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Nota: Se presenta la versión definitiva del texto que lleva el mismo título. No se ha cambiado nada de la primera versión, en la que ya aparecían las sugerencias realizadas por Carlos Morais. Se han sido añadidas varias reflexiones sobre cuestiones decisivas que no estaban elaboradas del todo en el momento de su primera presentación. Ningún texto es «definitivo» porque la realidad evoluciona por delante de lo escrito, debido a esto se mantiene el calificativo de «borrador». Además, ya está siendo sometido a crítica en su primera versión, y es de esperar que aun sea más «estrujado».

 

Presentación

Tendencias de fondo

Cambios políticos

Triple D

Rusia y China Popular

Estados Unidos

Unión Europea

África

Resumen

 

Tendencias de fondo

 

El caos mundial que azota a la humanidad trabajadora tiene su origen en la concatenación de procesos que chocan mutuamente en medio de una crisis «nueva» en la historia del capitalismo. El pensamiento social burgués ha fracasado, ha mostrado su impotencia para comprender qué está sucediendo desde finales del siglo XX, en los treinta últimos años; peor todavía, es manifiesta su incapacidad para ofertar una salida que no sea la multiplicación de los ataques capitalistas a las malas condiciones de vida y trabajo de la humanidad explotada, especialmente a las mujeres y a la naturaleza.

Uno de los más estrepitosos fracasos del pensamiento burgués es su impotencia para comprender la dialéctica entre los diversos componentes de la totalidad social: economía, política, cultura… Cada uno de ellos posee una autonomía relativa que le permite evolucionar con ritmos particulares en períodos de calma. Mientras la totalidad social capitalista, que gira alrededor de la producción de plusvalía, no entra en crisis internas duras, sus diversos componentes aparentan estar aislados en una sociedad sin cohesión ni estructura interna.

La incapacidad burguesa para entender la realidad capitalista surge de la simbiosis entre su deseo fervoroso de ocultarla para no descubrir la realidad objetiva de la explotación social, y los límites cognitivos de la ideología como falsa conciencia, del fetichismo de la mercancía y de la alienación, del pensamiento reificado. Cuando las crisis que bullen en el subsuelo empiezan a interactuar sinérgicamente emergiendo a la superficie como unidad y lucha de contrarios, la burguesía endurece sus controles, vigilancias y represiones.

Conviene recordar cómo a finales del siglo XVIII la burguesía británica intervino contra los economistas seguidores de Smith y Ricardo para impedir que profundizasen en sus descubrimientos de las contradicciones del capital, para impedir que se conociesen y divulgasen entre las clases explotadas, para dejar espacio libre en universidades, escuelas y prensa a las mentiras sobre las excelencias de la propiedad privada de las fuerzas productivas. En la cognición burguesa, represión, ideología e interpretación forman un proceso en el que el Estado interviene activamente. Solo la praxis revolucionaria, científico-crítica, puede romper esta supremacía demostrando que el caos mundial es producto de la evolución actual de las contradicciones del modo de producción capitalista.

Vamos a ordenar nuestra ponencia en varios capítulos. En el primero estudiamos la evolución interna del capitalismo, lo que algunos definen como «leyes endógenas». En el segundo, su evolución política internacional, lo que algunos definen como «leyes exógenas». En el tercero, se parte de la dialéctica de ambas para dar cuenta de la «triple D»: depresión, deflación, deuda. En el cuarto, se parte de la dialéctica de ambas para dar cuenta de la «triple D»: depresión, deflación, deuda. En el quinto, Rusia y China. En el sexto, Estados Unidos. En el séptimo, Unión Europea. En el octavo, África y, finalmente, en el noveno un resumen.

