CONTENIDO.

   

PREFACIO

CAPÍTULO I. CONDICIÓN SOCIAL DE LA CLASE TRABAJADORA.

 Introducción-Trabajadores agrícolas-Trabajadores en general-Servidoras domésticas-Sastres y zapateros-Las clases manufactureras-Vestidores, policías y porteros-Colineros y mineros-Marineros y soldados-Ladrones-Mendigos-Prostitutas

CAPÍTULO II. PRINCIPIOS DE LA CLASE TRABAJADORA.

¿Quiénes son éstos?-Cómo usan sus poderes-Sus principios-Indulgencia de las pasiones-Efectos-Socialismo-Infidelidad-Hombres fáciles-Hombres activos-Cristianos-Imprudencia-Clase aislada- Estas cosas no pueden permanecer como están.

CAPÍTULO III. LA IMPORTANCIA DE MEJORAR LA CLASESTRABAJADORA.

Efecto sobre la sociedad y los comprometidos-Naturaleza sanciona esto-Valor del hombre-Las masas-Su poder-Espíritu de la época-Gran cambio-Su velocidad-Conocimiento actual-Poder creciente-Remover sus agravios-Amor de clase-Similar a los enfermos-Días de acción.

CAPÍTULO IV LA IMPORTANCIA DE MEJORAR LA CLASE TRABAJADORA

(Continuación).

Unir a la sociedad-Preeminencia pasada de Gran Bretaña-Economía-Posición especial-Humildad-Prueba para conseguir trabajo-Asociación con todos los caracteres-Indignidad-Privaciones-Sujeto a accidentes repentinos-Naturaleza del trabajo-Muchos se van al extranjero-Ahora no pueden servir a Dios correctamente.

CAPÍTULO V MEDIOS PARA MEJORAR LA CLASESTRABAJADORA.

Iglesias-Auxiliares bíblicos y de tratados-Sociedades misioneras domésticas y municipales-Movimientos de abstinencia y abstinencia total

CAPÍTULO VI. MEDIOS PARA MEJORAR A LA CLASE TRABAJADORA

(Continuación).

229 Escuelas dominicales, benéficas y harapientas-Institutos mecánicos-Sociedades de enfermos-Prensa

CAPÍTULO VII SUGERENCIAS PRÁCTICAS PARA MEJORAR LA CLASE TRABAJADORA.

281 Capillas gratuitas - Conferenciantes del condado - Conferencias gratuitas - Bibliotecas baratas - Esquemas - Trato individual - Nuestro esquema - Visitas amistosas - Apoyo de Dios - Conclusión

 

 

PREFACIO

 

El tema de la presente obra reviste un interés nada desdeñable para el bienestar de nuestro país y atrae la atención de muchas personas benevolentes. Constituye uno de los temas principales en la familia y en el senado, y la gran adición anual a nuestra población aumenta la necesidad de prestar atención a su estado social. Cuando se recuerda que sobre el hombre trabajador recae el efecto inmediato de la primera maldición del cielo: "Con el sudor de tu frente comerás el pan", el objeto de la "Mejora de las clases trabajadoras de Inglaterra" reclama con justicia la más profunda simpatía. La esfera que hay que atravesar para presentar esto a nuestros lectores es tan amplia como importante es para todo ciudadano el conocimiento correcto de nuestra condición nacional. Un observador casual o un forastero pueden llegar a conocer a quienes pasan ocasionalmente ante ellos, pero no pueden, por la complejidad y variedad de circunstancias de cada clase de la comunidad, formarse una idea tan correcta de la sociedad británica como quien visita a las familias y se ocupa de los asuntos cotidianos de la gente. El autor, habiendo tenido esta oportunidad de conocer el carácter y la condición de las clases trabajadoras, y sintiéndose profundamente interesado en su bienestar, ha intentado el presente esbozo, con la esperanza de que pueda resultar beneficioso para aumentar su felicidad, y permitir a aquellos que puedan estar deseosos de mejorar su condición, adoptar los métodos que sean prácticamente adecuados para el trabajo. La extensión de la población que se presenta a la vista del lector en este espacio limitado, le ha obligado a limitar sus observaciones a su condición social, moral e intelectual; aunque se le permite observar que no desea que se entienda que concibe que el carácter moral de un individuo puede separarse de su condición física y política; pero suponiendo que la moral y el intelecto son de importancia primordial, se ha esforzado por destacar más los rasgos característicos de esta parte de su condición. Una justa consideración de su estado físico y político no podría abarcarse en un volumen tan pequeño. Al presentar al público las partes primera y segunda de esta obra -el estado social de la población trabajadora y sus sentimientos- el autor se ha sentido varias veces dispuesto a dar una apariencia más agradable a los hechos tal como se han presentado; pero por deseable que esto hubiera sido, la verdad exige una exposición imparcial, a fin de que el lector pueda ser instado a eliminar lo que es desagradable a sus sentimientos y no es congenial a los intereses nacionales. Para aquellas personas que no han estado en contacto con esta clase de la comunidad, o no la han visitado, las afirmaciones que aquí se hacen pueden parecer exageradas; pero una investigación serena, racional y práctica les convencerá de lo contrario. El autor hubiera preferido omitir estas partes de la obra, si no constituyeran el único comienzo adecuado para las observaciones que siguen en cuanto a la importancia de una mejora de la condición de las clases trabajadoras, que se deduce tanto de su relación con la otra parte de la comunidad, como de la peculiar posición en que se encuentra el trabajador. Aquí el campo es amplio y extenso; sin embargo, no se aventura a aducir todas las razones que pueden aducirse para un objeto tan importante, sino que deja caer con parsimonia por el camino las pocas que se han presentado más inmediatamente.

