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LA DOBLE REVOLUCIÓN TEORICA DE MARX

 

Una vez planteado como primer principio que la acción revolucionaria de los comunistas se basa en la doctrina científica marxista, hay que responder a la pregunta: ¿en qué consiste esta doctrina?

Aquí tocamos una cuestión de suma importancia

La doctrina marxista presenta, efectivamente, la notable particularidad de estar constituida por dos disciplinas teóricas distintas, unidas una a la otra por razones históricas y teóricas, pero en realidad distintas una de la otra, por cuanto tienen distintos objetos; el materialismo histórico (o ciencia de la historia), y el materialismo dialéctico (o filosofía marxista).

Esta distinción ha sido confirmada por la tradición marxista, desde Marx y Engels hasta Lenin y Stalin. Sin embargo, ha sido  refutada por otros teóricos marxistas, que la han alterado o negado, reduciendo el materialismo histórico al materialismo dialéctico, o a la inversa, el materialismo dialéctico al materialismo histórico (por ejemplo Labriola, el joven Lukacs, y hasta el propio Gramsci, en cierta medida). Esta alteración se debe al hecho de que la filosofía marxista no ha dado lugar a obras de La amplitud y el rigor de El Capital, y la mayor parte de las obras filosóficas marxistas plantean delicados problemas de interpretación (que ya trataremos).

Por todas estas razones, debemos entrar en algunos detalles, es decir, definir brevemente ambas disciplinas y plantear el problema de sus relaciones en su distinción.

 

 

A. EL MATERIALISMO HISTORICO ES LA CIENCIA DE LA HISTORIA

 

Precisando una vez más, podemos decir: el materialismo histórico tiene por objeto los modos de producción que han surgido (y surgirán) en la historia, su estructura, su constitución, si funcionamiento, y las formas de transición que hacen pasar de un modo de producción a otro.

Por tanto, el materialismo histórico no se refiere solamente al modo de producción capitalista, sino a todos los modos de producción a los que proporciona una teoría general. El propio Marx lo señala para condenar la interpretación de un crítico que consideraba que la nueva teoría de la historia concernía solamente a la sociedad capitalista, y no a las formaciones sociales de la Antigüedad (Atenas y Roma) y de la Edad Media: el materialismo histórico se refiere tanto a la Antigüedad y a la Edad Media como al mundo moderno (El Capital E.S.I., 92-93 Nota). Y podemos añadir que concierne igualmente a las sociedades primitivas, a todos los modos de producción aparecidos en la historia.

No obstante, _y debemos decirlo también-, Marx nos ha dado en El Capital la teoría desarrollada de un solo y único modo de producción: el modo de producción capitalista. No nos ha dado la teoría desarrollada de otros modos de producción: modo de producción de las comunidades primitivas, modos de producción esclavista, «asiático», «germánico», feudal socialista y comunista. Sobre estos modos de producción, no poseemos más que ciertas indicaciones y, en el mejor de los casos, algunos bosquejos,

Marx no nos ha dado tampoco —y esta ausencia tiene gran transcendencia— teoría alguna acerca de las formas de transición de un modo de producción determinado a otro modo de producción, sino solamente indicaciones y bosquejos. El más desarrollado de estos bosquejos se refiere a las formas de transición dl modo de producción feudal al modo de producción capitalista, particularmente el capítulo de El Capital dedicado a la Acumulación primitiva. Por otra parte, poseemos alguna indicaciones, preciosas aunque escasa, sobre ciertos aspectos de las formas de transición del modo de producción capitalista al modo de producción socialista, posteriormente comunista: en particular en la Critica del Programa de Gotha, en el que Marx insiste en la fase de transición «dictadura del proletariado.», Esta última fase es objeto de numerosas reflexiones de Lenin, especialmente en El Estado y la Revolución, y sobre todo en sus escritos del periodo revolucionario y posrevolucionario. La importancia de una teoría desarrollada acerca de las formas de transición hacia el socialismo y el comunismo es algo que no puede escapar a ningún marxista: en efecto, el conocimiento científico de esas formas influye directamente en toda la actividad económica, política, jurídica e ideológica de la «construcción del socialismo» y del «tránsito al comunismo».

