INDICE
II. LAS SOCIEDADES HUMANAS MÁS ANTIGUAS: EL PALEOLÍTICO
2.1. LOS ORIGENES DE LA SOCIEDAD
2.2. LA BASE MATERIAL DE LA VIDA PRIMITIVA
Útiles e instrumentos.
El vestido
El fuego y la cocina Conocimiento de los animales El arte primitivo
2.2. LA BASE SOCIAL DE LA VIDA PRIMITIVA
El lenguaje
El simbolismo
La vida social primitiva
Recolección de alimentos y caza. La división del trabajo
Totemismo y magia
Ritual y mito
2.4. LOS ORIGENES DE LA CIENCIA RACIONAL
La mecánica
La clasificación en la ciencia primitiva
Las sanciones de la tradición
2.5. LA TRANSFORMACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE
El equipo del hombre al final del Paleolítico
Armas arrojadizas y máquinas
2.6. IDEAS Y ORGANIZACIÓN SOCIAL
El hombre-medicina
La teoría de la magia: los espíritus
2.7. LA OBRA DEL HOMBRE PRIMITIVO
Las limitaciones de la economía cazadora
III. AGRICULTURA Y CIVILIZACIÓN
3.1. HACIA UNA ECONOMÍA PRODUCTIVA
El origen de la agricultura
Las artes del campo y del hogar
El trabajo
La ciencia y las nuevas artes
El período neolítico
La formalización de la religión
La cultura aldeana
3.2. LA CIVILIZACIÓN
La cultura ribereña
Extensión de la coordinación social
El origen de la ciudad
La evolución de la vivienda
Templos, dioses y sacerdotes
Los servidores de los templos y los artesanos
Sociedades divididas en clases: Esclavos y siervos
El comercio y los mercaderes
El derecho y el Estado
3.3. LAS TÉCNICAS DE LA CIVILIZACIÓN
El descubrimiento de los metales Efectos del uso de metales
El oficio del forjador
El transporte
Las embarcaciones La rueda
3.4. EL ORIGEN DE LA CIENCIA CUANTITATIVA
Cálculo, escritura y ciencia
Números y jeroglíficos
Matemática, aritmética y geometría
La astronomía y el calendario
La astrología La medicina
La química primitiva
3.5. LOS ORÍGENES CLASISTAS DE LA CIENCIA PRIMITIVA
Escribas y trabajadores
Magia y ciencia
3.5. ÉXITOS Y FRACASOS DE LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES
Estancamiento técnico
La guerra
Arte militar y técnica: el ingeniero
El comercio y el imperio
El Imperio y el dios supremo
3.7. LA DIFUSIÓN DE LA CIVILIZACIÓN
Los primeros bárbaros
La esclavitud
La decadencia
3.8. EL LEGADO DE LA CIVILIZACIÓN PRIMITIVA
IV. LA EDAD DEL HIERRO: LA CULTURA CLÁSICA
4.1. LAS CULTURAS DE LA EDAD DEL HIERRO
El impacto del descubrimiento del hierro
La metalurgia del hierro
El hacha y el arado
Los navíos y el comercio
4.2. LAS CIUDADES DE LA EDAD DEL HIERRO
La política
El dinero y el crédito
El alfabeto y la literatura
4.3. FENICIOS Y HEBREOS
La Biblia: derecho y rectitud El Génesis
4.4. LOS GRIEGOS
La cultura clásica
El nacimiento de la ciencia abstracta
La base económica de la ciudad griega
El arte y la dialéctica
La separación de la ciencia y la técnica
La arquitectura
El contenido y el método de la ciencia griega
Los estadios del desarrollo de la ciencia griega
4.5. LA CIENCIA GRIEGA PRIMITIVA
El naturalismo jonio
Filósofos y sabios
El mundo y sus elementos: Tales, Heráclito y Empédocles
El número y la cantidad: Pitágoras
Las razones y los irracionales
La entrada del misticismo en la ciencia
La influencia de Pitágoras
Parménides
Los átomos y el vacío: Demócrito
El siglo de Pericles
El triunfo de la geometría
La astronomía esférica
La medicina griega: Hipócrates
La doctrina de los humores
4.6. LA PROEZA ATENIENSE
La filosofía social de Atenas
Los filósofos de la reacción
Sócrates y la lógica
Platón
El idealismo platónico
La astrología
El platonismo Aristóteles
La clasificación y la lógica formal
La física aristotélica
Las causas finales
El movimiento y el vacío
Biología: La escala de la Naturaleza
Materia y forma
Substancia y esencia
El hombre y Dios
La influencia de Aristóteles
4.7. EL IMPERIO ALEJANDRINO
La ciencia helenística
La ciudad helenística y los imperios macedónicos
La ciencia helenística
El Museo de Alejandría
La matemática helenística: Euclides
La astronomía helenística: Hipstvo y Tolomeo
La geografía científica
