INDICE

Capítulo I ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
   1. El objeto y la naturaleza del saber filosófico
   2. La filosofía como base teórica de la cosmovisión 
   3. La filosofía como metodología general
Capítulo II HISTORIA GENERAL DE LA FILOSOFÍA
   1. Historia de la filosofía premarxiana
   2. Surgimiento y desarrollo de la filosofía del marxismo
 
EL SER Y LA CONCIENCIA
Capítulo III LA MATERIA: UNIDAD Y DIVERSIDAD DE LAS FORMAS DE SU MANIFESTACIÓN
   1. El concepto general de materia
   2. El movimiento como modo de existencia de la materia
   3. Espacio y tiempo
Capítulo IV LA CONCIENCIA: ESENCIA Y ORIGEN
   1. El concepto general de conciencia
   2. El camino de la psique animal a la conciencia del hombre
   3. La conciencia. El lenguaje. Comunicación
  
UN ESBOZO DE TEORÍA DE LA DIALÉCTICA
Capítulo V LA CONEXIÓN Y EL DESARROLLO COMO PRINCIPIOS PRINCIPALES DE LA DIALÉCTICA
   1. Sobre las conexiones e interacciones universales
   2. La idea de desarrollo y el principio de historicidad
   3. El principio de causalidad y la finalidad objetiva
   4. El principio de sistema
   5. Ley y regularidad
Capítulo VI LAS CATEGORÍAS Y LEYES BÁSICAS DE LA DIALÉCTICA  
   1. Sobre la unidad y las diferencias entre las categorías y las leyes de la dialéctica
   2. Esencia y fenómeno
   3. El individuo, lo particular y lo general
   4. Necesidad y casualidad
   5. Posibilidad, realidad y probabilidad
   6. Parte y todo. Sistema
   7. Contenido y forma
   8. Calidad, cantidad y medida
   9. Contradicción y armonía
   10. Negación, continuidad e innovaciones
 
CONOCIMIENTO Y CREATIVIDAD
Capítulo VII SOBRE LA ESENCIA Y EL SENTIDO DEL CONOCIMIENTO
   1. ¿Qué significa saber?
   2. La práctica como base y finalidad de la cognición.
   3. ¿Qué es la verdad?
Capítulo VIII LA FILOSOFÍA DEL PENSAMIENTO
   1. La contemplación intelectual-sensual
   2. El pensamiento: Esencia, niveles y formas
   4. Las operaciones y los modos del pensamiento
   5. Los niveles empírico y teórico de la cognición científica
 
CUESTIONES DE FILOSOFÍA SOCIAL
Capítulo IX SOCIEDAD Y NATURALEZA
   1. Una concepción histórico-materialista de la sociedad
   2. Interacción entre sociedad y naturaleza
   3. Demografía: Problemas socio-filosóficos
Capítulo X LA ESFERA ECONÓMICA DE LA VIDA DE LA SOCIEDAD: EL ASPECTO SOCIO-FILOSÓFICO
   La producción material: El concepto y los elementos principales
Capítulo XI LA ESFERA SOCIAL DE LA VIDA DE LA SOCIEDAD
   1. Clases y relaciones de clase
   2. Naciones y relaciones nacionales
   3. Familia y vida cotidiana
Capítulo XII LA ESFERA POLÍTICA DE LA VIDA SOCIAL
Política, Estado y Derecho
Capítulo XIII CONTROL SOCIAL
   1. Información y control social
   2. Tipos de control y su impacto en el desarrollo social
Capítulo XIV UNA CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DEL HOMBRE
   1. El hombre. La personalidad. Sociedad
   2. El hombre en el flujo de la historia
Capítulo XV LA ESFERA ESPIRITUAL E INTELECTUAL DE LA VIDA DE LA SOCIEDAD
   1. La conciencia social: Esencia y niveles 
   2. Conciencia política
   3. Conciencia jurídica
   4. Conciencia moral
   5. La conciencia estética
   6. Conciencia religiosa
   7. La percepción científica del universo y el mundo de la ciencia
   8. Filosofía de la cultura 
Capítulo XVI EL PROGRESO HISTÓRICO Y LOS PROBLEMAS GLOBALES DE NUESTRO TIEMPO
   1. El progreso como dirección históricamente necesaria del desarrollo de la sociedad
   2. La dialéctica del desarrollo mundial en la época actual

 

Capítulo I ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

 

1. Objeto y naturaleza del conocimiento filosófico

 

Sobre la etimología del término "filosofía".

