INDICE
INTRODUCCION
1. PARIS (1976) MOSCU (1936)
«Dictadura o democracia»
Tres, ideas simples y falsas
Un precedente: 1936
2. LAS TRES TESIS TEORICAS DE LENIN SOBRE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
3. ¿QUE ES EL PODER DE ESTADO?
Marxismo e ideología jurídica burguesa
¿Ha desaparecido el proletariado?
4. LA DESTRUCCION DEL APARATO DE ESTADO
La desviación oportunista
La organización de la dominación de clase
Lo que hay que «destruir»
El aspecto principal de la dictadura del proletariado
5. SOCIALISMO Y COMUNISMO
La tendencia histórica a la dictadura del proletariado
¿Qué es el socialismo?
Las verdaderas «cuestiones del leninismo»
ALGUNAS PALABRAS PARA ACABAR
Apéndice 1
FRAGMENTOS DE LAS INTERVENCIONES PREPARATORIAS Y DE LOS TRABAJOS DEL XXII CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA FRANCES
Acerca de la dictadura del proletariado, Georges Haddad
Libertad y socialismo, Georges Marcháis
Diez preguntas, diez respuestas para convencer, Georges Marcháis
Sobre la dictadura del proletariado, Etienne Balitar
Sobre la dictadura del proletariado (Respuesta a E. Balibar), Guy Besse
Para hacer avanzar la democracia hasta el socialismo; dos cuestiones decisivas, Georges Marcháis.
Apéndice 2
TEXTOS.
Acerca del Estado, V. I. Lenin
El proletariado como clase, C. Marx y F. Engels
Socialismo burgués y socialismo proletario, C. Marx.
La piedra angular del marxismo, V. I. Lenin
Historia del problema de la dictadura, V. I. Lenin.
Las bases económicas de la extinción del Estado, V. I. Lenin.
El «trabajo comunista», V. I. Lenin
INTRODUCCION
¿Qué es la «dictadura del proletariado»?
En el estudio que aquí se va a leer, quisiera proponer los primeros elementos de una respuesta a esta cuestión, que la actualidad impone a la atención de los comunistas. Espero contribuir así a la apertura de una discusión teórica que se ha hecho ineluctable, en el partido y en torno al partido.
Las decisiones del XXII Congreso del Partido Comunista francés, sobre este punto aparentemente abstracto, han tenido un resultado que puede parecer paradójico. En todo caso, este resultado ha sorprendido a ciertos comunistas.
La cuestión teórica de la dictadura del proletariado no era mencionada explícitamente en el documento preparatorio. Surgió sobre la marcha, cuando el secretario general del partido, Georges Marcháis, hizo suya la sugerencia de abandonar la noción de dictadura del proletariado y suprimirla cuanto antes de los estatutos del partido: Desde entonces, dominó los debates preparatorios; su solución aparecía como la conclusión necesaria y la condensada expresión de la línea política sancionada por el congreso. La ponencia del Comité Central presentada por Georges Marcháis insistía largamente en que para fundar la vía democrática al socialismo por la que luchan los comunistas, hay que llegar a una nueva presentación y a una nueva apreciación de la cuestión teórica de la dictadura del proletariado. El congreso, por unanimidad de sus delegados, lo decidió así: abandono de la perspectiva de la dictadura del proletariado, superada por la historia, y contradictoria con lo que los comunistas quieren para Francia.
Pero esta decisión no ha resuelto en el fondo nada. No se puede considerar seriamente que la cuestión haya sido objeto de un examen profundo en el curso de los debates preparatorios, menos aún durante el desarrollo del congreso mismo[1]. No es de extrañar, en estas condiciones, que los comunistas se interroguen a posteriori sobre el alcance exacto de esta decisión. Se preguntan hasta qué punto implica la rectificación, o la revisión, de los principios del marxismo. Se preguntan cómo permite analizar la experiencia pasada y presente del movimiento comunista. Se preguntan qué luz arroja sobre la situación actual del movimiento comunista internacional de cara a un imperialismo cuya crisis no hace decrecer en nada su agresividad. Se preguntan qué es lo que puede hacer cambiar en su práctica, en sus luchas de todos los días.
