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REUNIÓN DE LOS DIECISIETE SOCIALDEMÓCRATAS DE UNA LOCALIDAD[1]

APRUEBA POR UNANIMIDAD LA SIGUIENTE RESOLUCIÓN, Y RESUELVE PUBLICARLA Y SOMETERLA A LÁ DISCUSIÓN DE TODOS LOS CAMARADAS

 

 

Últimamente se viene observando entre los socialdemócratas rusos la tendencia a desviarse de los principios fundamentales de la socialdemocracia rusa, que fueron proclamados por los fundadores y luchadores de vanguardia, miembros del grupo "Emancipación del trabajo"[2], así como por las publicaciones socialdemócratas de las organizaciones obreras rusas de la década del 90. El Credo que damos a conocer en las líneas siguientes, y que está. llamado a exponer los puntos de vista fundamentales de algunos socialdemócratas rusos (los llamados "jóvenes"), constituye un intento de exposición sistemática y definida de las "nuevas concepciones".

Lo que sigue es su texto completo:

El período de la corporación y de la manufactura en Occidente dejó; una huella profunda en el desarrollo de toda la historia posterior y particularmente en el dé la historia de la socialdemocracia. La necesidad de la burguesía de conquistar formas libres, su aspiración a liberarse de las reglamentaciones corporativas que atenazaban la producción, hicieron de ella, de la burguesía, un elemento revolucionario. En todas partes de Occidente, éste se inicia con el lemaliberté, fraternité, égalité, con la conquista de las formas políticas libres. Mas, con esta conquista, según expresión de Bismarck, la burguesía daba a su antípoda, a la clase obrera, una letra de cambio qué debía ser abonada en el futuro. Casi en ninguna parte del Occidente conquistó la clase obrera, como tal, las instituciones democráticas, sino que las utilizó. Podrá objetársenos que la clase obrera participó en las revoluciones. Los datos históricos desmienten esta opinión, puesto que precisamente en 1848, cuando se iban consolidando las Constituciones en Occidente, la clase obrera constituía el elemento artesanal de las ciudades, la democracia pequeñoburguesa; el proletariado fabril casi no existía y el dé la gran industria (los tejedores de Alemania descritos por Hauptmann, los tejedores de Lyon) constituía una masa salvaje, capaz sólo de promover motines, pero en modo alguno de plantear una reivindicación política. Puede afirmarse categóricamente que las Constituciones de 1848 fueron conquistadas por la burguesía y la pequeña burguesía, por los artesanos.

