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1.- PRESENTACIÓN:

 

El Movimiento Continental Bolivariano ha organizado varios actos en conmemoración de la Marcha Admirable. Uno de los eventos consiste en una serie de debates internacionales sobre la importancia de los próceres de la liberación de las Américas, sobre la actualidad de sus ideas y sobre las aportaciones que éstas pueden tener para la emancipación revolucionaria de la humanidad explotada. Como se aprecia, es un tema muy sugerente y muy importante porque ya era hora de que se, sin complejos, se reivindiquen desde las Américas las importantes aportaciones de sus luchadoras y luchadores a la emancipación humana. La cultura eurocéntrica, burguesa, se ha pensado a sí misma como la depositaria de los valores de la civilización grecorromana —que en gran medida es una invención europea reciente[1]—, y a la vez la creadora de la modernidad, e incluso los críticos desencantados de la modernidad, los posmodernos, etc., siguen atrapados en los “mitos fundadores” del eurocentrismo. Es por esto que es bienvenida toda investigación crítica que sirva para destrozar tanta bazofia conservadora e imperialista, y para enriquecer y ampliar la perspectiva revolucionaria a nivel mundial.

La trascendencia de esta reflexión es aún mayor ahora, en el contexto de la contraofensiva militar y económica del imperialismo yanqui para recuperar violentamente el poder que ha ido perdiendo en los últimos años.[2] En reuniones anteriores hemos debatido la estrategia belicista del imperialismo mundial y especialmente del norteamericano. Desde que se fundó la Coordinadora Continental Bolivariana, antesala del actual Movimiento, hemos realizado estas y otras investigaciones colectivas sobre la agudización de las contradicciones irreconciliables del capitalismo, estudios que han sido confirmados por los acontecimientos. Ahora, lo que preveíamos y advertíamos —cualquiera puede leer los documentos— es ya presente, y ahora es llegado el momento, por tanto, de dar un nuevo paso adelante. La contraofensiva imperialista, que la vemos avanzar a diario y en la que no me voy a extender aquí, tiene sin embargo una diferencia importante con respecto a otros ataques anteriores de los EEUU a los pueblos amerindios.

La diferencia radica en que ahora el imperialismo eurooccidental, liderado por los EEUU, actúa a escala mundial en lo básico y esencial para sus intereses capitalistas, a pesar de algunas contradicciones secundarias y accesorias entre las diversas potencias imperialistas. Yerra trágicamente quien espere que las contradicciones secundarias en el interior del imperialismo eurooccidental puedan dar el salto cualitativo a irreconciliables, de modo que el imperialismo occidental se destroce a sí mismo dejando vía libre a los pueblos que explota para que éstos, pacíficamente, avancen cómodamente al socialismo.

El internacionalismo marxista siempre ha sostenido con razón que cualquier lucha en un pequeño pueblo del mundo termina repercutiendo tarde o temprano en la lucha antiimperialista mundial. También ha sostenido con razón que una idea justa y movilizadora de fuerzas revolucionarias en una pequeña zona del planeta termina ayudando en lo básico a las luchas de todo el mundo. Semejante principio marxista es ahora más cierto que nunca antes porqué a comienzos del siglo XXI son más actuales que nunca las lecciones y experiencias teóricas elaboradas por las mujeres y hombres se enfrentaron a las invasiones del naciente capitalismo europeo desde finales del siglo XV, del el primer momento de su arribada al continente. La mundialización del mercado capitalista ha sido una característica definitiva de este modo de producción desde el siglo XVII, cuando los navíos de guerra europeos luchaban entre sí en todos los continentes del mundo por el control del comercio colonial y de los frutos del expolio y del saqueo masivo.

