INDICE
INTRODUCCIÓN
I. ASPECTOS DE LA CUESTIÓN
II. CRISTIANISMO Y ESCLAVITUD EN LAS COLONIAS
III. EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA ESCLAVITUD
i. Las epístolas apostólicas y la esclavitud
IV. LAS APOLOGÍAS CRISTIANAS Y EL ORDEN SOCIAL .
V. LAS APOLOGÍAS CRISTIANAS Y LA ESCLAVITUD
VI. LAS HEREJÍAS Y LAS TENDENCIAS COMUNISTAS
i. La formación de la Iglesia cristiana
VII. LA IGLESIA Y LA ESCLAVITUD
i. La filosofía cristiana y la esclavitud
ii. La Iglesia y la manumisión de los esclavos
VIII. LA HUMANIDAD DE LOS ESCLAVOS SEGÚN ALGUNOS ESCRITORES PAGANOS
i. La moral de los estoicos
ii. El estoicismo y la esclavitud
iii. La esclavitud y la libertad según los estoicos
iv. El estoicismo y la realidad de la vida
v. La acción práctica de la filosofía estoica
vi. El fin de la esclavitud desde el punto de vista utilitario
IX. ELFIN DE LA ESCLAVITUD Y EL MATERIALISMO HISTÓRICO
i. El esquema de la evolución del trabajo
Primera parte
LA CIVILIZACIÓN HELÉNICA Y LA ESCLAVITUD
I. EL ORIGEN DE LA ESCLAVITUD
II. EL PRINCIPIO DE LA ESCLAVITUD EN GRECIA
III. LA ESCLAVITUD EN LOS TIEMPOS HOMÉRICOS
IV. LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA EN LOS SIGLOS VII Y VI A.C.
i. Las antiguas condiciones económicas del Ática
V. ATENAS EN LOS TIEMPOS DE LOS PISISTRÁTIDAS .
VI. LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DE ATENAS
i. Las minas de Laurio
ii. Los tributos
iii. El comercio en Atenas
iv. Las construcciones públicas en Atenas
VII. LAS NUEVAS CONDICIONES DEL TRABAJO
i. Los esclavos
ii. El incremento de la esclavitud en el Ática
VIII. EL TRABAJO LIBRE EN ATENAS
IX. EL TRABAJO LIBRE EN LA AGRICULTURA
X. LOS PROGRESOS DE LA TÉCNICA Y EL DESARROLLO DE LOS OFICIOS
XI. EL PRECIO DE LOS ESCLAVOS A FINES DEL SIGLO V A.C.
XII. EL TRABAJO LIBRE Y EL TRABAJO SERVIL
i. La guerra del Peloponeso y sus consecuencias
ii. La crisis económica y el desarrollo del trabajo libre
XIII. LAS INDEMNIZACIONES PÚBLICAS Y EL TRABAJO LIBRE
XIV. LA POLÍTICA Y LA ECONOMÍA
i. La esclavitud y el salariado
XV. LACRJSISPOLÍTICO-ECONÓMICAY EL AUMENTO DEL PROLETARIADO
XVI. LA CONCENTRACIÓN DE LA PROPIEDAD INMUEBLE
XVII. ELÁPULVERIZACIÓNDELSUELO
i. La situación de la pequeña propiedad
XVIII. LA CONCENTRACIÓN DE LA RIQUEZA
i. Los efectos del sistema tributario
XIX. LAS CONDICIONES ECONÓMICAS Y LA VIDA MORAL. EL MATRIMONIO Y LA CLASE MEDIA
XX. LAS CONDICIONES ECONÓMICAS Y LA POBLACIÓN .
i. El incremento de la industria
ii. LAS CONDICIONES DE LA POBLACIÓN Y EL TRABAJO LIBRE
XXI. LA CANTIDAD DE LOS ESCLAVOS EN EL ÁTICA
i. El trabajo agrícola en el Ática
XXII. LAS RELACIONES ENTRE EL DESARROLLO DEL COMERCIO Y DE LA INDUSTRIA
i. El trabajo en las manufacturas
XXIII. LA POTENCIA DEL DINERO Y LA ESCLAVITUD
XXIV. LAIMPORIANCIA Y LA SITUACIÓN DELOS ESCLAVOS
i. EL mejoramiento en la situación de los esclavos
ii. El fundamento de la esclavitud
XXV. LA UTILIDAD DECRECIENTE DE LA ESCLAVITUD
XXVI. LA INFLUENCIA DEL PRECIO DE LOS CEREALES EN LA ESCLAVITUD
XXVII. LA DEGENERACIÓN PROGRESIVA DE LOS ESCLAVOS .
XXVIII. LOS ESCLAVOS DE LAS MINAS
XXIX. LOS ESCLAVOS DE LAS MINAS. SU MANUMISIÓN
XXX. LA EXTENSIÓN DE LA ECONOMÍA SERVIL Y EL PRECIO DE LOS ESCLAVOS
XXXI. LA SITUACIÓN DEL TRABAJO MANUAL EN EL SIGLO IV A.C.
XXXII LAS CONDICIONES DEL TRABAJO MANUAL EN EL SIGLO IV A.C.