Por otra parte, la clase obrera (los artesanos y obreros de la manufactura, los tipógrafos, tejedores, relojeros, etc.) se había habituado desde la Edad Media a participar en las organizaciones, en las cajas de ayuda mutua, sociedades religiosas, etc. Este espíritu de organización sigue latente hoy entre los obreros calificados de Occidente, y los distingue pronunciadamente del proletariado fabril, que se somete a la organización mal y con suma lentitud, y que sólo es capaz de formar las llamadas lose-organisation (organizaciones temporarias), y no de militar en organizaciones sólidas regidas por estatutos y reglamentos. Estos mismos obreros calificados de la manufactura constituyeron el núcleo de los partidos socialdemócratas. De este modo tenemos el siguiente cuadro: por una parte, la relativa facilidad para realizar una lucha política, y todas las posibilidades para ello, y por otra la posibilidad de organizar sistemáticamente esta lucha con ayuda de los obreros educados en el período de la manufactura. En este terreno se desarrolló en Occidente el marxismo teórico y práctico. El punto de partida fue la lucha política parlamentaria, eco la perspectiva —que se asemejaba sólo exteriormente al blanquismo, pero que era por su origen de carácter completamente distinto— de adueñarse del poder, por una parte, y del Zusammenbruch (de la catástrofe), por otra. El marxismo era la expresión teórica de la práctica predominante: la lucha política, que prevalecía sobre la lucha económica. Tanto en Bélgica, como en Francia, y especialmente en Alemania, los obreros organizaron con increíble facilidad la lucha política, y sólo con terrible trabajo y enormes fricciones, la lucha económica. Hasta hoy las organizaciones económicas, en comparación con las políticas (sin referirnos a Inglaterra), padecen de una debilidad extraordinaria, de inestabilidad, y en todas partes laissent á désirerquelque chose (dejan algo que desear). Mientras no se agotó toda la energía en la lucha política, el Zusammenbruchconstituía un Schlagtvort (una consigna) organizativo indispensable, llamado a desempeñar un importantísimo papel histórico. La ley, fundamental que se puede deducir del estudio del movimiento obrero, es la de la línea de menor resistencia. En Occidente, esta línea fue la actividad política, y el marxismo, tal como había sido formulado en elManifiesto Comunista, era la, forma nías feliz en que debía plasmarse el movimiento. Pero cuando, en la actividad política se hubo agotado toda la energía, cuando el movimiento político llegó a tal grado de tensión, que era ya difícil y casi imposible conducirlo más allá (el escaso aumento de votos en los-últimos tiempos, la apatía del público en las reuniones, el tono de abatimiento en la literatura) y, por otra parte, la ineficacia de la actividad' parlamentaria y la aparición en escena de las masas ignorantes, del proletariado fabril, desorganizado y casi inorganizable, crearon en Occidente lo que llaman ahora "bernsteinismo", la crisis del marxismo. Es difícil imaginarse un curso más lógico de las cosas que el período de desarrollo del movimiento obrero, desde el Manifiesto Comunista hasta el "bernsteinismo", y un estudio atento de todo este proceso podrá determinar, con exactitud astronómica, el desenlace _de esta "crisis". No se trata aquí, claro está, de la derrota o la victoria del "bernsteinismo", cosa de poco interés; de lo que se trata es de una modificación radical de la actividad práctica que desde hace ya mucho se viene realizando, poco a poco, en el seno del partido.

"Esta modificación se ha-de realizar no sólo en el sentido de llevar a cabo una lucha económica más enérgica, de consolidar las organizaciones de tipo económico, sino también, y esto es lo esencial, en el sentido de modificar la actitud del partido con respecto a los demás partidos de oposición. El marxismo intolerante, el marxismo negador, el marxismo primitivo (cuya concepción sobre la división de la sociedad en clases es demasiado esquemática), cederá su puesto al marxismo democrático, y la situación soda} del partido, dentro de la sociedad moderna, tendrá que cambiar profundamente. El partido reconocerá a la sociedad. Sus objetivos estrechamente corporativos, en la mayoría de los casos sectarios, serán ampliados hasta convertirse en objetivos sociales y su afán de conquistar el poder se trasformará en el afán de modificar, de reformar a la sociedad moderna en un sentido" democrático, adaptado al actual estado de cosas, a fin de poder defender del modo más completo y más eficaz (todos) los derechos de las clases trabajadoras. El contenido del concepto "política" será ampliado hasta adquirir un sentido verdaderamente social, y las reivindicaciones prácticas del momento adquirirán mayor peso, podrán recibir mayor atención qué hasta ahora.