Etimológicamente, la palabra "filosofía" significa "amor a la sophia", que a menudo se traduce, de forma muy aproximada, como "amor a la sabiduría". En realidad, el concepto griego antiguo de sophia es mucho más complejo y amplio que el de "sabiduría". Y es que Platón, que convirtió el término "filosofía" en parte integrante de la terminología europea, no veía la sophia como una propiedad humana subjetiva adquirida, sino como una gran cualidad objetiva, "propia sólo de una deidad", inherente a un mundo razonablemente ordenado y armonioso. A causa de su mortalidad innata y de su insuficiencia cognitiva, el hombre no podía, en opinión de Platón, fundirse realmente con la sophia; sólo podía "amarla", respetuosamente y a distancia. Ése era precisamente el sentido que Platón atribuía a la palabra "filosofía", y por eso sería más correcto traducirla como "amor a la verdad", aunque esto tampoco sea del todo exacto.

Así, en sus orígenes, la filosofía no fue concebida como una mera colección de verdades, sino como un deseo de verdad, como una actitud ideal del alma y de la mente del hombre que puede conducir a un equilibrio armonioso entre su vida psíquica interior y sus complejas relaciones con el mundo. La filosofía es, por así decirlo, una guardiana e indicadora de la verdad, que está incrustada en el alma del hombre mismo y no le permite inclinarse ante algún conocimiento parcial o subjetivamente atractivo, recordándole constantemente la necesidad de correlacionar sus acciones y opiniones con alguna verdad más profunda sobre sí mismo y el mundo. Tomándose un poco de libertad metafórica, puede decirse que la filosofía personifica una expresión colectiva de la fe del hombre en el sentido de su existencia, en la existencia de una verdad superior, y al mismo tiempo en la predestinación excepcional del hombre revelada en su ansia de esta verdad, de una actividad razonable y con propósito.

Fue precisamente la aparición de la filosofía, a diferencia de la percepción mitológica del mundo, la que afirmó en la cultura espiritual de la humanidad una actitud reflexiva (fr. L. reflecto "vuelvo atrás", "reflexiono") en lugar de empírica inmediata hacia el entorno, hacia el hombre mismo y hacia el pensamiento del hombre; fue la filosofía la que creó el trasfondo intelectual y el estilo de pensamiento que afirmaron, por así decirlo, la posición especial del hombre en el mundo y su consiguiente responsabilidad ante sí mismo y ante el mundo.

La gran diversidad semántica y la riqueza espiritual aportadas por la historia de la cultura en los últimos dos milenios y medio, han cambiado en gran medida el contenido interno de la filosofía y las formas externas de su expresión. Al mismo tiempo, ha seguido siendo un tipo especial de pensamiento que no aspira a un conocimiento pragmático utilitario o puramente racional, que no se identifica con la utilidad, la verdad o la sabiduría, sino que asegura el tenor del alma y la mente del hombre que subyace a lo que se conoce como "actitud filosófica ante la vida".

Ahora bien, ¿dónde reside la especificidad de la materia de la filosofía a diferencia de todas las demás formas de conciencia social?

 

El objeto de la filosofía.

 

Antes de intentar esclarecer la relación entre la filosofía y las demás formas de conciencia social, la ciencia en particular, debemos intentar definir, aunque sólo sea provisionalmente, el objeto de la filosofía como tal, al margen de cualquier referencia a los demás aspectos de la actividad intelectual del hombre. Después de todo, no comenzamos el estudio de, digamos, la física con su relación con la filosofía; primero, tratamos de definir la especificidad de la materia y el método del conocimiento físico, y sólo después de esto es natural estudiar las conexiones entre este conocimiento y los problemas filosóficos.

La filosofía es un ámbito de la actividad intelectual que se basa tanto en un tipo especial de pensamiento (que subyace al conocimiento filosófico, del que ya hemos hablado en parte), como en la autonomía de su objeto. Curiosamente, la especificidad del tipo de pensamiento filosófico prácticamente nunca se ha puesto en duda (incluso los detractores de la filosofía reconocen que ésta se basa en un tipo de pensamiento propio —del que son intensamente críticos, pero ésa es otra cuestión-), aunque la existencia de un objeto de cognición característico sólo de la filosofía ha sido, y sigue siendo, cuestionada por muchos investigadores, especialmente por aquellos que elevan a absoluto el conocimiento científico concreto.

