Introducción

 

1 ¿Por qué dedicar la Introducción de este libro, Pensar y practicar colectivamente el marxismo [1], a la filosofía marxista, en vez de dedicarla solo a exponer su contenido, el orden de sus capítulos, etcétera, como se hace habitualmente? Pues porque es imposible conocer la permanente lucha frontal entre la humanidad explotada y el capitalismo sin emplear a diario la filosofía marxista. Nuestra rápida e incompleta exposición de lo que es el marxismo sería aún más limitada si no hiciéramos una referencia básica a su filosofía inherente, consustancial, a su filosofía de la praxis, de la capacidad de las personas libres para crear realidades nuevas superando las viejas. Hablamos de personas libres y de realidades nuevas que surgen de las entrañas de las viejas y caducas, es decir, estamos hablando de procesos en los que la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios plantea en un momento determinado la necesidad de la opción crítica por una de las alternativas en lucha con su contraria.

La elaboración de este libro es un ejemplo de lo que decimos: hace aproximadamente trece años, el tsunami represivo español estaba a punto de ampliar sus ataques ilegalizadores a una parte de la izquierda abertzale todavía no desmantelada; en aquellas condiciones tan duras —que no han desaparecido— se siguió pensando en la necesidad de profundizar la conciencia política y la capacidad teórica de la militancia independentista y socialista vasca. Fruto de aquella visión estratégica que comprendía la urgente necesidad de la formación teórica y filosófica de la militancia, fue la elaboración del Cuadro I. Cuadro histórico que aquí se ofrece tras algunas correcciones formales habida cuenta que fue escrito hace doce años. Se acertó en la importancia de destruir el mito de la globalización económica como nueva realidad mundial que superaba lo «malo» del capitalismo quedándose exclusivamente con lo «bueno». Un mito creado por el neoliberalismo y divulgado masivamente por la industria político-mediática, que ha persistido dentro de las izquierdas hasta 2007-2009 cuando la realidad de la crisis lo ha destrozado, pero que sigue palpitando internamente en los reformismos.

La ilegalización de Herri Batasuna decretada en 2003 destrozó el plan previsto, condenando el Cuadro I a vagabundear por la red de internet de donde era frecuentemente rescatado para servir de texto base en cursillos de formación y en charlas contra las versiones reformistas y oficiales sobre las diferentes «globalizaciones». Pero la ilegalización mostró a su vez cuánto de verdad tiene la filosofía marxista cuando insiste en el complejo proceso formado por la necesidad, el azar y la libertad. Para el Estado español ilegalizar a Herri Batasuna era una necesidad imperiosa en vez de un capricho vengativo del gobierno del PP; para la militancia abertzale poco formada teóricamente, y para un muy amplio espectro social, esa ilegalización fue una catástrofe fortuita, difícil de entender porque se desconocía buena parte de la lógica burguesa; para la militancia formada teórica y políticamente era comprensible y esperable y, por ello, azuzaba la «necesidad de la libertad». Chocaban así dos necesidades antagónicas pero unidas en una lucha permanente: la del Estado nacionalmente opresor y la de la nación trabajadora oprimida. Dos necesidades unidas en su irreconciliabilidad y por tanto dos libertades opuestas antagónicamente: la libertad del capitalismo estatal para endurecer la explotación necesaria y la libertad del pueblo trabajador para avanzar a su necesario independentismo socialista.

Cuando hablamos de necesidades y de libertades mortalmente enemigas pero unidas en su incompatibilidad cualitativa, no hacemos juegos de palabras sino que buceamos el fondo de la realidad social con la ayuda de la filosofía marxista, con la ayuda de la dialéctica y del materialismo histórico. Ahora, tras la crisis permanente emergida en 2007, empieza a verse como «necesario» el empleo de estos y otros conceptos, mientras que hace pocos años eran solo una opción metodológica como otra cualquiera, pero antes de 2007 eran descalificados como obsoletos e inútiles, y todavía subsisten quienes creen que ya no tiene sentido recurrir al marxismo, sino a algo más general, abstracto y vago como «anticapitalismo» o como simple «socialismo», entendido este de tantas formas diferentes como intelectuales divaguen sobre él. Se equivoca quien crea que el empleo de conceptos depende de su neutral, pura e inmaculada «capacidad explicativa». Ningún concepto de las llamadas «ciencias sociales» es neutro; dicho directamente, los conceptos marxistas asumen su partidismo, su opción precisa por el bando oprimido y rechazan toda asepsia positivista y neutralista, mientras que los burgueses, sean reformistas o reaccionarios, ocultan su parcialidad disfrazándola bajo la demagogia de la «sociedad civil», «ciudadanía», «hegemonía social y democrática», etc.

En determinadas circunstancias sociohistóricas se redoblan los ataques al marxismo, lo que unido a ciertas condiciones de debilidad de las luchas de clases en su sentido ofensivo y político, también en su sentido defensivo y economicista, salarial, de efectos integradores y alienadores de políticas burguesas facilitadoras del consumismo y de la tesis del «ascenso social» y de la desproletarización, de endurecimiento salvaje de la represión contra la izquierda revolucionaria, en estas situaciones resurgen muy fácilmente los intelectualillos obsesionados por certificar la definitiva «muerte del marxismo». Son contextos que facilitan sobremanera el poder alienante del capitalismo en cuanto tal, poder que surge de la mercantilización de la existencia, que anula con su fetichismo la capacidad de comprender la realidad de la explotación objetiva de clase como vertebradora de su entera estructura.

