La II Internacional de antes de la guerra realizó su parte de trabajo de preparación en la organización previa de las masas proletarias en un largo periodo “pacífico” caracterizamiento más impetuoso del progreso capitalista en el último tercio del siglo XIX y comienzos del siglo XX.” (Lenin)

“En  1914, la II Internacional ha muerto de un oportunismo, cuyas bases ideológicas “eran la defensa de la colaboración de clases, la repudiación del ideal de la revolución socialista y de los métodos revolucionarios de lucha, la adaptación al nacionalismo burgués, el olvido de la variabilidad histórica de las fronteras, de la nacionalidad o de la patria, el fetichismo de la legalidad burguesa, la renunciación a la teoría de la lucha de clases y a la lucha de clases por medio de los “grandes masas de la población” (es decir, de la pequeña burguesía) (Lenin)

“Sobre las ruinas de la II Internacional nació la Internacional Comunista, sucesora histórica de la I Internacional. La Internacional Comunista tomó sobre sí la tarea de organizar las fuerzas del proletariado para el asalto revolucionario contra la dominación capitalista, para la guerra civil contra la burguesía de todos los países, para la toma del Poder político para la victoria del socialismo” (Lenin)

Pero cuando la guerra hubo terminado; cuando la paz de Versalles fue concertada y la revolución proletaria en Europa Central fue estrangulada con las manos de la socialdemocracia; cuando hubo comenzado de una parte, la estabilización capitalista, y de otra, la consolidación de la Unión Soviética, los partidos socialdemócratas, que todos ellos habían combatido antes al lado de su propia burguesía, se decidieron a perdonarse mutuamente sus crímenes y a restablecer su unión internacional. Esta II Internacional de la postguerra, que se constituyó en Hamburgo en 1924, fue la asociación de los partidos socialdemócratas que habían llevado su colaboración con la burguesía hasta a participar en los Gobiernos reaccionarios, hasta adaptarse al nacionalismo burgués, hasta a organizar la guerra contra los rivales de su burguesía, hasta a renunciar a la lucha de clase del proletariado, hasta organizar la opresión militar y policíaca del movimiento revolucionario y la intervención contra el país de la dictadura del proletariado: contra la Unión Soviética.

 

LA VANGUARDIA DE LA CONTRARREVOLUCIÓN

La política de la II Internacional en el período de la postguerra se caracterizó por los rasgos siguientes:

I.— Como base de su política internacional, no ha adoptado el internacionalismo revolucionario, sino la lucha contra el bolchevismo y la cooperación de los Estado capitalistas en la Sociedad de Naciones, en la Oficina Internacional del Trabajo y en la Conferencia del Desarme. La II Internacional ha seguido su política de sostén de la burguesía, política comenzada durante la guerra imperialista: se ha colocado completamente sobre el terreno de la defensa del Tratado de Versalles; ha llegado a ser el arma esencial del capitalismo en descomposición, en su lucha contra la edificación socialista en la Unión Soviética.

II.— Como base de su política interior, la II Internacional adoptó la división del movimiento obrero organizando el aplastamiento del movimiento revolucionario luchando contra la influencia radicalizadora de la Unión Soviética, sobre las masas laboriosas, y propagando ilusiones entre la clase obrera sobre la posibilidad para el capitalismo de desarrollarse sin conmociones guerreras, sobre la transformación del capitalismo en capitalismo organizado, afirmando que la democracia, política de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias, representaba la vía de la integración pacífica en el socialismo.

III.— La II Internacional conserva en su programa alguna tesis marxistas, las desnaturaliza, las despoja de toda significación, pretendiendo, con ayuda de esas frases seudomarxistas, adaptarse a las tradiciones marxistas de la clase obrera, conservar las viejas organizaciones obrera, transformarlas en instrumentos para romper la iniciativa de las masas obreras, para hacer de ellas armas destinadas a sostener al capitalismo. La socialdemocracia alemana fue el partido dirigente de la II Internacional. Estrangulando en sus propias manos la revolución de noviembre, el partido socialista alemán elaboró la teoría y la táctica de toda la socialdemocracia internacional. La Prusia socialdemócrata fue la ciudadela de la II Internacional, la base de la socialdemocracia mundial, el campo experimental sobre el cual se demostraba la posibilidad de la integración pacífica en el socialismo, la posibilidad de la vía “democrática” hacia el socialismo, vía mucho más fácil de seguir que la vía bolchevista “asiática”. Sin embargo, ese campo de experimentación no vio crecer al socialismo, sino al fascismo. Esto significa la derrota decisiva de toda la socialdemocracia internacional, de toda su táctica y de tosas sus teorías; esto significa que ha perdido su base, sus sostén.

