1.- UNIDAD DE LA CRISIS SOCIAL Y ECOLÓGICA:
Este y no otro es el nombre dado a un creciente movimiento socialista latinoamericano de defensa y recuperación de la naturaleza. Es un movimiento que tiene en la Venezuela bolivariana uno de sus centros básicos, pero que ya está ampliándose al continente, y que también quiere integrarse en el resto de luchas antiimperialistas por la recuperación de la naturaleza que se sostienen a escala planetaria. Ha realizado varios encuentros internacionales, siendo el más reciente el celebrado en diciembre de 2009 en Caracas en el que se debatieron bastantes de las ideas que aquí se exponen ahora.
Desde entonces hasta ahora, en estos meses se han producido también debates en otros continentes sobre estos temas. Por ejemplo, en Euskal Herria el avance en un proceso democrático que se amplía superando las represiones españolas y francesas se realiza sobre el trasfondo de luchas obreras y populares entre las que destacan muchas relacionadas con la defensa de la naturaleza, de la tierra, de la calidad de vida y de trabajo, etc. Por ejemplo, además de en Euskal Herria, en otras naciones oprimidas se debate la moda del decrecimiento, como en Galiza. Por otra parte, se multiplican los informes científico-críticos sobre la aceleración, extensión y ramificaciones de la crisis ecológica, sobre el agotamiento de los recursos energéticos, alimentarios y acuíferos, sobre la proximidad del límite insalvable y de no retorno de la capacidad de carga, absorción y reciclaje de la naturaleza, sobre el deshielo imparable y el aumento de la temperatura planetaria, etc.
En este contexto en rápido agravamiento, la reflexión sobre un socialismo que se enfrente al imperialismo ecológico, que tenga como una de sus fundamentales señas de identidad la lucha antiimperialista e internacionalista contra la mercantilización de la naturaleza y de la especie humana, que demuestre en la lucha que es el capitalismo es responsable de la catástrofe ambiental que se multiplica y se acerca rápidamente, esta reflexión es vital y urgente. Que demuestre en los hechos que frente al caos que se avecina sólo se puede oponer con visos de victoria el poder obrero y popular, la democracia socialista, la alianza internacionalista entre Estados obreros antiimperialistas.
Personalmente creo que hablar de socialismo ecologista antiimperialista es, además de necesario, también muy correcto, más incluso que hablar de “ecosocialismo”, porque el socialismo pone el dedo en la llaga no sólo del actual capitalismo imperialista a comienzos del siglo XXI, sino, fundamentalmente, en cómo combatirlo en su secreto y núcleo último, a saber, la interacción entre la explotación asalariada y la reducción de la naturaleza, y por tanto de la especie humana, a mera mercancía explotable y desechable.
¿Qué tiene de especial y novedoso este movimiento? Para mí, su novedad radica en que conjuga los tres componentes básicos, el socialismo, el antiimperialismo y la ecología, desde la capacidad incluyente y asimiladora del socialismo. Podrá objetarse que son lo mismo, pero, que yo sepa u error mío, es la primera vez que se plantea un movimiento que sintetice estos tres componentes otorgando decisiva importancia a la lucha antiimperialista porque la síntesis de los tres componentes nos lleva al problema crucial del poder de clase, del poder del capital a escala planetaria tal cual se ejerce a comienzos del siglo XXI, o sea y en el tema que ahora nos ocupa, el poder del imperialismo ecológico.
Tiene razón F, Chesnais cuando en “Orígenes comunes de la crisis económica y de la crisis ecológica” (www.herramienta.com.ar No 41 Julio 2009, o varios meses antes en www.rebelion.org 03-01-2009) hace una matizaciones al concepto de “decrecimiento”, que asumimos y a las que volveremos más adelante, cuando estudiemos esta moda intelectual, pero sobre todo al de “ecosocialismo”, que también veremos, en el sentido de que basta y es suficiente el término escueto de socialismo para poder argumentar las razones de la lucha contra la catástrofe ecológica que se avecina. Chesnais está en lo cierto cuando dice que tenemos que recuperar el concepto de socialismo en vez de inventar otros nuevos como el de “ecosocialismo”, etc. Siendo esto verdad, también es necesario, pensamos nosotros, poner en acento en el contenido antiimperialista. Por un lado, el capitalismo es mundial, como lo es el deterioro de la naturaleza, y por otro lado, el imperialismo ecológico es una necesidad estructural e ineludible del capital en su conjunto y de las burguesías más poderosas.
