INDICE

La dinámica real de la vida
      Eduardo Sartelli
      Prefacio
      Introducción
Parte I: Sobre la evolución
Capítulo I. Evolución como teoría e ideología  
           I. La ideología de la evolución
         II. Darwin y la evolución
         III. Genética y evolución
Capítulo II. Adaptación
            Estar adaptado y adaptarse
             Adaptaciones específicas
             Selección natural y adaptación
             Convergencia evolutiva
             Caracteres no adaptativos y el fracaso de la adaptación
            La adaptación como ideología
Capítulo III. El organismo como sujeto y objeto de la evolución
           Gen y desarrollo
            Organismo y ambiente

Parte II: Sobre el análisis
Capítulo IV. El análisis de la variación y el análisis de las causas
            Discriminación de causas y análisis de causas
            Análisis cuantitativo de las causas
            La norma de reacción
            Efectos de aditividad
Capítulo V. Isidore Nabi sobre las tendencias de movimiento  
            Resultados
           Conslusiones
Capítulo VI. Dialéctica y reduccionismo en ecología                  
         Reduccionismo y materialismo
         La comunidad como una totalidad dialéctica
         Abstracción e idealismo
         Estocasticidad y estadística

Parte III: La ciencia como producto social y el producto social de la ciencia
Capítulo VII. El problema del Lysenkoismo
            Las pretensiones filosóficas y científicas del lysenkoismo
           Las condiciones que crearon al lysenkoismo
           Ascenso y caída del lysenkoismo
           ¿Afectó el lysenkoismo a la agricultura soviética?
           ¿Puede haber una ciencia marxista?
Capítulo VIII.  La mercantilización de la ciencia
Capítulo IX.  La economía política de la investigación agrícola
          Rentabilidad y solvencia
          Los objetivos sociales de la agricultura
          Organización del conocimiento
Capítulo X.  Biología aplicada en el Tercer Mundo               
Capítulo XI. El sistema de pesticidas
Capítulo XII. Las necesidades de investigación para la salud de la comunidad latina.
          Hacia el concepto de ambiente
          La inseparabilidad de lo psicosocial y de lo fisiológico
          La inseparabilidad de la salud ocupacional y de la comunidad
          La unidad epidemiológica no es el individuo
          El cuidado de la salud y sus utilización
          Conclusiones
Capítulo XIII.  ¿Qué es la naturaleza humana?
      Conclusiones
      Bibliografía

A Frederick Engels,

que se equivocó muchas veces,

pero acertó en lo que importa.

 

 EL BIÓLOGO DIALÉCTICO

Richard Levins

Richard Lewontin

La dinámica real de la vida

La dialéctica de la naturaleza y la lucha política por el socialismo

Eduardo Sartelli

 

La dialéctica de la naturaleza ha sido siempre un tema controvertido dentro del marxismo. En un comienzo, en boca de Engels sobre todo, la dialéctica es un proceso universal, la forma misma en que se mueve la materia, el movimiento de la materia. La idea de que tal concepción resultaría ajena a Marx choca con la admiración que este profesara por la que es, tal vez, la más evidentemente dialéctica de todas las teorías, la evolución. En efecto, ambos fundadores del materialismo histórico se concebían como parte del proceso general de desarrollo de la ciencia, que había pegado un salto cualitativo a fines del siglo XVIII y que se caracterizaba por la convicción generalizada de que solo podía comprenderse la realidad como proceso. Esta historización de las ciencias reflejaba la creciente certeza de que la "creación” era una idea en retroceso, de que, en realidad, todo tiene historia: la geología (pensemos en Charles Lyell), la astronomía (con Kant y su teoría de la nebulosa estelar), la biología (Darwin, claro) y la vida social (Marx y Engels). Este proceso no es simplemente un suceder, tiene una lógica, una lógica que no se corresponde con aquella que rige fenómenos simples, la lógica aristotélica, antecesora del formalismo actual. La lógica dialéctica no viene a eliminar aquella, sino a expresar la necesidad de un pensamiento más dinámico para comprender los fenómenos complejos. Dicho de otra manera, el desarrollo de la dialéctica no es más que la expresión, en el pensamiento humano, de su creciente conocimiento del mundo, que va develando una densidad que desborda la lógica que hasta ese momento resultaba adecuada al estadio del desarrollo cultural de la especie.

