Para una caracterización del romanticismo económico
Sismondi y nuestros sismondistas nacionales[1]
V. I. Lenin
1897
[Prefacio]
Sismondi (J. C. L. Simonde de Sismondi), economista suizo que escribió a comienzos del siglo XIX, ofrece especial interés para la solución de los problemas económicos generales que actualmente se plantean en Rusia con toda fuerza. Si a ello agregamos que en la historia de la economía política ocupa un lugar aparte, al margen de las corrientes principales, que es un partidario ferviente de la pequeña producción y que se alza (como los populistas rusos contemporáneos), contra los defensores e ideólogos de las grandes empresas, entonces el lector comprenderá el por qué de nuestra intención de dar una reseña de su doctrina en sus rasgos principales y en su relación con otras corrientes —contemporáneas a él y posteriores— de la ciencia económica. El interés que ofrece el estudio de Sismondi cobra intensidad especial precisamente ahora, pues en la revista Rússkoie Bogatstvo del año pasado, 1896, hemos encontrado un artículo dedicado también a la exposición de su doctrina (B. Efrussi: "Las concepciones económicosociales de Simonde de Sismondi", Rússkoie Bogatstvo, 1896, núms. 7 y 8)[1].
El colaborador de Rússkoie Bogatstvo declara, desde el comienzo, que no hubo escritor alguno "que haya sido objeto de una apreciación tan errónea" como Sismondi, a quien, según él, se ha tratado de presentar, "injustamente", ora como reaccionario, ora como utopista. Todo lo contrario. Precisamente esta apreciación de Sismondi es la que se ajusta a la verdad. El artículo de Rússkoie Bogatstvo, que constituye una exposición detallada y escrupulosa de la teoría de Sismondi, da una definición en todo sentido errónea de ésta[2], pues idealiza a Sismondi en los aspectos en que su doctrina más se aproxima a los populistas, ignorando y presentando bajo una falsa luz el lugar que ocupa respecto de las corrientes posteriores de la ciencia económica. Por ello, nuestra exposición y análisis de la doctrina de Sismondi serán, al mismo tiempo, una crítica del artículo de B. Efrussi.
CAPÍTULO I. LAS TEORÍAS ECONÓMICAS DEL ROMANTICISMO
La particularidad distintiva de la teoría de Sismondi la constituye su doctrina acerca de la renta, de la relación de ésta con la producción y la población. Su obra principal se titula: Nouveaux principes d'économie politique ou de la richesse dans ses rapports avec la population (Seconde édition, París, 1827, 2° vol. La primera edición data de 1819), Nuevos principios de economía política o de la riqueza en sus relaciones con la población. Este tema es casi idéntico al que en la literatura populista rusa se conoce bajo la denominación de "El problema del mercado interior para el capitalismo". Sismondi afirma, en efecto, que el desarrollo de las grandes empresas y del trabajo asalariado en la industria y en la agricultura determina que la producción supere al consumo y se enfrente con el problema sin solución de hallar consumidores; que no puede hallarlos en el interior del país, puesto que trasforma a la masa de la población en jornaleros, en simples obreros, y crea una población de desocupados, al tiempo que es cada vez más difícil conseguir mercados en el exterior, debido a que en la arena mundial van apareciendo nuevos países capitalistas. El lector puede ver que se trata exactamente de los mismos problemas que preocupan a los economistas populistas, con los señores V. V. y N.-on[3] a la cabeza. Veamos, pues, más de cerca, los diferentes elementos de la argumentación de Sismondi y su valor científico.
I. ¿Se reduce el mercado interior como consecuencia de la ruina de los pequeños productores?
Contrariamente a los economistas clásicos, que en la elaboración de sus sistemas daban ya por constituido el régimen capitalista y por sentada la existencia de la clase obrera, Sismondi pone el acento en el proceso de ruina del pequeño productor, proceso que condujo a la formación de dicha clase. Es indiscutible mérito de Sismondi haber señalado dicha contradicción dentro del régimen capitalista, pero el hecho cierto es que como economista no supo comprender ese fenómeno y que quiso disimular, expresando "piadosos deseos", su incapacidad para hacer un análisis consecuente. La ruina del pequeño productor prueba, en su opinión, la reducción del mercado interior.