Mientras recuperamos y actualizamos el concepto de socialismo --más aún debemos hacerlo con el de comunismo-- es conveniente resaltar en todo momento cómo la crisis ecológica, la crisis capitalista y el endurecimiento del imperialismo y especialmente del militarismo, esta dinámica, corresponde a una misma causa histórica: la agudización de las contradicciones irreconciliables del modo de producción capitalista. En los pueblos, mejor decir en los continentes, que padecen un redoblamiento del militarismo y del imperialismo, es más urgente que nunca popularizar consignas fácilmente comprensibles porque van a la raíz de la dominación del capital, al imperialismo, por esto es necesario recordar siempre que la lucha antiimperialista tiene hoy más urgencia, si cabe, que hace medio siglo. Otro tanto ocurre con el concepto de ecología intercalado entre el de socialismo y antiimperialismo. Hay tantos “ecologismos” como apetencias subjetivas y como necesidades de lucha ideológica en defensa del sistema tenga la fábrica intelectual burguesa. La urgencia de mostrar que la única forma de ser ecologista es ser comunista, socialista, y viceversa, aumenta en la medida en que, cada poco tiempo, se lanzan al mercado de las modas ideológicas nuevas mercancías “teóricas” de usar y tirar.
Como siempre, la burguesía tiene necesidad de aplastar las luchas revolucionarias y borrar su cuerpo teórico, su método de transformación del mundo. Este objetivo es facilitado también mediante el confusionismo ideológico masivamente generado por la industria político-cultural y mediática capitalista. ¿Qué mejor forma de invisibilizar el ecologismo socialista, comunista, que en un océano caótico de modas “ecologistas” sin contenido emancipador alguno, o abiertamente reaccionarias? Otro tanto debemos preguntarnos sobre el feminismo, etc. La apariencia de “libertad” aumenta en la medida en que aumenta la bazofia ideológica en las estanterías y en Internet, pero a la vez decrece el rigor teórico e intelectual y la capacidad de movilización revolucionaria. Un ejemplo de la necesidad de la lucha teórica permanente lo tenemos la carga ideológica de la película Avatar en defensa del imperialismo ecológico en general, y en concreto del que sufren los pueblos de las Américas, como ha demostrado N. M. Rey en “Avatar y el discurso ambientalista” (www.lahaine.org 16-02-2010). J. Brown también hace en “Avatar: el comunismo... en Pandora (o un sueño del presidente Schreber)” (www.lahaine.org 7-02-2010) una crítica demoledora a esta película que ha sido la más cara de las realizadas hasta su estreno, cuyo objetivo no es otro que el de expulsar del capitalismo sus contradicciones irresolubles, presentando una imagen idílica que oculta la verdadera situación de la humanidad y de la naturaleza. T. Karsnov es todavía más contundente: “Avatar, cine para bobos” (www.lahaine.org 17-01-2010).
Si la lucha teórico-política es siempre imprescindible, en el actual capitalismo es cuestión de vida o muerte, como se comprueba leyendo los últimos datos sobre el calentamiento climático --sin extendernos a otras muchas muestras de la crisis ecológica-- que aparecen en la “Reseña ejecutiva” de “The Copenhagen Diagnosis” (www.copenhagendiagnosis.com 24-1-2010). Sin extendernos aquí sobre esta importante tarea, debemos saber que existe una reacción censora y autoritaria creciente contra la tarea divulgadora que realizan los grupos de científicos críticos con sus descubrimientos sobre los efectos de la crisis ecológica y del calentamiento climático. G. Monbiot ha investigado en “La hostilidad pública hacia la investigación del clima” (www.lahaine.org 25-03-2010) cómo se produce este ataque por parte de las empresas interesadas en el saqueo de la naturaleza, pero, y lo que es muy importante, este autor indica que también existe un rechazo subjetivo, inconsciente, psicológico profundo, de las masas contra los argumentos científicos sobre el desastre ambiental. Pensamos nosotros que una de las razones es la fuerza de la alienación en la estructura psíquica de las masas formadas en la ideología burguesa, ideología caracterizada por el egoísmo consumista y el racismo, lo que le lleva, por un lado, a no poder ver críticamente la realidad y, por otro, a apoyar directa o indirectamente las atrocidades del imperialismo ecológico, atrocidades necesarias para mantener el nivel de consumo de los países capitalistas más fuertes. Esto no hace sino confirmar la necesidad de la lucha teórica contra los ecologismos burgueses.