 

Tendencias de fondo

La tasa de beneficio del capitalismo más desarrollado -Estados Unidos, Europa y Japón- tuvo una tendencia descendente con repuntes puntuales bajando del 3,0 en 1960 al 1,2 en 1984, para comenzar a recuperarse gracias al neoliberalismo desde 1984 hasta casi 4,0 en 2007, volviendo a desplomarse de nuevo al 3,0 en 2014. Debemos insistir en que esta evolución tendencial en forma de sierra ascendente y descendente responde a la lucha de las clases y de los pueblos explotados, de las mujeres y de los colectivos y grupos oprimidos y dominados.

El estancamiento del cerebro del imperialismo, Estados Unidos, es un dato aplastante que muestra la dinámica mundial del capitalismo. Las ganancias de las grandes corporaciones yanquis descendieron sin muchas brusquedades de un 30,0 en 2002 hasta un -30,0 en 2008, año en el que responden con una ofensiva hacia el exterior para compensar su tremendo retroceso interior, además de ataques sociales internos, como veremos. La ofensiva le permite recuperar sus beneficios hasta un estratosférico 55,0 en solo un año, para 2009, momento de gloria que dura un suspiro porque inmediatamente se reinicia el descenso a los infiernos del beneficio 0,0 en 2014.

Una peligrosa consecuencia de esto es que la vital tasa de inversión en nuevos negocios permanece inalterable entre 1998 y 2013: tras un desplome entre 2007 y 2009 la recuperación posterior no puede superar la inversión alcanzada en 1998, quince años antes. Comparativamente, esta recuperación es más lenta y débil que la habida tras la crisis de 1929 pese al dinero barato que se inyecta desde 2008 con un irrisorio 0,25% de interés.

Simultáneamente la productividad del trabajo en estos países centrales del imperialismo, Estados Unidos, Europa y Japón, va descendiendo del 3,5 en 1960-1964 hasta caer a un 1,9 entre 1985-1990. A partir de aquí se recupera un poco, hasta el 2,1 en 1995-2000 muy alejada del 3,5 inicial, para hundirse nada menos que al 1,0 en 2010. Estas cifras no contradicen los informes recientes de la OIT sobre el distanciamiento entre la productividad del trabajo al alza y los salarios reales a la baja. Aunque la tasa media desciende a medio y largo plazo, entre 1999-2011 la productividad del trabajo real por hora ha aumentado más de dos veces al salario medio en los capitalismos desarrollados, lo que significa que aumenta la tasa de explotación, siendo Estados Unidos y Alemania ejemplos destacados.

O sea, gracias a la ferocidad del neoliberalismo y a la autoderrota de buena parte de la izquierda occidental, la tasa media de beneficio en el núcleo del imperialismo ha conseguido llegar en 2010 a lo logrado en 1960, alrededor del 3,0, pero en este medio siglo la productividad media del trabajo ha caído del 3,4 a la fosa abisal del 1,0, aunque todavía han bajado más los salarios. ¿Qué supone esto? Pues que a pesar de todo el imperialismo occidental tiene que redoblar sus ataques internos y externos para, al menos, mantener esa tasa de beneficios, para no descender más y para recuperar la productividad del trabajo, exigencias objetivas para vencer a los BRICS en creciente competencia que luego analizaremos.

Los economistas burgueses siempre han separado la productividad del trabajo de la lucha de clases, y siempre han sostenido que lo fundamental no es la explotación social para el enriquecimiento capitalista sino la innovación tecnológica abstractamente considerada, lo que les lleva a decir que una mejor tecnología terminará creando más y mejor empleo y reactivando la economía sin explotación alguna. Pero no ocurre así. Desde su irrupción a finales del siglo XVIII la máquina siempre ha tenido tres funciones básicas simultáneas: aumentar la productividad del trabajo, derrotar las luchas obreras y populares, y vencer a la competencia intercapitalista.

