Presentación
La capacidad de autogobierno del pueblo vasco está demostrada durante siglos. Antes de la victoria política y militar del capitalismo, mientras que los territorios vascos tuvieron sus propias leyes forales en el Antiguo Régimen, ese autogobierno precapitalista demostró su eficacia y el enorme apoyo de masas campesinas, artesanas y trabajadoras que lo asumían como propio a pesar de sus lógicas contradicciones de clase y de sexo-género. Las relaciones con los reinos de Francia y España se mantenían en un equilibrio que se estaba rompiendo en la medida en la que ambos Estados necesitaban centralizarse, asentar sus finanzas, mantener sus ejércitos y ayudar a las burguesías nacientes.
Con tensiones internas, las fracciones burguesas que hegemonizaban los bloques de clase dominantes fueron presionando cada vez más desde los siglos XVII y XVIII para aplastar los obstáculos que ponían las leyes del Antiguo Régimen a su acumulación de capital. Primero la revolución burguesa francesa de 1789 y sus guerras hasta el Congreso de Viena de 1815. Y luego las convulsiones, crisis y guerras causadas por el hundimiento del imperio español y por los fallidos intentos de unas burguesías débiles y cobardes para crear la nación española, durante el siglo XX, ambas dinámicas hicieron que Euskal Herria sufriera invasiones militares extranjeras apoyadas por la burguesía autóctona. Esas guerras le dieron el poder político y militar que redondeaba su ya establecido poder económico.
Desde entonces, la cuestión del Estado, de la autodefensa y de la capacidad de dirección social y económica ha marcado la historia reciente vasca. Una contradicción que estallará con fuerza en sucesivos momentos. En este capítulo analizaremos cómo ocurrió en el período que va de 1950 a 1970.
Ekin en la era oscura
Cuando un reducido grupito de estudiantes, mayoritariamente de origen social pequeño-burgués, crearon un colectivo clandestino de estudio y debate en 1952 con el nombre de Ekin estaban dando la razón a Marx, naturalmente sin saberlo. La mayor parte del esqueleto ideológico del grupito estaba constituido por diversas interpretaciones del confuso y retrógrado ideario de Sabino Arana, que E. Renobales lo ha sintetizado así:
Arana, con su prematura muerte, deja una ideología inmadura, sin cerrar por entero, con sombras alargadas representadas por el giro españolista, el interclasismo sin concretar, los enfoques estratégicos sobre el capitalismo o la lucha de clases o el papel de la mujer como activo social y político. Todo queda incompleto; lo único tal vez más definido es la religiosidad y tal posicionamiento se volverá un inconveniente cuando la sociedad del lado del integrismo y añada por el de la confesionalidad.[1]
Debemos partir del hecho de que los jóvenes «ignoraban todo de la historia del PNV y de las nefastas consecuencias que de la política de este se han derivado para la causa de la liberación nacional de Euzkadi».[2] Ekin tuvo que empezar, por tanto, en un mundo intelectual y teóricamente oscuro, sin un referente mínimamente crítico sobre el PNV en concreto y en general sobre el comportamiento de la mediana y pequeña burguesía vasca. Ese vacío facilitará que, pese a los avances, periódicamente reaparecieran con nuevas expresiones algunas de estas características en las sucesivas organizaciones vascas porque la ideología pequeño-burguesa renace siempre cuando lo necesita la reproducción ampliada del capital. Pero también tuvo que empezar con un desconocimiento casi absoluto de la historia vasca porque la dictadura franquista la había barrido y porque la historia creada hasta ese momento era burguesa y españolista. Todavía en 1966 la dirección de ETA era consciente de ese muy grave impedimento.[3]
A pesar de tales dificultades Ekin abrió un proceso cualitativo que, sumado a otros que también eran impelidos con la tremenda agudización de las contradicciones del capitalismo mundial en la época, confirmaría la validez de la ley tendencial del desarrollo desigual y combinado, imprescindible para revolucionar la realidad. Surgió, pues, una cualidad nueva que Argala sintetizó así: ETA «entendida más como fenómeno que como organización».[4] A lo largo de ese fenómeno histórico se sucedieron y coexistieron a veces diversas organizaciones que llegaron por momentos a emplear la misma sigla. Para orientarnos en este laberinto en el que se entrecruzan lo viejo, lo permanente y lo nuevo deberemos recurrir siempre al hilo de Ariadna de la lucha de liberación nacional de clase y en ese hilo que van creando una red veremos siempre determinados nudos que cierran evoluciones posteriores o que abren otras nuevas. Uno de los nudos peores que han atascado y hecho fracasar dinámicas positivas ha sido el de la recurrente creencia de que el futuro de Euskal Herria y el del socialismo, que van unidos, pasan a la fuerza por nuestra supeditación a la prioritaria creación de un Estado socialista español.