Además de esto, la importancia decisiva del socialismo queda demostrada por todos los espeluznantes datos sobre los efectos inhumanos que casa la explotación imperialista a escala mundial y especialmente en los sectores más débiles e indefensos de la humanidad. A. Tejeda Rocha indica que la malnutrición afecta ahora mismo a 178 millones de niñas y niños en el mundo, pero que bastarían 167 euros para alimentar y garantizar los dos primeros años de vida a cada uno de ellos (www.rebelion.org 03-04-2010), mientras que UNICEF afirma que Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil, como nos recuerda Cira Rodríguez (www.rebelion.org 24-12-2009). Muy cerca de la Isla Heroica, nada menos que 6 millones de estadounidenses, una persona de cada cincuenta, malviven sólo con los 100 a 200 dólares de los bonos mensuales de comida, en una situación que Jerry White ha definido muy correctamente como “catástrofe social” que se multiplica desde 1996 (www.rebelion.org 11-01-2010), mientras que el informe de Jacques Coubard indica que cerca de cincuenta millones de norteamericanos pasan hambre, de los cuales nada menos que 17 millones son niñas y niños (www.kaosenlared.net 2-12-2009).
Más concretamente: “Según el informe anual 2009 de la Coalición de Nueva York Contra el Hambre hay 49 millones de estadounidenses que pasan más o menos hambre. 1.5 de neoyorkinos están debajo del nivel de la pobreza, 1.3 millones vive en situación de emergencia alimentaria. 350.000 niños y 140.000 ancianos no saben con seguridad cuándo llegará la próxima comida. El 34% de los necesitados tiene que escoger entre comprar comida o pagar la renta. En el plano nacional la mayoría de los que pasan hambre son latinos, afroamericanos y asiáticos”, como indica Roberto Torres Collazo en su artículo sobre “El hambre en EEUU” (www.aporrea.net 28-11-2009). Otro informe indica que nada menos que el 25% de niñas y niños de EEUU pasó hambre en 2008 (www.rebelion.org 19-11-2009).
Desde la perspectiva marxista la “crisis social”, es el última instancia inseparable de la “crisis ecológica” porque existe una unidad entre la especie humana y la naturaleza mediatizada por las fuerzas productivas y sobre todo por la propiedad privada de éstas, en la que el factor decisivo de la ruptura ha sido la irracionalidad insalvable del capitalismo. La “crisis social” es, por ello mismo parte de la “crisis ecológica” dado que la especie humana no es sólo una especie animal y por tanto una parte de la naturaleza, sino porque ella misma es la parte más desarrollada de la biosfera. Por tanto, según el grado de separación y ruptura de la especie humana hacia la naturaleza, y lo que es peor, según el grado de destrucción de esa naturalaza por lA irracionalidad inherente a la propiedad privada, sobre todo a burguesa, según la gravedad de la destrucción natural, más estrecha será la unidad entre la “crisis social” y la “crisis ecológica”. Al fin y al cabo, una familia obrera norteamericana hambrienta, desnutrida y con mala salud, es una demostración de la objetividad de la “crisis ecológica” tan incuestionable o más que el deterioro de la vida de otras especies animales. Desde el marxismo, el hambre es una crisis socioecológica.
