COMUNICACIÓN, CONTRA HEGEMONÍA Y PRAXIS DE COLONIAL

Iñaki Gil de San Vicente

 

Ponencia a debate en el evento ¡Ahora hablan los Pueblos! a celebrar los próximos días 2, 3 y 4 de diciembre de 2019 en Caracas, organizado por el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV)

1. La historia

2. El presente

3. La praxis

«Bolívar convocaba a la unión de Sudamérica, casi al mismo tiempo que Monroe en Washington decía “América para los americanos”. Bolívar decía: “No, vamos a unir el Sur”. Desde entonces estamos en esa lucha, es una lucha colosal. Hasta ahora lamentablemente se ha impuesto la tesis de Monroe. Pero de este siglo no pasa que derrotemos la tesis de Monroe, y podamos decir, Sudamérica para los sudamericanos, América Latina para los latinoamericanos»

                                               Hugo Chávez Frías: Nuestro Norte es el Sur[1]

 

1.— LA HISTORIA

  

Estas palabras del Comandante Chávez, dichas el 5 de noviembre de 2004 en Rio de Janeiro, se refieren al contexto de los años 1823-1824, hace casi dos siglos, nos permiten tener la imprescindible perspectiva histórica desde la que encarar este debate sobre la lucha contra el poder de la “comunicación” burguesa. Partiendo de esta visión larga podemos entender, en su radicalidad, qué es lo que está en juego ahora mismo en la oleada de  sublevaciones obreras, campesinas y populares en Haití, Ecuador, Honduras, Chile, Colombia Costa Rica, Panamá…; en el ascenso de movilizaciones en Paraguay, Brasil, Argentina, México…, pero también en la posibilidad de la derrota electoral del Frente Amplio uruguayo…; para entender el porqué del golpe de Estado en Bolivia, y ¿cómo no?, para descubrir los secretos de la resistencia cubana y venezolana.

El Comandante Chávez volvía a tener razón cuando se refería a la década de 1820 porque en 1826 Bolívar intentó dar un salto cualitativo en la liberación de Nuestramérica con el Congreso Anfictiónico de Panamá, boicoteado por el colonialismo en uno de los primeros ejemplos, si no el primero, de lo que ahora denominamos contrainsurgencia imperialista. Las potencias dominantes comprendieron de inmediato el peligro que para ellas suponía el Congreso. I. Liévano Aguirre resume en diez postulados lo esencial del proyecto de Bolívar para el Congreso, y en el décimo descubre la base de lo que ahora debatimos: la necesidad de defender la homogeneidad cultural, política y social[1] de Nuestramérica frente y contra la de EEUU, lo que significaba el recrudecimiento de la guerra político-cultural y psico-política que ya entonces se libraba, y que, con algunas diferencias, había empezado desde finales de 1492.

Siempre es fundamental la perspectiva histórica, y más cuando tratamos de temas que por su misma naturaleza rebosan mentiras, manipulaciones, engaños, silencios… elaborados desde los aparatos del poder opresor, como es el de la “comunicación”. Entrecomillamos este término porque en su contradicción interna radica la solución al problema que debatimos en este evento.

La comunicación en las sociedades del comunismo primitivo, sin propiedad privada, era de una cualidad diferente a la de las sociedades rotas por la propiedad privada. Mediante sus estudios sobre las sociedades comunales, Marx descubrió que en ellas «El lenguaje mismo es tan producto de una comunidad como, en otro sentido, lo es la existencia de la comunidad misma. Es, por así decirlo, el ser comunal que habla por sí mismo»[2]. A lo largo de este debate, veremos que la única forma de vencer a la hegemonía psico-política y político-cultural imperialista, es hacer que en las condiciones actuales el ser comunal, la «nación trabajadora»,[3] para seguir con la conceptualización marxista, «hable por sí mismo».

La propiedad privada rompe la unidad del ser comunal y de su modo de comunicación con la lengua que expresa ese ser colectivo. Desde que surgen en la sociedad patriarcal de Estados y clases dominantes, la “comunicación” y la lengua en la que “comunica”, son a la fuerza las que impone la clase propietaria de las fuerzas productivas. Desde entonces, definir qué es la “comunicación” exige el uso de la dialéctica para entender sus contradicciones internas que se agudizan según termina imponiéndose la propiedad burguesa, porque lo básico de la “comunicación” ya fue adelantado en los primeros textos en escritura cuneiforme en Sumer y otras culturas hace casi 6000 años en algo vital para nuestra especie: el concepto de «trabajo» para asegurar la subsistencia humana: emplear el término «trabajo»[4] era ya entonces, “comunicar” las órdenes del amo a la persona que debía trabajar. En aquellas sociedades la propiedad privada de las fuerzas productivas, empezando por la mujer convertida en «instrumento de producción»[5], vencía las resistencias de los pueblos que defendían sus propiedades comunes, comunales, con la ayuda de los primeros Estados:

«Las primeras ciudades-templo de Sumer, por el contrario, tenían una estructura social claramente jerárquica. Las masas de campesinos y trabajadores sin cualificar, que sumaban probablemente el 90% de la población, vivían como siervos, si no como esclavos, careciendo de derecho alguno, ni siquiera el de propiedad. La tierra pertenecía al templo (o a su deidad) y la administraban los representantes de ésta, es decir, los sacerdotes. En una fecha algo posterior —pero no más tarde del principio del tercer milenio— una clase guerrera cuyo mando ostentaban reyes o jefes impuso su autoridad junto a la de los sacerdotes o por encima de la de éstos»[6].

Este fue el contexto histórico en el que surgió la “comunicación”. Desde antiguo, las gentes explotadas crearon formas de mostrar abierta o solapadamente su oposición y desprecio. James S. Scott comienza uno de sus libros con un proverbio etíope: «Cuando el gran señor pasa, el campesino sabio hace una gran reverencia y silenciosamente se echa un pedo»[7]. El autor expone más adelante cómo las clases explotadas crean «disfraces» que muestran su eficacia crítica mediante las representaciones colectivas de la cultura popular, sobre todo en la cultura oral, menos controlable por el poder[8]. Las clases dominantes sabían de la eficacia movilizadora de tales prácticas y por desde un principio intentaron prohibirlas. Es muy conocida y apreciada la función del humor irreverente, del carnaval, de la fiesta popular autoorganizada como instrumento emancipador.

Saltando un poco en la historia, vemos que en el año -720 el mandarín Fuh-Tsien afirmaba que «la repetición es la base del conocimiento, incluso si éste es falso»[9].  Perfeccionado por el legendario Sun Tzu en el Arte de la guerraprobablemente escrito entre los siglos —V y -III: « Todo el arte de la guerra está basado en el engaño […] Ofrece un señuelo a tu enemigo para hacerle caer en una trampa […] Ponle en aprietos y acósale […] Si está unido, divídele […] Atácale donde no esté preparado»[10], o también «Impalpable e inmaterial, el experto no deja huellas; misterioso como una divinidad, es inaudible. Así pone al enemigo a su merced»[11]; y por no extendernos, esta proto-ciencia de la manipulación fue reforzada por el texto hindú los Nueve Desconocidos que data de -273 «De todas las ciencias la más peligrosa es la del control del pensamiento de las multitudes, pues es la que permite gobernar el mundo entero»[12].

El «arte de la manipulación» surge de la necesidad de imponer disciplina militar de mando y control[13] de forma relativamente imperceptible para no provocar rechazos, deserciones o motines. Manipular proviene el latín ‘manipulo’ que era la unidad básica de la legión, astuta y férreamente dirigida por el oficial al mando, sintetizaba toda la experiencia militar que Roma asimiló al detalle. Saber manipular a los soldados era decisivo para vencer al enemigo, esclavizarlo a él y a sus mujeres y jóvenes, saquear sus recursos o imponerle duros tributos que debían entregar periódicamente bajo amenaza de exterminio. La manipulación era más efectiva que la disciplina impuesta con intimidación, para combatir teniendo más miedo al propio oficial que al enemigo. La ‘decimatio[14], por ejemplo, consistía en ejecutar a uno de cada diez soldados acobardados, pero era menos efectiva que la manipulación porque ésta se basaba en el egoísmo del reparto de botín, esclavas y esclavos, tierras… Craso, diezmó a quienes se acobardaron en una batalla contra los esclavos sublevados dirigidos por Espartaco en el siglo —I, revolucionario admirado por Marx, pero se terminó imponiendo la superioridad romana. Diezmar y manipular, términos cotidianos, descubren el papel central que tiene la violencia opresora en la “comunicación”.

Volviendo a saltar sobre los siglos, llegamos a cuando los españoles se dieron cuenta desde el inicio de su invasión de Nuestramérica que sería difícil vencer las resistencias nativas. Desde que en 1502 se escapó el primer esclavo africano para refugiarse entre los indios, las resistencias fueron creciendo desde 1522 a pesar de que se aplicaba la estrategia doble de «evangelización compulsiva de los esclavos» y represión legal, policial y militar[15]. Pueblos originarios muy orgullosos, como los Jiraharas — «gente tan belicosa e indómita...»[16]— se aliaron con esclavos huidos y bajo la dirección del Negro Miguel mantuvieron el movimiento revolucionario de Buria de 1553. Con respecto a lo que ahora nos interesa, la “comunicación” en la guerra político-cultural y psicopolítica, esta revolución, dejó un poso de resistencia socio-religiosa frente al cristianismo invasor que perdura en el subsuelo de la cultura popular[17] en zonas de Venezuela.