La mecánica helenística: Arquímedes
La estática y la hidrostática
La neumática
El principio de la química científica
Historia natural
La medicina helenística: Galeno
4.8. ROMA Y LA DECADENCIA DE LA CIENCIA CLÁSICA
Las obras públicas y el comercio La arquitectura
El derecho y la administración Decadencia y caída
Decadencia económica e intelectual
El misticismo y la religión organizada Los bárbaros
Pérdida de organización y de técnica
4.9. EL LEGADO DEL MUNDO CLÁSICO
LA CIENCIA EN LA HISTORIA
II. LAS SOCIEDADES HUMANAS MÁS ANTIGUAS
2.1 LOS ORÍGENES DE LA SOCIEDAD
Para hallar los primeros orígenes de la ciencia debemos observar el período anterior a aquél en que se dio alguna separación efectiva entre los aspectos técnicos e ideológicos de la cultura humana. Se trata del período de origen de la humanidad misma. Los seres humanos difieren de los animales primaria y fundamentalmente porque integran sociedades continuadas con una cultura material que añade un nuevo campo a la capacidad de los nudos cuerpos.
Esas sociedades, en la medida en que son distintas de los rebaños de animales, han debido tener unos métodos de protección y obtención de alimentos mejores que los que pudieran conseguir los individuos aislados, así como medios de conservación y mejoramiento de esos métodos en forma de una tradición continua. En su evolución a partir de criaturas cuasi simiescas los hombres primitivos habían heredado la capacidad fundamental, corporal y mental, de ver, tomar y manejar objetos. También debieron tener, por otra parte, una capacidad excepcional de aprendizaje, derivada de un modelo de proyección de vida mucho más generalizado que el de buen número de mamíferos evolucionados, que contaban con cuerpos y hábitos especiales. La combinación de esa capacidad manual y visual con esa otra del aprendizaje hizo posible el empleo de útiles: éstos debieron ser primero la piedra o el madero casualmente configurados al efecto, y más tarde objetos seleccionados y modelados especialmente para la tarea a la que se los quisiera aplicar. Con todo, en la medida en que esos progresos se limitaran a unos cuantos individuos, por bien dotados que estuvieran, el conjunto no podría definirse plenamente como una humanidad. Para que los adelantos fueran accesibles a todos y susceptibles de ulterior mejora, su confección y utilización habían de ser aprendidos y enseñados. Eso sólo puede conseguirse generalizándolos mediante la tradición, cosa que implica la existencia de una sociedad continuada.
La continuidad de las sociedades humanas se hizo también necesaria y quedaba garantizada por el período excepcionalmente largo durante el cual las criaturas humanas son incapaces de valerse por sí mismas. Estoconduce a la formación de un grupo familiar prácticamente inmortal mediante la asociación de generaciones diversas, particularmente en individuos femeninos.
Abuelas, madres e hijas forman una tradición humana ininterrumpida. Ésta es la razón fundamental de que en las sociedades se llaman matrilineares. Parece que todas las sociedades, incluidas las de nuestros antepasados, han contado con un estadio de este tipo. También puede haber ocurrido que en un estadio muy antiguo las mujeres dirigieran los asuntos de la comunidad, de modo que esas sociedades fueran también matriarcales.
Sin embargo, los métodos que daban a las sociedades humanas sus especiales ventajas dependían ampliamente del uso de útiles materiales para capturar, recoger, transportar y preparar los alimentos, así como de un medio de comunicación rápido que facilitase la cooperación en esas tareas o, en otras palabras, del lenguaje. Mediante los útiles, el hombre adquiere un poder sobre el mundo que le rodea mayor y más general que el de los animales mejor dotados. El lenguaje, mediante los gestos y la voz, facilita a su vez la coherencia de la sociedad y la transmisión de la cultura acumulada por ella a las generaciones posteriores.
