ÍNDICE
PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS GENERALES
CARLOS MARX Y FEDERICO ENGELS
Extractos de
LA IDEOLOGÍA ALEMANA (1845-1846)
EL MANIFIESTO COMUNISTA (1847-1848)
PRIMERA RESEÑA INTERNACIONAL
EL CAPITAL, Tomo I. CAPÍTULO XIII
MAQUINARIA Y GRAN INDUSTRIA
EL CAPITAL, TOMO I. CAPÍTULO XXIII
LA LEY GENERAL DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA
EL CAPITAL, TOMO I. CAPÍTULO XXIV
LA LLAMADA ACUMULACIÓN ORIGINARIA
EL CAPITAL, TOMO I. CAPÍTULO XXV
LA MODERNA TEORÍA DE LA COLONIZACIÓN
EL CAPITAL, TOMO III CAPÍTULO XX
CONSIDERACIONES HISTÓRICAS SOBRE EL CAPITAL COMERCIAL
EL CAPITAL, TOMO. III Capítulo XXXV
LOS METALES PRECIOSOS Y EL CURSO DEL CAMBIO
FEDERICO ENGELS
Extractos de:
INGLATERRA EN 1845 Y 1885
EL PROTECCIONISMO Y EL LIBRECAMBIO
COMPLEMENTO AL PREFACIO DEL TERCER TOMO DE EL CAPITAL
ARTÍCULOS Y CARTAS SOBRE EL COLONIALISMO EN IRLANDA, INDIA Y OTROS
I. IRLANDA
ARTÍCULOS
LA CUESTIÓN INDIA. EL DERECHO DE ARRENDAMIENTO IRLANDÉS
EL GOBIERNO INGLÉS Y LOS PRESOS FENIANOS
FRAGMENTO DEL ARTÍCULO: NOTA CONFIDENCIAL
HISTORIA DE IRLANDA
EXTRACTOS CRONOLÓGICOS
A PROPÓSITO DE LA CUESTIÓN IRLANDESA
EXTRACTOS CRONOLÓGICOS
CARTAS
32. DE ENGELS A MARX
101. DE MARX A ENGELS
102. DE MARX A ENGELS
DE MARX A KUGELMANN
128. DE ENGELS A MARX
130. DE MARX A ENGELS
133. DE ENGELS A MARX
134. DE MARX A KUGELMANN
136. DE MARX A ENGELS
DE ENGELS A MARX
141. DE MARX A MEYER Y VOGT
II. INDIA
ARTÍCULOS
LA INDIA
LAS REFORMAS DE SIR CHARLES WOOD EN LA INDIA ORIENTAL
LA DOMINACIÓN BRITÁNICA EN LA INDIA
LA INDIA
LA COMPAÑÍA DE LAS INDIAS ORIENTALES. SU HISTORIA Y RESULTADOS
EL GOBIERNO DE LA INDIA
EL PROBLEMA DE LA INDIA ORIENTAL
LA INDIA
FUTUROS RESULTADOS DE LA DOMINACIÓN BRITÁNICA EN LA INDIA
LA SUBLEVACIÓN EN EL EJERCITO INDIO
EL PROBLEMA DE LA INDIA
"LA SUBLEVACIÓN INDIA"