Al atacar México los españoles sabían muy bien que debían destruir la cultura y la religión azteca si querían dominar el país. Para 1540 se dieron cuenta que no surtía el efecto deseado quemar vivas a las personas que rechazaban el cristianismo, así que pasaron a subsumir en el cristianismo las partes menos peligrosas de la religión y cultura mexica mientras reprimían su núcleo duro[18]. La cooptación de castas dirigentes compradas para dirigir «gobiernos indirectos»[19] ayudó a aplastar la identidad. España utilizaba tres tácticas fundamentales: ocultar su objetivo estratégico, no revelar sus planes; engañar a los pueblos gracias al soborno de los caciques, y regalar cosas al pueblo para que creyera que la dominación española era mejor[20].

En determinadas zonas, la Compañía de Jesús, las Encomiendas jesuitas —y franciscanas— fueron el mejor medio de desnacionalización e integración mediante «una vida miserable»[21], y también de represión de las sublevaciones de otros pueblos[22]. Si estos métodos fallaban,   . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

 

[1] Indalecio Liévano Aguirre: Bolivarismo y Monroísmo. Grijalbo, Venezuela 2007, pp. 81-90.

[2] K. Marx: Formaciones económicas precapitalistas. Talleres Gráficos. 1967. p. 140.

[3] K. Marx: El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, Obras Escogidas, Progreso, Moscú, 1978. Tomo I. p. 453.

[4] P. Garelli, S. Sauneron: El trabajo bajo los primeros Estados. Grijalbo. Barcelona 1974. p. 12.

[5] Marx y Engels: Manifiesto del Partido Comunista, Obras Escogidas, Progreso, Moscú, 1978, Tomo I, p. 126.

[6] Rondo Cameron: Historia económica mundial. Alianza Universal. Madrid 1995, pp. 53-54.

[7] James C. Scott: Los dominados y el arte de la resistencia. Txalaparta. Tafalla 2003, p. 7.

[8] James C. Scott: Los dominados y el arte de la resistencia. Txalaparta. Tafalla 2003, pp. 223-243.

[9] E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 26

[10] Sun Tzu: El arte de la guerra, Fundamentos, Madrid 1974, pp. 49-53.

[11] Sun Tzu: El arte de la guerra, Fundamentos, Madrid 1974, p. 90.

[12] E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 27.

[13] AA.VV.: Técnicas bélicas del mundo antiguo 3000 a. C. — 500 d. C. LIBSA. Madrid, 2006, pp. 135-177.

[14] César Cervera: La decimatio, el castigo más salvaje reservado a las legiones romanas sediciosas. 13 de noviembre de 2015 (https://www.abc.es/historia/abci-decimatio-castigo-mas-salvaje-reservado-legiones-romanas-sediciosas-201511130314_noticia.html)

[15] Jesús María Herrara Salas: El Negro Miguel y la primera revolución venezolana. Vadell. Caracas 2003, pp. 273-313.

[16] Jesús María Herrara Salas: El Negro Miguel y la primera revolución venezolana. Vadell. Caracas 2003, p. 44.

[17] Jesús María Herrara Salas: El Negro Miguel y la primera revolución venezolana. Vadell. Caracas 2003, pp. 167-229.

[18] Fernando Báez: El saqueo cultural de América Latina. Debate. México 2008, pp. 95— 98.

[19] E. R. Wolf: Europa y la gente sin historia. FCE, México, 1994, pp. 181-185. 

[20] L. Ugalde: El tesoro de los indios ¿Cómo hacerlos más útiles a la economía española? UCAB. Caracas 2000.  pp. 49 y ss.

[21] Hugo Néstor Peña Pupo, Vindicación del piel roja. Ciencias Sociales. La Habana 2014, pp. 35-36.

[22] S. Guerra Vilaboy: Breve historia de América Latina. Ciencias Sociales. La Habana 2006. p. 77. Y P. O'Donnell: El Rey Blanco. La historia argentina que no nos contaron. Debolsillo. Buenos Aires 2004. pp. 205.

 

 

[1] Hugo Chávez Frías «Nuestro Norte es el Sur». Hugo Chávez Frías. Pensamiento antiimperialista y unión de los pueblos. Caracas 2019, pp. 81-82.

 

 

 

 

 

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