ÍNDICE

    Presentación

    Prólogo de Paul M Sweezy

    Introducción

 PARTE I: TRABAJO Y ADMINISTRACIÓN EMPRESARIAL

    1 Trabajo y Fueras de Trabajo

    2 Los Orígenes de la Administración Empresarial

    3 La División del Trabajo

    4 Administración Científica

    5 Efectos Primarios de la Administración Científica

    6 La Adaptación del Obrero al Modo Capitalista de Producción

PARTE II; CIENCIA Y MECANIZACIÓN

    7 La Revolución Científico-Técnica

    8 La Revolución Científico-Técnica y el Obrero

    9 La Maquinaria

    10 Efectos Ulteriores de la Administración y de la Tecnología Sobre la Distribución del Trabajo

PARTE III: CAPITAI. MONOPOLISTA

    11 Plusvalía y Trabajo Excedente

    12 La Moderna Compañía

    13 El Mercado Universal

   14 El Panel del Estado

PARTE IV: NUEVAS OCUPACIONES DE LA CLASE OBRERA QUE VAN EN AUMENTO

    15 Trabajadores de Oficina

    16 Ocupaciones de Servicios y Comercio al Detalle

PARTE V: LA CLASE OBRERA

    17 La Estructura de la Clase Obrera y de su Ejército de Reserva

    18 El Empleo en la “Capas Medias”

   19 Trabajo Productivo e Improductivo

    20 Nota Final Sobre la Calificación en el Trabajo

 

PRESENTACIÓN

 

En la época contemporánea, la incesante monopolización de las economías capitalistas, es decir, el acelerado proceso de concentración y centralización del capital, es la clave para comprender los grandes cambios estructurales y las consiguientes contradicciones, tanto en las metrópolis del imperialismo como en los países subdesarrollados y dependientes.

La actual revolución científica y técnica de los países industriales es impulsada por el capital monopolista y se apoya fuertemente en el estado. A su vez, la generalización de nuevas aplicaciones tecnológicas a la producción capitalista fortalece el proceso de concentración y centralización del capital. La fusión y conglomeración de los grandes consorcios que se extienden continuamente a la producción, el comercio y los servicios, y en verdad a todas las esferas de la vida social, así como la expansión del capitai monopolista en todos los países del sistema, han cobrado un ritmo vertiginoso después de la segunda guerra mundial.

En la fase monopolista de Estado del imperialismo este proceso de acumulación-concentración-centralización del capital ha convertido en trabajadores asalariados, en proletarios, a sectores todavía más amplios de la población trabajadora —sobre todo mujeres— de los países desarrollados. Y ha dado lugar a profundos cambios en el propio proceso de trabajo a virtud de su también creciente socialización, el uso de instrumentos perfeccionados de producción, la introducción de nuevos métodos de control capitalista y el perfeccionamiento constante de los sistemas de división y subdivisión del trabajo, todo ello para elevar la productividad y las ganancias monopolistas.

Junto con los incrementos de la productividad, el capital monopolista impone la continua degradación del trabajo de obreros, oficinistas y otros asalariados, incluso técnicos, obligados a desempeñar tareas cada vez más simples, rutinarias e intensivas que, en paradójico contraste con su escolaridad creciente, requieren una destreza decreciente, al par que se ven alejados progresivamente de la comprensión del proceso productivo global y de sus bases científicas. En una palabra, la enajenación es mayor. Y como lo anticipara Marx, un número cada vez más grande de trabajadores se ven reducidos a la condición de meros apéndices de las máquinas, en tanto que, aun en una potencia como los Estados Unidos, aumentan el ejército de reserva y el pauperismo oficial» y tienden a nivelarse los salarios en las escalas más bajas.

Ninguna sociedad contemporánea presenta con mayor claridad estas consecuencias de la monopolización que la norteamericana, como lo demuestra Harry Braverman. El libro que ahora entregamos a nuestros lectores constituye a nuestro juicio una aportación de primera importancia al conocimiento de los hechos señalados, cuyas profundas implicaciones para la lucha revolucionaria en la fase del capitalismo monopolista de estado son inescapables.

Trabajo y capital monopolista es fruto de años de cuidadosa investigación, apoyada no sólo en un manejo riguroso y creador de la teoría marxista, sino en las largas experiencias prácticas del autor como obrero y asalariado de otras categorías que, como luchador socialista, se ha empeñado durante decenios por interpretar la compleja realidad que los trabajadores norteamericanos habrán de transformar.

 Editorial Nuestro Tiempo

 

 PRÓLOGO Por Paul M. Swebzy

 

En la Introducción a nuestro libro El Capital Monopolista, publicado en 1966, Paul Baran y yo escribimos que el enfoque adoptado pretendía dar un cuadro completo de la forma de sociedad bajo estudio. Expresábamos entonces:

 

Y estamos particularmente concientes del hecho de que este enfoque que hemos adoptado tuvo como consecuencia un olvido total respecto a un tema que ocupa un lugar central en el estudio del capitalismo de Marx: el proceso del trabajo. Subrayamos el papel crucial del cambio tecnológico en el desarrollo del capitalismo monopolista pero no hacemos ningún intento por inquirir sistemáticamente acerca de las consecuencias que los tipos específicos de cambio tecnológico, característicos de la fase capitalista monopolista, han tenido sobre la naturaleza del trabajo, la composición (y diferenciación) de la clase obrera, la sicología de los trabajadores, las formas de organización y lucha de la clase obrera, etc... Obviamente estos son temas importantes que tendrían que ser afrontados en cualquier estudio exhaustivo del capitalismo monopolista.

