Indice

Prefacio

I. El amo

II. Los Alliluev

III. Conversando con Vladimir Alliluev

Bibliografía

 

Prefacio

 

En aquellos años dominaba una ideología mezcla de modestia y ascetismo. Se consideraba indecente vivir mejor que los demás. Dominaba una moral obrerista de admiración a los trabajadores y al mundo del trabajo. Los mayores enseñaban a respetar y admirar a los trabajadores y en especial a aquellos que eran maestros en su profesión.

En los momentos más difíciles, como en la guerra, a nadie se le permitió escurrir el bulto. Es más, ni tan siquiera nadie se lo planteó. Todos querían ir a la guerra a defender la patria. Y lo más importante: todos sabían que iban a la guerra en serio. Combatieron los tres hijos mayores de Mikoian: Stepan, Vladimir y Alexei. Stepan luchó toda la guerra, lo derribaron cerca de Moscú y sufrió graves quemaduras. Vladimir murió en Stalingrado, donde combatía en la misma escuadrilla que su hermano Stepan. Alexei se incorporó al frente en 1943, justo al mismo cumplir los 18 años, también como piloto.

Los hijos de Stalin, Yakov, Vasilii y Artiom, también lucharon. Artiom fue al frente en los primeros días de la guerra y resultó herido. Su unidad fue cercada por el rápido avance de las tropas alemanas, aunque él, como muchos otros soldados, consiguió salir del cerco en las proximidades de Moscú. Todos fueron a la guerra a luchar de verdad. Leonid, el hijo de Jruschov, también luchó, y murió. En Stalin— grado también murió Rubén, el hijo de Dolores Ibárruri.

La última vez que se encontraron Stalin y su hijo mayor, Yakov Dzhugashvili, fue el 22 de junio de 1941. El día en que comenzó la guerra. Cuando se despidieron Stalin le dijo: “!Ve y lucha!” El 16 de julio, en los días de las derrotas iniciales del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, Yakov cayó prisionero de los alemanes.

 

 

I

El amo

 

Años atrás, al finalizar una conferencia en Madrid sobre la situación en Rusia después de la Perestroika, uno de los organizadores de dicha conferencia me comentó que no hacía mucho había visto la película de Andrei Konchalovskii Ближний круг (1991) (Blizhnii krug = Círculo cercano. En España fue distribuida con el título “El círculo del poder”), y que le había llamado la atención el hecho de que a Stalin, las personas que le eran próximas en el trato habitual, entre ellas sus propios compañeros de partido, se refirieran a él utilizando la palabra “amo” (joziain, en ruso). Entendió encontrar en aquel calificativo vergonzantes e innombrables relaciones de poder y dominación. Mis intentos de explicarle los matices del concepto joziain en ruso sólo sirvieron para que viera en mis palabras el oculto intento de justificar la malvada naturaleza del estalinismo.

La utilización del concepto “amo” en los diálogos de la película provenía de la traducción literal de la palabra rusa “хозяин” (joziain), la cual significa ante todo, ya sea en su forma masculina o femenina, amo/ama, patrón/patrona, dueño/dueña de la casa. Es un concepto cargado de un sentido paternalista en el caso del hombre y matriarcal en el de la mujer. Joziain es e l patriarca de la casa, jefe de la familia y administrador de la economía familiar. Cuando de un hombre o una mujer se dice en Rusia “on joroshi joziain svoego doma”, o “ona joroshaia joziaika svoego doma” (es un “buen amo de su casa”, o una “buena ama de su casa”), se deduce inmediatamente que tales personas se preocupan por el bienestar de su casa y son buenos administradores de la economía familiar.

El concepto de joziain está estrechamente vinculado a la cultura campesina rusa. La unidad social y económica del campesinado ruso era la hacienda familiar, el dvor, el cual estaba compuesto, salvo excepciones, por familiares de dos o tres generaciones a la cabeza de los cuales estaba el jefe de la familia, que generalmente era el padre o el abuelo. La pertenencia a la unidad familiar, al dvor, no estaba determinada por la relación consanguínea. Personas que no tenían esta relación podían formar parte de una unidad familiar por matrimonio, caso de las esposas de los hijos, o bien por el hecho de vivir en la misma casa. Lo que realmente determinaba la pertenencia a la unidad familiar era el hecho de comer del mismo puchero.

El jefe de la unidad era el joziain, el patriarca, que era reconocido como tal por la comunidad campesina al tiempo que representaba ante ésta a la familia, teniendo voz y voto en las asambleas. Entre sus funciones se encontraban las de administración, organización y distribución del trabajo en la hacienda familiar. De él emanaban las órdenes y los consejos. Si alguien no cumplía con su deber, podía y debía recriminarle por su actitud. La unidad familiar se regía por un principio autoritario, por lo que sus órdenes debían ser siempre obedecidas.

