ÍNDICE

PRÓLOGO 

AGRADECIMIENTOS 

                            PARTE I

EL EMPIRISMO BRITÁNICO

I. EL MOVIMIENTO UTILITARISTA (I)

II, EL MOVIMIENTO UTILITARISTA (II). 

III. J. S. MILL: LA LÓGICA Y EL EMPIRISMO 

IV. EMPIRISTAS, AGNÓSTICOS, POSITIVISTAS. 

V. LA FILOSOFÍA DE HERBERT SPENCER 

                            PARTE II

EL MOVIMIENTO IDEALISTA EN GRAN BRETAÑA

VI. LAS PRIMERAS FASES DEL MOVIMIENTO 

 VII. EL DESARROLLO DEL IDEALISMO     

VIII. EL IDEALISMO ABSOLUTO: BRADLE

IX. EL IDEALISMO ABSOLUTO: BOSANQUET  

X. LA ORIENTACIÓNHACIA EL IDEALISMO PERSONAL    

                            PARTE III

EL IDEALISMO ENNORTEAMÉRICA

XI. INTRODUCCIÓN 

XII. LA FILOSOFÍA DE ROYCE 

XIII. EL IDEALISMO PERSONAL Y OTRAS TENDENCIAS 

                            PARTE IV

EL MOVIMIENTO PRAGMATISTA

XIV. LA FILOSOFIA DE C. S. PEIRCE

XV. EL PRAGMATISMO DE JAMES Y SCHILLER

XVI El EXPERIMENTALISMO DE JOHN DEWEY 

                            PARTE V

LA REBELIÓN CONTRA EL IDEALISMO

XVII. EL REALISMO EN GRAN BRETAÑA Y NORTEAMÉRICA 

XVIII. G. E. MOORE Y EL ANÁLISIS 

XIX. BERTRAND RUSSELL (1) 

XX. BERTRAND RUSSELL (2) 

XXI. BERTRAND RUSSELL (3) 

EPÍLOGO

APÉNDICE A: John Henry Newman. 

APÉNDICE B: Breve bibliografía   

 ÍNDICE ONOMÁSTICO    

ÍNDICE DE MATERIAS   

 

PRÓLOGO

 

En el prólogo al volumen VII de esta Historia de la Filosofía dije que esperaba dedicar un volumen posterior —el octavo— a algunos aspectos del pensamiento francés e inglés del siglo XIX. La esperanza se ha cumplido sólo en parte, pues el presente volumen no trata de la filosofía francesa, sino que está dedicado exclusivamente a varios aspectos del pensamiento inglés y norteamericano. Cubre un campo bastante conocido, pero que evidentemente debe ser tratado en una historia general de la filosofía occidental.

Puesto que me he metido bastante en el siglo XX, es preciso que explique por qué he dedicado un estudio relativamente extenso a la filosofía de Bertrand Russell, mientras que he dejado para el epílogo, excepto breves alusiones en el capítulo de Russell, el pensamiento de Ludwig Wittgenstein, muerto en 1951. Después de todo, hay que señalar que el mismo Russell estuvo influido hasta cierto punto por Wittgenstein, tanto en lo que se refiere a la interpretación del estatuto lógico de las proposiciones de la lógica y de la matemática pura como en lo que se refiere al atomismo lógico.