2.2 LA BASE MATERIAL DE LA VIDA PRIMITIVA
Útiles e instrumentos
Los útiles consisten esencialmente en una prolongación de los miembros del hombre: prolongación del puño y del diente con la piedra; del brazo, con el bastón; de la mano o de la boca, con el saco o la bolsa. También pueden consistir en una prolongación de nuevo tipo, como la que viene dada por el acto de lanzar una piedra con fuerza. El control social que se había hecho ya necesario para la selección y empleo de útiles hubo de aumentar necesariamente a medida que los útiles fundamentales empezaron a ser modelados deliberadamente en atención a las funciones para las que se los destinaba. Las diversas especies de instrumentos empezaron a estar socialmente determinadas en su uso, en su forma y en su modo de preparación.
La continuidad de la tradición en la vida primitiva queda demostrada directamente a partir de los datos arqueológicos, por los objetos reales fabricados por el propio hombre primitivo. Aunque no supiéramos nada sobre su uso basándonos en los datos que nos proporciona la observación de las sociedades salvajes contemporáneas, esos datos arqueológicos constituyen una prueba suficiente de su origen social. Los diversos tipos de útiles son prácticamente idénticos en un área o cultura determinada, y de hecho no se observan grandes variaciones en períodos o áreas extensas. Incluso la más simple hacha de piedra ha tenido que modelarse mediante un complicado proceso de cincelamiento cuyo aprendizaje seguramente costaría bastante tiempo a un hombre civilizado. El hecho de que ese proceso haya podido conservarse muestra la extrema estabilidad de la tradición técnica. En otras palabras, la modelación real de un útil de piedra es en sí misma una actividad cultural institucional, que debe ser aprendida y ejecutada con el mayor cuidado si se quiere garantizar el grado de uniformidad que hoy podemos observar en ese tipo de útiles.
La uniformidad, sin embargo, no es absoluta. Se dan cambios inevitables: mejoras, imitaciones y combinaciones que conducen, a lo largo de una evolución que atraviesa diversos estadios, a la situación actual de la técnica. Pero lo importante aquí es que al través de su condicionamiento social el hombre es capaz de tener a su disposición, en cualquier estadio cultural, un conjunto, prácticamente un catálogo, de útiles reproductibles. Cada grupo tribal, según su modo de vida, tiene un conjunto característico, pero muchos de éstos son comunes en amplias áreas geográficas. El hábito de formar esos conjuntos-muestrario, que empezó en los más remotos estadios del hombre primitivo, ha sido el más importante de los factores que han contribuido a conservar la absoluta continuidad de la cultura técnica, cultura que llega directamente hasta nuestra época.
Esto tiene una implicación ulterior en la existencia de útiles modélicos, en la presencia de la idea del útil en la mente de su autor antes de que el útil llegue a cobrar realidad. Y todavía más: algunas piedras parcialmente trabajadas muestran un determinado esbozo que el trabajo debe ir siguiendo. Con un designio o plan, y de ahí a lo característico de la ciencia: el método experimental. Éste parte de la prueba de diversos métodos para la realización de un objeto según modelos o esbozos que se basan en una amplia escala de ensayo y error.
Si el útil, como la piedra seleccionada y modelada, es el principio del progreso técnico humano, ese progreso se convierte en ilimitado cuando llega a desarrollarse el instrumento. El instrumento —el útil para hacer útiles— crea la posibilidad de producir tipos de útiles cada vez más diferentes de los que pudieran conseguirse de la mera selección de objetos naturales. El proceso de producción de instrumentos, primero cincelando la piedra, luego puliéndola, y finalmente de metal golpeado y fundido, subyace a todas las técnicas modernas de tratamiento físico de objetos materiales. Los primeros instrumentos de piedra servían sólo para romper golpeando con ellos; después se desarrollarán hasta hacerlos capaces de partir, grabar, rascar y agujerear. Por medio de la práctica de creación y utilización de instrumentos los hombres aprendieron las propiedades mecánicas de muchos productos naturales, poniendo así la base de la ciencia física. El uso de instrumentos no sólo hizo más eficiente la caza sino que también constituyó un medio para obtener y preparar materiales más blandos: madera, hueso y piel. Al propio tiempo, el hombre, o más probablemente la mujer, fue aprendiendo a unir unos objetos a otros —por medio de la costura, amarrándolos, trenzando, entretejiendo, etc.—. De este modo pudieron evolucionar los recipientes para los alimentos, el agua y los objetos transportables.
