Categoría: REICH Wilhem
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INDICE

 

PREFACIO
PROLOGO A LA TERCERA EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA
GLOSARIO
1. LA IDEOLOGÍA COMO PODER MATERIAL
    1. La brecha
    2. La estructura económica e ideológica de la sociedad alemana de 1928 a 1933
    3. La propuesta de la psicología de masas
    4. La función social de la represión sexual
2. LA IDEOLOGÍA DE LA FAMILIA AUTORITARIA EN LA PSICOLOGÍA DE MASAS DEL FASCISMO
    1. El Führer y la estructura de masas
    2. Los orígenes de Hitler
    3. La psicología de masas de la pequeña burguesía
        4. Los vínculos familiares y el sentimiento nacionalista
    5. El amor propio nacionalsocialista
    6. El aburguesamiento de los trabajadores industriales
3. LA TEORÍA RACIAL
    1. Su contenido
    2. Las funciones objetivas y subjetiva de la ideología
    3. Pureza racial, envenenamiento de la sangre y misticismo
4. EL SIMBOLISMO DE LA CRUZ GAMADA
5. LOS SUPUESTOS SEXO-ECONÓMICOS DE LA FAMILIA AUTORITARIA
6. EL MISTICISMO ORGANIZADO COMO ORGANIZACIÓN ANTI-SEXUAL INTERNACIONAL
    1. El interés en la Iglesia
    2. La lucha contra el «bolchevismo cultural»
    3. El recurso de apelar al sentimiento místico
    4. La meta de la revolución cultural a la luz de la reacción fascista
7. LA ECONOMÍA SEXUAL EN LA LUCHA CONTRA EL MISTICISMO
    1. Los tres elementos fundamentales del sentimiento religioso
    2. Cimentación de la religión a través de la angustia sexual
    3. La dignidad personal sana y la neurótica
8. ALGUNAS CUESTIONES DE LA PRACTICA SEXO-POLÍTICA
    1. Teoría y práctica
    2. El combate contra la mística librado hasta ahora
    3. La felicidad sexual contra la mística
    4. La erradicación individual del sentimiento religioso
    5. La práctica de la economía sexual y las objeciones contra ella
    6. El hombre apolítico
9. LAS MASAS Y EL ESTADO
    1. 1936: Decir verdades... pero ¿cómo y cuándo?
    2. ¿Qué es lo que ocurre en el seno de las masas?
    3. Los «anhelos socialistas»
    4. La «extinción del Estado»
    5. El programa del Partido Comunista de la URSS (Octavo Congreso del PCUS, 1919)
    6. La «introducción de la democracia soviética»
    7. El desarrollo del aparato del Estado autoritario a partir de relaciones sociales racionales
    8. La función social del capitalismo de Estado
10. LA FUNCIÓN BIOSOCIAL DEL TRABAJO
    1. El problema de la «disciplina laboral voluntaria»
11. ¡DAD RESPONSABILIDAD AL TRABAJO VITALMENTE NECESARIO!
    1. ¿Qué es la democracia laboral?
    2. ¿Qué hay de nuevo en la democracia laboral?
12. EL CALCULO BIOLÓGICO ERRÓNEO EN LA LUCHA HUMANA POR LA LIBERTAD
    1. Nuestro interés por el desarrollo de la libertad
    2. Rigidez biológica, incapacidad para la libertad y concepción mecánico-autoritaria de la vida
    3. El arsenal de la libertad humana
13. ACERCA DE LA DEMOCRACIA LABORAL NATURAL
    1. Investigaciones sobre las fuerzas sociales naturales para vencer la peste emocional
    2. El trabajo en contraste con la política
    3. Nota sobre la crítica objetiva y la crítica irracional y rebuscada
    4. El trabajo es racional por naturaleza
    5. El trabajo es vitalmente necesario y el que no lo es

 

 

PREFACIO

 