Se preguntan: ¿qué es exactamente la «dictadura del proletariado»? ¿Cómo se la puede definir? Y en consecuencia, si se «rechaza» la dictadura del proletariado, ¿qué es lo que se rechaza exactamente, tanto en la teoría, como en la práctica? Esta cuestión de sentido común es muy simple, no parece muy difícil de resolver, es evidentemente decisiva. Salta a los ojos de cualquiera que quiera reflexionar sobre ello que «rechazar la dictadura del proletariado», «renunciar a la dictadura del proletariado» son expresiones que no tienen ningún sentido preciso en tanto no se haya respondido a esta pregunta. Salta a los ojos que lo que se abandona así, línea política o concepto teórico, determina estrechamente el contenido y el sentido objetivo de lo que se adopta en contrapartida.
Pero, a poco que los comunistas no entiendan lo mismo por «dictadura del proletariado», sucede precisamente que una discusión que parece haber tenido lugar no ha tenido lugar en el fondo. Y a poco que el concepto, o los conceptos, de la dictadura del proletariado presentes en la discusión no correspondan a lo que es objetivamente, por poco que, creyendo hablar de la dictadura del proletariado, se hable de hecho de otra cosa, ocurrirá que la unanimidad recubrirá de hecho, tendencialmente, interpretaciones y prácticas divergentes. No la unidad sino la división. Ocurrirá al mismo tiempo que, creyendo haber consumado la ruptura con la dictadura del proletariado, la palabra y la cosa, precisamente se habrá conservado y reforzado lo que había conducido a ponerla en litigio. Son las ironías y los recovecos de la historia real.
¿Se desea ya un indicio? No se ha hecho esperar mucho; la burguesía imperialista francesa no ha dejado escapar la ocasión de pescar en río revuelto y de explotar una debilidad, así sea teórica, de nuestra parte., Promocionados a doctores en marxismo, sus más renombrados ideólogos (Raymond Aron) sus jefes políticos (Giscard d'Estaing) pretenden asegurarse todas las ventajas encerrando y manteniendo a los comunistas en este dilema: renunciar a la teoría y a la práctica de la lucha de clases, o bien volver al callejón sin salida de la desviación estaliniana que ha debilitado de forma duradera al partido. Su táctica: oponer el principio leninista de la dictadura del proletariado a la política de unión popular, sin la cual no es posible ninguna victoria sobre el poder del gran capital, Accesoriamente, en la decisión del XXII Congreso proclaman también la confesión, hecha por los propios comunistas, de que los comunistas se habrían opuesto hasta el presente a la democracia, habrían combatido contra ella y contra la libertad al luchar por la revolución socialista.
De estas paradojas, de estas dificultades reales, los comunistas deben saber ahora que no saldrán sin un gran esfuerzo prolongado de reflexión teórica, sin una larga discusión colectiva, no pueden temer que ello les debilite. Por el contrario, si esta discusión llega al fondo de las cosas, no puede sino fortalecerlos, y fortalecer su influencia. Ayudar a reflexionar al partido entero, tal es el deber de cada comunista, en la medida de sus medios. Y en lo que respecta a la misma dictadura del proletariado, el congreso habrá tenido al menos una ventaja: puede permitir que la reflexión teórica de los comunistas se libere de una concepción y un uso dogmáticos de la teoría marxista, en la cual fórmulas como «dictadura del proletariado» son extraídas de sus contextos, separadas de la argumentación y de las demostraciones que las sostienen, y se vuelven soluciones comodín, respuestas formales siempre a punto para cualquier pregunta. Vacías de su contenido histórico objetivo, son invocadas ritualmente para cubrir las políticas más diversas y más contradictorias.
Deshacerse de este uso de los principios del marxismo y del concepto de dictadura del proletariado, en efecto, es más que útil, es urgente.
I. PARIS (1976)-MOSCU (1936)
Para que una discusión vaya al fondo de las cosas, le son precisas bases claras. Definir correctamente la dictadura del proletariado, de una manera marxista, es la primera de estas bases, en el terreno teórico. Esto no basta: no se arreglan los problemas políticos a golpe de definición. Pero....................