La mayoría de las veces el joziain, que recibía también el nombre de bolshak (el mayor de la casa), como jefe de la familia, lo que hacía era aplicar lo que recomendaba la tradición. Y lo hacía tanto para la organización del trabajo (cuándo comenzar a labrar los campos, sembrar o cosechar), como a la hora de organizar las bodas de sus hijos o de repartir la herencia familiar. Podía y debía intervenir en los conflictos familiares, impidiendo las disputas internas y manteniendo en el curso adecuado la marcha de la unidad familiar. En realidad era una función de mucha responsabilidad de la que dependía el bienestar de toda la familia. Precisamente, si el joziain no cumplía con sus funciones y su actividad resultaba perjudicial para la unidad familiar, podía ser destituido de sus funciones. Llegados a este punto, era la familia la que en su seno decidía si procedía al cambio o no. Si se resistía a su destitución o la familia no podía llegar a un acuerdo, intervenía entonces la comunidad, la cual confirmaba o no el cambio y procedía al nombramiento de un sustituto en caso necesario.

Es importante tener en cuenta que el joziain no puede ser confundido con el propietario de la hacienda familiar en el sentido occidental. La propiedad de las explotaciones familiares pertenecía a la unidad familiar, que delegaba la administración en el cabeza de familia. Esta característica adquirió categoría de ley con el Estatuto de 1861 que decía:

“el sujeto titular del derecho a la tierra y su dominio no es el jefe de la unidad doméstica (...) sino toda la familia, toda launidad doméstica campesina”.[1]

Situación que se vio confirmada por el Tribunal Supremo de Apelación en 1888 y 1904. La propiedad familiar, la tierra y la familia constituían un todo único: la casa o unidad domestica (el dvor), que a su vez se encuadraba, en la inmensa mayoría de los casos, dentro de las estructuras colectivas de una comunidad campesina.

Era en este sentido, con esta acepción que hemos visto, como muchas personas utilizaban la palabra joziain para referirse a Stalin. En realidad era la manifestación de una concepción patriarcal y tradicional del poder. Stalin era considerado como el patriarca de la familia, en su caso, de la familia representada por la sociedad soviética. Es evidente que cuando Konchalovskii eligió este concepto lo hizo con toda la intención de que fuese interpretado de una determinada manera, sobre todo, y especialmente, por sus potenciales espectadores fuera de Rusia.

 

II

Los Alliluev

  

En el año 1995 fue publicado en Moscú el libro “Jronika odnoi semi: Alliluevi-Stalin” (Crónica de una familia: Alliluev-Stalin) escrito por Vladimir Fiodorovich Alliluev, que describe el entorno personal y familiar de Stalin y arroja luz sobre sucesos poco conocidos de la historia soviética, como es el caso de los orígenes de la violencia de finales de los años 30 o la que se denominó campaña contra el cosmopolitismo que tuvo lugar en la segunda mitad de los años 40. El libro impresiona al que lo lee. Además de lo apasionante de su contenido, está escrito con un gusto especial y se lee de un tirón. Surgió entonces la idea de conversar con el autor.

Pocas son las personas que en España, a excepción de los especialistas en historia de la Unión Soviética, conocen el apellido Alliluev. Es por tanto necesaria una pequeña incursión histórica para aclarar al lector los vínculos entre los Alliluev y Stalin.

El abuelo de Vladimir F. Alliluev, Serguei Yakovlevich Alliluev, nació en 1866. Sus padres habían sido siervos y después de su liberación pasaron a formar parte de aquellos campesinos que, habiéndose quedado sin tierras después de liberados, continuaron junto a su anterior señor como empleados del servicio doméstico.

Serguei Yakovlevich Alliluev se trasladó siendo joven al Cáucaso, donde trabajó como obrero especializado. Fue tornero fresador, conductor de máquinas de vapor, en Tbilisi trabajó en los talleres del ferrocarril y en Bakú, en los yacimientos petrolíferos. Precisamente en el Cáucaso comenzó su actividad revolucionaria. En 1896 ingresó en el PSDRR (Partido Socialdemócrata Revolucionario Ruso). Y en el Cáucaso conoció a M.I. Kalinin, N.E. Bauman, L.B. Krasin, y otros muchos activistas revolucionarios que posteriormente se convirtieron en protagonistas de la historia soviética. En 1903, Serguei Yakovlevich Alliluev se encontró por primera vez con Stalin, cuando organizaron el traslado clandestino de una imprenta manual desde Tbilisi a Bakú.