La crisis actual de la socialdemocracia se desarrolla paralelamente a la agravación de la crisis general del capitalismo, a la evolución de la crisis económica mundial y a la acentuación de las contradicciones entre los diversos Estados capitalistas. La principales etapas de este desarrollo han sido determinadas por la evolución de los acontecimientos de Alemania.

La primera etapa de esta crisis se manifestó cuando las masas obreras se dieron claramente cuenta del creciente contraste entre los países del capitalismo en descomposición, víctimas de la crisis económica mundial, y el país que construye el socialismo y que no podía ser alcanzado por la crisis, cuando se vio claramente que la dictadura del proletariado en la Unión Soviética era inquebrantable, en contraposición con la República de Weimar, que vacilaba (1931).

La segunda etapa de esta crisis apareció en la segunda mitad del año 1932, cuando el 20 de julio von Papen consiguió echar al Gobierno socialdemócrata prusiano sin encontrar la menor resistencia, y cuando las grandes masas obreras de todos los países comprobaron la quiebra de todas las teorías socialdemócratas sobre la “democracia” como vía que conduce al socialismo.

La tercera etapa de esta crisis de la socialdemocracia fue alcanzada cuando, el 30 de enero y el 28 de febrero de 1933, la socialdemocracia alemana renunció a la lucha contra la toma del Poder por Hitler; especialmente cuando, el 24 de marzo, Wels declaró que la socialdemocracia aprobaba el programa político de Hitler, y especialmente su programa exterior.

Pudiendo esto provocar la “escisión” en la II Internacional, Wels se retiró de la Mesa de la II Internacional, y el partido socialista alemán, de hecho, ha salido de la II Internacional.

La socialdemocracia alemana se ha “suicidado” moral y políticamente, renunciando a luchar contra el fascismo y capitulando ante él.

 

POR LA DEFENSA DE LOS INTERESES DE LA “PATRIA” BURGUESA

Pero para los partidos socialdemócratas que han unido para siempre su suerte a la de la burguesía, no hay otro camino que el de la colaboración hasta el fin, el de la defensa de la patria burguesa, independientemente de la gorma de dictadura burguesa que ésta ejerza. Cuanto más resuelta es la ofensiva del fascismo, más rápidamente la socialdemocracia arroja por la borda su fraseología radical, prepara su capitulación, su propia desaparición. Capitulación ante el fascismo y preparación de la guerra; tal es lo esencial de la actitud de la socialdemocracia de hoy.

En 1914, cuando el partido socialista alemán renunció a la lucha contra la guerra, Rosa Luxemburgo escribió: “La socialdemocracia se ha transformado en un cadáver putrefacto.” “La historia no ha conocido traición tan completa como la traición de los jefes sindicales alemanes”, declaró Rosa Luxemburgo en el Congreso de constitución del Partido Comunista alemán. Pero la historia ha demostrado que podía haber traiciones aún más viles. Hoy, el círculo se ha estrechado. La corta existencia de la II Internacional ha llegado a su fin sin gloria. La Internacional Obrera Socialista ha dejado de existir como organización internacional.

Pero el rasgo esencial de la situación actual reside en el hecho siguiente: en tanto que Alemania ha llegado a ser el país de la reacción más negra del terror, del belicismo, sus adversarios imperialistas preparan la guerra y la fascistación de su aparato de Estado bajo la bandera de la “democracia”. En toda Europa la ofensiva de la reacción y el crecimiento del fascismo se efectúan bajo la bandera de lucha contra la reacción prusiana. Bajo esa bandera de la defensa de la ”democracia”, los social-traidores de Checoeslovaquia, de Bélgica, de Francia, sellan el frente único reaccionario con la burguesía para la lucha contra el movimiento obrero revolucionario, para la preparación de nuevas guerras imperialistas y para la intervención antisoviética.

