Entre las diversa medidas económicas que le camarada Vladimiro Bonch-Bruevich menciona en la obra titulada “En los puestos de combate de la Revolución”, figura como una de las más importantes la nacionalización de los Bancos. Bonch-Bruevich refiere en su libro la hostilidad de los directores y empleados de los Bancos rusos a la obra comunista de los Soviets y cómo algunos empleados de esos Bancos comunicaban secretamente al Gobierno proletario ciertas noticias de suma utilidad para éste. El encargado de realizar los planes de nacionalización bancaria fue el propio Bonch-Bruevich, a quien Lenin aconsejó que, excepto a Stalin, a nadie diera conocimiento de esos planes. El Gobierno ruso preveía que si se hubiera conocido esos planes, los banqueros se habrían apresurado a dejar vacías las cajas y a enviar al extranjero los valores, haciendo desaparecer los libros de contabilidad o falseando las cifras de esos libros. Un llamamiento publicado en el órgano del Gobierno provisional de Obreros y Campesinos, en noviembre de 1917, estuvo a punto de estorbar el éxito de aquellos planes, pues en el llamamientos se anunció anticipadamente la preparación de una ley de nacionalización de los Bancos. Para no perder tiempo, Bonch-Bruevich cambio impresiones con Lenin y preparó la sorpresa de la nacionalización bancaria con gran rapidez en Petrogrado.

Los Bancos que en Petrogrado había que nacionalizar eran 28, sin contar el Banco Nacional, pues éste estaba ya a las órdenes de Bonch-Bruevich. Para efectuar la incautación, Bonch-Bruevich llamó una tarde a 50 comisarios del pueblo, indicándolos que se acostaran temprano para realizar muy de mañana cierta comisión, que no se les comunicó en aquél momento.

Después, Bonch-Bruevich redactó de su puño y letra la orden de ocupación de los 20 Bancos y los respectivos autos de prisión contra los directores de éstos, e hizo preparar un local espacioso y ventilado en el palacio Smolny para alojar a 28 personas con los correspondientes servicios de té y desayuno. El local destinado a tal efecto estaba por completo incomunicado con el público. Ordenó también Bonch-Bruevich disponer secretamente 28 camiones, 28 automóviles de turismo, todos ellos numerados del 1 al 28, y 28 piquetes de diez a veinte soldados cada uno, al mando de 28 camaradas inteligentes, prestos para cumplir las órdenes que por escrito llevaran los dos comisarios que fueran con cada piquete, en cada automóvil de turismo iría una pareja de soldados, con el auto de prisión, acompañando a los comisarios. Dispuso también Bonch-Bruevich la prohibición de hablar a nadie por teléfono sin una orden expresa, montó una guardia en la Central telefónica y se dirigió hacia donde se hallaba Stalin, quien aprobó el plan proyectado.

Y a las siete de la mañana del siguiente día los automóviles de turismo y camiones preparados se ponían en movimiento, ocupados por los comisarios y los piquetes armados, atravesando las calles de Petrogrado entre la curiosidad de los transeúntes. Sin embargo, ninguno de los encargados de cumplir aquella misión tan importante había preguntado a Bonch-Bruevich el objeto de tal movilización. Las órdenes iban en sobres cerrados y éstos fueron abiertos por cada comisario, según las instrucciones verbales recibidas, a la salida de la Perspectiva Suvorof. Poco después de las ocho comenzaron a llegar arrestados al Palacio Smolny los directores de los Bancos, a quienes se trató con todo género de consideraciones y se permitió, según Bonch-Bruevich, que fuesen acompañados por personas de sus familias en los coches movilizados. Algunos de los arrestados, que se hallaban enfermos, fueron inmediatamente trasladados a la enfermería y asistidos convenientemente, aunque quedando en calidad de detenidos.

Conforme a las órdenes escritas, las salidas de los Bancos habían sido tomadas por los soldados movilizados aquella mañana; los sellos de los establecimientos bancarios fueron incautados, así como los libros de contabilidad, que quedaron recogidos en éstas inmediatamente. Se convocaron a la misma hora reuniones del personal de los Bancos, y los comisarios expusieron a los reunidos la orden de nacionalización, haciendo que dos o tres empleados presenciaran la inspección y sellado de libros y cajas de caudales y levantándose un acta firmada por los jefes de los piquetes militares, por los comisarios y por los empleados que desearon testificar el hecho de la incautación. A las diez de la mañana se recibieron en el Palacio Smolny, residencia del Gobierno comunista, detalles telefónicos transmitidos desde los Bancos. Estos habían sido incautados sin inconvenientes y sin más protestas que las de algunos directores. la mayoría del personal de los Bancos se adhirió a la obra del Gobierno comunista y ofreció sus delegados para ponerse de acuerdo en el Palacio Smolny con el Gobierno respecto al futuro desenvolvimiento de las operaciones bancarias. Bonch-Bruevich señala el hecho de que hasta que comenzaron a llegar detenidos a Smolny los directores de los Bancos y ser cacheados con cuidado allí mismo, el comandante de dicho palacio ignoró que se había procedido a la nacionalización de los Bancos. Los Bancos quedaron convenientemente nacionalizados. La nacionalización de los Bancos había consistido sencillamente en una operación más de contabilidad bancaria, verificada con éxito completo y acogida con alegría por el proletariado ruso.

Volney CONDE-PELAYO

Portugalete (Vizcaya)

 

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año III, San Sebastián, 4 enero 1936  Segunda época nº 6

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