ORIGINAL

 

CAPÍTULO XVIII.[1] INTRODUCCIÓN

 

I. Objeto de la investigación

El proceso directo de producción del capital es su proceso de trabajo y de valorización, el proceso cuyo resultado es el producto mercantil y cuyo motivo determinante es la producción de plusvalor.

El proceso de reproducción del capital abarca tanto ese proceso directo de producción como las dos fases del proceso de circulación propiamente dicho, esto es, el ciclo global que, como proceso periódico —como proceso que se repite, siempre de nuevo, en períodos determinados— constituye la rotación del capital.

Ya consideremos ahora el ciclo bajo la forma D ... D' o bajo la forma P ... P, el proceso directo de producción P constituye siempre sólo un eslabón de ese ciclo. Bajo una forma aparece como mediación del proceso de circulación; bajo la otra forma, el proceso de circulación aparece como mediación de aquél. Su constante reiteración, la reaparición constante del capital como capital productivo, está condicionada en ambos casos por sus transformaciones en el proceso de circulación. Por otra parte el proceso de producción constantemente renovado es la condición de las transformaciones que el capital experimenta, una y otra vez, en la esfera de la circulación, su representación alternativa como capital dinerario y capital mercantil.

Cada capital singular, sin embargo, no constituye más que una fracción autonomizada —dotada de vida individual, por decirlo así— del capital social global, así como cada capitalista singular no es más que un elemento individual de la clase capitalista. El movimiento del capital social se compone de la totalidad de los movimientos descritos por sus fracciones autonomizadas, de las rotaciones de los capitales individuales. Así como la metamorfosis de la mercancía singular es un eslabón en la serie de metamorfosis experimentada por el mundo de las mercancías —la circulación de las mercancías—, la metamorfosis del capital individual, su rotación, es un eslabón en el ciclo del capital social.

Este proceso global abarca tanto el consumo productivo (el proceso directo de producción) y las trasmutaciones formales (desde el punto de vista material, intercambios) que lo median, como el consumo individual con las trasmutaciones formales o intercambios que lo median. Abarca por una parte la conversión de capital variable en fuerza de trabajo, y por ende la incorporación de la fuerza de trabajo al proceso capitalista de producción. Aquí el obrero se presenta como vendedor de su mercancía, de la fuerza de trabajo, y el capitalista como comprador de la misma. Por otra parte, empero, la venta de las mercancías implica la compra de éstas por la clase obrera, o sea su consumo individual. Aquí la clase obrera hace su aparición como compradora, y los capitalistas como vendedores de mercancías a los obreros.

La circulación del capital mercantil implica la circulación del plusvalor, y por tanto también las compras y ventas merced a las cuales los capitalistas median su consumo individual, el consumo del plusvalor.

El ciclo de los capitales individuales considerados en su convergencia en el capital social, o sea el ciclo considerado en su totalidad, no sólo comprende, pues, h circulación del capital, sino también la circulación general de las mercancías. En sus comienzos, esta última sólo puede constar de dos partes constitutivas:      1) el propio ciclo del capital y      2) el ciclo de las mercancías que entran en el consumo individual, o sea de las mercancías en que el obrero gasta su salario y el capitalista su plusvalor (o parte del mismo). A no dudarlo, el ciclo del capital abarca también la circulación del plusvalor, en la medida en que éste forma parte del capital mercantil, y asimismo la transformación de capital variable en fuerza de trabajo, el pago del salario. Pero el gasto de este plusvalor y salario en mercancías no constituye un eslabón de la circulación del capital, aunque el gasto del salario condicione, por lo menos, dicha circulación.

En el libro primero se analizó el proceso capitalista de producción tanto en su calidad de proceso aislado como en cuanto proceso de reproducción: la producción del plusvalor y la producción del capital mismo. Dimos por supuestos los cambios de formas y de sustancias que experimenta el capital en la esfera de la circulación, sin detenernos mayormente en su examen. Se supuso, pues, que el capitalista, por una parte, vendía el producto a su valor y, por otra, encontraba dentro de la esfera de la circulación los medios materiales de producción para reiniciar el proceso o continuarlo ininterrumpidamente. El único acto, dentro de la esfera de la circulación, en el que nos detuvimos allí, fue la compra y venta de la fuerza de trabajo como condición fundamental de la producción capitalista.