"Si el fabricante vende más barato —dice en el capítulo acerca de ¿cómo amplía el vendedor su mercado? (Ch. III, livre IV, t. I, p. 342 et suiv.)[4]—, venderá más porque los otros venderán menos." Y por ello, los esfuerzos del fabricante tienden siempre a ahorrar algo sobre el trabajo o sobre la materia prima, que lo coloque en condiciones de poder vender a precio más reducido que sus colegas. Como las materias primas son a su vez producto de un trabajo anterior, resulta que el ahorro se reduce, en último término, al empleo de menor cantidad de trabajo para la producción de un mismo artículo. "Sin embargo, la finalidad del fabricante no es reducir la cantidad de obreros, sino acrecentar la producción. Supongamos que llegue a alcanzar su objetivo, que logre arrebatar compradores a su competidor al rebajar el precio de su mercadería. ¿Cuál será, pues, el resultado nacional de esto?" "Los demás fabricantes introducirán su método de producción. Y entonces unos y otros se verán precisados, desde luego, a despedir una parte de sus obreros en la misma proporción en que la nueva máquina aumente la fuerza productiva del trabajo. Si el consumo no ha variado y si el mismo trabajo es hecho por un número de brazos diez veces menor, entonces nueve décimos de esa parte de la clase obrera perderá sus ingresos y su consumo, de todo tipo, disminuirá en la misma proporción [...]. La consecuencia del invento —en caso de que la nación carezca de comercio exterior y el consumo permanezca invariable— será, en definitiva, una pérdida para todos, la disminución de la renta nacional, lo cual acarreará, para el año siguiente, la disminución del consumo general" (I, 344). "Y así tenía que ser; como el trabajo es de por sí una parte importante de la renta [Sismondi se refiere al salario], resulta imposible reducir la demanda de trabajo sin empobrecer a la nación. Por ello, el beneficio que se espera de la invención de nuevos medios de producción se relaciona casi siempre con el comercio exterior" (I, 345).
El lector puede ver que ya en estas palabras está contenida toda la "teoría", que tan bien conocemos, de la "reducción del mercado interior" como consecuencia del desarrollo del capitalismo y de la necesidad, por lo tanto, de mercados exteriores. Sismondi retorna a esta idea con harta frecuencia, vinculándola a su teoría de las crisis y su "teoría" de la población. Esto constituye en su doctrina, como en la de los populistas rusos, un punto dominante.
Sismondi no olvida, desde luego, que la ruina y la desocupación, dentro de las nuevas relaciones, son acompañadas por el aumento de la "riqueza comercial", y que de lo que se trata es del desarrollo de la gran producción, del capitalismo. Esto lo comprende a la perfección y afirma, precisamente, que el crecimiento del capitalismo reduce el mercado interior. "Del mismo modo que no es indiferente para el bienestar de los ciudadanos que la abundancia y el consumo general se aproximen cada vez más a la equidad, o que sólo una pequeña minoría tenga exceso de todo, mientras la masa se ve reducida a lo estrictamente necesario, estos dos tipos de distribución de la renta tampoco son indiferentes para el desarrollo de la riqueza comercial [richesse commerciale[5]]. La igualdad en el consumo ha de tener siempre, como resultado, la ampliación del mercado de productores, en tanto que la desigualdad lleva a la reducción del mercado" (de le [le marché] resserrer toujoun davantage) (I, 357).