Del matrimonio de Serguei Yakovlevich Alliluev con Olga Fiodorenko nacieron cuatro hijos. Pavel Serguevich Alliluev (1894), Anna Serguevna Allilueva (1896), Fiodor Serguevich Alliluev (1898) y Nadezhda Serguevna Allilueva (1901). Más tarde, la familia se trasladó a San Peterburgo, donde el apartamento familiar se convirtió en un centro de reunión de los bolcheviques en la ciudad. Precisamente en la vivienda de los Alliluev se escondió Lenin en julio de 1917 cuando era perseguido por el Gobierno Provisional. Para aquellas fechas todos en la familia Alliluev, incluidos los hijos, se habían convertido en activistas revolucionarios.

En el año 1912, en el apartamento de los Alliluev, Stalin vio por primera vez a Nadezhda S. Allilueva, la hija menor de los Alliluev. Y pasó a formar parte de la familia Alliluev cuando se casó con Nadezhda el 25 de marzo de 1919. Aquel fue el segundo matrimonio de Stalin, quien había quedado viudo de su primera esposa, Ekaterina

Semionovna Svanidze, en 1907, fallecida de tifus poco después de dar a luz al primer hijo de Stalin, Yakov Iosifovich Dzhugashvili.

* * *

Un joven polaco, Stanislav Redens, secretario local del sindicato de trabajadores del metal en la aldea de Kamenskoe, fue destinado a trabajar en la VCHK[2] en Moscú, en 1918. Redens llegó por la noche a la ciudad y, sin un lugar donde alojarse, se acomodó en uno de los despachos de la VCHK en la calle Bolshaia Lubianka, utilizando una mesa como cama. Por la noche, ya tarde, a ese mismo despacho entró Félix Dzerzhinskii[3], quien despertó a Redens y comenzó a preguntarle qué hacía allí a aquellas horas. La conversación se prolongó durante bastantes horas. Al final de la misma, Dzerzhinskii propuso a Redens que fuese su secretario. Redens aceptó y trabajó con él hasta el mismo instante de la muerte de Dzerzhinskii, quien falleció, literalmente, en sus brazos.

En 1918, Stalin y Dzerzhinskii fueron enviados al frente oriental. Junto con Stalin marchó su esposa Nadezhda S. Allilueva y junto con Dzerzhinskii, su secretario, Stanislav Redens. En aquel viaje al frente oriental Redens y Nadezhda hicieron amistad. Más tarde Nadezhda presentó a su hermana Anna a Redens. Un tiempo más tarde Anna S. Allilueva y Stanislav Redens contrajeron matrimonio. Del matrimonio nació Vladimir Stanislavovich Redens, que con el tiempo y por circunstancias que veremos más adelante, pasó a llamarse Vladimir Fiodorovich Alliluev, nieto del patriarca de la familia, Serguei Yakovlevich Alliluev, sobrino carnal de Nadezhda S. Allilueva, sobrino político de Stalin y primo hermano de los hijos de Nadezhda y Stalin, Svetlana y Vasilii.

***

Vladimir Fiodorovich me invitó a su casa en la calle Tverskaia de Moscú una fría tarde de finales de diciembre del año 1998. Allí mantuvimos una larga e interesante conversación de la que más abajo se ofrecen algunos retazos. Un texto relativamente extenso que contiene mucha información por la gran cantidad de referencias a personas y hechos relevantes. Con el fin de hacer más accesible esa información a los lectores poco familiarizados con la historia de la Unión Soviética se ha incorporado al texto de la conversación información complementaria. Para no alterar el discurso de Vladimir Fiodorovich y con la intención de facilitar al lector el acceso a la misma, esta información complementaria se ofrece en forma de cuadros de texto insertados a lo largo de la entrevista.

Una última aclaración. Cuando la conversación con Vladimir Fiodorovich había sido transcrita y estaba siendo traducida para su publicación, un virus informático me hizo perder todos los materiales que guardaba en el ordenador, incluida la entrevista. Para colmo de males, en un traslado de domicilio extravié la copia de seguridad y la cinta con la grabación de la conversación. Pasaron los años y, como siempre ocurre en estos casos, buscando otra cosa, encontré la grabación perdida y la copia de seguridad de la conversación. Tuve dudas sobre si procedía publicarla o no, ya que habían pasado más de 12 años desde que mantuvimos aquella cordial conversación. Una tarde, paseando por el cementerio de Novodevichi de Moscú, donde había acudido a realizar unas fotografías, me encontré, frente al monumento funerario de Nadezhda Allilueva, con la tumba de Vladimir Fiodorovich Alliluev. Decidí entonces terminar de preparar aquella conversación para su publicación, como pequeño homenaje a un hombre amable que con sus palabras pretendió hacer más accesible el entendimiento y comprensión de los complicados procesos que se esconden tras ......................................................

 

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