En la primera sección de este libro segundo consideramos las diversas formas que adopta el capital en su ciclo, y las diversas formas de este ciclo mismo. Al tiempo de trabajo, examinado en el libro primero, se agrega ahora el tiempo de circulación.

En la segunda sección se consideró el ciclo como ciclo periódico, esto es, como rotación. Se mostró, por un lado, cómo las diversas partes constitutivas del capital (la fija y la circulante) efectúan en diversos lapsos y de maneras diferentes el ciclo de las formas; investigamos, por otra parte, las circunstancias que condicionan la diversa extensión del período laboral y del de circulación. Se mostró la influencia que ejercen el período cíclico y la proporción diversa de sus componentes sobre el volumen del proceso mismo de producción, así como sobre la tasa anual del plusvalor. En efecto, si bien en la primera sección se consideraron principalmente las formas sucesivas que el capital adopta y abandona en su ciclo, de manera constante, en la segunda sección estudiamos cómo dentro de esta fluencia y sucesión de formas un capital de magnitud dada se divide simultáneamente, aunque en volumen cambiante, entre las diversas formas de capital productivo, capital dinerario y capital mercantil, de tal manera que no sólo alternan entre sí, sino que diversas partes del valor global de capital se encuentran constantemente en esos estados, yuxtapuestas, y actúan en ellos. El capital dinerario, particularmente, se representa con una peculiaridad que no se había manifestado en el libro primero. Se encontraron determinadas leyes con arreglo a las cuales, para mantener constantemente en funciones un capital productivo de un volumen dado, es necesario adelantar y reponer constantemente, bajo la forma de capital dinerario, las distintas grandes partes constitutivas de un capital dado, según las condiciones de la rotación.


No obstante, así en la sección primera como en la segunda se trata siempre, únicamente, de un capital individual, del movimiento descrito por una parte autonomizada del capital social.

Los ciclos de los capitales individuales, empero, se entrelazan, se presuponen y se condicionan unos a otros, y constituyen precisamente en este entrelazamiento el movimiento del capital social global. Así como en el caso de la circulación simple la metamorfosis global de una mercancía aparecía como eslabón de la serie de metamorfosis del mundo de las mercancías, ahora la metamorfosis del capital individual se presenta como eslabón de la serie de metamorfosis del capital social. Pero si bien la circulación mercantil simple no implicaba necesariamente, en modo alguno, la circulación del capital —ya que aquélla puede efectuarse sobre la base de una producción no capitalista—, el ciclo del capital social global implica también, como ya hemos observado, la circulación mercantil que no forma parte del ciclo del capital individual, esto es, la circulación de mercancías que no constituyen capital.

Hemos de examinar ahora el proceso de circulación de los capitales individuales (proceso que, en su totalidad, es una forma del proceso de reproducción) como partes constitutivas del capital social global, esto es, examinar el proceso de circulación de dicho capital.

 

II. El papel del capital dinerario

{Aunque lo que sigue debería formar parte del final de esta sección, lo someteremos a investigación de inmediato: a saber, el capital dinerario considerado como parte constitutiva del capital social global.}

Cuando examinamos la rotación del capital individual, el capital dinerario se presentó en dos aspectos:

Primero: constituye la forma bajo la cual todo capital individual hace su aparición en escena o inaugura su proceso como capital. Aparece, por consiguiente, como primus motor [primer motor][64bis] que da el impulso inicial a todo el proceso.

Segundo: conforme a la diversa extensión del período de rotación y a la proporción diversa entre sus partes constitutivas —período de trabajo y período de circulación—, el componente del valor adelantado de capital al que constantemente se debe adelantar y reponer bajo la forma dineraria, varía en proporción al capital productivo que pone en movimiento, es decir, en proporción a la escala continua de la producción. Sea cual fuere esta proporción, empero, en todas las circunstancias la parte del valor de capital en proceso que puede funcionar constantemente como capital productivo se ve limitada por la parte del valor adelantado de capital que constantemente tiene que existir, bajo la forma dineraria, al lado del capital productivo. Se trata aquí, solamente, de la rotación normal, de una media abstracta. Se prescinde, en esto, del capital dinerario adicional destinado a compensar las interrupciones de la circulación.