XXXIII. LA IMPORTANCIA Y LOS EFECTOS DEL DESTAJO
i. El trabajo servil a fines del siglo IV A. C.
XXXIV. EL TRABAJO LIBRE Y EL TRABAJO SERVIL
XXXV. LA MANUMISIÓN DE ESCLAVOS DESPUÉS DEL SIGLO II
i. La importancia y los efectos de la manumisión
XXXVI. LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DEL PERÍODO HELENICO Y LA ESCLAVTTUD
i. La situación del trabajo manual en Alejandría
ii. Los progresos de la técnica
iii. El Oriente y el Occidente
Segunda parte
LA CIVILIZACIÓN ROMANA Y LA ESCLAVITUD
I. LA PRIMITIVA ECONOMÍA ROMANA Y LA ESCLAVITUD
II. EL INCREMENTO DE LA ESCLAVITUD
i. La economía romana en tiempos de las doce tablas
ii. Las doce tablas y la esclavitud
III. LA EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA ROMANA
i. La concentración de la riqueza
ii. La concentración de la riqueza y la esclavitud
IV. LA NUEVA FASE DE LA ECONOMÍA AGRÍCOLA
i. La economía agrícola y la esclavitud
ii. La importación de esclavos
V. LA NUEVA VIDA ROMANA
i. La nueva vida y la esclavitud
VI. EL INCREMENTO Y EL EMPLEO DE LA ESCLAVITUD
i. LOS INCONVENIENTES DE LA ESCLAVITUD
ii. LA SITUACIÓN DE LA AGRICULTURA Y LA ESCLAVITUD
iii. LA SEGURIDAD PÚBLICA Y LA ESCLAVITUD
iv. Las guerras serviles
v. La situación moral del esclavo en la sociedad
vi. Las reacciones serviles
VII. LA POLÍTICA ROMANA Y LA ESCLAVITUD
i. La clase media y la esclavitud
ii. La concentración de la riqueza
iii. El proletariado y la esclavitud
iv. La decadencia de la pequeña propiedad
v. Los inconvenientes de la colonización
vi. Las leyes agrarias
vii. Las leyes agrarias y el proletariado
viii. Las leyes agrarias y la pequeña propiedad
ix. La inutilidad de las leyes agrarias
x. El proletariado y el trabajo
VIII. EL INCREMENTO DEL TRABAJO LIBRE
i. El trabajo libre en la agricultura
ii. El trabajo libre y los oficios
iii. La difusión de las artes manuales
iv. El trabajo libre y el trabajo servil
v. El escaso rendimiento del trabajo servil
vi. El trabajo libre y la asistencia pública
vii. El parasitismo y el trabajo
viii. El incremento del trabajo libre
IX. EL NUEVO EMPLEO DE LA ESCLAVITUD
i. El peculium y sus funciones
ii. Las manumisiones y sus efectos
iii. Las manumisiones y la esclavitud
iv. LA LIMITACIÓN DE LAS MANUMISIONES
v. LAS LEYES SOBRE LA MANUMISIÓN
X. LAS LEYES SOBRE ELPECULIO Y LA REPRESENTACIÓN
i. La locatio operarumy la locatio operis
ii. La specificatio
XI. CONTRADICCIONES DE LA ESCLAVITUD
i. La nueva conciencia jurídica y la esclavitud
ii. Los derechos de ciudadanía y las manumisiones
iii. Los manumisos y la vida pública
iv. El nuevo concepto de esclavo
v. El mejoramiento de la condición servil y sus causas
vi. Las antinomias de la condición servil y sus causas
XII. EL IMPERIO Y LA ESCLAVITUD
i. La fusión de libres y esclavos
XIII. EL IMPERIO Y LAS NUEVAS CORRIENTES MORALES
i. La nueva conciencia jurídica
ii. El imperio y la legislación
iii. El imperio y la legislación sobre los esclavos
iv. El favor libertatis y sus causas
XIV. EL IMPERIO Y EL CRISTIANISMO
i. La nueva forma de la conciencia religiosa
ii. Los prosélitos del cristianismo
iii. La lucha contra el cristianismo
iv. El cristianismo adoptado por el estado
v. La legislación sobre los esclavos y los emperadores cristianos
