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Iniciamos con este escrito para la Fundación Pakito Arriaran (http://www. arriaran. org) una serie bimensual dedicada al análisis de la realidad vasca e internacional desde la perspectiva de la liberación nacional de clase.  ¿En qué se diferencia esta perspectiva de las demás? La respuesta es sencilla en su enunciación y radical en su contenido y en sus consecuencias ya que lo estudia todo desde la posición e intereses del pueblo trabajador.

Aunque hemos dicho que esta perspectiva se diferencia de las demás, en realidad sólo existen dos métodos de estudio de la sociedad: el marxista y el burgués.  Ambos tienen escuelas y corrientes internas pero, dicho a grandes rasgos, entre ellos existe mucho más que un abismo conceptual, existe una contradicción práctica irreconciliable como iremos viendo en esta serie.

Vamos a exponer treinta tesis que sintetizan lo más básicos del método que emplearemos de ahora en adelante en esta serie de artículos.

  1. La sociedad capitalista se basa en la explotación de la mayoría que apenas tiene algo y carece de casi todo por la minoría enriquecida al máximo, propietaria de las fuerzas productivas, del Estado y de sus ejércitos; esto hace que la mayoría ha de aceptar ser explotada en su trabajo para poder vivir, lo que produce una ganancia, un beneficio que queda en manos de la minoría burguesa. Pero la burguesía, sostiene ella, es propietaria de las fábricas, campos, riquezas, etc. , porque es más trabajadora, inteligente y ahorrativa que el pueblo vago, vicioso e ignorante; además, dice la burguesía que siempre han existido «ricos» y «pobres», y siempre existirán, por lo que el «derecho de propiedad privada» es consustancial al «hombre» siendo por tanto criminales y objeto de represión las personas que quieran acabar con la propiedad privada, socializarla y colectivizarla.
  2. El supuesto «derecho de propiedad privada» no es sino la fuerza burguesa expresada en forma de ley y elevada a «derecho»: fuerza, ley y derecho que se mantiene sobre la identificación ideológica, sumisión mental y psicológica, sobre el miedo y sobre el egoísmo individualista introyectado en el pueblo mediante el sistema educativo y la ética capitalista del todos contra todos: el Estado burgués es el eficaz y omnipresente instrumento que, en última instancia, mantiene el poder burgués mediante la violencia más brutal, por lo que a la fuerza la clase obrera ha de destruir el Estado burgués y crear el suyo propio. Pero la burguesía dice que el Estado es «neutral», de «todos», que es «democrático y de derecho», y que por consiguiente el pueblo no tiene otra alternativa que aceptar las «leyes del juego democrático», impuestas por el Estado, siendo reprimido si lleva su lucha a la raíz del problema: socializar la propiedad privada.
  3. La realidad está en permanente movimiento causado por la lucha de sus contradicciones internas, cambios en los que podemos incidir mediante la praxis revolucionaria dirigiendo su evolución hacia el socialismo, mientras que la praxis reaccionaria burguesa la dirige hacia fortalecer el capitalismo. Las múltiples formas de la realidad están en permanente concatenación, influenciándose directa o indirectamente, de manera que debemos ver el mundo como unidad y lucha de contrarios que se relacionan como una totalidad en movimiento.  La dialéctica marxista es un método esencialmente crítico y radical, irreconciliable con toda opresión e injusticia.
  4. La burguesía responde que todo saber ha de ser neutral e imparcial, que la realidad es estática en su conjunto, aunque admite pequeños movimientos parciales separados de los demás. Para la clase dominante el capitalismo es eterno, admitiendo reformas aisladas que mejoran la «justicia» del sistema en sí mismo, por lo que cualquier intento de avanzar al socialismo carece de base científica objetiva y neutral, y es antidemocrático al atacar el «sagrado derecho de propiedad privada».
  5. La base teórica de estas tesis fue elaborada en lo fundamental a finales del siglo XIX cuando el crecimiento capitalista gracias al aumento de la productividad y de la tasa de beneficio, y al saqueo colonialista que pronto se haría imperialista, hizo creer a intelectuales socialistas, que rechazaban lo esencial del marxismo arriba expuesto, que se podía y debía avanzar pacíficamente al socialismo mediante la exclusiva utilización de las instituciones parlamentarias, del «Estado de todo el pueblo», de la culturización de las masas ignorantes y del «colonialismo bueno», el que llevaría el progreso, la paz y la riqueza a los atrasados bárbaros.
  6. Lapalabreríareformistanopodíaocultarlosdebatesenlaizquierdaeuropeadespuésdelasucesivas derrotas –totales o parciales- del movimiento obrero desde la década de 1830 hasta poco antes de 1848, debates que dieron un salto en calidad con los textos de Marx y Engels de esos años: ¿puede confiar la clase obrera en que la burguesía siga adelante con su revolución hasta hacerla socialista, suicidándose ella como clase propietaria, o las y los obreros deben prepararse para seguir la revolución contra la burguesía una vez que esta se haya hecho reaccionaria?
  7. Marx y Engels expresaron teóricamente la respuesta de una parte del movimiento revolucionario, incluidos muchos blanquistas: la clase obrera ha de seguir adelante su propia revolución pero ahora contra la burguesía y pequeña burguesía que han tomado el poder e instaurado su dictadura de clase que machaca a la clase trabajadora que había sido su aliada transitoria. La oleada revolucionaria de 1848 en Europa confirmó que la clase obrera no debía fiarse de la burguesía, ni incluso de la llamada «burguesía nacional» que luchaba por conquistar una independencia estrictamente política, que no cuestionase la propiedad privada de las fuerzas productivas sino que únicamente expulsase al Estado ocupante dejando la propiedad en las nuevas manos, las de la burguesía autóctona.
