locales de cara no sólo al Gobierno de Madrid o de París sino a los monopolios que imponen su norma sobre nuestra vida en su totalidad.

Estas líneas generales tratan de abrir un campo un poco descuidado. Resumiendo su contenido en pocas palabras podemos decir que se trata de lograr el MAXIMO DE AUTONOMÍAS A TODOS LOS NIVELES Y EN TODOS LOS TERRENOS. La consecución de estas autonomías de bases es, precisamente, la condición indispensable para realizar una democracia de masas que vendrá a ser la apoyatura natural de una sociedad socialista.

La democracia socialista no se opone a la democracia política sino de una manera dialéctica; toma de ella sus elementos positivos para darles vida. La democracia política debe ser reforzada y ampliada convirtiéndose en democracia socialista.

El socialismo puede, en determina­das circunstancias, utilizar la democracia burguesa, una vez des­compuesta en sus partes, determi­nadas sus funciones, pero no debe jamás unirse ni subordinarse a ella.

 

 

ETA'KO BATEK ESAN DUNA

 

Titulo orrekin Kataluña'ko sozialista-alkarte baten boletifiean argitaratu digute artikulu luze baten laburpen bat, Frente Obrero izeneko erebistan ETArra ka izenpeturik argitaratu zan artikulu baten laburpena.

Erderaz eta euskeraz jartzen degu orain, katalanez agertu zara. Españiko eskubitarrak oraindik agindu-naia daukate. Oraindik beren España zapaltzalle ta kolonialista arekin arrotzen dira, eguzkirik sartzen etziztaion Españiarekin. España'ren kolonialismokondaira, oso luzca da; ta, naizta koloniaz osatuteko España aundia desegiña egon, ez dago ukatzerik egoera arek sortutako oitura txarrak or daudela, bai izkeran eta bai buruzpideetan.

Ez dago España'ko erriari botatzerik kolonialismoaren errurik bakar-batzuen onerako mundura zabaldu zun kolonialismoarekin; baña gogoratu bearra dago, gauza asko argitzen baititu. Egoera orren babesean sortu zan "chauvinismoa" ez baita jende-klase batena bakarrik.

España'ko baztearren azterketa sakon batek garbi erakusten du "España'ren batasuna" ez dala "chauvinismo'aren" grita bat besterik, Are geiago: Burgesiaren serbitzurako dagon axaleko buruzpide bat da, ta ez berezko gauza bat. Euskal-erria, berriz, berezko gauza bat da, or dagona, naizta lurrez gero ta urriagoa izan ta bi puska egiña ta kultura aldetik erkitua egon eta naizta Franzia'k eta Españia'k irentsi-zorian egon eta betirako galtzeko arrixkoan. Batasun bat da, baita bere apartatunaiean ere: Euskaldunak, erri osoaren urtetako lo-zorro baten ondoren, geren buruaren jabe egiten erabaki degu, geure buruz erabakiaz, alkartuaz, geure agintaritza sortuaz eta Euzkadiren askatasuna lortuaz. Españako ezkertarrak agertu bear luteke beren jokabidean, militarren atzaparretan erdi-itoan dauden erriak askatzeko benetako erabakia, naiz Peninsulan dauden erriak izan naizta emendik kanpora.

Gure askatasun-naia ez da gaiegizkoa. Guk jartzen ditugun kondizioak ez dira beste mundukoak. España'ko sozialistak ez luteke artu-emanik naiko "nazio-arteko sozialismoaren izenean", baldin Españari bere buruz bere etorkizuna erabakitzeko eskubidea ukatuko balizaio. Ez da orixe besterik guk, erri geranez, jartzen degun kondizioa: au da ETA'k eskatzen duna: erri-malla berdiña aitortu dezatela España'ren eta Euskalerriaren artean, alkarrekin ondo iza-tea nai ba'dute, ori izan dedal sozialista-senidetzaren ezaugarri Ez ditezela, gutxi geran ortan, gurasobabesa eskeñiaz bezela etorri, kolonialismo kutsuarekin. Ori ez degu alkartzeko ta bere buruaran jabe izateko.