"De esta breve descripción del desarrollo del movimiento obrero en Occidente no será difícil sacar conclusiones en lo que respecta a Rusia. La línea de menor resistencia nunca se orientará en nuestro país hacia la actividad política. La inaudita opresión política obligará a que se hable mucho de ella y a que en ella, precisamente, se concentre nuestra atención, pero jamás nos impulsará a actuar prácticamente. Mientras en Occidente las débiles fuerzas de los obreros, al ser arrastradas a la actividad política, se fueron consolidando y plasmando,, en nuestro país esas fuerzas débiles, por el contrario, chocan con el muro de la opresión política. No sólo les faltan formas prácticas para la lucha contra esta opresión y, por consiguiente, para su desarrollo, sino que son sistemáticamente ahogadas por ella y se ven incapacitadas para producir siquiera brotes débiles. Si añadimos a esto que nuestra clase obrera tampoco ha heredado el espíritu de organización que distinguía a los luchadores de Occidente, el cuadro será deprimente y capaz de desanimar al marxista que profese el mayor optimismo y que crea que cada nueva chimenea de fábrica, por el solo hecho de su existencia, constituye ya una gran bendición. También la lucha económica es difícil, enormemente difícil, pero es posible y, al fin y a la postre, es llevada a cabo por las propias masas. Aprendiendo poco a poco a organizarse en esta lucha y chocando en ella, a cada rato, con el régimen político, el obrero ruso acabará por crear lo que podría llamarse la forma del movimiento obrero, creará unas u otras organizaciones, las que más se adapten a las condiciones de la realidad rusa. Ahora puede afirmarse con seguridad que el movimiento obrero ruso se encuentra aún en estado de ameba, y no ha creado todavía forma alguna. El movimiento huelguístico, que se lleva a cabo con cualquier forma de organización, no puede llamarse todavía la forma cristalizada del movimiento ruso; en cuanto a las organizaciones ilegales (sin hablar del grado de su utilidad en las condiciones actuales), desde el punto de vista puramente cuantitativo no merecen atención alguna.

"Esta es la situación. Si a ello añadimos todavía el hambre y el proceso de ruina del campo, que contribuyen al aumento de los Streikbrechert[3] y, por consiguiente, originan' aun mayores dificultades al ascenso de las masas obreras a un nivel cultural más soportable, cabe preguntar... ¡¿qué debe hacer entonces el marxista ruso?! Las habladurías sobre un partido político obrero independiente son el producto del trasplante a nuestro suelo de objetivos ajenos y de resultados ajenos. El marxista ruso, por ahora, presenta una triste figura. Sus tareas prácticas son hoy míseras, sus conocimientos teóricos, en la medida en que los utiliza, no como instrumento de investigación, sino como esquema de actividad, no valen ni siquiera para el cumplimiento de estas míseras tareas prácticas. Además, estos esquemas tomados del cercado ajeno son, en el sentido práctico, dañinos. Nuestros marxistas olvidan que la clase obrera de Occidente inició su actividad política en un campo ya desbrozado, y tratan con desdén la actividad radical o liberal de oposición de todas las capas no obreras de la sociedad. Los menores intentos de concentrar la atención en los fenómenos sociales de carácter político liberal suscitan la protesta de los marxistas ortodoxos, quienes olvidan que toda una serie de circunstancias históricas nos impiden ser iguales a los marxistas de Occidente y exigen de nosotros un marxismo distinto, adecuado y necesario en las condiciones rusas. Es evidente que la falta de sentido e instinto político en cada ciudadano ruso no puede ser compensada con habladurías sobre política o apelaciones a una fuerza inexistente. El instinto político sólo puede adquirirse por medio de la educación, es decir, participando en la vida (por poco marxista que sea) que nos ofrece la realidad rusa. En la misma medida en que la "negación" ha sido oportuna (temporariamente) en Occidente, es nociva en nuestro país, puesto que la negación que procede de algo organizado y dotado de una fuerza efectiva es una cosa, y la negación que procede de una masa informe de personas dispersas, es otra.

"Para el marxista ruso existe una sola solución: la participación, es decir, la ayuda a la lucha económica del proletariado y la participación en la actividad liberal de oposición. El marxista ruso empezó muy temprano a "estar en contra", y esta actitud negativa debilitó en él la parte de su energía que debería haberse encauzado en la dirección del radicalismo político. Por ahora todo esto no es tan terrible; pero, si el esquema de clases impide al intelectual ruso participar -activamente en la vida y lo aparta demasiado de los círculos de oposición, esto constituirá un perjuicio considerable para todos los que se ven obligados a luchar por formas jurídicas separadamente de la clase obrera, que no ha planteado todavía objetivos políticos. La ingenuidad política del intelectual marxista ruso, oculta tras razonamientos abstractos sobre temas políticos, puede jugarle una mala pasada."

