1.- PRESENTACION:
Hay momentos en los que la necesidad de la crítica teórica y política aparece con más urgencia que en otros. Son los momentos, por lo general, en los que las crisis estructurales del sistema capitalista justo acaban de empezar, en los que se multiplican las dudas e indecisiones de las personas que todavía no tienen claro qué está ocurriendo y por qué, qué hay que hacer para evitar que, de nuevo, el bloque de clases dominante, su Estado y la estructura de opresión nacional existente, salgan beneficiados en detrimento de los pueblos trabajadoras, de la clase obrera, de las mujeres, jóvenes, emigrantes, y personas mayores, explotadas toda su vida y abandonadas a la pobreza como quien tira un limón estrujado hasta la última gota. La crítica teórica y práctica, en el sentido marxista, es urgente en estos momentos porque sólo ella puede responder a estas dudas mediante la acción que propicia y guía. La praxis ofrece respuestas que deben ser contrastadas y probadas en la práctica y en la teoría posterior, dentro de una espiral inacabable. Solamente la acción colectiva realizada en permanente discusión crítica y creativa puede abrir los ojos a quienes, por las razones que fueran, los tienen cerrados.
Esta y no otra es la finalidad del texto que se somete a examen colectivo en un contexto caracterizado por las siguientes dinámicas que confluyen en una crisis de una gravedad no conocida hasta el presente. Por un lado, las naciones oprimidas por el Estado español están siendo cada vez más limitadas y agredidas en sus muy reducidos derechos, sufriendo un ataque creciente por parte del nacionalismo español con el objetivo de asegurar, y aumentar si es posible, la transferencia de valor, el saqueo y el expolio de estos pueblos en beneficio de la burguesía española. No se trata del saqueo de la periferia por el centro, porque las burguesías regionalistas y autonomistas también se quedan con una parte de los beneficios obtenidos de la explotación de sus pueblos trabajadores respectivos, pero cediendo otra parte creciente al Estado de la burguesía española. Se trata de una forma completa de explotación de todas las naciones y pueblos en beneficio del bloque de clases dominante, unido en su interés capitalista. Además de los Països Catalans, Galiza y Euskal Herria, otros pueblos y naciones como Andalucía, Castilla, Aragón, Asturies, etc., están sometidos a la misma red de explotación, opresión y dominación, no están fuera sino dentro.
Por otro lado, el capitalismo español está en una crisis de una hondura y calidad desconocidas al no tener comparación con las anteriores, y que afecta a todas y cada una de sus formas tradicionales de obtención de beneficios, agotándolas. Durante la década pasada, los años dorados de las vacas artificialmente gordas, la burguesía se ha despreocupado por el futuro. Su ceguera y despreocupación ha sido tan irreflexiva e irracional que hasta ha recibido advertencias de organismos capitalistas internacionales. Los pilares del capitalismo español están debilitándose en su propia base, mientras que va retrocediendo en la escala jerárquica del imperialismo mundial, cediendo puestos a otros Estados burgueses que se superan. Incluso algunos poderes fácticos del euroimperialismo sugieren la posibilidad de que el Estado español termine fuera de la zona-euro, es decir, condenado definitivamente a la “segunda velocidad”. De materializarse este peligro, habrá fallado para una larga fase histórica el objetivo estratégico de la burguesía española desde los ’60, estando vivo el dictador Franco: “entrar en Europa”, en su tiempo el Mercado Común Europeo, aunque sea en el vagón de cola del tren del progreso.
Por último, nada de lo anterior se entiende fuera de la crisis mundial del capitalismo, que es crisis de agotamiento de su capacidad de acumulación ampliada, porque en el último medio siglo este modo de producción ha cambiado de signo histórico: su prioridad ya no es acumular mediante la producción de bienes de producción, sino la de acumular mediante la producción de mercancías destructivas, especulación improductiva, catástrofes ecológicas, agotamiento de los recursos energéticos y vitales, hambrunas y pandemias, privatización de la vida y de la naturaleza y destrucción generalizada de las condiciones de mantenimiento de la vida en la Tierra. El capitalismo puede prolongar su agonía cayendo en una nueva “edad obscura” en la que las burguesías se acoracen militarmente contra la humanidad trabajadora, masacrándola en parte o en gran medida para que el resto superviviente quede paralizada por el terror pánico y por las armas imperialistas del hambre, la enfermedad y la ignorancia. También aumentarán las contradicciones interburguesas, interimperialistas. La cruda y fría advertencia que aparece en el Manifiesto Comunista es hoy más actual antes: “el mutuo exterminio de las clases en conflicto”, y será mañana más terrible que hoy si antes no avanzamos al socialismo.