En la primera edición inglesa de Psicología de masas del fascismo, aparecida en 1946, Reich afirmó que su teoría sexo-económica, aplicada al estudio del fascismo, había soportado el paso del tiempo. En la actualidad, casi cuarenta años después de la publicación de la primera edición en alemán, esta nueva y más exacta traducción presenta todos los indicios de que no se trata simplemente de una obra de valor histórico sino que sigue superando el paso del tiempo. Hoy día, en medio de la violenta pugna que se está produciendo entre las fuerzas represivas y la autorregulación natural, el hecho de que la validez de las concepciones de Reich está más firmemente enraizada que en el pasado se ha convertido en una evidencia innegable. Cualquier intento de refutación de su validez esencial debe enfrentarse ahora con el conocimiento de la energía física del orgón, el principio fundamental general aplicable a todos los fenómenos biológicos y sociales. Por muy extravagante que esto suene, por muy fantástico que pueda parecer su descubrimiento, puede predecirse que sigue manteniendo su vigencia frente al rechazo irracional derivado de los rumores, el desinterés y la mala interpretación mecanicista, así como frente a la aceptación mística irracional o la selección fragmentaria, las cuales establecen de modo arbitrario la línea que separa lo que es deseable de lo que no lo es. Este último problema resulta especialmente difícil de resolver a causa de la habitual tendencia a juzgar la obra de Reich sobre la base de los propios y limitados intereses y prejuicios, sin ninguna capacidad para adentrarse en los ignotos dominios del conocimiento. Por ejemplo, resulta bastante evidente que los jóvenes contestatarios, a despecho de la advertencia de Reich de que sus descubrimientos no debían ser utilizados políticamente, están ávidos por apoderarse de ciertas porciones de sus primeros trabajos para utilizarlos dentro del marco de sus propios fines, sin tener en cuenta su desarrollo lógico dentro del campo físico y biológico. En la actualidad, los primeros trabajos de Reich en el campo de la higiene mental y su estudio de la estructura del carácter humano ya no pueden ser separados de su último y crucial descubrimiento de la Energía de la Vida, del mismo modo que no se pueden separar el animal llamado hombre y la vida misma. Si Psicología de masas del fascismo ha de ser entendida y utilizada de un modo práctico, si la vida «frustrada» ha de liberarse a sí misma, y si la paz y el amor quieren convertirse en algo más que pal abras hueras, la existencia y el funcionamiento de la Energía de la Vida deben ser comprendidas y asimiladas. Por más que ésta sea ridiculizada y despreciada, no se la puede ignorar si el hombre quiere reconciliarse con las hasta ahora misteriosas fuerzas contenidas dentro de sí mismo.

En esta obra en concreto, Reich ha aplicado a la escena política y social sus conocimientos clínicos sobre la estructura del carácter humano. Rechaza firmemente la idea de que el fascismo sea la ideología o actuación de un individuo o nacionalidad aislados; o de cualquier grupo étnico o político. También niega la simple interpretación socioeconómica propuesta por los ideólogos marxistas. En cambio, entiende el fascismo como la expresión de la estructura caracteriológica irracional del ser humano medio, cuyas necesidades e impulsos primarios y biológicos han sido reprimidos durante miles de años. La función social de esta represión, y el papel crucial que desempeñan en ella la familia autoritaria y la Iglesia, son analizados cuidadosamente. Reich muestra cómo cualquier forma de misticismo organizado, incluyendo al fascismo, descansan sobre el deseo orgástico insatisfecho de las masas.

Hoy día no puede ser infravalorada la importancia de este trabajo. Todavía existe la estructura caracterológica humana que creó movimientos fascistas organizados, y aún domina nuestros presentes conflictos sociales. Si el caos y la agonía de nuestro tiempo tienen que ser eliminados, debemos volver nuestra atención hacia la estructura caracterológica que los crea; debemos comprender la psicología de masas del fascismo.

 

Mary Higgins, Trustee

The Wilhelm Reich Infant Trust Fund

N. Y., 1980

 

PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA

 

Un trabajo terapéutico vasto y concienzudo sobre el carácter humano me ha llevado a la convicción de que, al juzgar las reacciones humanas, debemos contar en principio con tres capas distintas de la estructura biopsíquica. Según lo expuesto en mi libro Análisis del carácter, estas capas de la estructura del carácter son sedimentos del desarrollo social que funcionan autónomamente. En la capa superficial de su personalidad el hombre medio es reservado, amable, compasivo, responsable, concienzudo. No existiría una tragedia social del animal humano si esta capa superficial de su personalidad estuviera en contacto inmediato con el núcleo natural profundo. Ahora bien: trágicamente, esto no es así; la capa superficial de la cooperación social no está en contacto con el núcleo biológico profundo del individuo; es soportada por una segunda, una capa intermedia del carácter, que se compone exclusivamente de impulsos crueles, sádicos, lascivos, rapaces y envidiosos. Representa el «inconsciente» o «lo reprimido» de Freud, la suma de todos los llamados «instintos secundarios» en el lenguaje de la economía sexual.

La biofísica orgánica logró comprender el inconsciente freudiano, lo antisocial en el hombre, como resultado secundario de la represión de impulsos biológicos primarios. Penetrando más profundamente a través de esta segunda capa de lo perverso hasta el fundamento biológico del animal humano, se descubre regularmente la tercera y más profunda capa, que llamamos el «núcleo biológico». En lo más hondo, en este núcleo, el hombre es en circunstancias sociales favorables un animal honrado, laborioso, cooperativo, amante o, si hay motivo para ello, un animal que odia racionalmente. Con todo, en ningún caso de relajación del carácter del hombre de hoy se puede avanzar hasta esta capa tan profunda, tan prometedora, sin antes eliminar la superficie inauténtica y, sólo en apariencia social. Caída la máscara de lo civilizado, no aparece primero la socialidad natural, sino sólo la capa sádico-perversa del carácter.

Esta desgraciada estructuración es la responsable de que todo impulso natural, social o libidinoso que quiera pasar del núcleo biológico a la acción deba atravesar la capa de los instintos perversos secundarios, y en esto se distorsiona. Esta distorsión modifica el carácter originariamente social de los impulsos naturales y los vuelve perversos, convirtiéndolos así en fuerzas que inhiben cualquier expresión genuina de vida.

