0.- PRESENTACIÓN:

 

La figura de Che Guevara va e irá siempre unida a dos instrumentos decisivos para la emancipación humana como son el libro y el fusil. Quitarle cualquiera de ellos, o los dos, es anular a Che como persona, como ser real que existió y luchó, para reducirlo a un simple pedazo de pieza o de bronce. Ya hace años que la burguesía y el reformismo se habían obsesionado por reducir a Che a un icono, a una fotografía que valía tanto para vender una camiseta como un coche, para lavar conciencias y para hacer dinero. Sin embargo Che es de esas personas revolucionarias cuyo recuerdo no puede ser destruido si no es a condición de destruir a la vez toda posibilidad revolucionaria.

Por otra parte, desde perspectivas infinitamente más coherentes, se ha defendido y actualizado a Che pero casi centrándolo en las Américas, o a lo sumo para las luchas de liberación nacional y social de los mal llamados países del “tercer mundo”. De esta manera, en los países imperialistas sigue dominando la falsificación reduccionista de Che a simple reclamo publicitario o, en el mejor de los casos, a un sueño utópico de juventud que se pasa con la edad.

La ponencia que aquí se presenta intenta actualizar a Che desde y para el proceso de liberación de un pueblo oprimido dentro mismo del centro euroimperialista, en el corazón del capitalismo europeo. Pensamos que Che tiene mucho que aportar también a las luchas en lo que denominan “centro” o “norte”, en realidad, a las luchas en el corazón, en las entrañas de la bestia imperialista. Tiene mucho que decir y enseñar a condición de que su impresionante capacidad de praxis sea criticada con el método marxista, desde y para las necesidades europeas y en concreto de las naciones oprimidas dentro de la UE, como es Euskal Herria.

Hay varias aportaciones fundamentales de Che, válidas para toda la humanidad trabajadora al margen del lugar y la cultura, que no hemos tocado por falta de espacio y porque son tan obvias y están tan insertadas ya en los mejores valores humanistas, que no merece la pena repetir cosas que han sido mejor escritas en otros textos.

 

1.- EL PRIMER MARXISMO DE CHE GUEVARA

 

En julio de 1960 Che hizo una declaración que ha dado pie a muchos comentarios: "Recientemente una de las altas personalidades de la Unión Soviética, el Viceprimer Ministro Mikoyan al brindar por la felicidad de la Revolución cubana, reconocía él —marxista de siempre—, que esto era un fenómeno que Marx no había previsto. Y acotaba entonces, que la vida enseña más, que el más sabio de los libros y que

el más profundo de los pensadores".[1] Es cierto que Mikoyan estuvo en relativo peligro cuando las purgas stalinistas, que varios de sus hijos fueron detenidos y deportados, y que él fue encargado para lanzar la primera denuncia pública contra Stalin en el XX Congreso, por lo que puede ser calificado como perteneciente al sector menos dogmático de la burocracia, a la que perteneció hasta su jubilación en 1966, ocupando altas responsabilidades como la larga negociación con Fidel Castro cuando la “crisis de los misiles”. Por esto, definir a Mikoyan como “marxista de siempre” indica una de las debilidades iniciales del marxismo de Che, que iría superando a partir de entonces, como veremos precisamente en su valoración muy crítica del XX Congreso del PCUS realizada cinco años más tarde. En 1960 Che definía como “marxista de siempre” a uno de los principales actores de un Congreso al que atacaría con especial virulencia años después, cuando disponía de más datos históricos y conocimientos teóricos.