Sin embargo, la vida posterior de la dialéctica de la naturaleza, sobre todo en el campo de la ciencia, pero también en el marxismo, va a estar muy alejada de ese lugar de privilegio original. En vez de colocarse en el centro de la reflexión, la dialéctica va a ser repudiada por los científicos, al menos conscientemente. Incluso en el marxismo será relegada a un segundo plano más o menos vergonzante; en el mejor de los casos, aceptada como dinámica específica y exclusiva del mundo humano. En efecto, en cierto sentido, la historia del marxismo podría escribirse siguiendo las huellas de su vínculo con la dialéctica, una presencia fuerte en un terreno siempre contestado, pero casi se diría que dominante.[1] No obstante, de esa relación privilegiada con la dialéctica, el marxismo no conservó todo su contenido. La dialéctica de la naturaleza fue excluida casi por completo. Asimilada con el estalinismo y con el “diamat”, tendió a ser vista como uno de los demonios a exorcizar cada vez que la lucha socialista sufría un traspié y los marxistas suponían necesario volver a repasar sus ideas. En particular, durante los ’60 y '70 del siglo pasado, la fuerte impronta culturalista que asume el marxismo, de Sartre en adelante, va a dejar de lado como “positivismo” cualquier reflexión sobre la dinámica real de los procesos “naturales", vengan de la astrofísica, de las ciencias de la Tierra o de la biología. Sobre todo en esta última, suena a “eugenesia”, a "lysenkoismo” y un largo listado de deplorables etcétera.

Es por esto que este libro tiene una importancia relevante en la recuperación del contenido completo de la dialéctica, no solo para los marxistas, sino para los científicos en general. A los marxistas, porque la amputación de la dialéctica de la naturaleza los ancla, finalmente, en una concepción idealista de la realidad (pensemos en las derivas del “post-marxismo”). Pero también para los científicos, marxistas o no. Si bien este libro está dedicado sobre todo a los biólogos y es un arma de combate en el interior de la disciplina que practican Levins y Lewontin, la incomprensión de la dialéctica lleva a los científicos de todas las ramas a malinterpretar su tarea y perjudicar la práctica de la investigación. Lleva también a una concepción cosificada de la naturaleza, profundamente anti-ecológica y apta para la justificación del statu quo, es decir, la defensa de la eternidad del capitalismo. La lucha por el socialismo presupone, entonces, la recuperación de la dialéctica de la naturaleza.

 

Con Uds., los autores...

 

Richard Levins (Nueva York, 1930-2016), fue, según reza en Wikipedia, militante político a lo largo de toda su vida. Una vida en la cual la ciencia ocupa un lugar central, como biólogo especializado en ecología. Marxista declarado, escribió poco para la divulgación científica, aunque resultó muy influyente en su propio campo de trabajo, la dinámica de poblaciones. En ese terreno, formuló la teoría de la meta-población (una población dividida en sub-poblaciones). según la cual es necesario, para entender la dinámica de una población dada, incorporarla a su contexto, a su relación con otras poblaciones con las que mantiene vínculos, ya sea por migración, colonización, etc. Es clara, entonces, la vinculación de esta teoría con la dialéctica, en especial con la idea de totalidad como clave explicativa.[2] Políticamente, Levins fue militante comunista, ligado a las experiencias de Puerto Rico. Vietnam, y Cuba (fue Dr. Honoris Causa de la Universidad de La Habana).[3] Esa militancia no dejó nunca de lado la ciencia como algo separado de la política. Todo lo contrario, Levins practicó una ciencia política y una política científica, de allí su participación en Ciencia para Vietnam y Ciencia para el pueblo. Falleció recientemente, a la edad de 86 años.

Richard Lewontin, por su parte, nació un año antes que su colega y compañero, en la misma ciudad de Nueva York. Famoso biólogo dedicado a la genética, es mucho más conocido por el “gran público” por sus escritos polémicos contra el determinismo genético y la sociobiología. Marxista como Levins, ha tenido una vocación más fuerte que éste por la exposición pedagógica, rasgo que lo acerca al más famoso de todos los biólogos del siglo XX, Stephen Jay Gould, con quien mantuviera lazos intelectuales y políticos de relevancia. No están, exactamente, en el mismo punto político: Gould era “radical”, mientras Lewontin es marxista. Lo que no ha impedido que, juntos, hayan escrito textos de gran impacto en la concepción de la teoría de la evolución.[4]

 

Rebelión en la ciencia

 

Lewontin y Levins (y Gould, Eldredge, Kamin, los Rose y muchos otros científicos) forman parte de un movimiento mayor, que se inicia en los años ’60 del siglo pasado, resultado de un proceso que fue definido, por los protagonistas, como la “radicalización de la ciencia".[5] Es expresión del movimiento más amplio que, hacia la izquierda, se produce en el conjunto de las jóvenes generaciones obreras y pequeño-burguesas de Europay EE.UU., que da cuerpo a la resistencia contra la guerra de Vietnam, al feminismo, a la lucha contra el racismo, a las guerras de liberación del Tercer Mundo y, finalmente, a la insurgencia obrera.[6] Es así que podemos encontrar sus nombres en el comité editorial de numerosas publicaciones de la época y en otras no menos numerosas asociaciones y agrupamientos que, básicamente, representan el despertar de estas capas sociales a la lucha.

El proceso político por el que transitan en esa época los científicos norteamericanos no es exclusivo de ellos. Por el contrario, atraviesa toda la sociedad “occidental”. Así describen el cuadro a fines de los '60 dos representantes británicos de esta erupción:

“En Gran Bretaña, la campaña contra la guerra química y biológica se ................................

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