La tenaz y sistemática resistencia de los pueblos amerindios a la invasión europea y yanqui ha tenido tres grandes fases que luego analizaremos. En todas ellas, las personas denominadas próceres, es decir, las que se han hecho dignas de reconocimiento colectivo por su virtud humana de resistencia a la opresión, explotación e injusticia, virtud esencial de la ética libre, han jugado y juegan papeles muy importantes. Lo característico de las personas próceres que es, conscientemente, superan la media de la ética libre y humanista socialmente establecida en su época histórica. Lo que caracteriza a las personas reaccionarias es que superan la media del odio a la justicia y a la libertad, apoyando abiertamente la opresión y la injusticia. Sin embargo, las personas reaccionarias, las clases sociales explotadoras y los Estados imperialistas tienen más recursos materiales y simbólicos para falsificar la historia, para mentir y engañar, para borrar de los registros todas aquellas luchas de las clases y de los pueblos explotados que contradicen sus dogmas e intereses. Es por esto que la historia crítica y objetiva, revolucionaria, es tan importante. Sí existe una historia objetiva y crítica, revolucionaria. En esta ponencia, y en el anexo que se adjunta, voy a practicarla porque es el único método de seguir la dialéctica entre la acción y el pensamiento, la práctica y la teoría.

Y la historia crítica nos muestra cómo el imperialismo ha exacerbado sus contradicciones a escala planetaria, poniendo en contacto directo a fuerzas emancipadoras que antes necesitaban meses y años para reunirse y debatir. La experiencia de esta Movimiento Continental Bolivariano es uno de tantos ejemplos. Ahora, cuando estamos en un momento crítico y decisivo de la tercera fase de personas próceres en la historia heroica de las Américas, sus aportaciones permanentes sirven ya para toda la humanidad. Antes de seguir vamos a poner dos ejemplos: uno es el de Marulanda, el prócer de la dignidad ante el imperialismo precisamente cuando éste multiplica sus agresiones. Marulanda nunca dejó de mostrar la inextricable dialéctica entre la lucha por la paz justa y el derecho a la rebelión y a la resistencia de los pueblos frente a la injusticia, derecho reconocido incluso en el Preámbulo de la Declaración Universal de los DD.HH, aprobada por la ONU. Desde 1949 la pedagogía heroica de Marulanda ha revivido y actualizado en las condiciones de la explotación imperialista, las virtudes de las personas próceres de las dos fases históricas precedentes, sus valores humanos, su sentido progresista y revolucionario, su defensa de la propiedad justa y colectiva de la tierra, como se dice en el Programa Agrario de 1964, tras explicar que la tierra no puede ser propiedad de la minoritaria clase latifundista, sino que debe servir al “beneficio de todo el pueblo trabajador”.

El segundo ejemplo es el discurso de Fidel Castro al pueblo cubano cuando los EEUU iniciaban la derrotada invasión de la isla en abril de 1961: «¡Adelante cubanos! A contestar con hierro y fuego a los bárbaros que nos desprecian y que pretenden hacernos regresar a la esclavitud. Ellos vienen a quitarnos la tierra que la revolución entregó a los campesinos y cooperativistas; nosotros combatimos para defender la tierra de los campesinos y cooperativistas. Ellos vienen a quitarnos de nuevo las fábricas del pueblo, los centrales del pueblo, las minas del pueblo; nosotros combatimos para defender nuestras fábricas, nuestros centrales, nuestras minas. Ellos vienen a quitarles a nuestros hijos, a nuestras muchachas campesinas, las escuelas que la revolución les ha abierto en todas partes; nosotros defendemos las escuelas de la niñez y del campesinado. Ellos vienen a quitarles al hombre y a la mujer negros la dignidad que la revolución les ha devuelto; nosotros luchamos para que todo el pueblo mantenga esa dignidad suprema de la persona humana. Ellos vienen a quitarles a los obreros sus nuevos empleos; nosotros combatimos por una Cuba liberada con empleo para cada hombre y mujer trabajadores. Ellos vienen a destruir la patria y nosotros defendemos la patria».[3]