vi. La evolución de la conciencia jurídica y la codificación
vii. La codificación y la legislación sobre los esclavos
XV. EL FIN DE LAS CONQUISTAS Y LA ESCLAVITUD
i. Los progresos de la técnica y la esclavitud
ii. Los precios de los esclavos
iii. La disminución de la esclavitud
XVI. LAS FUNCIONES DEL PARASITISMO
i. El parasitismo y el imperio
ii. Las condiciones sociales durante el imperio
iii. Las fuerzas disolventes del imperio
iv. El empobrecimiento de la sociedad imperial
v. La producción industrial
vi. La producción industrial y el trabajo mercenario
vii. El trabajo mercenario
viii. El trabajo libre y el trabajo servil
ix. El trabajo libre
x. El trabajo libre en el edicto de Diocleciano
xi. Las formas económicas regresivas
xii. El trabajo forzoso. La servidumbre
XVII. EL COLONATO
i. La servidumbre y sus causas
XVIII. EL OCASO DE LA ESCLAVITUD Y EL SALARIADO
INTRODUCCIÓN
I. ASPECTOS DE LA CUESTIÓN
Muchos contrastes y diferencias separan y distinguen el mundo antiguo del mundo moderno, pero ninguna de tanto relieve como la existencia normal y general de la esclavitud, que constituye la base y el fundamento de la sociedad antigua, sostiene directa o indirectamente a los elementos libres y se convierte, por lo tanto, en origen y causa de otros muchos contrastes y diferencias. Y por esto, quien no convierta, como sucede muy a menudo, la investigación asidua, directa y minuciosa de los datos tradicionales y reliquias del pasado en un mero pasatiempo de erudito, sin objeto alguno, sino en un necesario y deliberado intento de conocer positivamente el pasado y conseguir una reconstrucción, ni fantástica ni subjetiva, de la historia; quien a través de fatigosas indagaciones de tiempos pasados busque, con el conocimiento seguro y orgánico de un mundo desaparecido, las leyes de la vida social y sus transformaciones; quien se dirija a los tiempos pasados no para olvidar de entre los muertos los vestigios de la vida presente, sino para evocar toda una vida pasada, será arrastrado, con fascinación siempre nueva, al estudio de las condiciones en que tuvo lugar la gran metamorfosis de la estructura económica de la sociedad, con todas sus causas y todas sus consecuencias.
Y no le apartará de su propósito pensar que este mismo problema fue otras muchas veces objeto de estudios especiales realizados por ingenios amenos y doctos, que ordenaron con luminosa paciencia y aclararon con agudeza los numerosos datos recogidos. Pues aun cuando no fuese posible aumentar datos investigados, siempre habría manera de coordinarlos de un modo diverso, de determinar mejor sus mutuas relaciones, de referirlos a causas más eficientes y más probables y de contemplarlos, por último, desde un punto de vista distinto, sugerido, tal vez, por nuevas interpretaciones de la historia o por fundadas inducciones de nuevas leyes de la vida social. Que el ocaso de la esclavitud en el mundo antiguo fue debido al progreso y triunfo del cristianismo; a la filosofía estoica en especial; a la formación de una más elevada conciencia ética, que destruyó su fundamento moral; a un bien meditado principio utilitario; o, por último, a las invasiones de los bárbaros, son explicaciones con las cuales no se contentará quien quiera llegar al fondo del problema y contemplarlo en sus varios aspectos.
