“Si en Euskal Herria se olvida la historia de lucha y resistencia de nuestro pueblo, corremos el peligro de que triunfe definitivamente la normalidad capitalista”

 

Resumen Latinoamericano, 30 octubre 2016.- Iñaki Gil de San Vicente es hoy por hoy uno de los más prestigiosos intelectuales del País Vasco, que además tiene amplia proyección internacional. Sus ideas revolucionarias e independentistas, y su clara apuesta por una Euskal Herria socialista generan ampollas en la partidocracia burguesa vasca, pero también fronteras afuera, su pensamiento hace mella en quienes abrevan en atajos socialdemócratas, “posibilistas”, neodesarrollistas y reformistas. Esos, que finalmente se inclinan por seguir sosteniendo la actual estructura capitalista.

Conversamos con Gil de San Vicente en el reciente marco de un Seminario Internacional convocado por el MST de Brasil, y estas son sus interesantes reflexiones sobre la crítica situación que se vive en el País Vasco.

-¿Se puede decir que esta crisis actual ha generado pobreza en el País Vasco?

– El concepto de “pobreza” es engañoso y está cargado con elementos ideológicos medievales y burgueses, todos ellos justificadores y defensores de la explotación social. Por esto es muy importante, muy esclarecedor, que el colectivo Elkartzen, inserto en el movimiento popular vasco, insista en la necesidad de definir qué es la pobreza en el capitalismo actual, cual es el umbral de pobreza. Es sabido que existen diversos métodos para medir la pobreza, para definirla, etc., y que la mayoría de ellos apenas tienen en cuenta la totalidad de las condiciones de vida, trabajo y explotación. El grueso de tales métodos busca suavizar y reducir el impacto social de la pobreza.

En realidad, definir la pobreza es un problema de metodología sociopolítica y de crítica a la propiedad privada de las fuerzas productivas: hay que hablar de empobrecimiento más que de pobreza. Y el empobrecimiento hay que verlo tanto en su forma relativa como en su forma absoluta. La primera, la relativa, existe cuando la riqueza de la clase dominante aumenta más que los recursos de las clases explotadas, incrementándose la distancia que les separa. El empobrecimiento absoluto, la segunda, se produce cuando las clases explotadas tienen menos recursos hoy que ayer, es decir, empeora cuantitativa y cualitativamente en todos los sentidos si se compara su presente con su pasado.
El empobrecimiento es absoluto cuando, por ejemplo, conlleva el desahucio, o la pobreza energética y alimentaria, o restricciones culturales y sanitarias por incapacidad de comprar medios de estudio, medicinas, etc. Las mujeres, la infancia y la tercera edad son los grupos sociales más afectados dentro del pueblo trabajador. El empobrecimiento va unido a la precarización e inseguridad vivencial. La precariedad vital es una constante capitalista que se multiplica con el neoliberalismo y, sobre todo, con la mundialización de la ley del valor y del mercado.

La precariedad y el empobrecimiento generan dos grandes bloques de sentimientos contrarios: uno es el de izquierdas cuando existen organizaciones revolucionarias que explican sus causas e impulsan la lucha para recuperar los derechos perdidos según una estrategia orientada a la toma del poder por el pueblo trabajador; y el otro es el del reformismo o centro-derecha con una variante de extrema derecha y neofascismo que crece manipulando en su beneficio la inquietud, la ansiedad y hasta el miedo por el futuro que se alimentan de la precariedad vital, de la inseguridad por el futuro. Todas las formas de racismo y patriarcalismo reaparecen en este segundo bloque.

Cuando decimos que definir el empobrecimiento es un problema sociopolítico es porque, entre otras razones, pesa mucho el poder global del Estado capitalista, de su aparato cultural, de su modelo territorial, de la opresión nacional que practica sobre pueblos oprimidos a los que divide y fracciona. Estos y otros obstáculos dificultan sobremanera que las y los vascos dispongamos de un sistema estadístico único y fiable para toda Euskal Herria porque los Estados español y francés nos han dividido en tres trozos. Por falta de espacio, en el caso de la pobreza voy a recurrir a los datos de Elkartzen, lo más fiables sobre uno de los tres trozos en que nos han dividido a vascos y vascas, el de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV).