Volviendo a Mikoyan y a los “marxistas de siempre”, no debe sorprendernos que afirmara que la revolución cubana fue un “fenómeno que Marx no había previsto”. Esta afirmación es un quíntuple error ya que, en primer lugar y siguiendo la argumentación de Gramsci, la revolución bolchevique de 1917 no sólo no fue prevista por Marx sino que, sobre todo, fue una revolución “contra El Capital” en el sentido de no haberse realizado según la tergiversación mecanicista del marxismo; en segundo lugar, no se puede reducir el marxismo a Marx, pues a partir de la segunda década del siglo XX muchos marxistas veían cada vez más posibles las revoluciones en las Américas precisamente empleando el método de Marx; en tercer lugar, eso fue posible porque el método de Marx no fue pensado para “adivinar” ni “predecir” el lugar y la hora de las revoluciones, sino las tendencias contradictorias del capitalismo y el surgimiento de eslabones débiles de la cadena imperialista, en este sentido decisivo, Marx acertó de pleno tanto en su análisis de la creciente importancia revolucionaria de Asia y de Rusia, y del auge imparable de los EEUU como potencia dominante, como en la tendencia imparable a la agudización de las contradicciones sociales; en cuarto lugar, resulta hiriente y cínico la referencia al “más sabio de los libros” cuando en la URSS de esa época existía una estricta censura que golpeaba al propio Marx y al propio Lenin, por no citar a otros muchos marxistas; y en quinto y último lugar, desde esta concepción Lenin tampoco “había previsto” la revolución rusa porque poco antes de que estallase, dio una conferencia en Suiza afirmando que él no iba a ver la revolución en Rusia.

La URSS y los PCs stalinistas se sorprendieron por la revolución cubana porque ya había sido extirpado de su dogmatismo mecanicista y gradualista toda la esencia dialéctica e histórica del marxismo como método de transformación de la realidad que se va desarrollando al son del movimiento de lascontradicciones del capitalismo, movimiento y contradicciones en los que el marxismo interviene activamente a su vez. Alrededor de 1926-27 por poner una fecha clave, la del hundimiento de la teoría etapista de Stalin impuesta forzosamente a los comunistas chinos, el "marxismo" stalinista ya había roto del todo con el método iniciado por Marx y Engels. Ese "marxismo" fue sorprendido una y otra vez por todos los procesos revolucionarios y por las protestas sociales dentro mismo del bloque stalinista porque no podía ya captar la dialéctica de las contradicciones mundiales. Por ejemplo, ese "marxismo" permitía "teorizar" que mientras la explotación y el malestar se multiplicaban en Cuba, hubiera ministros del gobierno del dictador Batista que a su vez eran militantes stalinistas. El "marxismo" stalinista había sido reducido a un pobre libro de citas sagradas que no tenía nada que ver con el método originario. Por eso, Mikoyan tuvo la ocurrencia de echar la culpa a Marx por no haber previsto —¿día y hora incluidos?-- la revolución cubana cuando en realidad la culpa corresponde a su corriente por haber destruido el método marxista.El error de fondo de quines sostienen que las revoluciones se pueden prever con mucha exactitud radica en que ignoran la dialéctica entre la agudización de las contradicciones a largo plazo y el efecto acelerador o desacelerador de la compleja interacción de fuerzas fortuitas y azarosas, parciales, subjetivas y frecuentemente irracionales que, al interactuar entre ellas, crean coyunturas nuevas que irrumpen bruscamente en el desarrollo de las tendencias a medio y largo plazo, impulsándolas, parándolas o desviándolas. La efectividad del marxismo se confirma, además de en otras cuestiones, también en su capacidad para descubrir los momentos en los que las coyunturas se insertan en lo más profundo de los procesos sociales. El marxismo comprende que, bajo determinadas situaciones sociohistóricas, aumentan las tendencias revolucionarias y se agudizan las contradicciones sociales de fondo, pero además sabe que debe estar muy atento para captar lo más rápidamente posible la emergencia del momento crítico, de la coyuntura formada muy rápidamente por la interacción de toda serie de crisis parciales, contingencias y fortuidades, que pueden servir de detonantes de la revolución si se interviene a tiempo, adelantándose a la burguesía.

En octubre de 1960 el Che escribió un texto muy importante para conocer su visión teórica:

"Es esta una Revolución singular que algunos han creído ver que no se ajusta con respecto a una de las premisas más de lo ortodoxo del movimiento revolucionario expresado por Lenin: "sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario". Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado; es decir, que la Revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aun sin conocer teoría.