La parte final de este pequeño volumen está constituida por un examen de los medios que se utilizan actualmente para mejorarlos y por sugerencias prácticas al respecto. En esta parte, como en las anteriores, el autor se ha visto obligado a ser breve, a fin de mantener sus observaciones dentro de límites que no resulten tediosos para el lector en general. Aunque se ha esforzado por abarcar las circunstancias actuales de la sociedad, su intención ha sido no considerar bueno ningún medio de mejora que no esté basado en los principios eternos del cristianismo y de la naturaleza.

Con estas pocas observaciones el autor ruega dejar el tema en manos de sus lectores; esperando que cualquiera que sea su estimación del valor de su obra, considerarán que la causa que ha intentado defender, no es indigna de su mejor atención.

 

CAPÍTULO I

CONDICIÓN SOCIAL DE LA CLASE TRABAJADORA.

 

Introducción — Labradores agrícolas — Labradores en general-Servidoras domésticas — Sastres y zapateros — Las clases manufactureras — Vestidores — Policías y porteadores — Colineros y mineros-Marineros y soldados — Ladrones — Mendigos — Prostitutas.

 

La clase de personas cuya condición nos proponemos considerar ahora no es en absoluto la minoría de la nación; y para definir una característica general de esta numerosa porción, podemos decir que son aquellos que, teniendo poco o nada de los bienes de este mundo, se ganan el pan con el sudor de su frente y el trabajo de sus propias manos, siendo necesariamente los sirvientes de la parte más rica de la comunidad. No por ser pobres son menos importantes; no por ser siervos son menos importantes.

Si observamos la condición actual de estas clases en nuestro propio país, vemos que tienen un carácter muy variado. El nacimiento, la educación, la religión, la ocupación y las circunstancias han operado para formar esta diferencia y moldear sus hábitos: así como éstos han diferido, también lo hacen las clases trabajadoras, aunque sólo residan quizás a unas pocas millas, o a unas pocas puertas, unas de otras. El hombre que labra la tierra y guía el arado, que siembra la semilla y después recoge los frutos de la tierra, se encuentra en una posición muy diferente de la del que rotura el suelo y lo prepara para el ferrocarril y la máquina de vapor; o del obrero de aquella fábrica que está preparando algunos de los productos de la tierra para el uso de la sociedad. El uno vive donde nació, rodeado sólo de sus compañeros de juventud, rara vez ve o es visto por un extraño, y es lo que el pasado ha hecho de él; el otro, vagando de un lugar a otro y viendo a sus amigos sólo por un corto tiempo, tiene que adaptarse a muchas escenas cambiantes, y es lo que el presente hace de él; pero el obrero en la fábrica, teniendo algo nuevo constantemente ante él, y cuya tarea es moldear las novedades de la época, mira hacia el futuro para hacer al hombre; y es lo que eso imprime en su mente.

En estas circunstancias, hemos creído conveniente clasificar a los pobres en las diversas secciones de trabajo en las que se dedican.