La socialdemocracia internacional, obligada a criticar la táctica del partido socialista alemán, trata de presentar ésta como un táctica específicamente alemana, de arrojar la culpa sobre la cobardía de los jefes del partido socialista alemán y, en definitiva, sobre el Partido Comunista alemán. De este modo, la socialdemocracia quiere engañar a las masas, salvar lo que queda de su ideología, su frente único con la burguesía. Pero la cosa no es nada fácil. Para ello, la socialdemocracia ha elaborado una teoría sobre las situaciones contrarrevolucionarias, teoría que deber justificar las nuevas traiciones. Todo esto recuerda mucho el comienzo de la guerra imperialista mundial, cuando cada uno de los partidos socialdemócratas se pasaban al lado de sus burguesías respectivas para defender su patria.

¿Por qué los socialdemócratas franceses, belgas, polacos y checos son tan resueltamente opuestos al partido socialista alemán? Porque el paso del partido socialista alemán al fascismo, y porque la victoria del fascismo alemán plantean la cuesión de la revisión del Tratado de Versalles y las guerras imperialistas en Europa, es decir, la guerra contra su “patria”.

En los países capitalistas de Europa interesados en el mantenimiento del sistema de Versalles, la socialdemocracia se levanta contra la socialdemocracia alemana, y bajo la bandera de lucha contra el terror fascista, contra el belicoso fascista y por la “democracia” se une al frente único nacional de lucha contra las pretensiones imperialistas de Alemania. El proceso de formación de los frentes destruye a la socialdemocracia como organización internacional, escinde a la II Internacional. Hoy, antes del comienzo de la guerra, asistimos a la repetición de lo que ocurrió hace diecinueve años en el momento del comienzo de la guerra.

 

“CONTRA LOS ALEMANES Y LOS COMUNISTAS!

Pero la diferencia entre 1933 y 1914 reside en el hecho de que el proletariado posee hoy la experiencia de la guerra imperialista, de la Revolución victoriosa en la U. R. S. S. y la revolución vencida en Alemania. La diferencia reside también en el hecho de que hoy hay ya en todos los países partidos comunistas; partidos comunistas que, provisionalmente, no arrastrarán más que a la minoría de la clase obrera, pero que a la táctica d capitulación de la socialdemocracia oponen la táctica de lucha revolucionaria.

La diferencia consiste también en la extraordinaria agravación de la crisis genera, en el hecho de que el capitalismo está profundamente minado, y de que ha llegado a se claramente manifiesta la ineluctabilidad de la revolución proletaria.  La diferencia consiste también en que los acontecimientos de Alemania han demostrado a las masas trabajadoras que la democracia no conduce a socialismo. Es por eso por lo que, a diferencia de 1914, la capitulación “descarada” del partido socialista alemán ha provocado en las masas obreras  un profundo descontento y una indignación violenta. Este descontento se expresa en el movimiento de masas por la unidad que, con la existencia de una dirección revolucionaria, habría dado al proletariado un potencia indestructible. La corriente de las masas socialdemócratas hacia la unidad con los obreros comunistas obliga a la II Internacional, que se encuentra ya a la “defensiva” frente a la crítica comunista, a maniobrar y a declarar que jamás ha rechazado el frente único con los comunista, frente único que está presta a establecer sobre la base de conversaciones directas entre las dos Internacionales.