Ante esta crisis, la burguesía española solamente tiene tres alternativas: aumentar de forma salvaje la explotación de la fuerza de trabajo del Estado; aumentar la opresión nacional de los pueblos trabajadores y aumentar los beneficios que extrae con sus empresas imperialistas. Naturalmente, si nos dejamos que nos exploten. Las tres necesidades burguesas confluyen en un aspecto crucial: la alienación ideológica en todas sus formas, especialmente en la forma de la ideología nacionalista española, además de otros medios de engaño y drogadicción social. No podemos olvidar la efectividad de la denominada “pedagogía del miedo”, del “terror calculado” y de las cadenas de oro de las deudas contraídas mediante el consumismo de los años de bonanza y dinero barato, pero sobre todo tenemos que tener en cuenta la efectividad paralizante del miedo al desempleo, al paro, de la precariedad vital en la que vive la clase trabajadora, dependiente siempre de un salario y carente de otros recursos de supervivencia independiente.
Podríamos alargar la lista de medios de alienación, control, intimidación, vigilancia, cooptación y corrupción que intervienen antes de la represión, y que la intelectualidad reformista redice simplonamente al par consenso/coacción, pero no es este el sitio para hacerlo, aunque más temprano que tarde habrá que hacerlo porque la burguesía está ampliando y mejorando su violencia y la aplica cada vez más. Igualmente tendremos que hablar del racismo como instrumento de división, y del terrorismo patriarcal como desahogo y canalización de las frustraciones, miedos e impotencias de los machitos acobardados y masoquistas frente al poder, pero valientes y sádicos contra mujeres y personas indefensas e “inferiores”. De esto y de mucho más tendremos que ir debatiendo y estudiando cómo combatirlas mejor en un contexto de endurecimiento represión y empeoramiento social generalizado.
Mas lo que ahora se pretende con este texto es analizar solo una parte de esta compleja e interactiva red de prácticas reaccionarias, de micropoderes e intereses explotadores individuales y colectivos que, sin embargo, se centralizan estratégicamente en el Estado burgués y español como garante último de la propiedad privada de las fuerzas productivas. La ideología nacionalista española tiene, entre otras, la función de hacer creer a las clases trabajadoras españolas que sus intereses son los mismos que los de la burguesía, y que debe sacrificarse por los intereses “comunes”; tiene también la función de hacerle creer que los pueblos no españoles son “objetivamente” españoles, aunque no lo sepan o no quieran serlo, y que por tanto se trata de convencerles, educarles o introducirles la “subjetividad española” aunque sea a palos, con sangre y sin compasión alguna porque, y esta es la esencia del nacionalismo imperialista español, estos pueblos son “propiedad privada de España”, como las mujeres son propiedad privada de los hombres, los negros de los blancos, los saharauis y palestinos de los marroquíes y sionistas, y como todo el resto del mundo es propiedad del “amigo norteamericano”.
El derecho humano a la libre determinación de las personas y de los colectivos, de los pueblos, aparece así como uno de los dos peligros mortales que amenazan el derecho burgués a su propiedad privada, siendo el otro el derecho/necesidad a y de la propiedad colectiva, común y comunista de las fuerzas productivas. Ambos derechos, el de autodeterminación y el de propiedad común, se fusionan contra el derecho burgués a su propiedad privada de las fuerzas productivas porque éstas son, en síntesis, las personas y los pueblos, las fábricas, bancos, campos, bosques, lenguas y culturas, universidades, artes y tradiciones. La burguesía quiere y necesita apropiarse definitivamente de todo esto a título personal e intransferible, excepto para su descendencia, y la burguesía española para mayor “gloria de España”, como el resto de esta clase con respecto a sus respectivos Estados-nación.
Por tanto, el derecho de autodeterminación es mucho más que un simple “derecho democrático”, que también. Es un derecho radical, comunista, porque en definitiva lo que plantea no es sino que la “mercancía-humana” se emancipe como tal, decida por ella misma, se autodetermine en la práctica si quiere ser persona libre o si seguirá siendo mera propiedad privada del capitalismo, una tuerca en la producción general de mercancía, un punto en el índice de los beneficios, una esclava del hombre, un proletario de una transnacional o un votante cautivo y forzado por sus deudas del PP-PSOE.
Reducido a lo esencial: dejar de ser mercancía y ascender de ser-pasivo a sujeto-activo, es un ejercicio consciente de autodeterminación básica. A la vez, las casi infinitas formas en las que se presenta la explotación mercantil, la dominación sobre el ser-pasivo y la opresión ejercida contra el sujeto-activo, esas formas nos permiten ver la explotación asalariada, la opresión nacional y la dominación socio-política y de sexo-género. Por esto, por su misma naturaleza radical, democrática y comunista a la vez, el derecho de autodeterminación debe ser total, practicable contra la esencia mercantil y contra sus casi infinitas expresiones formales.