El trabajador agrícola constituye una sección muy grande y distintiva, y a él dedicaremos nuestra atención en primer lugar. Vive con su compañero, donde ha estado durante muchos años; ambos han trabajado juntos, ninguno ha estado ocioso cuando había trabajo que hacer. Generalmente son empleados por el granjero en cuya casa residen, y con frecuencia son bendecidos con varios hijos, que son educados en la misma ocupación que ellos: los chicos para conducir los caballos en el arado, desherbar los campos o cuidar del ganado cuando es necesario; las chicas para ayudar en las tareas domésticas, aunque en un día de verano todos tienen su lugar asignado en el campo. En la actualidad, es habitual enviar a los niños a la escuela durante un breve periodo de tiempo, antes de que sean llamados a participar en las tareas cotidianas de la vida. En muchos casos, las escuelas privadas están dirigidas por alguna anciana que sabe leer un poco y una vez aprendió a escribir. Su trabajo está hecho, no puede hacer más que "enseñar a los jóvenes a disparar", pero mientras ella se aleja de la compañía de los mortales, los niños comienzan a ocupar su lugar entre la humanidad, con esa instrucción terminada que nunca ha sido correctamente comenzada; con esa realidad terminada, que nunca fue cuestionada por ellos, aunque hace tiempo que se desvaneció en la nada. Pueden ser capaces de leer a su manera, y de acuerdo con su edad y generación; pero como la escritura casi nunca es necesaria, rara vez sienten su pérdida; y en cuanto al cifrado, es un muchacho maravilloso el que puede repasar la tabla de multiplicar. En los distritos más populosos suele haber una escuela de caridad dependiente del propietario de la finca; pero debido a la ignorancia de los padres y a los bajos salarios por los que se ven obligados a trabajar, la educación progresa poco, salvo entre los cuidadosos e industriosos que residen cerca de los distritos manufactureros, que de este modo se ven estimulados a mejorar las mentes de sus hijos. Uno de los niños es suficiente para ocupar el lugar del padre o para trabajar con él, el resto tiene que buscar otra ocupación en alguna gran ciudad vecina; mientras que las niñas encuentran empleo con su aguja o como sirvientas domésticas.

La vieja iglesia del pueblo ya no es tan frecuentada como antes, debido a la atracción de las pequeñas capillas en la mayoría de los pueblos, donde generalmente hay escuelas dominicales, y reuniones durante las tardes de la semana, a las que asisten regularmente muchos que viven a distancia, aunque muy a menudo tienen que sufrir a consecuencia de su asistencia. Sin embargo, con la iglesia que puede haber ejercido su poder durante siglos, con las capillas y escuelas de los últimos años, es bastante novedoso para ellos crear una nueva idea o pensar un nuevo pensamiento; hablar de cualquier cosa que haya ocurrido, o esté ocurriendo, excepto en su propia vecindad inmediata; no tienen medios de oír, y mucho menos de aprender o leer sobre ello, a menos que algún extraño traiga la noticia, o uno de los aldeanos venga de un viaje lejano, o de un pueblo vecino: De modo que para muchos en nuestras grandes ciudades, China con toda su distancia está, por así decirlo, más cerca de lo que nuestras ciudades están de estos distritos aislados. Nuestros aldeanos, al no tener nada a lo que dedicar su atención en sus horas de ocio, se sientan ansiosamente alrededor del fuego para relatar viejas historias o los chismes del día; escudriñando cada acción, temperamento o palabra de sus vecinos (y en los pueblos pequeños un poco más de escándalo basta para su alimento intelectual), todos sentados como jueces unos de otros y de las clases por encima de ellos. Si deseamos tener una idea correcta de su moralidad, debemos visitarlos no sólo en el pueblo en una brillante víspera de verano, sino en la taberna, y en las numerosas ferias y velatorios, así como en las ciudades mercado donde en algunos condados, en lo que suele llamarse el día de la fregona, puede presenciarse una escena que muestra el poco respeto por sí mismos que se cultiva entre ellos. En Michaelmas, los sirvientes de las granjas, tanto hombres como mujeres, después de terminar su compromiso anual con sus empleadores, caminan por una de las calles principales con el propósito de "presentarse" para el año siguiente a cualquiera de los transeúntes; los hombres, cada uno con algo atado a su sombrero, indicativo de su vocación particular, el carretero con un trozo de cuerda de látigo, y el vaquero con un poco de pelo de vaca: y la noche termina con no poca intemperancia e inmoralidad. Es fuera de casa donde se pone a prueba la fuerza de..................

 

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