( A los miembros del P. C. E. - Enero 1932)

 

CAMARADAS :

El IV Congreso del Partido Comunista de España se reúne en un momento en que en el mundo entero las contradicciones de clase y la lucha de clases adquieren una extrema agudeza y en que el desenvolvimiento de la crisis revolucionaria en España misma llega a un viraje.

Lo más característico de la situación internacional en el periodo actual es-el contraste!  abierto entre dos mundos: el mundo de la edificación socialista en el país de la revolución proletaria victoriosa, y el mundo capitalista, que se debate en la más profunda crisis económica y condena a decenas de millones de proletarios y campesinos pobres a inusitadas privaciones y sufrimientos. En todos los países capitalistas, la lucha entre la burguesía y la clase obrera se acentúa sin cesar, la actividad revolucionaria de la clase obrera crece constantemente. La burguesía quiere  aportar a la crisis una solución capitalista mediante la reducción general del nivel de vida y el reforzamiento de la explotación de la clase obrera, mediante la represión y el asesinato, mediante el empleo de métodos fascistas de violencia directa.. Por otra parte, ante los obreros se plantea cada vez más imperiosamente el problema de la necesidad de la solución revolucionaria de la crisis, es decir, de su solución por el derrocamiento de la dominación capitalista. Los antagonismos entre los imperialismos se han agravado y siguen agravándose. Asistimos a una rivalidad frenética entre los grandes países imperialistas por la subordinación económica y política de los países débiles, por un nuevo reparto de las colonias y semi-colonias, por el . reparto de la China, por un nuevo reparto del mundo entero. La guerra aduanera entre los países capitalistas se ha acentuado grandemente, y a consecuencia de estas contradicciones el peligro de nuevas guerras se hace cada vez más amenazador. Ahora ya, el imperialismo japonés, con la ayuda particularmente activa de los imperialistas franceses y el apoyo de la Sociedad de Naciones, hace la guerra por el reparto de la China. La amenaza de guerra por parte de los países imperialistas, y en primer lugar del imperialismo francés, contra la Unión Soviética es cada día más evidente;

En esta situación internacional continua desarrollándose en España la crisis revolucionaria que comenzó al iniciarse la crisis económica mundial, y que estaba preparada por el conjunto de las condiciones económicas, políticas y sociales del país: la presencia de formidables supervivencias feudales (predominio de los latifundios de carácter semi-feudal y supervivencia de formas de explotación medievales: foros, rabassa morta, etc., los campesinos pauperizados aún,  semi-siervos; el poder formidable de la Iglesia, dueña de casi un tercio de la riqueza nacional; el papel considerable de la casta de los oficiales y del caciquismo, etc.); el rápido crecimiento del capital financiero, que se ha adueñado de ramas esenciales de la economía del país; la presencia de un numeroso proletariado industrial y agrícola sometido a una feroz explotación por el capital financiero y los propietarios fundianos; la opresión nacional de Cataluña, Vizcaya, Galicia y Marruecos. Sobre esta base se han desarrollado en España, país económicamente atrasado, contradicciones y conflictos de clase de gran envergadura. La crisis económica mundial ha llevado sus contradicciones al extremo y acelerado el desencadenamiento de la crisis revolucionaria. Han sobrevenido, la revolución de abril, el derrocamiento de la monarquía, la proclamación de la Republica.

El proletariado de España, principal fuerza motriz de la revolución, ha dado pruebas de una formidable energía revolucionaria; con sus huelgas en, el curso del año 1930 debilito al viejo régimen, provoco el despertar político de la pequeña burguesía y del movimiento de emancipación de las nacionalidades, preparando de tal manera el camino para la revolución de abril. Pero como se hallaba bajo el influjo político e ideológico de los socialistas y anarcosindicalistas, el proletariado no supo desempeñar su papel de guía a la revolución democrático burguesa y arrastrar en pos de si a los campesinos, que constituyen la segunda fuerza motriz de la revolución española después del proletariado. De este modo, la burguesía formando un bloque con los terratenientes y bajo la egida suprema del capital financiero, con la participación activa de los socialistas y la colaboración de los anarcosindicalistas, logro adueñarse del poder. De hecho, el bloque burgués-agrario no ha resuelto ninguna de las tareas fundamentales de la revolución democrático burguesa. La cuestión agraria no ha sido resuelta. El tímido proyecto, de ley que tendía a una reforma agraria restringida ha sido rechazado por las Constituyentes. El ministro de Justicia ha sido encargado de elaborar un nuevo proyecto de reforma agraria, gracias al cual los propios terratenientes fijaran la cantidad de tierra que quieren enajenar y su precio. Además, la aplicación de la reforma estará condicionada por el estado de las finanzas gubernamentales y estará subordinada a un gran número de reservas restrictivas. A la par que se separa oficialmente la Iglesia del Estado, se deja intacta la formidable potencia económica de la Iglesia, y, por consiguiente, su influencia política. El viejo aparato burocrático del Estado y el caciquismo, sistema semi-feudal de expoliación, permanecen intactos. La Guardia civil, una de las fuerzas armadas de la contrarrevolución, es reforzada. En lugar de las libertades democráticas, el bloque burgués-agrario acoge a los trabajadores con balas y cárceles.