 

Ahora finalmente, tenemos en el trabajo de Harry Braverman, publicado casi una década después, un serio esfuerzo, y en mi opinión sólidamente exitoso, por llenar una gran parte de este vacío. Sería difícil describir este esfuerzo en forma más adecuada y concisa que como “un intento por inquirir sistemáticamente acerca de las consecuencias que los tipos específicos de cambio tecnológico, característicos de la fase capitalista monopolista, han tenido sobre la naturaleza del trabajo, la composición (y diferenciación) de la clase obrera”. Harry Braverman no intenta conducir la investigación al través de lo que podrían ser llamados los aspectos subjetivos del desarrollo de la clase obrera bajo el capitalismo monopolista. Esta tarea queda aún por ser emprendida. Quien quiera que se decida a hacerlo encontrará en el presente trabajo un fundamento firme e indispensable sobre el cual construir.

Quiero asentar en forma bien clara que la razón por la que Baran y yo no intentamos llenar en ninguna forma este vacío fue no solamente el enfoque que habíamos adoptado. Una razón más fundamental era que carecíamos de la calificación necesaria. Un genio como Marx pudo analizar el proceso del trabajo bajo el capitalismo sin haberse visto nunca directamente envuelto en él y lo hizo con brillo y penetración sin par. Para mortales menos dotados la experiencia directa es una condición sine qua non, como tan elocuentemente lo testifica el triste récord en esta área de varios “expertos” y “ autoridades” académicas. Baran y yo carecíamos de esa experiencia directa tan crucial e importante y si nos hubiéramos aventurado en el tema, sin lugar a dudas hubiéramos caído en muchos de los mitos y falacias tan enérgicamente promovidos por los ideólogos del capitalismo. Después de todo no hay otro tema en el que sea más importante (para el capitalismo) ocultar la verdad que en éste. Como evidencia de esta credibilidad tan sólo citaré una instancia; la absoluta creencia en el mito de la tremenda declinación durante el último medio siglo del porcentaje de la fuerza de trabajo no calificada. (Ver El Capital Monopolista, p. 267, ed. inglesa) Harry Braverman ha tenido una rica experiencia directa —Ja resume brevemente en su introducción— y por tanto se encuentra admirablemente dotado para combatir y exponer las distorsiones y mentiras de los apólogos del capitalismo. En ninguna parte esto último está hecho de manera más aplastante que con el elocuente capítulo final donde el mito de la creciente calificación de la fuerza de trabajo es destruido de una vez y para siempre.

Pero no sólo es necesaria la experiencia directa para el estudio científico del proceso del trabajo bajo el capitalismo monopolista. Es igualmente importante poseer un completo dominio de los trabajos pioneros de Marx en este campo y de su método dialéctico. Harry Braverman tiene esto también, y es la combinación de experiencia práctica y bagaje teórico —una combinación excluida casi por definición de las ciencias sociales académicas— lo que le ha permitido producir una contribución de gran importancia para la comprensión de la sociedad en que vivimos.

Todo el que lea este libro sacará beneficio de ello. Pero los que particularmente se beneficiarán son los que lo lean junto con el Volumen i de El Capital, y especialmente la Parte IV ("La producción de plusvalía relativa”), debido a que fue aquí donde por primera ocasión el análisis del proceso del trabajo bajo el capitalismo fue puesto sobre un fundamento genuinamente científico. Todos los conceptos esenciales y las herramientas fueron proporcionadas por Marx, y él los usó con tan buen resultado que por un largo tiempo sus seguidores dieron por garantizado que nada nuevo necesitaba ser agregado en este campo de investigación. Por lo que respecta a la teoría, tenían razón. Pero por supuesto, las manifestaciones visibles del capitalismo, no así su naturaleza interior, han experimentado tremendos cambios en el último siglo. La acumulación del capital ha asumido nuevas formas de organización; ha invadido viejas ramas de la economía y desparramádose en muchas otras nuevas. Lo que se necesitaba hacer era aplicar la teoría de Marx a los nuevos métodos y ocupaciones inventados o creados por el capital en su incansable expansión. Esta es la tarea que Harry Braverman ha realizado por sí mismo. En términos de teoría, como él sería el primero en decirlo, hay muypoco en este libro que sea nuevo. En términos de conocimiento ganado por la creativa aplicación de la teoría, hay una enorme cantidad de cosas nuevas, y muchas de ellas en contradicción directa con lo que la ideología capitalista ha lograda establecer como la sabiduría convencional de la sociedad.

Me apresuro a agregar, y aquí otra vez estoy seguro que Harry Braverman sería el primero en aceptar, que en importantes aspectos la función de este trabajo es plantear más que contestar cuestiones, abrir (o re-abrir) líneas de investigación que han sido despreciadas y que claman por estudio y elaboración. Difícilmente hay una ocupación u otro aspecto del proceso del trabajo que no recompense el dedicarle una mayor y detallada investigación histórica y analítica que la que le es dedicada en esta amplia revisión. En este sentido, el libro de Harry Braverman debe ser considerado una invitación y un reto a una generación más joven de economistas y sociólogos marxistas pan dedicarse a la urgente tarea de destruir la ideología burguesa y poner en su lugar un panorama honesto de la realidad social dentro de la cual nos vemos forzados a vivir.[1]

Debo concluir estas observaciones con una confesión: para mí, la lectura de este libro ha sido una experiencia emocional, algo similar, supongo, a la que han experimentado millones de lectores del Volumen I de El Capital. La triste, horrible y angustiosa manera en que la inmensa mayoría de mis conciudadanos hombres y mujeres, al igual que sus semejantes en la mayoría del resto del mundo, son obligados a pasar sus vidas de trabajadores, se ha marcado en mi conciencia en forma agudísima e inolvidable. Y cuando ...................... 

Ver el documento completo