Los títulos de “Las empresas que nos aguardan” y la “Persistencia del Frente Popular”, ha publicado “El Liberal”, de Bilbao, dos sendos editoriales los días 3 y 5 de la pasada semana, en los cuales, un conocido personaje expone sus particulares puntos de vista sobre algunos problemas de palpitante actualidad; problemas y puntos de vista que exigen de nuestra parte el debido comentario.

Lógicamente cabría pensar que el título del primero de los citados artículos evocara los deberes de los trabajadores ante la interesante situación política actual; la necesidad de coordinar sobre bases programáticas más amplias y medidas de organización más sólidas y eficaces el Frente Único de los obreros y campesinos, haciéndolo indestructible sobre el basamento de las Alianzas Obrera y Campesinas, la unidad Sindical y el Partido Único del Proletariado, con el complemento necesario de la organización unificada de las jóvenes generaciones juveniles. Y que a continuación señalara las reivindicaciones más urgentes a conquistar, a tenor del compromiso programático de Frente Popular para la más pronta consolidación de triunfo electoral e incluso para la lógica ampliación del mismo. El ingenua lector que, dejándose deslumbrar por el pomposo título que encabeza dicho artículo, tal cosa creyera, se habrá visto defraudado en sus legítimas esperanzas. No hay a través de todo él ni una sola línea  que guarde la más mínima relación directa —y en el fondo, ni siquiera indirecta— con estos fundamentales problemas y deberes.

Para el ilustre articulista “las empresas que nos aguadan” redúcense  a las de tipo exclusivamente electoral y con bien definida tendencia a elevar a la categoría de finalidad suprema, de instrumento decisivo, lo que de ningún modo pasas de ser un accidente y un arma de eficacia relativa y de efectividad bien limitada. La exuberancia política de este señor queda aprisionada en una apreciación cominera y estrecha de un horizonte político que ofrece como perspectiva la más halagüeña una triple contienda electoral, ante cuyo barrunto —es lo que se deduce— deben ser postergados todos los otros problemas, por apremiantes e indeclinables que los mismos sean.

¿Qué importa el que las Alianzas Obreras y Campesinas atraviesen un período de postración y el que la Unidad Sindical sea saboteada —zona minera de Vizcaya— por ciertos elementos que siguen las inspiraciones directas del citado articulista, y que en general queden al margen de esta corriente las masas trabajadoras de la C. N. T.? ¿Qué tiene de particular para los ulteriores rumbos de la situación política el que la aplicación total del decreto de la amnistía se halle obstaculizado por un aparado judicial, fascista hasta las cachas, que el cerrilismo de ciertas Empresas, enemigas del régimen, ofrezcan una feroz resistencia a la aplicación del decreto sobre la readmisión de los represaliados, que el caciquismo rural continúe haciendo de las suyas, pese al decreto abolicionista de los desahucios o precisamente por la limitadísima amplitud del mismo, en que, pese al tiempo ya transcurrido, no se haya tomado ni la más elemental medida para combatir al pavoroso problema del paro y tantos y tantos problemas de fundamental importancia? Todos ellos resulta, por lo visto, de orden secundario y sin ningún relieve ante el volumen y magnitud de las formidables batallas electorales que el articulista nos anuncia. Granadas éstas, lo demás vendrá por añadidura. Y la añadidura que se adivina a través de la prosa del inspirador de “El Liberal”, de Bilbao, consiste en hacer la revolución desde el Parlamento y el Gobierno, a golpes de “Gaceta” oficial y de brillantes peroratas. Una revolución a la medida, espiritual, decentita, elegante, refulgente de intelectualismo, sin puños en alto, ni prosaicos apremios de libertad, justicia y pan.

Cualquier otro punto de vista que no encaje en esta visión paradisíaca; cualesquiera  actividad que no esté inspirada en la suprema preocupación de “estas empresas que nos aguardan”, resultan para el campanudo personaje de marras pura demagogia. Bien están las manifestaciones de júbilo —¿júbilo solamente?—, concede paternal y generoso, “pero ellas no deben servir para establecer entre los elementos concurrentes una especie de “record” demagógico, que pretenda ganarse a fuerza de extremar los lemas de carteles y estandartes. Porque con ciertas pugnas palabreras, en vez de educar se desorienta y conviene evitar que el júbilo se convierta en alharaca”. (Textual.)