Acerca del primer punto. La producción mercantil supone la circulación mercantil, y ésta supone la presentación de la mercancía como dinero, la circulación dineraria; el desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero es una ley de la presentación del producto como mercancía. Del mismo modo, la producción mercantil capitalista —considerada tanto desde el punto de vista social como desde el individual— supone el capital en forma dineraria o el capital dinerario como primus motor para todo negocio que se inicia y como motor continuo. El capital circulante, en especial, supone la reaparición constante, en espacios de tiempo relativamente breves, del capital dinerario como motor. Es necesario adquirir constantemente con dinero, una y otra vez, todo el valor del capital adelantado, esto es, todas las partes constitutivas del capital, consistentes en mercancías: fuerza de trabajo, medios de trabajo y materiales de producción. Lo que aquí es válido para el capital individual, lo es para el capital social, que sólo funciona bajo la forma de muchos capitales individuales. Pero como ya se indicó en el libro I, de esto en modo alguno se infiere que el campo de funcionamiento del capital, la escala de la producción —incluso sobre la base capitalista— dependan en lo tocante a sus límites absolutos del volumen del capital dinerario en funciones.

Al capital se han incorporado elementos productivos cuya expansión— dentro de ciertos límites— no depende de la magnitud del capital dinerario adelantado. A pago igual de la fuerza de trabajo, ésta so puede explotar —en cuanto a la extensión o la intensidad— con mayor vigor. Si con esa explotación acrecentada aumenta el capital dinerario (es decir, se eleva el salario), ello no ocurrirá proporcionalmente, o sea pro tanto.

La tierra, el mar, los minerales, bosques, etc., el material natural explotado productivamente —que no constituye elemento de valor alguno del capital—, se explota con mayor tensión del mismo número de fuerzas de trabajo —en intensidad o extensión— sin que aumente el adelanto de capital dinerario. Los elementos reales del capital productivo aumentan, de esta suerte, sin necesidad de un suplemento de capital dinerario. En la medida en que dicho suplemento haga falta para la adquisición de materiales auxiliares adicionales, el capital dinerario en el que se adelanta el valor de capital no aumentará en proporción a la mayor eficacia del capital productivo, esto es, no aumentará pro tanto.

Mediante la prolongación de su tiempo de uso cotidiano o la intensificación de su empleo, es posible usar y consumir más eficazmente los mismos medios de trabajo, y por ende el mismo capital fijo, sin que sea necesario un desembolso dinerario adicional en capital fijo. Tiene lugar, entonces, únicamente una rotación más rápida del capital fijo, pero también se suministrarán con mayor rapidez los elementos de su reproducción.

Prescindiendo de los materiales naturales, las fuerzas naturales —que nada cuestan— pueden ser incorporadas al proceso de producción, en calidad de agentes, con mayor o menor eficacia. El grado de su eficacia depende de procedimientos y adelantos científicos que al capitalista no le cuestan nada.

Lo mismo es válido con respecto a la combinación social de la fuerza de trabajo en el proceso de producción y a la destreza acumulada por los obreros individuales. Careya especula que el terrateniente nunca recibe lo suficiente, ya que no se le paga todo el capital —o todo el trabajo— que desde tiempos inmemoriales se ha agregado al suelo para darle su capacidad productiva actual. (De la capacidad productiva que se le ha quitado, naturalmente, no se habla una palabra.) Según esto, al obrero individual habría que pagarle en función del trabajo que le costó a todo el género humano hacer de un salvaje un mecánico moderno. Habría que decir, a la inversa: si se calcula todo el trabajo agregado al suelo, trabajo que terratenientes y capitalistas no pagaron pero que convirtieron en dinero, todo el capital incorporado al suelo ha sido pagado un sinfín de veces, con intereses usurarios; por ende, hace ya mucho que la sociedad ha comprado de nuevo, pagándola con creces, la propiedad de la tierra.

a En el manuscrito, “El inepto Carey” en vez de “Carey” (R 860/2).

