Infinidad de veces hemos tenido ocasión de demostrar, a la luz de las experiencias de las luchas diarias de los trabajadores, la inconsistencia doctrinal del anarquismo en cuanto se trata de fijar una posición clara y concreta respecto a los múltiples y complejos problemas que la revolución nos plantea y cuya solución teórica debe preceder o anticiparse necesariamente a la solución práctica de los mismos, so pena que, cual ocurra con el anarquismo, se muestre nada más que como bello artificio más o menos literario y filosófico, sin médula ni utilidad práctica revolucionaria alguna.
No tratamos, pues, en este artículo,. de aportar nuevos datos en apoyo de nuestra tesis respecto al anarquismo, sino en demostrar que lo que con respecto al mismo aparece para los comunistas y para un número cada vez mayor de trabajadores como una verdad axiomática, no es ni mucho meno patrimonio exclusivo de los anarquistas.
Si tenemos en cuenta los violentos zig-zags que de un tiempo a esta parte han caracterizado la trayectoria política seguida por el partido socialista obrero español; si tenemos en cuenta su posición y consignas actuales en aparente contraposición a su política desarrollada en la etapa conjuncionista de la República, hasta el momento de sus salida del poder, obtendremos la más plena confirmación de nuestro aserto.
La evolución gradual hacia la conquista del poder por la vía democrática que fue el eje de su política durante dos años y medio, ha sido sustituida por las consignas de “dictadura del proletariado” y “todo el poder de los socialistas”, que esgrimen como alhiguí para contener la desbandada general de sus masas hacia nuestro campo.
¿Cambio de conducta? ¿Rectificación de toda una serie de errores y traiciones? ¿Repudio de todo lo pasado? ¡No! La misma táctica de engaño y traición a los intereses de la revolución llevada de una manera consciente y aplicada en otras circunstancias, en los momentos en que como las resoluciones del XIII Pleno de la Internacional Comunista, afirman y la situación política y social de España confirman, las fuerzas de la revolución y de la contrarrevolución se aprestan a entrar en colisión para combates decisivos
La consigna de la dictadura del proletariado que resulta justa en cuanto se trate de definir la ulterior trayectoria (de confirmación más o menos lejana) de todas las revoluciones actuales, no lo es cuando se trata de aplicarla a ultranza haciendo abstracción de la situación de cada país y sin tener en cuenta su grado de desarrollo económico. En el caso concreto de España, resulta un terrible error táctico que, lejos de conquistar a las masas de pequeños campesinos para su incorporación al frente de lucha de la revolución (no exclusivamente proletaria), los repele hacia el campo de la contrarrevolución, hacia el fascismo, es tato que juzga, sin hacérselo comprender debidamente al campesinado, la supeditación política del mismo a la dirección política del proletariado. Es a base de que el proletariado dirija y oriente de una manera efectiva la revolución agraria y demuestre a los campesinos en el curso del período democrático (Gobierno Obrero y Campesino), que la burguesía no ha sabido ni querido conceder, no solamente que no existen antagonismos irreductibles entre ellos, sino que la dictadura del proletariado tiene que ese la que consolide sus conquistas de una manera definitiva cómo debe mostrarse oportuna dicha consigna.
Si, por otra parte, la consigna de dictadura, como en el caso que nos ocupa, de otra consignas previas que precisen la forma de aplicarla (consejos de fábrica, comités de campesinos, Soviets), es claro que todo se reduce a un demagógico banderín de enganche.
El “todo el poder a los socialistas” resulta, asimismo, una ridícula parodia de la consigna de “¡todo el poder a los Soviet!” dada por Lenin. Claro está que nuestros desaprensivos dirigentes socialistas de por acá, pretenden olvidar que esta consigna no significaba una petición del poder a Kerenski tal como ellos la han interpretado, pidiéndoselo a Alcalá Zamora, sino que fue lanzada como toque de clarín para el asalto de las masas al poder, sin olvidar, naturalmente, que los órganos de frente único de los obreros y campesinos rusos y en los cuales los diversos partidos del proletariado tenían también su representación, órganos cuya constitución propugnan el Partido Comunista y que hallan el principal obstáculo para su realización precisamente en el confusionismo deliberado y el sabotaje descarado de los dirigentes socialistas.
En artículos sucesivos insistiremos sobre la incapacidad teórica del mal llamado Socialismo.
J. ASTIGARRABIA
euskadi roja
ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.) PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS
Año II, San Sebastián, 5 Mayo 1934 nº 58
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