En un informe del marzo de 2016 Elkartzen indicaba que en la CAV el 1,67% de la población controla el 44,78% de la riqueza, mientras que el 8% sobrevive con ingresos inferiores a 500 euros al mes, y el 36,33% se situaba por debajo del Umbral de Pobreza (37,5% del PIB per cápita). O sea, el 44,33% malvive por debajo del umbral de pobreza mientras que menos del 2% controla casi el 45% de la riqueza. Según un informe de Cáritas el 45% de la población de la CAV se encontraba en “riesgo de exclusión social” en 2014, existiendo una cronificación de la pobreza.

En otro informe de junio de 2016, Elkartzen indica que en 2015 ha aumentado un 15% las circunstancias de exclusión social en la CAV; al pasar del 15,3% en 2014 al 17,6% en 2015. A esto hay que sumar que el 11% de la población se encuentre en riesgo de pobreza; con carencias materiales severas, un 4´6%; y un 14´3% con dificultades de acceso a un empleo. O que el 18% de las personas trabajadoras perciben salarios por debajo del umbral de pobreza. Es decir, más un tercio de las familias vascas padecen entornos de pobreza severa. Elkartzen denuncia que la eliminación de la Prestación Económica de Vivienda (PCV) y las Ayudas de Emergencia Social (AES) afectará a 37.000 familias: las 30.000 que percibieron la PCV; y las 7.000 familias las AES, en el año 2015. Este recorte empobrecerá aún más, si cabe, a amplios sectores sociales; dejando desatendidas sus necesidades básicas de acceso a una vivienda digna.

En otro informe más reciente, de septiembre de 2016, Elkartzen indica que los recortes que se han ido aplicando en los últimos años en el acceso a las prestaciones sociales están conllevando un incremento de las situaciones de marginación en nuestros pueblos y barrios: más de un tercio de las familias vascas padecen entornos de pobreza grave. En concreto, en 2015 aumentaron en un 15% las circunstancias de exclusión social en la CAV según los datos de la última “Encuesta de Condiciones de Vida” del Instituto Nacional de Estadística. Elkartzen se refiere al Instituto Nacional español, no vasco. Según este estudio, un 4´6% de la población se encuentra en una situación de carencia material severa. Además, el 11% de las familias se encuentran en riesgo de pobreza. A su vez, cerca del 15% de las familias tienen dificultades de acceso a un empleo. A tener en cuenta que el 18% de las personas trabajadoras perciben salarios por debajo del umbral de pobreza.

La desindustrialización y el aumento del desempleo en este sector primero son decisivas en el empobrecimiento y precarización de la vida. Según otros datos, en 2008 el empleo industrial aportaba el 25,3% del PIB y explotaba la fuerza de trabajo de 249.000 personas, pero en 2014 había bajado al 21,3% del PIB explotando 196.000, es decir, un retroceso de 4 puntos del PIB y una destrucción de 53.000 empleos directos. Según estas fuentes, de los 995.000 empleos en 2008 se ha caído a 900.000 en 2014.

Ciertas investigaciones sostienen que probablemente más de 10.000 jóvenes de la CAV han emigrado entre 2009 y 2013, y que existe un desempleo juvenil del 45%. Se calcula que esta emigración alcanzará los 4.400 millones-€ de coste en 2025. Otro estudio más riguroso indica que 109.000 abandonaron la CAV entre 2000 y 2011, de los cuales han vuelto sólo el 48%. Es la primera vez en la plena historia capitalista de la CAV, es decir, desde finales del siglo XIX, que se produce emigración juvenil, y aunque su número descienda o se estanque lo cierto es que ha desaparecido la sensación de disponer de un futuro relativamente asegurado en el propio país sin el peligro de tener que emigrar.

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