  8. Nos hacemos una idea aproximada de lo que decimos recurriendo al debate sobre la primera y la segunda independencia en Nuestra América: la primera sería la lograda por el bloque criollo con apoyo de masas trabajadoras, esclavas e indígenas, incluso con la ayuda de potencias imperialistas que querían desplazar al poder español para quedarse ellas con los recursos. Una vez conquistada una «independencia» formal, dependiente del mercado capitalista y vigilada de cerca o de lejos por potencias imperialistas como Gran Bretaña y luego Estados Unidos, la burguesía criolla aplastaba a las clases trabajadoras y multiplicaba la explotación de los pueblos indígenas para acelerar la integración de sus economías en el mercado mundial: de la opresión y ocupación española se pasó mediante esta primera «independencia» a la real dependencia del capitalismo internacional.
  9. Lasegundaindependencia,laverdadera,supone,desdeesteesquema,larupturaconelimperialismo y la superación de las relaciones de producción y propiedad capitalistas mediante su socialización. Un componente decisivo de independencia verdadera es la libertad de las naciones originarias. La segunda independencia es el período de tránsito al comunismo pleno, es decir, la fase socialista en la que los pueblos han de ir interrelacionando sus independencias respectivas dentro de una planificación mundial de la economía con métodos de democracia socialista, comunal, basada en los consejos y en los soviets.  De la misma forma que la independencia sólo puede darse mediante una planificación de la economía por el pueblo trabajador, lo mismo pero a escala internacional los pueblos emancipados de la propiedad capitalista planificarán sus desarrollo en base al internacionalismo proletario.
  10. El método marxista es histórico: descubrir qué luchas hay en la historia, por qué surgen y qué lecciones nos aportan. Antes de que las burguesías criollas, muy frecuentemente cobardes, traicioneras y oportunistas, se atrevieran a oponerse al ocupante español, las burguesías europeas habían ejercitado las mismas virtudes de la ética capitalista que acabamos de enumerar.  Ya en el siglo XV habían aparecido las primeras tímidas y botarates presiones burguesas con el objetivo de echar del poder a la Iglesia, al feudalismo y a la monarquía, o al menos, si no lo lograban, reducírselo bastante a la vez que aumentaba ella sus propiedades bajo la dominación política algo atenuada.  Pero en este siglo apenas puede hablarse de conciencia nacional-burguesa, que empezaría a formarse como tal varias décadas más tarde, cuando en el primer tercio del siglo XVI las burguesías protestantes reivindican sus lenguas y culturas nacionales como armas de liberación y enriquecimiento mediante la industria cultural burguesa del momento.
  11. La lucha cultural para imponer en las clases y pueblos la ideología burguesa, su individualismo metodológico, su mecanicismo materialista, su agnosticismo y hasta ateísmo vergonzoso, fue decisiva en el desarrollo del nacionalismo burgués; pero lo fundamental fue su cobardía dispuesta siempre a detener su lucha, a negociar con el poder para obtener cualquier beneficio un poco rentable. Sólo en muy contadas ocasiones se atrevió a seguir adelante y cuando lo hizo es porque no tenía otra alternativa ante la cerrazón fanática del absolutismo, y ante el peligro de que las masas radicalizadas que eran la carne de cañón, que ponía los muertos, la ira y el odio al tirano se independizasen de su tutela y tomasen una vía colectivista, como sucedía cada vez con más frecuencia según se agudizaban las contradicciones.
  12. Es interminable casi el listado de masacres de mujeres, campesinos, artesanos, obreros y movimientos de lucha nacional-popular aplastados a sangre y fuego por la burguesía antes democrática y revolucionaria, y muchas veces mediante alianzas con la nobleza, el clero y la monarquía. Junto a este terrorismo inherente a la acumulación originaria de capital, también actuaba la violencia patriarcal, el terror moral de las corrientes cristianas y el adoctrinamiento lingüístico- cultural para crear un Estado-nación burgués sobre los cadáveres de otros pueblos.
  13. Desde entonces, el nacionalismo burgués es inseparable de la industria de la cultura mercantilizada y alienante, que tergiversa lo real según el fetichismo de la mercancía, nacionalismo de clase burguesa obsesionado en ocultar que los pueblos están divididos en clases sociales enfrentadas que tienen intereses opuestos porque una explota, oprime y domina a la otra. La división entre Capital y Trabajo hace que las mujeres, la juventud, la tercera edad, los colectivos sociales, etc. , que no tienen medios económicos independientes y que por ello viven de un salario o de ayudas sociales, públicas, de jubilaciones y pensiones, o del salario familiar, o de la autoexplotación como personas autónomas, etc. , es decir, la mayoría de la población sin propiedad burguesa, esta amplia franja de población pertenece a la clase trabajadora, forma parte del Trabajo, no pertenece a la burguesía, no forma parte del Capital.
  14. La burguesía dice que estas personas no pertenecen a ninguna clase, que las clases sociales son muy pocas y reducidas, que lo que existen son «ciudadanos», «individuos», o «gente», «multitud»; incluso sostiene que ya no existe la clase obrera, que el moderno capitalismo ya no se basa en el sucio trabajo grasiento de las fábricas del pasado, sino en los limpios laboratorios de la economía inteligente e inmaterial: por tanto, dice la burguesía, el pueblo, la nación, ya no está dividida entre Capital y Trabajo, sino que «es de todos los ciudadanos».

 

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