Se ha creído, y se explica perfectamente, que con la propagación de las místicas y solemnes voces mesiánicas difundiéndose y repercutiendo, como de eco en eco, por todo el mundo, el corazón de los hombres se encontró cautivado, los grillos de los esclavos cayeron hechos pedazos y la servidumbre fríe borrándose como la pesadilla de un agitado sueño. Dos grandes movimientos, que se han desarrollado casi juntos, son considerados, fácilmente, como dependientes el uno del otro; y una explicación como ésta, a la vez pronta y fácil, es excelente para calmar la inquietud de quien no encuentra, por de pronto, otra más razonable, y para convencer a los que no pueden o no saben buscar las causas íntimas de uno de los fenómenos más complicados de la historia. Además, el alma abierta a la fe se complace en ello, y la tendencia a concebir la historia como una serie de impresionantes, extraordinarios y magníficos cambios de escena se lleva mejor con el rápido drama menos perceptible de la evolución lenta e inconscientemente preparada y desarrollada con el concurso y las antítesis de los hombres y de las cosas en el seno de la vida y a través de los siglos.
Sin embargo, apenas se reflexiona un poco, salta una duda y ésta despierta otras muchas, y todas juntas empujan y obligan a pensar.
II. EL CRISTIANISMO Y LA ESCLAVITUD EN LAS COLONIAS
Si el cristianismo es incompatible con la esclavitud, de tal modo que ha tenido el poder de disolverla y desarraigarla en el mundo antiguo, ¿cómo puede explicarse que aquella haya conseguido resucitar y desarrollarse en el seno mismo de la civilización cristiana, y que existiese hasta hace muy poco tiempo en países que se dicen cristianos, a la sombra de leyes cristianas, bajo el amparo y la protección de gobiernos y soberanos que presumían de depositarios exclusivos y únicos defensores de la fe cristiana?
La trata terminó en las islas francesas en 1830; en el Brasil, veinte años después, en 1850. En las islas holandesas la esclavitud no fue definitivamente abolida hasta 1854; en Puerto Rico terminó en 1872, y en Cuba, en 1880.[1] Inglaterra esperó hasta 1833 y 1838 para liberar a sus negros de las Antillas;[2] la Francia revolucionaria abolía la esclavitud para verla enseguida reintegrada y confirmada por el Consulado, el Imperio y la Restauración, no consiguiendo la liberación definitiva hasta 1848.[3] Y dondequiera que la esclavitud se relacionara con un derecho, un interés o una necesidad real, o por lo menos así considerada, terminaba por coexistir de un modo acomodaticio con las profesiones de fe, los sentimientos y las prácticas del culto cristiano. Así, el periódico oficial de la Martinica podía publicar el 22 de junio de 1840 que en la plaza del barrio del Espíritu Santo, enseguida de terminar la misa, se vendería en pública subasta, por ejecución forzosa, a la esclava negra Susana con sus seis hijos de 13,11,8,7,6 y 3 años, respectivamente.[4] Un acuerdo del Consejo de la Martinica declaraba atea la ley que pusiera en duda la esclavitud; y un presidente de la Corte Real de Guadalupe afirmaba que la posesión de esclavos era la más sagrada de las propiedades.[5]
En los Estados Unidos de América la guerra de secesión produjo como última consecuencia la abolición de la esclavitud; pero aquella lucha no podía de ninguna manera remontar sus orígenes, ni próximos ni remotos, a una causa de carácter religioso. Los movimientos esclavista y abolicionista habían nacido no del espíritu religioso, sino de diversas condiciones de la producción, de diversas condiciones económicas de los estados del Sur y del Norte. Estos últimos, con su cultivo de cereales y la creciente actividad industrial, con el incremento continuo de los capitales, la mayor densidad de población, la emigración siempre en aumento, un proletariado cada día más numeroso, con el alza continua del precio de las tierras, contrastaban con los estados del Sur, pobres en habitantes, capital y caminos, con su industria rudimentaria y con su descenso general de la riqueza. Esta antítesis se reflejaba en todas las acciones civiles, políticas y económicas de unos y otros, en la tendencia a un distinto régimen aduanero como en las diversas costumbres, en las formas de lucha política como en los sentimientos morales; esta oposición terminó, como es natural, con la lucha, que veía su manzana de la discordia, el punto de aplicación de las fuerzas contrarias, en la esclavitud, que, verdaderamente, constituía el carácter señalado, el principal móvil y el fundamento de su antagonismo.