Así, pues, Sismondi afirma que el mercado interno se reduce como consecuencia de la desigualdad en la distribución, propia del capitalismo, y que el mercado debe ser creado por la vía de una distribución equitativa. ¿Pero de qué manera puede llegarse a esto cuando existe la riqueza comercial, a la que derivó imperceptiblemente Sismondi (a la que forzosamente tenía que derivar si quería hablar del mercado ?Esto no lo investiga. ¿Qué prueba aporta para demostrar la posibilidad de mantener la igualdad entre los productores, cuando existe la riqueza comercial, esto es, en condiciones de competencia entre los diversos productores? Ninguna, en absoluto. Simplemente resuelve que así debe ser. En lugar de un análisis posterior de la contradicción que con tanto acierto señala, se pone a discurrir acerca de lo indeseable de las contradicciones en general. "Con el remplazo de la pequeña agricultura por la grande, es posible que se haya invertido una mayor cantidad de capitales en la tierra y que entre toda la masa de agricultores se haya distribuido más riqueza que antes"... (es decir: ¿el mercado interior, determinado precisamente por la cantidad absoluta de riqueza comercial, se ha ampliado "quizás"? ¿Creció junto con el desarrollo del capitalismo?)... "Pero para la nación, el consumo de una sola familia de granjeros ricos, más el de unas 50 familias de jornaleros indigentes, no es equivalente al consumo de 50 familias de campesinos entre las cuales no hay una sola familia rica, aunque ninguna de ellas carece tampoco de un decoroso [moderado] pasar" (une honnête aisance) (I, 358). En otras palabras: puede ser que el desarrollo de las granjas sea precisamente lo que crea el mercado interno para el capitalismo. Sismondi era un economista demasiado experto y de buena fe como para negar este hecho, pero... al llegar aquí abandona su investigación y sustituye, pura y simplemente, la "nación" de riqueza comercial por una "nación" de campesinos. A fin de desembarazarse de un hecho desagradable, que rebate su punto de vista pequeñoburgués, olvida inclusive lo que él mismo había dicho poco antes, esto es, que los "granjeros" surgieron de entre los "campesinos" gracias al desarrollo de la riqueza comercial. "Los primeros granjeros —decía Sismondi— fueron simples labriegos [...]. No dejaron de ser campesinos [...]. Para trabajar con ellos casi nunca emplearon jornaleros, sino servidores [des domestiques] escogidos siempre entre sus iguales, y a los que trataban como a iguales, comiendo con ellos en la misma mesa [...] formando con ellos una sola clase de campesinos" (I, 221). Quiere decir que todo se reduce a que estos mujiks patriarcales, junto con sus no menos patriarcales servidores, son mucho más del agrado del autor, razón" por la cual da sencillamente la espalda a los cambios introducidos por el crecimiento de la "riqueza comercial" en el seno de esas relaciones patriarcales.
Pero Sismondi no tiene la menor intención de reconocerlo. Persiste en creer que está investigando las leyes de la riqueza comercial, y, olvidando sus propias reservas, afirma categóricamente :
"Así. pues, debido a la concentración de los bienes en manos de un número restringido de propietarios, el mercado interior se reduce cada vez más (!), y la industria se ve precisada, en grado creciente, a buscar salida para sus productos en los mercados exteriores, donde la espera de estas grandes conmociones (des grandes révolutionsl)" (I, 361). "De ahí que el mercado interior sólo pueda pifiarse como consecuencia del aumento del bienestar nacional" (I, 362"). Sismondi tiene presente el bienestar de toda la población, dado que hace un momento reconocía la posibilidad de un bienestar "nacional" en un sistema de economía basado en granjas.
Como el lector puede comprobar, nuestros economistas-populistas repiten palabra por palabra, lo dicho por Sismondi.
Éste vuelve una vez mas sobre este problema al final de su obra, en el libro VII. titulado Acerca de la población. capítulo VII: "Acerca de la población que resultó superfina debido a la invención de las maquinas".
"La introducción en el campo del sistema de grandes granjas hizo desaparecer en Gran Bretaña la clase de los campesinos arrendatarios [fermiers paysans], que trabajaban ellos mismos y gozaban sin embargo. de un bienestar moderado; la población disminuyó considerablemente, pero su consumo descendió en grado aun mayor que su número. Los jornaleros, que realizan todos los trabajos agrícolas cobrando tan sólo lo estrictamente necesario, no proporcionan, ni de cerca, el mismo estímulo a la industria de las ciudades que le proporcionaban antes los campesinos ricos" (II, 327). "Un cambio análogo se ha operado también en la población urbana... Desaparecen los pequeños comerciantes y los pequeños industriales, un centenar de los cuales es remplazado por un solo gran empresario, cuya riqueza supera posiblemente la de todos ellos. Sin embargo, tomados en conjunto, eran mejores consumidores que él. Su lujo proporciona mucho menos estímulo a la industria que el bienestar moderado de aquellas cien economías a las que él ha remplazado" (ibíd.).