Traslademos nuestra estructura humana a lo social y político.

No es difícil reconocer que los diversos agrupamientos políticos e ideológicos de la sociedad humana corresponden a las diversas capas de la estructura del carácter humano. Naturalmente, no caemos en el error de la filosofía idealista de suponer que esta estructura humana existe de modo inmutable desde siempre y por siempre. Después que condiciones y cambios sociales transformaran las exigencias biológicas originarias del hombre en la estructura de su carácter, ésta reproduce la estructura social de la sociedad bajo la forma de ideologías.

A partir del ocaso de la primitiva organización democrática del trabajo, el núcleo biológico del hombre ha quedado sin representación social. Lo «natural» y «sublime» en el hombre, aquello que lo vincula con su cosmos, sólo ha hallado expresión genuina en las grandes artes, sobre todo en la música y en la pintura. Pero hasta ahora ha quedado sin una influencia fundamental en la modelación de la sociedad humana, si por sociedad no se entiende la cultura de una pequeña capa superior pudiente, si no la comunidad de todos los seres humanos.

En las ideas éticas y sociales del liberalismo reconocemos la representación de los rasgos de la capa superficial del carácter, que cuida del dominio de uno mismo y de la tolerancia. Este liberalismo acentúa su ética con el fin de refrenar al «monstruo en el hombre», nuestra segunda capa de los «instintos secundarios», el «inconsciente» de Freud. El liberal desconoce la socialidad natural de la capa más profunda, la tercera, la nuclear. Lamenta y combate la perversión del carácter humano mediante normas éticas, pero las catástrofes sociales del siglo XX demuestran que no ha llegado muy lejos en esta tarea.

Todo lo genuinamente revolucionario, todo arte y toda ciencia verdaderos provienen del núcleo biológico natural del hombre. Hasta ahora, no han ganado masas ni el auténtico revolucionario, ni el artista o el científico, ni las han conducido, o si lo han hecho, no han podido mantenerlas de modo duradero en el ámbito de los intereses vitales.

Muy distinta, y opuesta al liberalismo y a la verdadera revolución, es la situación del fascismo. En su naturaleza no están representadas la capa superficial ni la más profunda, sino esencialmente la segunda, la capa intermedia del carácter, la de los instintos secundarios.

En la época de la primera composición de este libro, el fascismo en general se consideraba un «partido político», que abogaba por una «idea política» del mismo modo que los demás «agrupamientos sociales». En consecuencia, «el partido fascista implantó el fascismo mediante la violencia a través de “maniobras políticas”».

Contrariamente a esto, mis experiencias médicas con personas de muchas clases, razas, naciones, credos, etc., me habían enseñado que este «fascismo» no es sino la expresión políticamente organizada de la estructura del carácter del hombre medio, de una estructura que no está ligada ni a determinadas razas o naciones ni a determinados partidos, sino que es general e internacional. En este sentido del carácter, «fascismo» es la actitud emocional básica del hombre autoritariamente sojuzgado de la civilización maquinista y de su concepción vital místico-mecanicista.

Es el carácter místico-mecanicista de los hombres de nuestra época el que crea los partidos fascistas, y no a la inversa.

El resultado del pensamiento político erróneo es que, aún hoy día, el fascismo se concibe con una peculiaridad nacional específica de los alemanes o de los japoneses. Esa concepción errónea inicial engendra todas las interpretaciones erróneas siguientes.

Sigue concibiéndose el fascismo, como antes y en detrimento de los auténticos esfuerzos en pro de la libertad, como la dictadura de una pequeña camarilla reaccionaria. Hay que atribuir la persistencia de este error al miedo a reconocer el verdadero estado de cosas: el fascismo es un fenómeno internacional, que invade todas las instituciones de la sociedad humana de todas las naciones. Esta conclusión concuerda con los procesos internacionales de los últimos quince años.

Mis experiencias de análisis del carácter me convencieron, en cambio, de que hoy día no hay un solo hombre vivo que en su estructura no lleve los elementos del sentir y pensar fascistas. El fascismo como movimiento político se distingue de otros partidos reaccionarios por el hecho de que lo sustentan y defienden masas de hombres.

Soy plenamente consciente de la gran responsabilidad que entrañan tales afirmaciones. En interés de este mundo lacerado desearía que la masa de gente trabajadora tuviera igual de clara su responsabilidad por el fascismo.

Hay que distinguir nítidamente el militarismo común del fascismo. La Alemania guillermiana era militarista, pero no fascista.

Como el fascismo aparece siempre y en todas partes como un movimiento sostenido por masas de hombres, revela todos los rasgos y contradicciones de la estructura del carácter del hombre-masa: el fascismo no es, como generalmente se cree, un movimiento puramente reaccionario, sino que constituye una amalgama entre emociones rebeldes e ideas sociales reaccionarias.

Concibiendo el ser revolucionario como la rebelión racional contra estados .................

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