Por supuesto, la filosofía no tiene el mismo tipo de objeto que, por ejemplo, las ciencias naturales, al no estar localizada dentro de un dominio concreto de conocimiento y realidad, como ocurre en la biología, la geografía, etc. Pero la filosofía tiene su propia materia, y la imposibilidad fundamental de tal localización es parte de su especificidad.

Es el ámbito de la actividad intelectual en el que subyace la reflexión sobre esa misma actividad y, por tanto, sobre su sentido, su finalidad y sus formas; en definitiva, la reflexión sobre la esencia del hombre mismo como sujeto de la cultura, es decir, sobre sus relaciones esenciales con el mundo.

A diferencia de la mitología, la filosofía como forma de la actividad intelectual del hombre surgió junto con la aparición de una nueva temática y un nuevo tipo de pensamiento, cuando el centro de atención se trasladó de la idea de Dios a la idea del hombre en su relación con el mundo, es decir, al hombre que estudia, pone en práctica o cuestiona la idea de la divinidad. A lo largo de la historia, se introdujeron matices semánticos siempre nuevos en el concepto de objeto de la filosofía, pero en el fondo, el saber filosófico siempre se ha orientado hacia la clarificación de los vínculos entre el hombre y el mundo, hacia las metas, causas y modos internos inherentemente humanos de conocer y transformar el mundo.

Así pues, la filosofía no es sólo una disciplina científica específica: es también un tipo específico de pensamiento e incluso un tipo especial de actitud emocional, un sistema de emociones de cosmovisión; inmerso en este estado del espíritu, el hombre cogita sobre el universo, sobre el bien y el mal, lo bello y lo feo, sobre la justicia social, la verdad y la mentira, y sobre el sentido y la finalidad de la historia humana.

La creatividad filosófica responde a la profunda necesidad del hombre de una explicación racional de su lugar en el flujo del ser, de su destino histórico, de la libertad personal y de la esencia del mundo circundante.

Una filosofía verdaderamente científica ofrece al hombre la posibilidad de encontrar su lugar en el océano ilimitado de los acontecimientos, de adquirir una comprensión profunda no sólo del mundo exterior, sino también de su propio mundo espiritual. En mayor o menor grado, todos necesitamos una filosofía así, pues se ocupa principalmente de problemas humanamente relevantes. No es sólo un sistema teórico reflexivo que expresa una visión muy general del mundo, sino también un sistema de principios que enseña el arte de vivir racionalmente.

Impregnada del elemento moral, la filosofía, al igual que la literatura, percibe a su manera todo lo que aflige a una época. Ninguna ciencia concreta puede resolver los problemas de los que se ocupa la filosofía; ésta tiene una misión propia. Su estudio no sólo ofrece deleite intelectual, sino también estético y moral, y, lo que es más importante, inculca (esto, por supuesto, sólo es cierto de la filosofía humanista progresista) la actitud cívica en el hombre.

¿Existen divisiones internas dentro de las áreas problemáticas filosóficas que en su conjunto tienen como objetivo definir la relación del hombre con el mundo? Tal división ya se esbozaba en la Antigüedad; por supuesto, no coincide plenamente con la estructura actual del saber filosófico, en primer lugar porque en el pasado remoto la filosofía abarcaba mucho de lo que más tarde quedó relegado a las ciencias naturales.

Aun así, ya en la Antigüedad los filósofos hablaban de ontología, o estudio del ser (fr. griego on, caso gen. ontos "lo que existe" y logos "teoría"); de gnoseología o epistemología, o teoría del conocimiento (fr. griego episteme "conocimiento"); y de lógica, o teoría de las formas del pensamiento. La cultura clásica se caracterizaba por una profunda interpenetración mutua, no sólo de la filosofía y las teorías de la naturaleza, sino también de los ámbitos de la actividad espiritual e intelectual que en la época moderna se denominaron ciencias humanas y que ahora se dividen en varias disciplinas separadas. La ética, como ciencia independiente de la moral, y la estética, como ciencia de la estructura armoniosa del mundo y de la correspondiente actitud del hombre hacia él, acababan de nacer, y la filosofía social y la historia de la filosofía tenían un estatus más subordinado que ahora. Además, la filosofía comprendía fundamentos de lingüística, retórica, poética y armonía musical.