Pero cuando la I. C. propone a todas sus secciones el que hagan a los partidos socialdemócratas respectivos proposiciones de frente único sobre la base de reivindicaciones concretas y comprensibles para todo obrero, todos los partidarios de la II Internacional, excepto el Partido Laborista Independiente que ha abandonado ya la II Internacional, rechazaron las proposiciones comunistas, conservando de este modo la unidad de frente reaccionario con la burguesía. Habiendo renunciado públicamente las secciones de la II Internacional al frente único revolucionario, “es inútil hacerlas ya nuevas proposiciones”. De este momento, es claro ya para todo el mundo que el frente único revolucionario del proletariado no puede realizarse más que en la base, sobre la vía de la organización revolucionaria de masas, como han afirmado siempre los comunistas. Es claro que ninguna otra fuerza que el Partido Comunista es capaz ni tiene la voluntad de organizar la lucha de la clase obrera. Si las fuerzas del proletariado no son aún suficientes para dar la respuesta revolucionaria al fascismo; si la clase obrera debe sufrir aún derrotas parciales, la culpa de todo recae “exclusivamente” sobre aquello obreros socialdemócratas que no han comprendido aún la traición de la socialdemocracia, que continúan aún en las filas de las organizaciones socialdemócratas, que paralizan la iniciativa revolucionaria de las masas obreras. La socialdemocracia continúa su colaboración con la burguesía, y, por consiguiente, tratará de “mantener también en el porvenir la división de la clase obrera en grupos correspondientes a los diversos agrupamiento de la burguesía internacional”.

Con una franqueza un poco provinciana, la socialdemocracia checa revela de lo que se trata.

“Esperamos que el Ejecutivo de Munich declarará francamente que no discutirá con la Internacional de Moscú sobre la defensa de la democracia... Esperamos que dirá M. Wals que con sus actitud recepto a Munich, y con su actitud actual hacia Hitler, la socialdemocracia ha violado la solidaridad internacional. De la actitud del Ejecutivo de  Zurich dependerá “nuestra actitud” para con la internacional... “ (“Nova Doba” del 1 de abril de 1933.)

La socialdemocracia checa exige, pues, energía en dos cuestiones: “contra los comunistas y contra los alemanes”. Es la línea que la burguesía checa necesita para la ofensiva resuelta contra la clase obrera y para la aplicación de la política de la Entente en el dominio de la política internacional.

Los socialdemócratas checos son un poco provincianos, pero no constituyen una excepción. Con más diplomacia, León Blum ha definido su actitud idéntica en el fondo, en su artículo titulado: “Sobre la unidad de la clase obrera”. (“Populaire” del 21 de marzo de 1933.)

La socialdemocracia, que ha capitulado ante el fascismo de hecho ha cesado de existir. Después del incendio del Reichstag casi no ha dado señales de vida. Los fascistas han conseguido ganar a los Wels, los Leipart, Stampfer y Loebbels, pero no han conseguido, y no conseguirán ganar a los obreros socialdemócratas. El objeto de sus medidas contra la socialdemocracia era “penetrar en las masas obreras”. Los fascistas no renuncian a la utilización de los socialdemócratas. Sólo la lucha, plena de abnegación, de los comunistas, para la conquista de la clase obrera, liquidará a la socialdemocracia. “En Alemania no hay más que un solo partido que una a las masas obreras para la lucha contra el fascismo: es el Partido Comunista, el partido de los bolcheviques alemanes”.

 

BAJO EL SIGNO DE LA DESCOMPOSICIÓN

Pero la victoria del fascismo en Alemania y el hundimiento del partido socialista alemán agravan al mismo tiempo la lucha en el seno de todos los partidos socialdemócratas. La burguesía imperialista, que ha comprado a la aristocracia con sus grandes beneficios coloniales, trata ahora de “conquistar” completamente a todos los jefes soicaldemócratas. El primer ciclo de los proletarios revolucionarios da a la burguesía a Pilsudki y Mussolini. Pero tiene también sus Mac. Donald, Snowden, Thomas, Boncour, Braun, Severing, etx. Vandervelde conoce a su II Internacional, y escribe:

Hace aproximadamente treinta años, después de la huelga de los obreros del puerto, los conservadores ingleses se fijaron en la relevante figura de John Burns, que había declarado que jamás un republicano pondría los pies en Palacio. En la primera visita oficial, el rey de Inglaterra le envió su sastre para que le tomara medida. La aristocracia inglesa pudo bien pronto coger al pobre John Burns, como se coge a una mosca con jarabe... La aristocracia inglesa, sobre todo la aristocracia femenina, posee una fuerza de atracción ante la cual los obreros no pueden permanecer indiferentes. Cuando se cuenta, por ejemplo, con la psicología del minero, y sobre todo de su mujer, a quien el Gobierno laborista hace virrey y virreina de Escocia, y cuyo vestido de cola es llevado por dos duquesas... Yo estoy muy extrañado de que mi viejo amigo Ramsay Mac Donald no se hay dejado domar por el ambiente selecto que hoy le rodea.”