La lucha de clases como totalidad concreta con una praxis esencial interna y otra externa, que se mueven con diferencias relativas dentro de esa totalidad, es en última instancia la que explica no solo la pervivencia del «fenómeno ETA» oficialmente hasta 2018, sino también las evoluciones particulares de las diferentes organizaciones a lo largo de ese tiempo. Pero la acción objetiva de la lucha de clases era incuestionable antes de ETA y antes de Ekin: en 1951, una potente huelga obrera había sido aplastada por la dictadura franquista que no dudó en reprimir también a los muchos sacerdotes que habían tomado parte activa en ella.[5]
La participación de la Iglesia popular en estas y otras resistencias venía de antiguo: la Iglesia de base tenía un prestigio entre el pueblo ganado a pulso y en la medida en que todavía las contradicciones sociales no habían demostrado la incapacidad última de la religión para siquiera aliviar el dolor humano; en esa medida la Iglesia de base seguía siendo una fuerza material considerada progresista por sectores populares que sabían que el franquismo había fusilado a dieciséis curas vascos y alrededor de doce más en el Estado,[6] torturando a varios de ellos con salvajismo, y desterrando y encarcelando a otros muchos. La participación de esta Iglesia en la lucha se incrementó posteriormente obligando a la dictadura a crear en 1968 la única cárcel del mundo exclusiva para curas,[7] en la que los reos eran vascos sometidos a toda clase de vejaciones.
Desde el nacionalismo español de izquierdas y derechas se ha utilizado la presencia de militantes católicos para desacreditar el contenido socialista y luego comunista que adquirió la izquierda independentista vasca. Sería conveniente que leyeran lo que Lenin había escrito en 1909 sobre cómo debían comportarse los obreros comunistas con las masas explotadas creyentes[8] para entender una de las iniciales características de la liberación de clase vasca. Pero también lo sería porque permite un acercamiento algo limitado al nudo gordiano de la opresión nacional que analizaremos más adelante: el desarrollo del valor, de la mercantilización… y del papel del fetichismo ideológico nacionalista en sus dos expresiones antagónicas pero unidas por la unidad y lucha de contrario.
Es cierto que Lenin y una amplia corriente marxista no entendieron del todo el crucial papel del fetichismo de la mercancía, pero en este texto Lenin abre algunas vías de exploración de inestimable importancia por sus relaciones con el valor y con la sociabilidad que surge de la forma valor: la incertidumbre y el miedo inherentes al fetichismo son componente básico de la nación burguesa. El avance capitalista aplastaba pueblos y comunidades, también a los «sistemas nacionales de producción precapitalista»[9] que ofrecían una tenaz resistencia para no ser desintegrados como naciones precapitalistas en la trituradora de la forma-valor, que simultáneamente creaba naciones burguesas con esos restos pulverizados.
En el modo de producción capitalista, la formación de los sentimientos nacionales de clase está en última instancia determinada por la contradicción entre, por un lado, los límites que impone el fetichismo de la mercancía en el potencial de la conciencia burguesa y, por otro, los avances de la conciencia obrera hacia el socialismo y contra el fetichismo. Semejante contradicción se alimenta a su vez de otra más profunda que es la que existe en la dialéctica expansivo-constrictiva inherente a la definición simple de capital, origen ignoto de los antagonismos que carcomen, pudren y rompen siempre la frágil unidad de la nación burguesa porque, de un lado, hace que dentro de esa nación bulla la lucha de clases y, por otro lado, que fuera de la nación exista una tensión múltiple creciente entre fracciones del capital y de la burguesía internacional, fracciones de las burguesías estatales y fracciones de las burguesías dependientes u oprimidas nacionalmente, así como las correspondientes luchas de clases a todas las escalas. Semejante complejidad en espiral solo puede comprenderse estudiando lo universal, lo particular y lo singular en cada caso.
Las naciones oprimidas soportan indefensas este enrevesado entrecruzamiento de contradicciones que, en última instancia, nos remiten a la ley general de la acumulación capitalista. Conocer cómo se refuerzan mutuamente en cada nación oprimida los hilos casi infinitos de esta caótica madeja es una prioridad, porque, entre otras cosas, las lecciones extraíbles de la historia nacional, es decir, de la historia de la lucha de clases en esa nación, dependen de ello. Veremos los tremendos obstáculos que tuvo que superar Ekin precisamente por esa ignorancia que no era otra cosa que un freno político.
Por ejemplo, sin retroceder más en el tiempo, a comienzos de la década de 1950 Ekin ignoraba que diecinueve años antes, en 1933, la Federación Comunista Vasco-Navarra[10] mostró la dialéctica de lucha de liberación nacional de clase en su contradicción antagónica con el fetichismo de la burguesía nacionalista y derechista, pero, a la vez, mostró sus ataduras interpretativas hacia el marco teórico y político del VI Congreso de la III Internacional celebrado en 1928. Lo hizo con las limitaciones impuestas por el contexto histórico en el que los y las comunistas vascas, que defendían la independencia socialista de su nación, estaban sin embargo atadas por la versión dominante en el marxismo de la época que, como hemos dicho arriba, giraba alrededor de los grandes Estados centralizados.