El vestido
La necesidad de llevar objetos consigo, que al principio eran sólo útiles y alimentos, dio lugar a la costumbre de unir objetos al cuerpo más o menos permanentemente por medio de un asidero conveniente en torno al cabello, cuello, cintura, muñecas y tobillos. Estos asideros tendieron a convertirse en adorno y a distinguir a quien los llevaba. Se añadieron plumas, huesos y pieles; esto último dio lugar al importante descubrimiento de que las pieles ayudaban a protegerse del invierno y de las noches frías. De ahí nacieron los vestidos, primero en forma de capas y faldas aisladas, luego en forma de prendas cosidas y adaptadas, capaces de contener a todo el cuerpo, parecidas a las que aún hoy confeccionan los esquimales. Estos vestidos, junto con protecciones de pieles para los pies, aumentaron enormemente el ámbito de extensión geográfica y de duración de vida del hombre primitivo. Análogamente, aunque en grado menor hasta el inicio del laboreo en la agricultura, el invento contribuyó a que el hombre se protegiese del viento guareciéndose en refugios hechos con ramas y pieles, a partir de lo cual empezó a habitar en cabañas y casas.
El fuego y la cocina
Casi todos los primeros inventos mecánicos del hombre, incluso el trenzado y el vestido, habían sido anticipados ya por determinadas especies de animales, pájaros e incluso insectos. Hay un invento, sin embargo, el del uso del fuego, tal vez tan antiguo como los demás, que está enteramente fuera del alcance de los animales. Cómo llegó el hombre a dar con el fuego y por qué se atrevió a someterlo y mantenerlo es cosa que todavía está por descubrir. El fuego natural o bien está limitado a lugares muy especiales, como en la proximidad de volcanes y emanaciones de gas natural, o se presenta muy raramente, como en los incendios forestales. La conservación y propagación del fuego tiene que haber sido una tarea aterradora, peligrosa y difícil, como atestigua la universalidad de los mitos y leyendas sobre él. Al principio debió ser utilizado para proteger el cuerpo en las noches frías —los nativos australianos se rodean de estacas encendidas que utilizan en vez de vestidos en los períodos de frío— y para asustar a los animales. La cocina sólo puede haber empezado cuando el acampar con fuego se hubo convertido ya en costumbre establecida.
Como la utilización de instrumentos, el empleo del fuego también va en el sentido de una humanidad científica. De la misma manera que el instrumento es la base de la ciencia física y mecánica, el fuego es la base de la ciencia química. Ésta se inició con la muy simple y esencialmente química práctica de la cocina. De este uso del fuego, que parece haber nacido como algo accidental, se siguieron otros más científicos y específicamente controlables, primero en alfarería y después en el tratamiento de los metales. Tostar un pedazo de carne ensartada en un palo o cocinar raíces en un horno de cenizas no es excesivamente difícil, pero en cambio hervir algo es un problema real cuya solución llevó a ulteriores progresos. Una primera idea ingeniosa fue la de calentar agua en recipientes de cuero o bolsas impermeables introduciendo piedras calientes. Esas piedras, resquebrajadas por el calentamiento y el enfriamiento continuos, pueden hoy encontrarse en torno a los asentamientos prehistóricos. Sin embargo, el descubrimiento crucial tuvo lugar al advertirse que recubriendo una canasta con una gruesa capa de barro se la podía colocar sobre el fuego y que salía de este proceso notablemente mejorada. Más tarde, probablemente a finales del Paleolítico, el hombre comprobó que era posible prescindir de la canasta y producir recipientes de barro capaces de contener el agua y resistir el fuego. Los calderos, con todo, siguieron siendo un lujo, puesto que pesaban mucho y no era fácil transportarlos cuando se iba de caza. Entre los indios de las llanuras de América del Norte, la expresión «carne cocida» es sinónimo de banquete.
Más tarde, cuando los recipientes para calentar líquidos fueron de uso corriente, pudieron advertirse y aprovecharse los lentos cambios químicos de la fermentación. De este nuevo conocimiento nació, por último, la idea general de transformar los materiales bañándolos o embebiéndolos en reactivos, cuyos primeros triunfos fueron las artes del curtidor y del tintorero. De este modo se constituyó, ya en el Paleolítico, un conjunto de fórmulas prácticas de las que podía desprenderse una química racional.
Conocimiento de los animales
El conocimiento operativo y el uso de los instrumentos y del fuego es sólo una parte, y es posible que originalmente sólo una pequeña parte, del uso específicamente humano de la experiencia acumulada y .......... [..........]