Todas estas áreas del saber aún tenían que encontrar un lugar para sí mismas y afirmarse finalmente en sus relaciones mutuas con la filosofía, que las subordinaba todas a sus tareas específicas. Por otra parte, la cuestión de la relación entre las diversas formas de actividad espiritual e intelectual y la filosofía no puede resolverse completamente ni siquiera ahora, y la separación del saber filosófico propiamente dicho del saber especializado encarnado en las ciencias sigue siendo el centro de atención de los investigadores.

 

Sobre la naturaleza del saber filosófico.

 

En este punto, no es tanto el objeto de la filosofía lo que emerge en primer plano como su relación con otras formas de conciencia social. Un punto interesante aquí es que, mientras que en la Edad Media era la relación entre filosofía y religión, y por tanto entre filosofía y el dominio de las ciencias humanas, lo que constituía el escollo, el tema de las deliberaciones en los tiempos modernos ha sido sobre todo la relación entre filosofía y, en primer lugar, la política, y en segundo lugar, la ciencia (es decir, las ciencias naturales); al mismo tiempo, el interés por la interacción de la filosofía con el arte y las humanidades sigue estando intensamente vivo.

Ahora bien, ¿cuál es el problema aquí? ¿Por qué un estado de cosas que a primera vista parecería bastante obvio (¡acaso no conocemos todos la diferencia entre el filósofo y el político o el físico!) da lugar a discusiones interminables? La explicación reside en el hecho de que la filosofía ocupa un lugar especial en la cultura, siendo simultáneamente el foco en el que confluyen los rayos procedentes de todos los demás ámbitos de la actividad cognoscitiva y práctica del hombre (político, emocional, estético, etc.) y una especie de impulso energético general para todas esas formas de su actividad intelectual.

El modo exacto en que la filosofía, con su temática propia, proporciona al mismo tiempo generalizaciones y estímulos para las diversas formas de creatividad, ha seguido siendo una de las cuestiones más discutibles.

La historia de la cultura ha conocido prácticamente todas las versiones posibles de la respuesta a la pregunta del lugar que ocupa o debería ocupar la filosofía en el sistema general del saber humano; y del papel que desempeña en la vida política y en el proceso de cognición. Estos enfoques variantes van desde la posición panfilosófica de que la filosofía absorbe la riqueza de todas las ciencias, siendo su síntesis concentrada y su líder reconocido, hasta el rechazo total de la filosofía, vista como una reliquia histórica que ha superado su utilidad semántica y que sólo fue necesaria en los periodos, primero, de desarrollo espontáneo e incontrolado de la vida social, y segundo, de insuficiente nivel de desarrollo de las ciencias concretas. A los partidarios de las nociones panfilosóficas se les reprocha justamente su dogmatismo escolástico, mientras que las personas que pretenden expulsar a la filosofía del dominio del conocimiento humano se ven obligadas a defenderse de los reproches, igualmente merecidos, de ser demasiado eclécticos y empíricos.

Ahora bien, ¿por qué estas posturas paradójicas y polares? ¿Por qué algunos estudiosos insisten en la abolición de la filosofía, mientras que otros, en la necesidad de su supremacía absoluta?

¿Realmente todo se reduce a que una parte quiere ampliar los límites de la esfera filosófica para absorber todo el conocimiento humano, mientras que la otra quiere excluir el concepto mismo de filosofía de las experiencias culturales? No, la cosa es mucho más complicada que eso. Subyacen a estos argumentos las tres cuestiones antes mencionadas, mutuamente conectadas, que causan tantos conflictos de opinión y de ideas: la naturaleza del saber filosófico en general, el objeto de la filosofía y la relación de la filosofía con la política, con las ciencias especializadas y con otras manifestaciones creativas.

Pregunta: ¿es la filosofía un resultado natural del desarrollo de las necesidades de la vida humana (en otras palabras, tiene causas objetivas para su existencia), o es meramente una forma de ideología política o de especulación abstrusa sobre problemas aún no resueltos por la ciencia?

Quien considere la filosofía un mero autoconsuelo temporal ....................... 

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