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La realización de una proyectiva sobre la evolución de la economía-mundo  capitalista resulta aventurada. ¿Quiénes pronosticaron, a comienzo de los años 80, la caída del socialismo real en el transcurso de una década?. La tendencia está marcada por la interacción de una infinidad de factores cuya evolución no está determinada: paradigmas tecnológicos, nuevos descubrimientos científicos, movimientos de capitales, cambios socio-organizacionales, aventuras imperialistas, contradicciones interimperialistas, presiones de las clases trabajadoras, luchas de los pueblos, etc. El análisis nos muestra que la situación de la actual economía- mundo esta marcada por la incertidumbre; y la experiencia nos enseña que “la historia no está del lado de nadie”. No obstante, extremando las precauciones, la importancia del tema nos lleva a avanzar una serie de hipótesis, con el único objeto de vehiculizar una necesaria y vital reflexión del lector/a sobre el avenir del sistema.

El nivel de la composición orgánica de capital en los actuales procesos productivos, la generalización de los procesos de extracción de plusvalía relativa en gran parte de los países industrializados, la mundialización de la población asalariada, la crisis ecológica global, las fuertes y cada vez más conscientes presiones en el mundo de las materias primas y de la energía, la tendencia mundial a la reivindicación de las conquistas sociales y de la democratización política, y la progresiva universalización de la lucha de los pueblos por su soberanía y autodeterminación, avalarían este análisis. Todos estos factores convergen provocando a largo plazo la caída de la tasa de beneficio.

La globalización de las deslocalizaciones productivas y de los movimientos migratorios reflejaría el progresivo agotamiento del ejército de reserva mundial y los límites de la disponibilidad de una mano de obra barata, incrementando a largo plazo el precio de la fuerza de trabajo. Las presiones políticas en el mundo de las materias primas y de la energía reflejarían un fenómeno similar en lo que se refiere al costo de los factores, mientras que la crisis ecológica global muestra una situación en la que la externalización de los costes se vuelve cada vez mas pesada para que sea soportada por la colectividad. Los demás factores citados inciden de manera decisiva en el mismo sentido.

En este contexto, los golpes de estado del imperialismo, las contraofensivas capitalistas de la economía-mundo, los paradigmas tecnológicos y los nuevos descubrimientos científicos, agudizan las contradicciones existentes, pudiendo, en el peor de los casos, prolongar la fase terminal del capitalismo. Hemos  entrado por lo tanto en una era de turbulencias caóticas en el plano económico, político y cultural con fases de contracción de la economía- mundo  y nuevas fases de expansión cada vez , más sesgadas. Ante la nueva realidad, las clases dominantes y capitalistas tratarán de construir una nueva sociedad que no será capitalista pero que conservará muchos de sus aspectos jerárquicos, dominadores y desigualitarios. La sociedad resultante será el resultado de la confrontación dialéctica de esta contraofensiva con los diferentes proyectos de las clases trabajadoras y pueblos del mundo.

La fase A de este ciclo Kondratieff  coincide con el apogeo de la hegemonía de los Estados Unidos en el sistema-mundo y tiene como marco el orden mundial establecido por este país después de 1945. El fuerte desarrollo económico USA y su enorme superioridad en materia de productividad aseguró a los productos americanos la dominación del mercado mundial e hizo posible la fase de expansión más larga de la producción de la historia de la economía-mundo capitalista. La creación de un conjunto de instituciones internacionales (Naciones Unidas, FMI, Banco Mundial, GATT, OTAN), el Plan Marshall y los acuerdos político-militares de Yalta, consolidaron la prosperidad de los primeros decenios; pese a conflictos tan significativos en las periferias de las hegemonías americana y soviética como Vietnam, Argelia, Hungría, Cuba y Sudáfrica. La recuperación económica de Japón y Europa Occidental en la década de los años 60, la caída de la rentabilidad en muchos de los grandes sectores industriales como el acero, el automóvil y la electrónica; la aparición del primer déficit de la balanza comercial USA, la salida del patrón: dólar-oro y la rebelión mundial de 1968 (Mayo Francés, Naciones sin Estado en Europa, Revolución Cultural China, Primavera de Praga, etc.) culminarán esta primera fase convergiendo con la generalización del desencanto popular hacia la vieja izquierda.

La considerable caída de las ganancias de la época marca el inicio de la fase B del ciclo de Kondratieff en la economía-mundo. La progresiva generalización de las deslocalizaciones productivas, la vertiginosa escalada de las actividades especulativas, el aumento del paro en la mayor parte de los países, las dos subidas del precio del petróleo de 1973 y 1979, la revolución Iraní, la contraofensiva  neoliberal, la crisis de la deuda externa de los países del Sur y el auge económico del Japón, China, los Cuatro Dragones y los nuevos Países Industrializados Asiáticos, marcarán los primeros decenios de este segundo ciclo. A su vez, la caída y desmantelamiento  del Socialismo Real, el enorme crecimiento de la deuda pública de los Estados Unidos, el dominio progresivo sobre la economía-mundo de la burbuja especulativa, la crisis financiera del sector inmobiliario japonés, las guerras de Yugoslavia, Chechenia e Irak, la creación del euro en el bloque europeo, las grandes crisis financieras de las economías asiáticas, Rusia, Brasil y de los valores tecnológicos en los Estados Unidos y la recesión simultánea actual en los grandes países tractores de la economía-mundo, demarcarán la caótica sucesión de acontecimientos que agotan esta segunda fase del ciclo Kondratieff.