Existe una identidad sustantiva entre ambos ejemplos: la defensa de la propiedad colectiva, de la propiedad común administrada por el pueblo trabajador, la defensa de lo público, lo que es de todos, frente a lo que pertenece a una reducida clase burguesa, lo que es propiedad privada de los capitalistas, y a la vez, la defensa de la patria socialista, de la patria de la clase obrera, de las mujeres trabajadoras, de la juventud por fin libre y propietaria de su país. La reivindicación sustantiva formada por la propiedad colectiva de las fuerzas productivas y la patria socialista, es ahora más vigente y más urgente que hace medio siglo. La contraofensiva del imperialismo tiene como objetivo básico volver a esclavizar a las Américas, convirtiendo de nuevo a sus pueblos en mera propiedad privada del capitalismo yanqui, que era el proyecto diseñado en la Doctrina Monroe de 1823, al igual que lo había sido el proyecto del imperio español desde 1492 con la excusa de la llamada “evangelización”. Ahora, la extrema derecha yanqui tiene en esencia la misma ideología elemental que la de los invasores españoles desde 1492, sintetizada así por C. M. Cipolla: “La religión facilitó el pretexto y el oro el móvil”.[4]

Pero ahora, como hemos dicho hay una realidad nueva con respecto a la de los años ’60, a la de hace medio siglo. Ahora el imperialismo se enfrenta a una conjunción de problemas estructurales que dan forma a una crisis de una gravedad superior a las resistencias populares a las que se enfrentaba hace medio siglo. Ahora el imperialismo está más atenazado por la interacción de problemas que entonces, y más urgido a la militarización absoluta. Ahora el imperialismo debe multiplicar exponencialmente su ataque arrasador contra la propiedad colectiva y pública, comunal, privatizándola y capitalizándola. Ahora tiene más urgencia que entonces de convertir el mundo entero en una mercancía. Pero por el lado antagónico, las clases y pueblos explotados podemos contactar y dialogar, podemos organizarnos con mucha más rapidez que entonces, y podemos crear alianzas estratégicas y tácticas con más facilidad que entonces, y podemos coordinar mejor una lucha permanente contra la ideología imperialista con más argumentos y mejores medios críticos de difusión que entonces. La burguesía mundial también sabe todo esto.

La importancia del evento organizado por el Movimiento Continental Bolivariano demuestra aquí toda su valía, su enorme potencial emancipador al abrir el cauce de un debate internacional sobre las ideas y proyectos emancipadores amerindios que, demostrando su conexión con el socialismo desarrollado en la Europa del siglo XIX, también engarce con la de otros pueblos, culturas y civilizaciones no eurooccidentales. En la historia del movimiento revolucionario l, el primer intento serio de coordinación estratégica y táctica que abarcase a la humanidad trabajadora entera se consiguió gracias a la III Internacional o Internacional Comunista, convocada por los bolcheviques en 1919. Las dos Internacionales anteriores no pudieron llegar a tanto por razones que sería largo exponer aquí. Luego, con altibajos y vaivenes, las fuerzas revolucionarias mundiales hemos intentado recomponer aquella experiencia fallida pero adaptada a nuestro presente. Recordemos al prócer Che en su internacionalismo consecuente y en su papel en la Tricontinental. Como hemos dicho, ahora mismo el imperialismo no tiene otra salida que endurecer sus agresiones a la humanidad trabajadora, y ésta debe aumentar su unidad antiimperialista integrando a todas las fuerzas revolucionarias. Y es en este esfuerzo donde las personas próceres de las Américas tienen mucho que aportar debido a las razones que vamos a exponer.

Por razones de tiempo y comprensión he dividido la ponencia en dos partes. La primera, la decisiva, es la síntesis ofrecida a discusión. Como se verá he recurrido a citas disponibles en Internet para que cualquiera pueda acceder fácilmente a los textos de apoyo. La segunda se presenta como Anexo, y es una exposición bastante más detenida y precisa sobre una de las aportaciones decisivas de las Américas a la emancipación de la humanidad trabajadora. Una aportación negada directamente, o silenciada y tergiversada por la historiografía burguesa en su conjunto, pero imprescindible para conocer el presente y mejorar la luchas revolucionaria.

 

[1] John M. Hobson: “Los orígenes orientales de la civilización de occidente”, Edit. Crítica, Barcelona 2006, pp. 145-165.


[2] Alfredo Jalife-Rahme: “Las 865 bases militares de EU en 40 países”. www.enlacesocialista.org 8-8-2009

[3] Fidel Castro: La Revolución Cubana 1953/1962, ERA, México 1975, p. 331.


[4] Carlo. M. Cipolla: Las máquinas del tiempo y de la guerra, Edit. Crítica, Barcelona 1999, p. 179.

 

 

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