El aumento de las fuerzas productivas del trabajo, en la medida en que no presupone ningún desembolso suplementario de valores de capital, en primera instancia no. hace más que acrecentar la masa del producto, por cierto, no el valor de éste, salvo cuando permite reproducir más capital constante con el mismo trabajo, o sea conservar su valor. Pero al mismo tiempo forma nueva materiab de capital, esto es, la base de una acumulación acrecentada del capital.

b En la 1ª edición esta palabra aparecía subrayada.


En la medida en que la organización del trabajo social mismo, y por consiguiente el aumento de la fuerza productiva social del trabajo, exigen que se produzca en gran escala y por tanto que los capitalistas individuales adelanten capital dinerario en grandes masas, esto ocurre, en parte, como ya se mostró en el libro I,c a través de la centralización de los capitales en pocas manos, sin que haga falta que crezca en términos absolutos el volumen de los valores de capital actuantes y tampoco, por ende, el volumen del capital dinerario en el que se adelantan. La magnitud de los capitales individuales puede aumentar, por obra de la centralización a en pocas manos, sin que aumente su suma social. Se trata, tan sólo, de una distribución modificada de los capitales individuales.

c Véase, en la presente edición! t. I, vol. 3, pp. 774-782.

a En el manuscrito, “concentración” en vez de “centralización” (R 861/1).

En la sección precedente, por último, se ha mostrado cómo la reducción del período de rotación permite poner en movimiento o bien con menos capital dinerario el mismo capital productivo o bien con el mismo capital dinerario más capital productivo.

No obstante, es evidente que todo esto nada tiene que ver con el verdadero problema del capital dinerario. Muestra, solamente, que el capital adelantado —una suma de valor dada que en su forma libre, en su forma de valor, se compone de cierta suma de dinero— luego de su transformación en capital productivo incluye potencias productivas cuyos límites no están dados por los límites de valor de ese capital, sino que dentro de cierto campo de acción pueden surtir efecto, en extensión o intensidad, de manera diferente. Una vez dados los precios de los elementos de producción —de los medios de producción y de la fuerza de trabajo— está determinada la magnitud del capital dinerario requerida para comprar determinada cantidad de esos elementos de producción, existentes como mercancías. O bien está determinada la magnitud de valor del capital que hay que adelantar. Pero el volumen en que ese capital opera como creador de valor y formador de productos es elástico y variable.

Acerca del segundo punto. Se comprende de suyo que la parte del trabajo social y de los medios de producción sociales que es necesario gastar, año tras año, para producir o comprar el oro b destinado a reponer las monedas desgastadas, constituye pro tanto una quita al volumen de la producción social. Pero en lo tocante al valor dinerario c que funciona en parte como medio de curso, en parte como tesoro, dicho valor existe, ha sido adquirido de una buena vez junto a la fuerza de trabajo, a los medios de producción producidos y a las fuentes naturales de la riqueza. No se lo puede considerar como límite de los mismos. Mediante su transformación en elementos de producción, mediante el intercambio con otros pueblos, se podría ampliar la escala de la producción. Esto supone, no obstante, que el dinero d desempeña, como siempre, su papel como dinero mundial.

b En el original de Engels para la imprenta y, según Rubel (862/1), en el manuscrito de Marx (II, p. 131) se lee aquí “Gold” (“oro”), y no, como en la 1ª y 2ª ediciones, “Geld” (“dinero”).

c Rubel lee aquí, en el manuscrito, “a la existencia [stock] de oro” en vez de “al valor dinerario”.

d Según Rubel, en vez de “dinero” se debe leer “oro”.


Conforme a la magnitud del período de rotación se requiere una masa mayor q menor de capital dinerario para poner en movimiento el capital productivo. Hemos visto, asimismo, que la división del período de rotación en tiempo de trabajo y tiempo de circulación condiciona un aumento del capital latente o en suspenso bajo forma dineraria.

 

[1] {F.E.—Del manuscrito II.)

 

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