INVESTIGACIÓN DE LAS TORTURAS EN LA INDIA
LA REVUELTA INDIA
INGRESOS DE INGLATERRA EN LA INDIA
EL PRÓXIMO EMPRÉSTITO INDIO
DETALLES DEL ATAQUE A LUCKNOW
LA ANEXIÓN DE AÚDH
EL EJÉRCITO BRITÁNICO EN LA INDIA
EL COMERCIO BRITÁNICO DE ALGODÓN
LOS IMPUESTOS EN LA INDIA
EL PROYECTO DE LEY DE LA INDIA
CARTAS
DE MARX A ENGELS
III. OTROS (Arabia, Birmania, Persia, Afganistán, Argelia, Egipto, Rusia, Jamaica, etc.)
ARTÍCULOS
LA GUERRA EN BIRMANIA
LA GUERRA ANGLO-PERSA
GUERRA CONTRA PERSIA
PERSIA Y CHINA
EL TRATADO PERSA
"AFGANISTÁN
ARGELIA
EL GOBIERNO BRITÁNICO Y LA TRATA DE ESCLAVOS
LA CUESTIÓN DE LAS ISLAS JÓNICAS
CARTAS
21. DE ENGELS A MARX (Arabia)
22. DE MARX A ENGELS (Arabia)
23. DE ENGELS A MARX (Arabia e India)
24. DE MARX A ENGELS (Colonización, India)
38. DE MARX A ENGELS
DE MARX A ENGELS
DE ENGELS A MARX
172. DE MARX A DANIELSON
177. DE ENGELS A KAUTSKY
214. DE ENGELS A CONRAD SCHMIDT
42. DE MARX A ENGELS
223. DE ENGELS A DANIELSON (NIKOLAI-ON)
DE ENGELS A EDUARDO BERNSTEIN A ZÚRICH
DE ENGELS A CARLOS KAUTSKY A STUTTGART
DE ENGELS A CARLOS KAUTSKY
DE ENGELS A K. KAUTSKY A Stuttgart
DE ENGELS A TURATI
COLONIALISMO Y LA LUCHA ANTICOLONIAL EN CHINA
1. EL COMERCIO MUNDIAL CAMBIA DE DIRECCIÓN POR SEGUNDA VEZ
2. LA REVOLUCIÓN EN CHINA Y EN EUROPA
3. DEBATES PARLAMENTARIOS SOBRE LAS HOSTILIDADES EN CHINA
4. PALMERSTON Y LAS ELECCIONES GENERALES
5. LAS ELECCIONES INGLESAS
6. RUSIA Y CHINA
7. LA NUEVA CAMPAÑA INGLESA EN CHINA
8. LAS ATROCIDADES EN CHINA
9. CORRESPONDENCIA OFICIAL
10. EL CONFLICTO ANGLO-CHINO
11. LAS GANANCIAS DE RUSIA EN EXTREMO ORIEN
12. EL COMERCIO DEL OPIO
13. LOS EFECTOS DEL TRATADO DE 1842 SOBRE EL COMERCIO CHINO-BRITÁNICO
14. EL NUEVO TRATADO CON CHINA
15. LA PENETRACIÓN RUSA EN ASIA CENTRAL
16. LA NUEVA GUERRA CHINA
17. OBSTÁCULOS PARA EL AUMENTO DE LAS EXPORTACIONES A CHINA
18. POLÍTICA INGLESA
19. PROBLEMAS CHINOS
20. OPIO, ALCOHOL Y REVOLUCIÓN
ÍNDICE ONOMÁSTICO DE ALGUNOS PERSONAJES
PERSONAJE LITERARIO
PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS GENERALES
CARLOS MARX Y FEDERICO ENGELS
(1845-1895)
Extractos de:
LA IDEOLOGÍA ALEMANA (1845-1846)
1. FEUERBACH. CONTRAPOSICIÓN ENTRE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA Y LA IDEALISTA
B. LA BASE REAL DE LA IDEOLOGÍA
[1] INTERCAMBIO Y FUERZA PRODUCTIVA
[...] La manufactura, y en general el movimiento de la producción, experimentaron un auge enorme gracias a la expansión del comercio como consecuencia del descubrimiento de América y de la ruta marítima hacia las Indias Orientales[1]. Los nuevos productos importados de estas tierras, y principalmente las masas de oro y plata lanzadas a la circulación, hicieron cambiar totalmente la posición de unas clases con respecto a otras y asestaron un rudo golpe a la propiedad feudal de la tierra y a los trabajadores, al paso que las expediciones de aventureros, la colonización y, sobre todo, la expansión de los mercados hacia el mercado mundial, que ahora se había vuelto posible y se iba realizando día tras día, hacían surgir una nueva fase del desarrollo histórico, en la que en general no hemos de detenernos aquí. La colonización de los países recién descubiertos sirvió de nuevo incentivo a la lucha comercial entre las naciones y le dio, por tanto, mayor extensión y mayor encono.
La expansión del comercio y de la manufactura sirvió para acelerar la acumulación del capital móvil, mientras en los gremios, en los que nada estimulaba la ampliación de la producción, el capital natural permanecía estable o incluso decrecía. El comercio y la manufactura crearon la gran burguesía, al paso que en los gremios se concentraba la pequeña burguesía, que ahora ya no seguía dominando, como antes, en las ciudades, sino que tenía que inclinarse bajo la dominación de los grandes comerciantes y manufactureros. De aquí la decadencia de los gremios tan pronto entraban en contacto con la manufactura.