Aún es necesaria una precisión mayor sobre el materialismo histórico, sobre lo que Marx nos ha dado y sobre lo que nos falta...

La teoría de la historia, teoría de los diferentes modos de producción es, por derecho propio, la ciencia de la «totalidad orgánica» (Max) o estructura que constituye toda formación social debida a un  modo de producción determinado. Ahora bien, cada estructura social comprende, como lo expuso Marx, el conjunto articulado de los diferentes «niveles» o diferentes «instancias» de esa estructura: la infraestructura económica, la supraestructura juridicopolítica y la  supraestructura ideológica. La teoría de la historia o materialismo histórico es la teoría de la naturaleza específica de esa «totalidad orgánica» o estructura, y por tanto del conjunto de sus «niveles», y del tipo de articulación y determinación que los vincula unos a otros, que fundamenta, a la vez, su dependencia en relación con el nivel económico  «determinante en última instancia», y el grado de «autonomía relativa» de cada uno de los «niveles». Porque uno de esos «niveles» posee una tal «autonomía relativa », es que puede ser objetivamente considerado como «un todo parcial», una estructura «regional», y ser el objeto de un tratamiento científico relativamente independiente.

Así, es correcto estudiar aparte, teniendo en cuenta su «autonomía relativa», el «niveeconómico, el «nivepolítico de un modo de producción dado, o cualquiera de sus formaciones ideológicas; filosóficas, estéticas, científicas. Esta precisión es importante puesto que en ella se fundamenta la posibilidad de una teoría de la historia (relativamente autónoma, y de una autonomía variable, según los casos) de los «niveles» o realidades respectivas: por ejemplo, una teoría de la historia de la política, de la filosofía, del arte, de las, ciencias, etc..

En ella se basa igualmente la posibilidad de una teoría relativamente autónoma del «nivel económico» de un modo de producción determinado.

El Capital, tal como se nos ofrece, incompleto (Marx, en él quería analizar también el derecho, el Estado y la ideología del modo de producción capitalista), representa justamente el análisis científico del «nivel económico» del modo de producción capitalista. Es por esto que se le considera generalmente, y a justo titulo, ante todo, como la teoría del sistema económico del modo de producción capitalista.

Pero como esta teoría del «nivel económico» del modo de producción capitalista, supone necesariamente, si no la teoría desarrollada, por lo menos algunos elementos teóricos suficientes sobre los otros «niveles» (el nivel juridicopolítico, el nivel ideológico), El Capital no puede limitarse solamente a la economía. Va mucho más allá de la economía, de acuerdo con la concepción marxista de la realidad especifica de lo económico que no puede ser comprendida en su concepto y analizada solamente como un «nivel», una «región», inscritos orgánicamente en la estructura del conjunto del modo de producción considerado,

He ahí por qué aunque Marx no nos haya dado una teoría de las superestructuras (juridicopolítica e ideológica), encontramos en El Capital elementos teóricos para elaborar esa teoría: elementos que verdaderamente no están desarrollados, pero que son suficientes para guiarnos en la teoría de las superestructuras, que aunque ha sido emprendida (al respecto es muy importante la obra de Gramsci), no ha sido ni remotamente realizada,

Del mismo modo, aunque Marx no nos haya dado una teoría de los otros modos de producción ni de las formas de transición, encontramos en El Capital elementos teóricos que se refieren a ellas —a decir verdad, elementos no desarrollados, pero suficientes para guiarnos en su estudio teórico, que aún está por realizar.