No sabemos si habrá muchos socialdemócratas rusos que compartan estos puntos de vista. Pero es indudable que semejantes ideas, en general, tienen sus partidarios, por lo que nos consideramos en el deber de protestar categóricamente contra semejantes conceptos y de advertir a todos los camaradas acerca del peligro que amenaza a la socialdemocracia rusa de ser desviada del camino ya trazado por ella, a saber: la formación de un partido político obrero independiente, inseparable de la lucha de clases del proletariado y que se plantee, como objetivo inmediato, la conquista de la libertad política.

El Credo arriba citado se compone: primero, de una "breve descripción del desarrollo del movimiento obrero en Occidente", y segundo, de "conclusiones en lo que respecta a Rusia".

Ante todo, son absolutamente falsas ..........................

 

 

 

[1] La separata de llabócheie Dielo agregaba, aquí: (de rusia). (Ed.)

[2] El grupo "Emancipación del trabajo", primer grupo marxista ruso, fue fundado por J. Plejánov en 1883, en Ginebra e integrado además por P. Axelrod, L. Deich, V. Zasúlich y V. Ignátov.

Realizó una intensa labor para difundir el marxismo en Rusia. Tradujo al ruso, editó en el extranjero y distribuyó en Rusia las obras de Marx y Engels: Manifiesto del Partido Comunista, Trabajo asalariado y capital, Del socialismo utópico al socialismo científico, y otros; además, popularizó el marxismo con la publicación de sus propias obras. El grupo debilitó considerablemente al populismo, que constituía la principal traba ideológica para la difusión del marxismo y el desarrollo del movimiento socialdemócrata en Rusia. En El socialismo y la lucha política (1883), Nuestras discrepancias (1885), y otras obras, Plejánov formuló una crítica marxista respecto de las teorías reaccionarias populistas (acerca de las vías no capitalistas del desarrollo de Rusia, la negación del papel de vanguardia del proletariado en el movimiento revolucionario, el concepto idealista subjetivo sobre el papel del individuo en la historia, etc.). Los dos proyectos de programa para los socialdemócratas rusos que escribió Plejánov (en 1883 y 1885) y publicó el grupo "Emancipación del trabajo", constituyen un importante paso para preparar la fundación del partido socialdemócrata en Rusia. El libro de J. Plejánov El desarrollo de la concepción monista de la historia (1895), con el cual se "educó a toda una generación de marxistas rusos" tuvo una particular trascendencia para difundir las ideas marxistas y los conceptos dialécticos del materialismo histórico. El grupo publicó y distribuyó en Rusia cuatro volúmenes de la recopilación Sotsial-Demqkrat y una serie de folletos de divulgación para obreros.

Engels aplaudió la aparición del grupo "Emancipación del trabajo", que "aceptó sinceramente y sin reservas las grandiosas teorías económicas de Marx". Plejánov y Vera Zasúlich fueron amigos personales de Engels y durante muchos años mantuvieron correspondencia con él. El grupo se vinculó con el movimiento obrero internacional; desde el primer congreso de la II Internacional (París, 1889) hasta que ésta se disolvió, representó a la soeialdemocracia rusa en todos los congresos. Pero el grupo cometió algunos errores graves: sobrestimó ej papel de la burguesía liberal, y subestimó las posibilidades revolucionarías del campesinado como reserva de la revolución proletaria. Dichos errores fueron el germen de las concepciones mencheviques que, más tarde, sustentaron Plejánov y otros miembros del grupo. Lenin señaló que el grupo "Emancipación del trabajo", "fundó la soeialdemocracia sólo en teoría y dio el primer paso hacia el movimiento obrero".

El grupo anunció su disolución en el II Congreso del POSDR, realizado en agosto de 1903. 173.

[3] * Rompehuelgas. (Ed.)       

 

 

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