Durante la época de que hemos hablado, las relaciones comerciales entre las naciones revestían dos formas distintas. Al principio, la escasa cantidad de oro y plata circulantes condicionaba la prohibición de exportar estos metales, y la industria, generalmente importada del extranjero e impuesta por la necesidad de dar ocupación a la creciente población urbana, no podía desenvolverse sin un régimen de protección, que, naturalmente, no estaba dirigido solamente contra la competencia interior, sino también, y fundamentalmente, contra la competencia de fuera. El privilegio local de los gremios hacíase extensivo, en estas prohibiciones primitivas, a toda la nación. Los aranceles aduaneros surgieron de los tributos que los señores feudales imponían a los mercaderes que atravesaban sus territorios como rescate contra el saqueo, que más tarde fueron percibidos también por las ciudades y que, al surgir los estados modernos, eran el recurso más al alcance de la mano del fisco para obtener dinero.
La aparición en los mercados europeos del oro y la plata de América, el desarrollo gradual de la industria, el rápido auge del comercio y, como consecuencia de ello, el florecimiento de la burguesía no gremial y del dinero, dieron a todas estas medidas una significación distinta. El Estado, que cada día podía prescindir menos del dinero, obtuvo ahora, por razones de orden fiscal, la prohibición de exportar oro y plata; los burgueses, que veían su gran objetivo de acaparación en estas masas de dinero lanzadas ahora nuevamente sobre el mercado, sentíanse plenamente satisfechos con ello; los anteriores privilegios, vendidos por dinero, convirtiéronse en fuente de ingresos para el gobierno; surgieron en la legislación aduanera los aranceles de exportación, que, interponiendo un obstáculo en el camino de la industria, perseguían fines puramente fiscales.
El segundo período comenzó a mediados del siglo XVII y duró casi hasta finales del XVIII. El comercio y la navegación habíanse desarrollado más rápidamente que la manufactura, la cual desempeñaba un papel secundario; las colonias comenzaron a convertirse en importantes consumidores y las diferentes naciones fueron tomando posiciones, mediante largas luchas, en el mercado mundial que se abría. Este período comienza con las leyes de navegación y los monopolios coloniales. La competencia entre unas y otras naciones era eliminada, dentro de lo posible, por medio de aranceles, prohibiciones y tratados; en última instancia, la lucha de competencia se libraba y decidía por medio de la guerra (principalmente, de la guerra marítima). La nación más poderosa en el mar, Inglaterra, mantenía su supremacía en el comercio y en la manufactura. Vemos ya aquí la concentración en un solo país.
La manufactura había disfrutado de una constante protección, por medio de aranceles protectores en el mercado interior, mediante monopolios en el mercado colonial y, en el mercado exterior, llevando hasta el máximo las tarifas aduaneras diferenciales. Se favorecía la elaboración de las materias primas producidas en el propio país (lana y lino en Inglaterra, seda en Francia), se prohibía la exportación de dichas materias primas (la lana, en Inglaterra), a la par que se descuidaba o se combatía la elaboración de la materia prima importada (así, en Inglaterra, del algodón). Como es natural, la nación predominante en el comercio marítimo y como potencia colonial procuró asegurarse también la mayor extensión cuantitativa y cualitativa de la manufactura. Esta no podía en modo alguno prescindir de un régimen de protección, ya que fácilmente puede perder su mercado y verse arruinada por los más pequeños cambios producidos en otros países; es fácil introducirla en un país de condiciones hasta cierto punto favorables, pero esto mismo hace que sea también fácil destruirla. Pero, al mismo tiempo, por el modo como funciona en el país, principalmente en el siglo XVIII, la manufactura se entrelaza de tal modo con las relaciones de vida de una gran masa de individuos, que ningún país puede aventurarse a poner en juego su existencia abriendo el paso a la libre competencia. Depende, enteramente, por tanto, en cuanto se la lleva hasta la exportación, de la expansión o la restricción del comercio y ejerce [sobre él] una influencia relativamente muy pequeña. De aquí su [importancia] secundaria y de aquí también la influencia de los [comerciantes] en el siglo XVIII. Eran los comerciantes, y sobre todo los armadores de barcos, quienes por encima de los demás pugnaban por conseguir protección del Estado y monopolios; y aunque también los manufactureros, es cierto, demandaban y conseguían medidas proteccionistas, marchaban constantemente, en cuanto a importancia política, a la zaga de los comerciantes. Las ciudades comerciales, y principalmente las ciudades marítimas, convirtiéronse en cierto modo en centros civilizados y de la gran burguesía, al paso que en las ciudades fabriles subsistía la pequeña burguesía acomodada. Cfr. Aikin, etc. El siglo XVIII fue el siglo del comercio. Así lo dice expresamente Pinto: "Le commerce fait la marotte du siècle"[2] y "Depuis quelque temps il n'est plus question que de commerce, de navigation et de marine".[3],[4]
Traducido del alemán
Fragmento de "La ideología alemana"
Escrito por Carlos Marx y Federico Engels en 1845-1846.