¿A qué queda reducida, entonces, cabe preguntarse, la teoría de Sismondi acerca de la reducción del mercado interior como consecuencia del desarrollo del capitalismo? Pues a que su autor, apenas hecha la tentativa de mirar de frente las cosas, elude el análisis de las condiciones inherentes al capitalismo "(riqueza comercial", más grandes empresas en la industria y en la agricultura, porque Sismondi no conoce el término "capitalismo". La identidad de estos conceptos justifica plenamente su uso, y en lo sucesivo diremos simplemente: "capitalismo") y lo sustituyó por su punto de vista pequeñoburgués y su utopía pequeñoburguesa. El desarrollo de la riqueza comercial y, por ende, de la competencia, debe dejar intacto al campesinado medio, bien homogéneo, con su "bienestar moderado" y sus relaciones patriarcales con los jornaleros.
Se comprende que este inocente deseo haya quedado como patrimonio exclusivo de Sismondi y otros "intelectuales" románticos, y que día a día, cada vez más, este deseo haya chocado con la realidad que iba desarrollando las contradicciones cuya profundidad Sismondi no estaba aún en condiciones de apreciar. ...........................................
[1] Efrussi murió en el año 1897. Rússkoie Bogatstvo le dedica un artículo necrológico en su entrega del mes de marzo de 1897.
[2] Es muy cierto que Sismondi no era socialista, tal como lo señala Efrussi en el comienzo de su artículo, repitiendo lo dicho por Lippert (ver Handwdrterbuch der Staatswissenschaften, V. Band, Artikel "Sismondf, von Lippert, Seite 678. ["Diccionario de Ciencias Políticas", t. V, artículo Sísmondi, de Lippert, pág. 678. Ed.] ).
[3] V. V. (seudónimo de V. P. Vorontsov) y N.-on o Nikolal-on ( seudónimo de N. F. Danielsón). Véase V. I. Lenin, ob. cit., " Biografías", tomo complementario 1. (Ed.)
[4] Todas las citas que siguen, salvo indicación especial, corresponden a la edición de Nouveaux Principes mencionada anteriormente.
[5] Aquí, como en lo demás casos, la cursiva es nuestra, salvo cuando se señala lo contrario.
[1] Para una caracterización del romanticismo económico: trabajo escrito por Lenin en Siberia, en la primavera de 1897 durante el destierro. Se publicó por primera vez en cuatro números (7-10) de la revista de los "marxistes legales", Novóie Slovo "(Nueva palabra") (abril-julio de 1897), con la firma de "K. T-n"; más tarde fue incluido en la recopilación Vladímir Ilín, Estudios y artículos económicos, editada en octubre de 1898 (en la cubierta y en la portada de la recopilación figura el año 1899). En 1908 se publicó, con algunas enmiendas y reducciones, en la recopilación titulada El problema agrario, en la que no se incluyó el punto III del II Capítulo, titulado "Del crecimiento de la población industrial a expensas de la agrícola", y la parte final despunto V del mismo capítulo, "Carácter reaccionario del romanticismo", habiéndose agregado al Cap. I el "Postcriptum".
Al preparar las ediciones legales de 1897-1898, Lenin, por razones de censura, se vio obligado a sustituir las palabras "teoría de Marx" y "teoría del marxismo" por "teoría moderna"; los nombres "Marx" y " Carlos Marx" por el de "el conocido economista alemán"; la palabra " marxista" por "realista"; sustituir El capital por "tratado", y así sucesivamente. En la edición de 1908, una parte considerable de estas expresiones fueron corregidas por Lenin en el texto mismo o aclaradas en notas al pie de página. En la segunda y tercera ediciones rusas de las Obras, las enmiendas de Lenin aparecen tn las notas al pie de página. En la presente edición figuran en el texto mismo. 121.