Se puede decir que algo así sucedió entre finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. La calidad teórica media de la militancia independentista bajó mucho aunque no desapareció, ni mucho menos. La parte más afectada fue la que durante años se había formado en la acción institucional y parlamentaria, retroceso lógico si estudiamos la historia del parlamentarismo de izquierdas; pero la militancia obrera y popular no fue tan golpeado como se demostró en la oleada de luchas, de huelgas concretas y de huelgas generales que se intensificó desde 2008. Pensamos que hay, como mínimo, dos razones que lo explican: una, que todavía estaba muy viva la formación recibida durante años acerca de la valía estratégica de la larga V Asamblea, la que abarca desde alrededor de 1965 hasta alrededor de 1980, año arriba año abajo; y otra, que estas militancias vivían y viven en el interior del pueblo trabajador, en el movimiento obrero, popular, social, cultural, pro-amnistía, internacionalista, etc.

Que subsiste una relativa base teórica se ha demostrado en el debate interno en Sortu de hace dos años, cuyos resultados oficiales siguen sin ser conocidos por la militancia, así como en los debates alrededor de la campaña de las recientes elecciones al Parlamento Europeo, por citar solo dos ejemplos. Sin embargo, por el lado opuesto, determinados sectores de la izquierda abertzale clásica y del soberanismo reformista se posicionan por dos vías opuestas a las citadas arriba: una, por cortar lazos con la larga V Asamblea; y, otra, por desarrollar un «socialismo» vacuo, hueco. El Cuadro II: Marxismo sobre la historia práctica y teórica del choque a muerte entre el marxismo y capitalismo surge en este contexto. De hecho, en su origen pudo haber formado parte de un programa de formación marxista de la izquierda independentista, izquierda que desde sus orígenes en la mitad de los años sesenta y hasta su ilegalización en 2003 asumió el marxismo como método de interpretación y transformación de la realidad, como el método necesario para lograr la independencia socialista.

Pero lo que pudo llegar a ser, no fue, y los esquemas iniciales del Cuadro II: Marxismo y del Cuadro III: Cuadro explicativo de las dos teorías antagónicas sobre el contexto mundial: la burguesa neoclásica, marginalista y neoliberal, y la marxista quedaron en una triste esperanza frustrada al no realizarse cursillo alguno de formación marxista en Sortu. Sin embargo, de nuevo las contradicciones de la realidad, su dialéctica, presionaron para que los borradores iniciales no cayeran en el olvido definitivo ya que organizaciones de otras naciones oprimidas sí realizaron esos cursillos. El capitalismo es uno, el Estado opresor de naciones es uno, el patriarcado es uno; la realidad de las clases y naciones oprimidas está determinada por esta unicidad capitalista objetiva aunque en cada pueblo, en cada situación concreta son diferentes las formas de plasmación de esa unidad básica capitalista.

Es por esto que el método marxista, la filosofía de la praxis para ser más precisos, es aplicable en todo el mundo en sus grandes ejes maestros que siempre deben ser adecuados concretamente a cada situación particular, nunca impuestos a la fuerza, como el lecho de Procusto, un bandido mitológico griego que invitaba a los viajeros a dormir en una cama de hierro que tenía en su casa: si eran más pequeños que la cama Procusto los descoyuntaba alargando su cuerpo hasta ocupar todo el jergón, y si eran más grandes les cortaba las extremidades y la cabeza para que cupiesen en ella. El dogma férreo es el lecho de Procusto: la realidad concreta ha se supeditarse a la teoría abstracta. Hay un dicho popular que indica lo mismo pero aplicado al dogmatismo: «si la realidad no coincide con la teoría, peor para la realidad».

Una de las tareas fundamentales de los cursillos de formación marxista consiste en aprender a aplicar la teoría básica a cada situación particular, aprender a pensar críticamente, aprender a conocer la realidad en la que se vive, su historia y su presente, sus características propias para no cometer el garrafal error del dogmatismo. A la vez, los cursillos sirven para actualizar y enriquecer la teoría general con las aportaciones de la práctica específica. Desde hacía varios años venían realizándose cursillos, encuentros y debates sobre filosofía, historia, economía, política y otros temas, en los que el lecho de Procusto era desmontado pieza a pieza, y gracias a los cuales se mejoraba la teoría general. Semejante cúmulo de experiencias confirmaba una y otra vez que la teoría no sirve de nada si no está en permanente aprendizaje de los movimientos de la realidad, de las nuevas formas en las que se presenta esa realidad en movimiento permanente.

Así, cuando surgió la posibilidad de elaborar los borradores de los Cuadros II y III de inmediato se pensó en que, primero, habían cambiado mucho las condiciones sociopoliticas y económicas con respecto a 2002, por lo que era necesario volver a la esencia del choque frontal entre el marxismo y el capitalismo para seguir luego su evolución hasta el presente; y segundo, que tras tantos años de dominio cuasi absoluto de la ideología burguesa en sus dos formas generales, la reformista y la reaccionaria, era necesario ofrecer una descripción radical y sucinta de las diferencias entre el marxismo como teoría matriz y la ideología burguesa, sobre todo con su ropaje reformista. A lo largo de los debates y encuentros habidos se han ido adecuando y mejorando los Cuadros II y III porque lo que debe decirse es que, más que otra cosa, el resultado último es producto de un trabajo colectivo.

 

[1] Iñaki Gil de San Vicente: Pensar y practicar colectivamente el marxismo, Boltxe Liburuak (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.).

 

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