En toda revolución se incorporan siempre elementos de muy distintas tendencias que, no obstante, coinciden en la acción y en los objetivos más inmediatos de ésta.

Es claro que si los dirigentes tienen, antes de la acción, un conocimiento teórico adecuado, pueden evitarse tantos errores, siempre que la teoría adoptada corresponda a la realidad.

Los actores principales de esta Revolución no tenían un criterio coherente, pero tampoco podría decirse que fueran ignorantes de los distintos conceptos que sobre la historia, la sociedad, la economía y la revolución se discuten hoy en el mundo.

El conocimiento profundo de la realidad, la relación estrecha con el pueblo, la firmeza del objetivo liberado y la experiencia de la práctica revolucionaria les dieron a sus dirigentes la oportunidad de formarse un concepto teórico más completo.

(...)

Nuestra posición cuando se nos pregunta si somos marxistas o no, es la que tendría un físico al que se le preguntara si es “newtoniano”, o un biólogo si es “pasteuriano”.

Hay verdades tan evidentes, tan incorporadas al conocimiento de los pueblos, que ya es inútil discutirlas. Se debe ser “marxista” con la misma naturalidad con que se es “newtoniano” en física, o “pasteuriano” en biología, considerando que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado. Tal es el caso, por ejemplo, de la relatividad “einsteiniana” o de la teoría de los “quanta” de Plank con respecto a los descubrimientos de Newton; sin embargo, eso no quita absolutamente nada de su grandeza al sabio inglés. Gracias a Newton es que pudo avanzar la física hasta los nuevos conceptos de espacio. El sabio inglés es el eslabón necesario para ello.

Los avances en la ciencia y política, como en otros campos, pertenecen a un largo proceso histórico cuyos eslabones se encadenan, se suman, se aglutinan y se perfeccionan constantemente. En el principio de los pueblos existía una matemática china, árabe o hindú; hoy las matemáticas no tienen fronteras. Dentro de su historia cabe un Pitágoras griego, un Galileo italiano, un Newton inglés, un Gauss alemán, un Lovachevki ruso, un Einstein, etc. Así en el campo de las ciencias sociales y políticas, desde Demócrito a Marx, una larga serie de pensadores fueron agregando sus investigaciones originales y acumulando un cuerpo de experiencias y de doctrinas.

El mérito de Marx es que produce de pronto en la historia del pensamiento social un cambio cualitativo; interpreta la historia, comprende su dinámica, prevé el futuro, pero, además de preverlo, donde acabaríasu obligación científica, expresa un concepto revolucionario: no sólo hay que interpretar la naturaleza, es preciso transformarla. El hombre deja de ser esclavo e instrumento del medio y se convierte en arquitecto de su propio destino. En ese momento, Marx empieza a colocarse en una situación tal, que se constituye en el blanco obligado de todos los que tienen interés especial en mantener lo viejo, como antes le pasara a Demócrito, cuya obra fue quemada por el propio Platón y sus discípulos ideólogos de la aristocracia esclavista ateniense. A partir de Marx revolucionario, se establece un grupo político con ideas concretas que, apoyándose en los gigantes, Marx y Engels, y desarrollándose a través de etapas sucesivas, con personalidades como Lenin, Stalin, Mao Tse-Tung y los nuevos gobernantes soviéticos y chinos, establecen un cuerpo de doctrina y, digamos, ejemplos a seguir”

"La Revolución cubana toma a Marx donde éste dejara la ciencia para empuñar su fusil revolucionario, y lo toma allí, no por espíritu de revisión, de luchar contra lo que sigue a Marx, de revivir a Marx "puro", sino simplemente, porque hasta allí Marx, el científico, colocado fuera de la historia, estudiaba y vaticinaba. Después Marx revolucionario, dentro de la historia, lucharía. Nosotros, revolucionarios prácticos, iniciando nuestra lucha simplemente cumplíamos leyes previstas por Marx el científico, y por ese camino de rebeldía, al luchar contra la vieja estructura del poder, al apoyarnos en el pueblo para destruir esa estructura y, al tener como base de nuestra lucha la felicidad de ese pueblo, estamos simplemente ajustándonos a las predicciones del científico Marx. Es decir, y es bueno puntualizarlo una vez más, las leyes del marxismo están presentes en los acontecimientos de la Revolución cubana, independientemente de que sus líderes profesen o conozcan cabalmente, desde un punto de vista teórico, esas leyes"[2].