Publicado íntegramente por primera vez en Marx-Engels Gesamtausgabe, Abt. I, Bd. 5, 1932.
Ver esta versión en: Carlos Marx-Federico Engels. La Ideología Alemana. Crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner y del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas.
Ediciones Pueblos Unidos. Quinta edición. 1974. pp. 63-66.
EL MANIFIESTO COMUNISTA (1847-1848)
I. BURGUESES Y PROLETARIOS
El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición.
El antiguo modo de explotación feudal o gremial de la industria ya no podía satisfacer la demanda, que crecía con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. La clase media industrial suplantó a los maestros de los gremios; la división del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció, ante la división del trabajo en el seno del mismo taller.
Pero los mercados crecían sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura; el lugar de la clase media industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios —jefes de verdaderos ejércitos industriales—, los burgueses modernos.
La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de todos los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó a su vez en el auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media.
[...]
Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal.
Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza.
Fragmento del Manifiesto del Partido Comunista.
Escrito entre diciembre de 1847 a enero de 1848.
Publicado por primera vez en febrero de 1848 en Londres, en edición aparte, en alemán.
Traducido del alemán publicada en las Obras escogidas de Carlos Marx y Federico Engels en dos tomos.
Editorial Progreso, Moscú, t. I. págs., 23-24 y esta versión en: C. Marx-F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín, 1964, p. 33-38.
PRIMERA RESEÑA INTERNACIONAL
[...]
Para terminar, otra particularidad típica de China, revelada por el conocido misionero alemán Gützlaff. El exceso de población de ese país, en lento pero firme aumento, tornaba sumamente oprimente, desde hacía tiempo, la situación social para la para la mayoría de la nación. Luego vinieron los ingleses, y por la fuerza obtuvieron la libertad de comercio en cinco puertos. Miles de naves británicas y norteamericanas zarparon hacia China, y muy pronto el país fue inundado de mercancías baratas hechas a máquina. La industria china, que se basaba en el trabajo manual, sucumbió ante la competencia de la máquina. El imperturbable Celeste Imperio pasó por una crisis social. Dejaron de percibirse los impuestos, el Estado se vio al borde de la bancarrota, la población quedó depauperada en masa, estallaron revueltas, la gente no pudo ya ser contenida y maltrató y mató a los mandarines del emperador y a los bonzos budistas. El país estaba al borde de la catástrofe, y se encuentra aún bajo la amenaza de una revolución violenta. Pero, lo que es peor, han aparecido en el seno del pueblo personas que señalan la miseria de unos y la riqueza de otros, que exigen una distribución diferente de la propiedad, e incluso la abolición total de la propiedad privada. Cuando Herr Gützlaff se encontró otra vez entre personas civilizadas y europeos, después de una ausencia de veinte años, oyó hablar de socialismo y preguntó qué era. Cuando se lo explicaron exclamó, alarmado: "¿Hay algún lugar adonde escapar de esa perniciosa doctrina? ¡Muchos individuos del populacho vienen predicando exactamente lo mismo desde hace tiempo, en China!"
El socialismo chino puede tener con la variedad europea la misma relación que la filosofía china con la hegeliana. Pero resulta alentador que ............... [..................]