Los cubanos y las cubanas, por ejemplo, tienen el derecho y la necesidad de no ser reducidos a propiedad privada estadounidense, de no ser deshumanizado en forma de mercancía caribeña que los EEUU colocan en el mercado capitalista mundializado. Y como las y los cubanos, los demás, también los pueblos que actualmente seguimos siendo propiedad del imperialismo español, como los cubanos, los venezolanos, los filipinos, los bolivianos, los guineanos, los portugueses, etc., fueron en su tiempo propiedad española, y que lograron autodeterminarse y conquistas su independencia, es decir, ser propietarios de ellos mismos.
Un partido comunista de un Estado opresor de pueblos que no practique en sus acciones y en su teoría el derecho de libre autodeterminación, no es comunista. Practicar ese derecho es, simplemente, explicar entre las clases trabajadoras del propio Estado opresor el derecho que tienen las naciones oprimidas a separarse, a independizarse, y el deber que tienen los revolucionarios del Estado opresor de impulsar el ejercicio de ese derecho en los pueblos oprimidos. Si se niega o se silencia y oculta, el derecho de autodeterminación de los pueblos, a la vez y por estricta lógica, se termina más temprano que tarde negando el derecho y la necesidad de la propia clase obrera a dejar de ser mercancía en propiedad del capitalismo y de su Estado, aunque formalmente sean “ciudadanos libres”, y emanciparse como clase-para-si, propietaria colectiva de las fuerzas productivas y de su propio destino humano. La historia ha mostrado cómo antes que después, los comunistas que huyen del internacionalismo huyen a la vez de la revolución en su propio país, cayendo en el reformismo y asumiendo y propagando el nacionalismo imperialista de su clase dominante, de su burguesía.
En las páginas que siguen veremos el desarrollo de la degeneración nacionalista y reformista del Partido Comunista de España. Veremos también la amarga experiencia del Partido Comunista de Euskadi en los años ’30, y las lecciones que debemos extraer en la actualidad de cara a mejorar la lucha por el socialismo y por la independencia de los pueblos. Pensamos que el texto adquiere especial vigencia en la actual coyuntura política y en el contexto de crisis, en un marco en el que la lucha de clases ha de verse ya a nivel europeo —ahí está la esperanzadora dinámica abierta por Iniciativa Internacionalista como embrión de algo que debe crecer—, en el que la reorganización de nuevas izquierdas revolucionarias se realiza a escala mundial. En estas circunstancias es urgente profundizar en la crítica del nacionalismo español en cualquiera de sus formas, empezando ahora mismo por la que toma cuerpo en el PC de España. Para concluir, se trata de una tarea que supera a este único texto, por lo que proponemos que se someta a debate otro anterior titulado “Crítica abertzale del paradigma de la izquierda española: límites teórico-políticos de las izquierdas nacionalistas españolas” del 21 de junio de 2002, a libre disposición en Internet.
2.- INTRODUCCION:
¿Qué sentido tiene ahora, a comienzos del siglo XXI, rescatar del olvido una impresionante, amarga y a veces terrible experiencia de lucha por la independencia y el socialismo en Euskal Herria sostenida hace más de setenta años? Tenemos, al menos, cinco respuestas a esta pregunta, y en la cuarta nos extenderemos un poco más porque atañe al PC de España.
Primera: hacer justicia para con cientos de mujeres y hombres que en muy duras condiciones se enfrentaron a todos los poderes y dogmas entonces existentes desde una perspectiva definitivamente radical, la de negar la base última de acumulación de capital en la Euskal Herria nacionalmente oprimida de la década de 1930, que no es otra que la existencia del Estado imperialista español. Nos referimos a las y los comunistas vascos que reivindicaron la necesidad de la independencia nacional de su pueblo desde una visión de clase, y que fueron perseguidos por el poder español y más tarde por el stalinismo. Aunque en este estudio sólo nos centramos en las y los militantes “comunistas”, es decir, cercanos a o dentro de los Partidos Comunistas entonces existentes, aunque es así, también por justicia y por rigor teórico hemos de hacer honor a otros comunistas, esta vez los llamados “trotskistas” y “poumistas”, que en esa misma época y con algunas diferencias con respecto a los primeros, también se enfrentaron al capitalismo vasco y al Estado español. Igualmente, debemos recordar a otras y otros revolucionarios socialistas y anarquistas en sus diversas corrientes, pero necesitaríamos mucho más espacio.