Muñagorri analizó en abril 1933 la identidad de comportamientos de la burguesía vasca y ucraniana con respecto tanto a la lucha por la independencia de ambos pueblos como con respeto a las opciones de ambas de pedir ayuda a ejércitos reaccionarios extranjeros. Las dos antepusieron sus intereses de clase explotadora abandonando su demagogia independentista, y concluye: «Los obreros y campesinos de Euskadi, las masas nacionalistas de Euskadi, sabrán luchar enérgicamente por la conquista de sus derechos nacionales, aliándose con los obreros y campesinos de España, para aplastar a la burguesía vasca y al imperialismo español».[11] La frase final en un tanto imprecisa: ¿qué grado de alianza? ¿De supeditación de los objetivos, estrategia, tácticas y ritmos vascos a los españoles? Como veremos este debate recorre toda la historia de la lucha de clases en Euskal Herria.
Bajo el pseudónimo de Jeiki se publicó el texto titulado «El problema nacional a través de la teoría comunista» en la revista Euzkadi Roja en tres entregas sucesivas que se presenta en forma de resumen en el nº 15, de 1 de julio de 1933, en el que tras la obligada, para aquella época, referencia laudatoria a Stalin, se afirma que: «Los comunistas entendemos, pues, que es necesario incorporar de una manera efectiva la cuestión nacional de Euskadi (como la de Cataluña, Galicia, Marruecos, etc.) al frente general de la lucha por el triunfo de la revolución española. (Es evidente, por otra parte, que la cuestión agraria y los problemas de independencia nacional planteados actualmente dentro del Estado imperialista español son dos cuestiones fundamentales a las que debe prestar atención el proletariado revolucionario.)».[12]
En un documento programático del 28 de octubre de 1933, la Federación Comunista Vasco-Navarra plantea las consignas:
¡Abajo el imperialismo español! ¡Fuera de Euskadi las fuerzas armadas de la contrarrevolución que nos oprime y reprime sangrientamente!
¡Luchemos contra los enemigos del pueblo trabajador en nuestro propio país, los grandes propietarios del campo, los capitalistas vascos!
¡Abajo los fomentadores del odio chauvinista y de la lucha fratricida entre los trabajadores!
¡Abajo el Estatuto de engaño y claudicación ante el Estado opresor español!
¡Votad en el plebiscito por la plataforma revolucionaria de lucha del Partido Comunista por la verdadera liberación nacional y social de Euskadi!
¡Luchando codo con codo con nuestros hermanos los obreros y campesinos de España!
¡Formemos el frente único por la liberación nacional y social de todos los oprimidos!
¡OBREROS Y CAMPESINOS, TRABAJADORES ESPAÑOLES!
¡Apoyad y sostened el movimiento nacional revolucionario del Pueblo Vasco!
¡Luchad despiadadamente contra el imperialismo español, opresor de Euskadi y demás nacionalidades oprimidas!....................
[1] Eduardo Renobales: JAGI-JAGI. Historia del independentismo vasco, Ahastuak 1936-1977, Bilbao 2010, pp. 275-276.
[2] Kemen , octubre de 1964, Documentos Y , Hordago, Lur, Donostia 1981, tomo 3, p. 435
[3] «Del Comité Ejecutivo a Jean», 24 de marzo de 1966, Documentos Y , op. cit. , tomo 4, p. 472
[4] Argala: «Prólogo a la edición original» de Los vascos, de la nación al Estado , J. Apalategi, Astero, 2006
[5] Joserra Bustillo: «Represión franquista, luchas obreras y nuevos tiempos (1940-1990)», Nuestro mayo rojo , Txalaparta-Iparhegoa, Tafalla 2014, p. 425
[6] Menéndez: Los curas republicanos que Franco asesinó y que la Iglesia quiere condenar al olvido , 7 de enero de 2017 (https://www.cuartopoder.es/espana/2014/05/19/los-curas-republicanos)
[7] Danilo Albín: El infierno de los curas «rojo-separatistas»: cincuenta años de la cárcel concordataria de Zamora , 24 de julio de 2018 (www.kaosenlaref.org).
[8] V. I. Lenin: Actitud del partido obrero hacia la religión(https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/1909reli.htm)
[9] K. Marx: El Capital , FCE, México, 1973, tomo III, p. 322.
[10] Federación Comunista Vasco-Navarra (http://www.abertzalekomunista.net/es/relato-historico/comunismo-abertzale/106-federacion-comunista-vasco-navarra)
[11] Muñagorri: «El problema nacional vasco y la burguesía vasca», Euzkadi Roja, Órgano del CC del Partido Comunista de Euzkadi, nº 2, abril 1933 (http://www.abertzalekomunista.net/es/relato-historico/comunismo-abertzale/articulos-comunismo-abertzale/804-art-historicos-comunismo-abertzale/435-er-i-02-el-problema-nacional-vasco-y-la-burguesia-vasca)
[12] Euzkadi Roja (http://www.abertzalekomunista.net/es/relato-historico/comunismo-abertzale/articulos-comunismo-abertzale/804-art-historicos-comunismo-abertzale/426-er-i-15-el-problema-nacional-a-traves-de-la-teoria-comunista)