¿Por qué es tan importante señalar lo que El Capital nos da y lo que no nos da?. ¿Señalar lo que contiene por derecho y lo que contiene de hecho? Porque la representación que se hace de la naturaleza de El Capital determina la representación que se hace de la naturaleza de la ciencia marxista de la historia,

Si El Capital no contiene otro conocimiento que el conocimiento del modo de producción capitalista, si permanece teóricamente centrado en el presente histórico, si no es más que la «expresión» de este presente, entonces su validez puede ser reconocida para el presente, pero discutida para el pasado y para el futuro. Todavía hay que ir más lejos: es la propia idea de la ciencia la que se encuentra afectada. Si, en efecto, no hay más ciencia que la del «presente», si toda ciencia no es otra cosa que la expresión de su «tiempo», de su «presente», entonces la ciencia de la historia se encuentra privada del estatuto de las otras ciencias, y se aproxima singularmente al estatuto hegeliano el de la filosofía, que es la «conciencia de si del presente», o «la expresión» teórica del presente histórico. Por este camino se puede llegar a la tentación de asimilar la ciencia marxista de la historia a una simple filosofía, y a tomar el materialismo histórico por una filosofía: si la ciencia marxista de la historia es ya filosofía, el materialismo dialéctico se hace superfluo, o sospechoso de pecado metafísico. Si la ciencia marxista de la historia es por excelencia «la expresión de su tiempo», entonces el marxismo es pensado como un historicismo como una radicalización del historicismo hegeliano. Todos estos temas reaparecen, de una manera explícita o encubierta, en algunas interpretaciones del marxismo, por ejemplo en el joven Lukács, o en el propio Gramsci, y siempre están más o menos acechados por el dogmatismo especulativo o por el empirismo que tanto uno como el otro son ideologías de la ciencia, a la que desconocen,

Si, en cambio, nos hacernos una idea justa de lo que contiene y lo que no contiene El Capital, extraeremos otra concepción del marxismo, conforme a la idea que podemos hacernos de una ciencia.

En este caso diremos que El Capital no es «la expresión» de su tiempo, sino el conocimiento de su tiempo, ante todo de la «región económica» del modo de producción capitalista. Este conocimiento de un modo de producción particular es posible solamente por la práctica de los principios teóricos generales, cuyo efecto es, en su calidad de principios teóricos generales producir el conocimiento de esa realidad particular que es el modo de producción capitalista. Si estudiamos de cerca   El Capital, podemos extraer de él esos principios generales, que permiten elaborar la teoría de todos los modos de producción posibles, y por tanto, no sólo del modo de producción capitalista, sino también de los demás modos de producción, pasados y futuros. Podemos enunciar estos principios, ver en qué condiciones se les ha podido poner en práctica para el estudio de ese modo de producción particular (el capitalismo), y sacar de ellos las indicaciones teóricas sobre las condiciones que permiten forjar la teoría de otros modos de producción. Del mismo modo, los conceptos teóricos que han permitido elaborar la teoría de la «región» económica del capitalismo, una vez extraídos y enunciados, se nos presentarán como principios teóricos generales, que permiten plantear el problema de la naturaleza de las otras «regiones», es decir, crear la teoría de las superestructuras.

Por eso, vemos que la ciencia que hay en El Capital no se comporta de una manera diferente de las otras ciencias: se aleja de la filosofía, y se confunde en su principio, con las demás ciencias.

Deja de servir de pretexto a una interpretación «historicista» del marxismo y a la confusión del materialismo histórico y la filosofía. Una vez reconocidos los títulos de la ciencia de la historia marxista, hay lugar para una filosofía marxista, distinta del materialismo histórico. La teoría científica, recupera, contra la especulación y el empirismo, sus derechos de teoría, y se hace posible un conocimiento nuevo de la especificidad de la práctica científica, dicho de otro modo, el materialismo dialéctico se hace pensable.

ucionaria, especialmente en filosofía. La lucha de clases y la filosofía marxista-leninista están unidas como los dientes y los labios.

 

 

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