La explicación es harto sencilla. El pensamiento de Russell encaja fácilmente en el contexto de la rebelión contra el idealismo; y aunque, evidentemente, ha ejercido una gran influencia en la génesis y el desarrollo del movimiento analítico en el pensamiento inglés del siglo XX, en algunos aspectos importantes ha mantenido una concepción tradicional de la función de la filosofía. Es notorio su desacuerdo con las últimas ideas de Wittgenstein y con ciertos aspectos de la reciente “filosofía de Oxford”. Además, aunque ha subrayado las limitaciones del empirismo como teoría del conocimiento, en ciertos aspectos puede considerársele como continuador de la tradición empirista en el siglo XX, aun cuando la haya enriquecido con nuevas técnicas del análisis lógico. Wittgenstein. en cambio, propuso abiertamente un concepto revolucionario de la naturaleza, función y alcance de la filosofía. Ciertamente hay una diferencia considerable entre las ideas sobre el lenguaje expuestas en el Tractatus y las expuestas en Philosophical Investigations; pero, en ambos casos, el concepto de filosofía está muy lejos de ser un concepto tradicional. Y puesto que las limitaciones de espacio excluían la posibilidad de tratar por extenso la orientación lingüística asociada al nombre de Wittgenstein, he decidido limitar mi examen del tema a algunas notas breves en el epílogo. No se crea, sin embargo, que esto implica un juicio de valor con respecto a la filosofía de Russell o de Wittgenstein. Es decir, el que haya dedicado tres capítulos a Russell no significa que en mi opinión su pensamiento sea tan sólo un subproducto del siglo XIX. Y el que haya dejado a Wittgenstein para el epílogo, aparte las alusiones que a él se hacen en el capítulo de Russell, no significa tampoco que deje de apreciar su originalidad e importancia. Se trata más bien de la imposibilidad de dar igual extensión al estudio de las ideas de ambos filósofos.

Una palabra también a propósito de las páginas dedicadas al cardenal Newman. Cualquier lector atento notará en seguida que para distinguir las corrientes de pensamiento del siglo XIX he utilizado las etiquetas tradicionales de “empirismo”, “idealismo”, etc., ninguna de las cuales puede aplicarse adecuadamente a Newman. Pero omitirlo completamente por la dificultad de clasificarlo habría sido absurdo, especialmente cuando menciono a un número considerable de pensadores menos importantes. Decidí, por lo tanto, recoger en apéndice unas cuantas observaciones sobre algunas de sus ideas filosóficas. Por supuesto que me doy cuenta de que esto no satisfará a los entusiastas de Newman; pero un escritor no puede satisfacer a todo el mundo.

Puesto que los volúmenes VII y VIII se han dedicado respectivamente a la filosofía alemana y anglo-americana del siglo XIX, sería natural dedicar un volumen posterior, el noveno, a los varios aspectos de la filosofía francesa y de otras filosofías europeas durante el mismo período. Pero me siento inclinado a posponer la redacción de ese volumen y, en su lugar, dirigir la atención al tema mencionado en el prólogo al volumen VII, es decir, a lo que puede llamarse filosofía de la historia de la filosofía, o sea, a una reflexión general sobre el desarrollo del pensamiento filosófico y sus implicaciones. Porque me gustaría emprender tal tarea mientras haya una posibilidad razonable de llevarla a cabo.

PARTE 1

EL EMPIRISMO BRITÁNICO

 

Capítulo primero.

EL MOVIMIENTO UTILITARISTA. I

 

1. Notas preliminares. — 2. Vida y obra de Bentham. — 3. Los principios del benthamismo: algunos comentarios críticos. — 4. Vida y obra de James Mill. — 5. El altruismo y la psicología asociacionista: la polémica de Mill contra Mackintosh. — 6. ideas de James Mill sobre el entendimiento. — 7. Notas sobre la economía benthamiana.

 

1. La filosofía de David Hume, que representó la culminación del empirismo inglés clásico, provocó una viva reacción por parte de Thomas Reid y sus sucesores.[1] En realidad, en lo que a las universidades se refiere, la llamada Escuela Escocesa fue durante las primeras décadas del siglo XIX el único movimiento vivo y fuerte del pensar. Más aún: a pesar de que en el intertanto había recibido algunos golpes de importancia y perdido su fuerza primitiva, en las universidades fue reemplazada, en última instancia, más por el idealismo que por el empirismo.