[6] Y si en el ardor de la batalla no faltó quien recurriera a los argumentos de origen religioso, ello obedeció al aumento continuo de las diferencias entre uno y otro bando, diferencias que invadían todos los terrenos y asumían todas las formas, y no era despreciable un argumento tan eficaz y provechoso, que permitía invocar la autoridad de la tradición religiosa. Pero el escaso valor que podían tener las invocaciones a la doctrina religiosa en una controversia que debía resolverse por medio de las armas, o mejor aún, por el cambio en las condiciones de la producción, lo demostró la facilidad con que, por una fanática y parcial hermenéutica, los textos sagrados servían indistintamente a una y otra causa, y los partidarios mismos de la esclavitud, en sus discursos, invocaban el nombre de Dios como testimonio de sus propósitos de mantenerla.[7] En los estados del Sur menudeaban lospamphlets (libelos) que trataban de demostrar el acuerdo entre la religión y la esclavitud, y el partido o secta conocido con el nombre de los que se alimentan del fuego se proponía defender la esclavitud precisamente con la autoridad de la Biblia;[8] no fue entonces cosa rara ver a ministros del culto poseer esclavos a los cuales trataban con dureza no común, y escribir, predicar y enseñar que la esclavitud es sancionada por Dios, aprobada por la Divina Providencia y que el modo favorable con que es considerada por el Antiguo y el Nuevo Testamento es la prueba más irrefutable de que merece la divina aprobación.[9]
Las vicisitudes que acompañaron la introducción, difusión y, por último, afirmación de la esclavitud en el Nuevo Mundo demuestran cuán poca fuerza tuvieron las consideraciones teóricas de orden religioso, y cuán pronto quedaron vencidos los escrúpulos de la fe al nacer la discordia entre ella y la necesaria adaptación al ambiente económico. Las prohibiciones son continuamente repetidas y siempre violadas: los escrúpulos de Isabel la Católica terminan condenando a la esclavitud a los infieles sorprendidos con las armas en la mano; Las Casas ataca la esclavitud de los indios para sustituirla por la de los negros, alentada y reclamada pollos padres Jerónimos; los asientos para la importación de los negros empiezan siendo una excepción y terminan por convertirse en una empresa regular y periódica, de la cual participan y se aprovechan sin reparo alguno soberanos y creyentes.[10] ¿No bastan todos estos datos para hacer meditar a cualquiera sobre la causa de la esclavitud y su fin?
III. EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA ESCLAVITUD
El estudio de las causas que pusieron fin a la esclavitud y la parte que en ellas tomó el cristianismo ha sido desviado de su verdadero camino por la interpretación idealista o empírica de la historia y por la dirección tendenciosa y polemista que caracterizaba a estas investigaciones. Parecía que el cristianismo pudiese, a su voluntad, querer o no el fin de la esclavitud y, sobre todo, que podía conseguir su desaparición, forzando y transformando las leyes del medio económico en el cual se trataba de vivir y desarrollarse, cuando realmente estas leyes sólo podían y debían cambiar transformando las condiciones de producción, es decir, con el advenimiento de cierto estado de cosas que permitiera conseguir las necesidades de la vida sin el concurso de los esclavos. Colocada la cuestión en este falso terreno, su resolución ................................