Lo primero que debemos decir con respecto a esta larga cita concierne a la siguiente frase: “Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado; es decir, que la Revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aun sin conocer teoría”. Es cierto que la revolución puede hacerse aun sin conocer la teoría revolucionaria, siempre y cuando se entienda por “hacer” la revolución el hecho de comenzarla, su inicio. La experiencia histórica muestra inicios revolucionarios realizados sin apenas conocimiento teórico, o con muy escaso dominio de la teoría por varias razones, fundamentalmente porque la organización revolucionaria que ha desarrollado la teoría era minoritaria entre las fuerzas sociales actuantes. Pero lo que no es cierto en absoluto es que la revolución pueda triunfar sin un dominio de la teoría que, a la vez, es una simultánea mejora de la teoría general mediante las lecciones concretas que se van aprendiendo en el mismo proceso revolucionario. Los riesgos innegables de derrota, que surgen de la distancia entre el comienzo exitoso y el desarrollo posterior, se reducen sobremanera en la medida en que se desarrolla y expande socialmente la teoría revolucionaria, cosa que Che admite y defiende explícitamente al decir que “Es claro que si los dirigentes tienen, antes de la acción, un conocimiento teórico adecuado, pueden evitarse tantos errores, siempre que la teoría adoptada corresponda a la realidad”, y más adelante: “El conocimiento profundo de la realidad, la relación estrecha con el pueblo, la firmeza del objetivo liberado y la experiencia de la práctica revolucionaria les dieron a sus dirigentes la oportunidad de formarse un concepto teórico más completo”.

Sin embargo y a pesar de estas dos últimas afirmaciones correctas, es cierto que la primera frase se resiente de una ambigüedad inquietante que nos remite a la tesis inicial: “Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado”, que tiene fuertes resabios positivistas, que no alude para nada a las contradicciones sociales internas al conocimiento histórico y más aún a las ideologías sociales, y que sugiere que la teoría se desprende casi mecánica y automáticamente de la realidad social, de modo que a pesar de posibles errores de apreciación, la teoría termina por imponerse más temprano que tarde. Llevando esta tesis a su expresión lógica más acabada, los pueblos y las clases explotadas lo tendrían muy fácil: simplemente deberían dejarse llevar por los acontecimientos. En realidad, estamos ante una formulación muy cercana a la concepción mecanicista de la socialdemocracia y del stalinismo. Pero sólo cercana porque como veremos posteriormente, Che distanciará de ella hasta negarla totalmente, lo que no se lo perdonarán los dogmáticos, y una de las primeras muestras de la superación praxeológica de ese mecanicismo no marxista la encontraremos al final del párrafo que analizamos. Pero mientras tanto, su interpretación escorada hacia el positivismo la volvemos a

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[1] Che: “Al Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes”. Obras 1957-1967 Casa de las Américas. La Habana Tomo II Pág.: 392.

[2] Che: “Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana”. En “Escritos y Discursos”. Edit. Ciencias Sociales. La Habana 1985. Tomo 4. Pág.: 201-204.

es otro golpe irrecuperable porque supone y exige la independencia nacional de los pueblos oprimidos. El imperio zarista era una cárcel de pueblos, como siguen siéndolo muchos Estados imperialistas actuales, empezando por el que ahora padecemos, el español. El bolchevismo optó, en síntesis, por la solución radical y directa: abrir las puertas de la cárcel y romper sus cadenas. Los pueblos oprimidos tenían el derecho y la posibilidad real de salirse de la cár