Sin embargo, sería un grave error suponer que el ataque de Reid a Hume redujo el empirismo a la agonía y que tal situación se prolongó hasta que J. S. Mill le dio de alta. La filosofía no se limita a las universidades. El mismo Hume no ocupó jamás una cátedra, aunque no le faltaran méritos para ello. Y el empirismo siguió viviendo a pesar del ataque de Reid y sus seguidores, aunque sus principales representantes no fueran catedráticos ni profesores universitarios.

La primera fase del empirismo del siglo XIX, conocida como movimiento utilitarista, puede considerarse iniciada por Bentham. Bentham nació en 1748, veintiocho años antes de la muerte de Hume, y algunas de sus obras se publicaron en las tres últimas décadas del siglo XVIII, aunque instintivamente tendemos a situarlo entre los filósofos de principios del siglo XIX, ya que entonces se hizo sentir su influencia. No es de extrañar, por lo tanto, que podamos descubrir un claro factor de continuidad entre el empirismo del siglo XVIII y el del XIX.

Por ejemplo, el método del análisis reductivo, es decir, la reducción del todo a las partes, de lo compuesto a los elementos primarios o simples, que Hume practicó, fue continuado por Bentham. Esto implicó, como puede verse en la filosofía de James Mill, un análisis fenoménico del yo (self). Y en la reconstrucción de la vida mental a partir de sus supuestos elementos simples se recurrió a la psicología asociacionista, desarrollada en el siglo XVIII por David Hartley, [2] por ejemplo; eso por no hablar del uso hecho por Hume de los principios de asociación de las ideas. Además, en el primer capítulo de su Fragment on Government (Fragmento sobre el gobierno), Bentham manifestó explícitamente su deuda para con Hume por la iluminación que significó para él leer en el Treatise of Human Nature (Tratado de la naturaleza humana) cómo Hume había destruido el mito de un contrato o acuerdo social y había mostrado que toda virtud se basa en la utilidad. Hay que decir, sin embargo, que Bentham estuvo influido también por la Ilustración francesa, en particular por Helvétius.[3] Pero esto no altera el hecho de que, tanto con respecto al método como a la teoría, hubo un notable vínculo de continuidad entre los movimientos empiristas de los siglos XVIII y XIX en Inglaterra.

Pero una vez señalada tal continuidad, hay que reparar en la considerable diferencia de matiz a propósito de diversas cuestiones. Según se lo suele presentar tradicionalmente, el empirismo inglés clásico se había preocupado predominantemente de la naturaleza, extensión y límites del conocimiento humano, mientras que el movimiento utilitarista parecía esencialmente práctico, orientado hacia la reforma legal, penal y política. Es cierto que existe el riesgo de exagerar el papel desempeñado por la teoría del conocimiento en el empirismo clásico. Hume, por ejemplo, se ocupó del desarrollo de una ciencia de la naturaleza humana. Y puede argüirse, y en realidad así se ha hecho, que Hume fue en principio un filósofo moral.[4] Pero el objetivo de Hume fue principalmente entender la vida moral y el juicio moral, mientras que Bentham aspiró principalmente a fijar criterios para juzgar —con vistas a una reforma— las ideas morales y las instituciones legales y políticas comúnmente admitidas. Tal vez sea posible aplicar aquí la famosa afirmación de Marx y decir que el interés primario de Hume fue comprender el mundo, mientras que el de Bentham fue cambiarlo.

Sin duda, y con gran diferencia, Hume fue el mayor filósofo de los dos. Pero Bentham tuvo el don de captar ciertas ideas ajenas, desarrollándolas y amalgamándolas para obtener un arma o instrumento de reforma social. El benthamismo en un sentido limitado, y el utilitarismo en general, expresaron la actitud de los elementos liberales y radicales de la clase media frente a la tradición y los intereses creados de lo que ahora suele llamarse “el sistema establecido· (Establishment). Los excesos de la Revolución Francesa produjeron en Inglaterra una fuerte reacción que encontró una expresión notable en las reflexiones de Edmund Burke (1729-1797), quien puso el acento sobre la estabilidad social y la.......................

 

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