Por dos razones fundamentales, como son los avances tecnocientíficos y la caída de los beneficios industriales, las máquinas actuales apenas crean nuevos empleos «de calidad» y sí empleo descualificado, de servicios, que no producen plusvalor y por tanto no incrementarán la tasa de ganancia y de acumulación sino que solo sirven para que circule el capital. A mitad de la década de 1970 se necesitaban siete años para recuperar la tasa de empleo anterior a la crisis de 1968, ahora, y a pesar del gigantesco salto tecnocientífico, se necesitarán alrededor de catorce años para recuperar el empleo de 2007, y eso con suerte.

Otras fuentes que analizan datos mundiales fiables desde 1869 muestran la tendencia a la baja del beneficio capitalista mundial, no solo del occidental. Desde el máximo del 44% en 1869-1870 hasta el mínimo del 18% en 2007-2013, con una tasa media que baja del 40% a poco más de 20% en las mismas fechas. Por fases la tendencia decreciente ha sido así: durante la larga depresión de 1869-1900 la tasa decreció del 44% citado al 29% como pico más bajo, con una media del 40% a poco más del 35%, lo que nos indica las grandes oscilaciones a corto plazo durante este período.

Vino luego un corto estancamiento entre 1900 y 1910, para darse una súbita recuperación desde 1911 y durante la Primera Guerra Mundial que se mantuvo hasta 1923, en este período el pico más alto fue del 42% en 1913 y la media de algo más del 32%. Inmediatamente se inició el desplome que se hundirá en la gran depresión de 1929 con el pico más bajo en 1933-1934 de algo más del 22% para empezar una recuperación hasta el 28% poco antes de la Segunda Guerra Mundial con una media de algo menos del 31%.

Pasamos ahora a la fase de 1939-1946, la Segunda Guerra Mundial, en la que el pico más alto de beneficio llega al 37% hasta 1944-1945 para pulverizarse rápidamente en pocos meses en 1946, lo que explica que la tasa media descienda tan abruptamente al 29% a pesar de todas las ganancias, cuando antes de la Segunda Guerra Mundial esa tasa media había sido algo menos del 31%: un mal indicio de lo que sucederá desde entonces hasta ahora a pesar del keynesianismo, del neoliberalismo y del socioliberalismo. En efecto, se ha dicho que 1946 y 1966 fue la Edad de Oro, pero la verdad es que el pico de beneficio más alto obtenido en 1965-1966 llegó justo al 32% comparado con el 44% de 1869 y el 37% de 1945, mientras que la tasa media fue claramente inferior a todas las anteriores, algo más del 26% mientras que la de la fase de la Segunda Guerra Mundial había sido del 29%.

La crisis comenzada en 1966-1967 se deslizó desde el 32% de pico más alto de beneficio de 1965-1966 hasta un 19% en 1980, con una tasa media de beneficio que no llega al 25%. Desde 1973 el imperialismo había aplicado la solución neoliberal, endurecida desde 1989-1991 con el Consenso de Washington, pero ninguna de estas brutalidades han logrado impedir que la tasa media siga descendiendo, sí ha conseguido ralentizar su caída prolongando la agonía, pero entre 1982-1983 ha bajado de ese poco menos del 25% al poco más del 20%.

Debemos hacernos una idea del durísimo ataque del capital contra el trabajo a nivel mundial incrementado desde los años 80, partiendo del ataque general desde 1973, para ver cómo el capital intentó revertir la ley tendencial de caída de la tasa media de beneficio mediante una ofensiva múltiple que seguía las seis medidas que contrarrestan esa tendencia pero en las condiciones de finales del siglo XX. Según la OIT los ingresos del trabajo en el PIB mundial descendieron de casi el 63 en 1980 a poco más del 54 en 2011, y siguen cayendo. Los retrocesos en cada país en concreto dependen de sus especiales luchas de clases y de sus resistencias particulares, pero la tendencia mundial es incuestionable, mostrando el contenido de clase de los Estados formalmente independientes que no dudan en aplicar los mismos métodos antiobreros y antipopulares.

 



 

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