Por estas razones básicas, no estamos en condiciones de perder el tiempo con debates bizantinos y puntillosos sobre qué nombre es más adecuado o no para designar el método teórico que debe vertebrar internamente la lucha revolucionaria contra la catástrofe ambiental que se aproxima. Tenemos que decir muy alto y muy claro que nuestro socialismo es interna y esencialmente ecologista y antiimperialista, que este concepto de socialismo ecologista antiimperialista deja de ser una redundancia para convertirse en un llamado a la lucha socialista por la toma del poder y por la creación de Estados obreros antiimperialistas e internacionalistas que introduzcan medidas vitales de reintegración de la especie humana en la naturaleza, medidas que deben ser tomadas mediante el ejercicio de la democracias socialista y garantizadas en su ejecución mediante el poder del pueblo en armas.
2.- ANTIIMPERIALISMO COMO SINTESIS PRÁCTICA:
Hemos dicho que el contenido antiimperialista es especialmente necesario porque hace un llamado práctico e inmediato a la lucha contra el imperialismo ecológico. Una muy buena explicación de lo que es el imperialismo ecológico al que nos enfrentamos sistemáticamente, nos la ofrece R. Vega Cantor al hablar del interminable saqueo de la naturaleza y de los parias del sur del mundo por el capitalismo (www.herramienta.com.ar no 31 marzo 2006): «En los actuales momentos de expansión imperialista hasta el último rincón del planeta, ocurre una acelerada destrucción de los ecosistemas y una drástica reducción de la biodiversidad. Es un resultado directo de la generalización del capitalismo, de la apertura incondicional de los países a las multinacionales, de la conversión en mercancía de los productos de origen natural, de la competencia desaforada entre los países por situarse ventajosamente en el mercado exportador, de la caída de precios de las materias primas procedentes del mundo periférico, de la reprimarización de las economías, en fin, de la lógica inherente al capitalismo de acumular a costa de la destrucción de los seres humanos y de la naturaleza».
Podríamos hacer una pequeña crítica al brillante texto de Vega Cantor en el sentido de que el imperialismo ecológico también golpea a los pueblos sitos en el denominado “norte” pero que son más débiles e indefensos que los grandes Estados imperialistas, pero sería alargarnos en exceso. De los tres componentes, socialismo, ecología y antiimperialismo, éste último cumple el papel decisivo de lo que Lenin denominó como el criterio de la práctica, es decir, la interacción e integración dialéctica entre el socialismo y la ecología solamente puede demostrarse y enriquecerse mediante la práctica, mediante la lucha antiimperialista. La validez teórica del socialismo ecologista solamente puede confirmarse mediante la lucha contra el capitalismo en su forma actual, contra el imperialismo ecológico. Una lucha que debe tener siempre muy en cuenta el enemigo de clase, el enemigo imperialista, al que se enfrenta. Por ejemplo, ¿cómo puede hablarse de ecología sin hacer alusión alguna a las tesis del ejército norteamericano de que la crisis ambiental, el cambio climático sobre todo, puede provocar guerras, migraciones, “terrorismo”, etc., (www.20minutos.es 04-06-2007), como respuestas del “eje del mal” contra la “civilización humana”?
¿Cómo puede hablarse de concienciación ecologista sin estudiar críticamente y sin denunciar con la práctica el oportunismo adaptativo del capital, de sus transnacionales que «se maquillan de verde» para ocultar su violencia contra la naturaleza y su poder desnudo e implacable, como demuestra J. E. Rulli (www.herramienta.com.ar no 42 octubre 2009)? Maridalela Villanueva ya estudió cómo el imperialismo ecológico se adaptaba a las nuevas necesidades usando el símil del «lobo que se disfraza de cordero» (www.rebelion.org 10-09- 2006) para aparentar lo que no es. De este modo, la clase dominante a escala mundial, la burguesía, puede ofrecer una imagen falsa de lo que hace. Una de las tareas de las ONGs y de otros colectivos oficiales e institucionales es precisamente la reforzar el maquillaje verde y lograr que la piel de cordero oculte totalmente al lobo disfrazado con ella, como ha demostrado Joan Roelofs en su texto «¿Por qué también odian nuestros amables corazones? La Fundación Nacional para la
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