Hasta aquí los análisis coinciden. No obstante, los diversos autores difieren en el diagnóstico de la ubicación de la fase actual. Para la mayoría de los analistas (Brenner, etc.) “no hemos salido” de la fase B del ciclo de kondratieff  y la reciente recesión en el conjunto de los países industrializados (Europa, Estados Unidos, Japón) avalaría esta hipótesis. Para otros como Wallerstein nos encontraríamos en el extremo terminal de la fase recesiva y se puede vislumbrar ya la aparición de una fase ascendente que será diferente y de corta dirección. En fin, para autores como Dumenil y Levy, nos encontraríamos en una “nueva fase” de desarrollo capitalista.

Para estos últimos investigadores de la realidad social, con el desarrollo del monetarismo y del neoliberalismo, asistimos a una nueva fase de globalización y hegemonía de la finanza que restringiendo las conquistas sociales y medio ambientales ha impuesto una gran revolución socio organizacional en los procesos productivos. Asentada en las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, el resultado de esta política técnico-organizacional ha sido un considerable aumento de la productividad del capital; que ha permitido invertir la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Esta subida  de las tasas de ganancia es un indicador de primerísima importancia de un nuevo curso del capitalismo, portador de una recuperación de la acumulación y del crecimiento. Nos encontramos así desde mediados de los años 80 en una nueva situación en la que por una parte la productividad del trabajo crece lentamente, pero el salario real crece menos, de manera que aumenta la parte correspondiente a las ganancias.

Sin embargo, la verdadera causa del cambio de tendencia radica en el ascenso de la productividad del capital, reflejando una situación en que a partir de un  mismo capital puede ser realizada una producción cada vez mayor. Y ello manifiesta un cambio significativo en los sistemas de gestión. La nueva orientación al alza de la rentabilidad del capital ha ido acompañada del control estricto de los salarios, y de un transvase de rentas hacia las capas sociales más favorecidas. Se restablecen en este proceso las desigualdades patrimoniales, devolviendo al capitalismo contemporáneo algunos de sus caracteres de antaño. Simultáneamente los cursos de las cotizaciones en bolsa se dispararon, alimentando lo que se ha llamado la burbuja financiera y generando el capitalismo neoliberal de los fondos de colocación y de las gigantescas instituciones financieras.

En su sentido estricto, se trata en primer lugar de gestionar el conocimiento que viene de fuera. Se trata en segundo lugar de desarrollar la intercomunicación entre las diferentes empresas y entre los diversos departamentos en el interior de cada empresa. En tercer lugar, se trata de conseguir una organización que sea capaz de perfeccionar los procedimientos de trabajo funcionando en equipo. En sentido más amplio, la gestión del conocimiento considera aquellas mutaciones y variables como la organización del trabajo, la flexibilidad, la empresa enfocada al cliente, el nuevo sistema de gestión, el sentimiento de propiedad, el moderno sistema empresarial de innovación, la carta de valores en la empresa y la distribución cognoscitiva en el interior de la empresa internacionalizada, que estructuran de manera dinámica, capitalista e interactiva el conocimiento empresarial.

La implicación de la inteligencia humana en los procesos productivos se extenderá progresivamente, con la misma función, a las entidades territoriales. Conoceremos por lo  tanto el desarrollo de sistemas locales de innovación o lo que en algunos lugares se ha venido a denominar como “sistema productivo local”. El sistema productivo local representa en este sentido a una entidad territorial que integra una realidad socio-cultural, una especialización productiva, un sistema de cualificación profesional y capital humano, un conjunto específico de instituciones, una red tecnológica determinada y un sistema específico de enseñanza. integrando y convergiendo estos diversos estamentos en un sistema productivo propio; y vehiculizando las diversas sinergias y economías de escala derivadas de este proceso. Se desarrollarán por lo tanto las lógicas de “conocimiento compartido” y “circulación del conocimiento” inherentes a estos sistemas productivos locales. Se trata en realidad de polos de innovación que articulan la empresa con la universidad y los centros tecnológicos en un especio propio que comparte personas e infraestructuras. Dicho de otras manera la relación históricamente unidireccional entre ciencia, tecnología y empresa evolucionará progresivamente a la circulación en red, donde se articulan las relaciones para generar la innovación.

Ahora bien, la nueva situación precisa la implicación de la inteligencia humana en el proceso productivo y ello exige una nueva modificación de las relaciones socio-técnicas, que horizontaliza todavía más la redistribución del poder realizada  en las empresas con la implementación de las nuevas tecnologías. La lucha de clases preside los cambios. El movimiento obrero cuestiona las formas sociales de ésta implicación y el capital se reserva el control global del proceso de trabajo y la exigencia de una gestión destinada al máximo beneficio. Tiene también la última palabra en  la ubicación de los  capitales.

El protagonismo real en la época actual de sectores crecientes de trabajadores en las áreas más dinámicas de la vida económica se mantiene en la lógica y servicio del capital gracias al  control que éste ejerce sobre el modelo cultural. El modelo cultural de los trabajadores de “toyota” es una referencia en éste sentido. Los trabajadores que participan en estos “círculos de conocimiento” y “sistemas de gestión del conocimiento” son  con frecuencia personas con creatividad y capacidad de innovación empresarial, que ejercen un significativo protagonismo en los procesos tecnológicos y productivos y mantienen una considerable dedicación al trabajo y vida de su empresa. Son también con frecuencia personas sumidas en el modelo social individualista, integradas en la sociedad establecida , desprovistas de toda dimensión política y/o cultural más amplia y carentes de implicación comunitaria  Ver el documento completo