El carácter político y de clase del desarrollo de la crisis revolucionaria en España en el periodo que siguió a la caída de la monarquía y a la proclamación de la Republica, está determinado de un modo general por los siguientes elementos:

I. La crisis económica (y agraria) se hace cada mes más aguda, más amplia y profunda. No sólo no ha mejorado las condiciones de vida del proletariado y los campesinos del bloque burgués-agrario, sino que hasta el aumento de salarios que las masas obreras habían arrancado a la burguesía después del 14 de abril mediante huelgas de masas ha sido posteriormente reducido a la nada por la depreciación de la peseta, el encarecimiento de la vida, etc. El paro se incrementa sin cesar. En las ciudades y en los pueblos, el numero de parados completos pasa de los 800.000; los restantes obreros trabajan de uno a tres días por semana o de cuatro a cinco horas por día. Los parados carecen casi totalmente de ayuda, no existen seguros contra el paro por parte del Estado. El paro hiere aun más rudamente al proletariado agrícola, a consecuencia de la cesación de las faenas de temporada y del considerable desenvolvimiento de la crisis agraria.

II- El empobrecimiento de las grandes masas campesinas se efectúa con un ritmo acelerado. El hambre reina entre las masas en los pueblos, sobre todo entre los obreros agrícolas y los campesinos pobres. El bloque republicano de la burguesía y los grandes terratenientes, después de haberse adueñado del poder, conserva y protege los vestigios sociales y económicos del feudalismo, los privilegios de los terratenientes y del capital financiero, y, con un sojuzgamiento creciente del país por el capital extranjero, sobre todo francés, la crisis económica y sus consecuencias sociales y políticas se complican y agravan.

III- El Gobierno republicano-socialista, todos los partidos republicanos y las Cortes Constituyentes han puesto de relieve claramente su. naturaleza de clase burguesa y contrarrevolucionaria. El papel director en la política de este bloque republicano-socialista pertenece a la gran burguesía financiera e industrial y a los grandes terratenientes ligados a. ella. La reagrupación de las clases y los partidos, que comenzó cuando las jornadas de abril, ha adquirido contornos ya bien precisos. Nos hallamos enfrente de una nueva disposición de las fuerzas de clase y de los partido si. El papel dirigente está jugado, en el campo de la contrarrevolución, por la gran burguesía republicana, apoyada por las fuerzas de la contrarrevolución monárquica los terratenientes, la Iglesia, el cuerpo de oficiales, etc., que somete a la pequeña burguesía urbana y a sus partidos, los partidos burgueses y pequeño burgueses de los nacionalistas catalanes, etc. El campo de la revolución está constituido por el proletariado y los campesinos. La decepción aumenta sin cesar entre los obreros y campesinos laboriosos con respecto a los partidos republicanos. Las ilusiones democráticas se disipan rápidamente.

IV- En el bloque contrarrevolucionario, el partido socialista ha jugado y juega todavía el principal papel de engañador de las masas. El partido socialista es el campeón de la reacción en la ofensiva de la contrarrevolución burguesa y agraria contra la clase obrera y las masas laboriosas. Precisamente el ministro socialista Largo Caballero elaboro y presento a las Cortes el proyecto de ley de Defensa de la Republica, prohibiendo las huelgas sin el permiso del Gobierno. La burguesía y los jefes socialistas ponen en práctica la provocación de conflictos sangrientos entre los diversos grupos de obreros y fomentan entre ellos los métodos del pistolerismo a fin de destruir y debilitar al proletariado frente a la contrarrevolución unida de la burguesía y los terratenientes.  Ellos mismos han organizado y organizan los rompehuelgas en favor de la patronal.

    Ellos mismos declaran que sólo su presencia en el Gobierno podrá impedir el ulterior desarrollo de la revolución “violenta”. Este papel de los socialistas dista mucho de haber sido desenmascarado ante las masas, y los socialistas logran todavía, en ciertos lugares, conquistar nuevas posiciones. Los socialistas se aprovechan hábilmente para sus fines contrarrevolucionarios de que los obreros están decepcionados de la táctica aventurera de los jefes proletarios anarcosindicalistas, que han traicionado de continuo la lucha revolucionaria del proletariado. Por otra parte, los jefes anarcosindicalistas se aproximan cada vez más a la socialdemocracia gubernamental, sosteniendo a esta desde el exterior, saboteando  las huelgas de acuerdo con ella.

V- En el campo de la revolución se ha producido y se sigue produciendo una sensible reagrupación de fuerzas. Al lado del proletariado urbano y campesino (obreros agrícolas), que es la única fuerza revolucionaria consecuente, y bajo su dirección política, los campesinos, sobre todo sus capas más pobres, han comenzado la lucha revolucionaria. El movimiento espontaneo de huelgas y manifestaciones del proletariado urbano y campesino sigue creciendo, a pesar de algunas depresiones momentáneas, empujándolo por la vía de la revolución agraria. Las perspectivas inmediatas se perfilan bastante claramente. Ellas aportaran, no la “ paz social”, no un “ equilibrio” político estable, sino encarnizadas batallas de dase, nuevas explosiones de tormentas revolucionarias.

La revolución democrático-burguesa de España no ha terminado. Sus objetivos esenciales:

- Abolición de las supervivencias feudales, solución revolucionaria de la cuestión agraria,

- Destrucción del poderío económico y político de la Iglesia y del clero.

- Abolición de la opresión nacional.

- Mejoramiento radical de la suerte de la clase obrera y de las grandes masas trabajadoras, no han sido aun terminados.

Pero estas tareas antiguas tendrá que resolverlas el proletariado en una situación distinta de la precedente, ante una nueva distribución de las fuerzas de clase y de los partidos políticos ante, una diferenciación de clase más justa en el campo de la revolución y en el de la contrarrevolución. El hecho de que la burguesía y sus partidos, incluso el partido socialista, se desenmascaren de hecho como fuerzas contrarrevolucionarias, ayudara al proletariado a convertirse en el guía de la revolución burguesa democrática, a arrastrar en pos de si a los campesinos, a desarrollar la revolución democrática hasta su completa victoria y a crear así las condiciones para su rápida transformación en revolución socialista.

 

 

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