Egia da bearrezkoa dala gizartea erabat beste moduz eratzea Euzkadi'n eta Peninsula'n sozialismoa sartzeko. Zergatik ez, oraintxetik, peninsula ortan naizioa asko daudela aitortzen asi? Zergaitik ez utzi "hau chanvinismo" ta "imperialismo" kutsua daukar izketamodua Euzkadi ri buruz, guk ez baitegu ontzat emango ori egunde­ño?

Peninsula'n eta Europa'n ere, demokrazi-sozialista-alkarteak zortzeak badu naiko zeregin, abe­rriaren etsai dan kapitalismoaren kontra, ta ez dago indarrak alperrik galtzen ibiltzerik bakoitza bere aldera jarriaz, zergatik eta oitura txar batzunga­tik.

Jarri gaitezen denok mailla berean erri geranez eta nazio‑sozialisten elkartea ez da eziñezkoa izango ta, onean, berez etorriko da

 

DECLARACIONES DE UN MIEMBRO DE ETA

 

Bajo este título, un movimiento socialista-revolucionario de Cataluña ha tenido a bien publicar en uno de sus boletines de información un extracto de un largo artículo que con la firma de ETARRA apareció en uno los últimos números de la Frente Obrero.

A continuación transcribiremos, en castellano y euskera, lo publicado en catalán.

Las derechas españolas siguen teniendo voluntad de imperio”: siguen sintiéndose orgullosos de aquella España colonialista y opresora, en cuyos confines no se ponía el sol. España tiene una larguísima tradición imperialista ; y si bien el antiguo imperio español ha desaparecido prácticamente, lo vicios de lenguaje y las superestructuras mentales de aquella situación perduran de modo evidente.

No se trata de culpar al pueblo español de hoy de aquel imperialismo a escala mundial, al servicio de una sola clase. Pero se trata de recordarlo, porque él explica muchas cosas. El chauvinismo que se creó a su sombra no es, por desgracia, característico de una sola clase española. (. . . )

El análisis científico de las poblaciones hoy sometidas al Estado español muestra rápidamente que la “unidad de España” es un deseo chauvinista, mejor aún: una superestructura ideológica al servicio de la burguesía, y no una realidad objetiva (...).

La etnia vasca, disminuida en su extensión geográfica, diluida en su dimensión cultural, dividida en dos, amenazada de asimilación y desaparición en los contextos español y francés, es, sin embargo, una unidad natural objetiva. Es una unidad hasta en su voluntad de independencia: (...) los vascos, tras una inconsciencia nacional de siglos hemos decidido hacernos dueños de nuestro destino, a través de la autodeterminación, unificación, autogobierno e independencia de Euzkadi (...).

Las izquierdas españolas deberían demostrar con hechos su determinación de acabar con la ocupación militar, más o menos camuflada, de las etnias sojuzgadas de la Península y de las no-peninsulares.

Nuestra apetencia de libertad no tiene nade de excesivo. Nuestras condiciones no tienen nada de extravagante. Los socialistas españoles no podrían tener relaciones amistosas, en nombre del “internacionalismo socialista”, con quienes pusieran en duda el derecho de España a auto-gobernarse. Ahora bien: esa es justamente nuestra condición de trato en lo nacional. ETA exige, como paso previo de buena voluntad recíproca, el MUTUO reconocimiento de paridad nacional, como muestra de hermandad socialista precisamente (frente a todo paternalismo socialista hacia las "minorías", de resonancias colonialistas, que nunca aceptaremos). Exigiremos un reconocimiento sin reservas del derecho del pueblo vasco a su reunificación e independencia.

Estamos conformes en que es preciso un cambio total de estructuras para la implantación del socialismo en Euzkadi y en la península. ¿Por qué no habituarse ya, desde ahora, a la multinacionalidad objetiva de esta? ¿Por qué no abandonar cierto lenguaje chauvinista e imperialista, en lo que respecta a Euzkadi, que nunca podremos admitir?

Creo que la implantación a escala peninsular, e incluso europea, de una Federación de Democracias Socialistas, plantea suficientes problemas, frente a un capitalismo apátrida y tentacular, como para que perdamos fuerzas en divisiones originadas por hábitos reaccionarios.

Pongámonos todos a un mismo nivel en lo nacional; y el internacionalismo socialista será posible, e incluso automático.