Para comprar completamente a los jefes socialdemócratas, no hace falta mucho, verdaderamente. Pero los obreros socialdemócratas comienzan a ver claro. De aquí los dos procesos que actualmente se desarrollan. De una parte, se encuentra acelerada la fascisación de los elementos socialdemócratas que se encuentran más ligados a la burguesía; de otra parte, se desarrolla la indignación de las masas proletarias que hasta ahora seguían ciegamente a la socialdemocracia, y que exigen hoy el frente único con los comunistas, la lucha de clases contra la ofensiva del capital y el fascismo. Todos los últimos Congresos de los partidos socialdemócratas se han desarrollado bajo este signo de descomposición. En esos Congresos numerosos delegado hablaron de “escisión”. El Congreso de Avignon, de los socialistas franceses, convocado por la dirección del partido para liquidar las divergencias extremadamente pronunciadas que separaban al Comité central del partido y a la fracción parlamentaria a Renaudel y Blum no han conseguido hacer desaparecer esas divergencias. Al contrario, esas divergencias, sin ningún carácter de principio, se han agravado aún. Al mismo tiempo, el Congreso ha puesto de manifiesto la existencia de una “nueva oposición radical” contra Renaudel y Blum.

El Congreso de la socialdemocracia suiza h demostrado la existencia de un nuevo grupo radical dirigido por Walter, secretario de la organización de Zurich, quien declaró que “los mejores obreros revolucionarios se encontraban en las filas del Partido Comunista”, y que si tuviera que elegir entre la táctica del partido socialista alemán y la de los bolcheviques rusos, no vacilaría en elegir la táctica bolchevista. En todos los partidos socialdemócratas se han constituido alas radicales que están a favor de la huelga general como arma de lucha contra la ofensiva del capital, el fascismo y la reacción. En algunos partidos se han formado grupos bastantes fuertes, que n temen ya hablar de “guerra civil”.

 

FRENTE ÚNICO CONTRA EL FASCISMO Y LA SOCIALDEMOCRACIA

El terreno comienza a ser movedizo bajo los pies de los jefes socialdemócratas. Las masas comienzan a marchar hacia el frente único con los comunistas, a exigir una política revolucionaria de clase. Comienzan a pronunciarse contra la política de colaboración de la socialdemocracia. En Austria se han celebrado Conferencias socialdemócratas de oposición. En Suiza los obreros han exigido demostraciones comunes el Primero de Mayo. En Francia existen Comités contra la guerra. En Checoeslovaquia han tenido lugar manifestaciones comunes contra el fascismo alemán. En Inglaterra la Conferencia del Partido Laborista Independiente ha decidido colaborar con los comunistas.

A esta frente único en la base, la socialdemocracia querría oponer “pactos de no agresión”. No hay otro camino para la unidad de la clase obrera “que el camino de la lucha resuelta y sin piedad contra la socialdemocracia, que ayuda al fascismo a aplastar a la clase obrera y a destruir sus organizaciones. Las masas obreras emprenden este camino”. Con la consigna de “unidad” revolucionaria para la lucha, millones de proletarios de han manifestado el Primero de Mayo en todo el mundo.

La crisis de la socialdemocracia refleja la acentuación extremada de toda la situación internacional. Demuestra que la victoria del fascismo en Alemania es relativa y no será de mucha duración.

El papel de la Unión Soviética en el reforzamiento del frene revolucionario de las masas obreras es hoy más grande que nunca, la victoria del socialismo en nuestro país es un factor formidable para el establecimiento del frente único revolucionario. Los éxitos de la Unión Soviética atraen a las masas obreras hacia el comunismo. “Sin ninguna duda, estos éxitos tranformarán el mundo entero y liberarán a toda la clase obrera.”

 

FIN

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (SE de IC)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año I, San Sebastián, 27 de Mayo de 1933  nº10

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