¡Oh, exquisita y educadora ponderación evolucionista! No faltará, como no ha faltado, quien sepa agradecer tus sabio y preventivos efectos, si bien sean éstos cada vez más limitados. ¡Manes verbeneros del 14 de abril! ¿Dónde estáis, que no os encuentro? ¡Tal podría ser la amarga elegía que sirviera de resumen el artículo en cuestión! Y como remate o puntilla, un maligno comentario que el autor coloca en los primeros párrafos y como al desgaire, basado en la desproporción existente entre “las nutridas asistencias a las manifestaciones callejeras y los menguados efectivos que concurren para la acción en lo momentos decisivos”. Y todo ello escrito en letras de molde y sin perjuicio de que el que tales cosas escribe continúe escribiendo y, lo que es peor, actuando, para que, a falta de la unidad de acción y dirección del proletariado, esta desproporción subsista.

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El segundo artículo, encabezado con el sugestivo título de “La persistencia del Frente Popular”, viene a ser, ni más ni menos, que una ratificación ampliada de las ideas apuntadas en el primero. Las mismas cominera oficiosidades, la misma ausencia de perspectivas históricas. Cabalgando sobre la comprobación de un hecho, cual es el de la persistencia de los Frentes Populares y cuya conveniencia fue señalada reiteradamente por el Partido Comunista, el comentarista de “El Liberal”  coincide con nosotros en la necesidad, no ya sólo de esta persistencia, sino también en dotar a los mismos de una mejor trabazón estructural y una más eficaz y coordinada dirección, centralizándola en un organismo nacional, en aras de su mayor eficacia.

Bien pronto se echa de ver que la “coincidencias” lo son simplemente de forma. El articulista se encarga de asumir nuestro prematuro gozo en el más profundo de los pozos, aunque él mismo tenga un brocal tan amplio como el hemiciclo parlamentario. La misión más alta que asigna al Frente Popular es la de garantizar nuevas y futuras victorias electorales. El objetivo exclusivo y punto terminal de la actividad de los mismos, es el de alcanzar numerosas representaciones en los Concejos locales y provinciales, 300 o más diputados en el Parlamento y, como coronación de este grandioso andamiaje,  la elección para la más alta magistratura de la nación de un tan ilustre y ponderado personaje como el propio articulista en cuestión. Y ahí es nada los beneficios que ha de reportarnos la aplicación de esta sencilla fórmula o que, por lo menos , se esfuerza en demostrárnoslo con conmovedora insistencia el articulista: “la consolidación del régimen sobre bases tan firmes que no sea posible un nuevo retroceso”. Nada más; pero tampoco menos.

Ante tan venturos perspectiva, cabe pensar que la organización unificada, movilización y vigilancia revolucionaria de los trabajadores está de más. Que igualmente, y por el mismo motivo, no tienen razón de subsistir ni la Alianzas ni los Sindicaos, ni tan siquiera los partidos. Unos cuantos millares de concejales y diputados provinciales, 300 ó más diputados en el Parlamento y al frente de todos ellos un gran mariscal, constituirán tropa suficiente y numerosa aguerrida como para garantizar la defensa de nuestros intereses e incluso conducirnos, con toda comodidad, sin ninguna clase de desviaciones y tropiezos, a la meta final de nuestras máximas aspiraciones.

¡Y que para llegar a esta sencilla y conmovedora conclusión por parte del mentor de “El Liberal" se haya pasado la vida aquel infeliz de Carlos Marx exprimiéndose el cerebro y emborronando montañas de papel! ¡Si ahora va a resultar que la República de Trabajadores de todas clases estuvo a punto de irse a pique por la sencilla y exclusiva razón de que no contaba en un momento dado con la cantidad necesaria de diputados que la defendiera! ¡Si incluso vamos a tener que convenir que la razón suprema del alzamiento de Octubre estaba impuesta como pretexto que nos permitiera hacernos con un magnífico y variado índica de temas electorales a cuyo conjuro pudiéramos asegurarnos 300 actas que, por lo visto, son necesarias en España para llevar a feliz término ciertas empresas!

Hay que reconocer que el autor de los artículos que comentamos ha renunciado tiempo ha  a ciertos “recordismo” y, por lo tanto, no puede ser tildado de inconsecuente. Por el contrario, es más justo pensar que el carácter de ciertas persistencias —y no solamente las que sirven para encabezar artículos periodísticos— planea al proletariado, si éste está dispuesto a continuar por la senda trazada en Octubre —y nos consta que así es —, la rápida adopción de medidas de profilaxis susceptibles de aislar de su cuerpo social todos los gérmenes de revisionismo antimarxista y de reformismo claudicante y confusionista que, desde los discípulos de Lassalle y a través de los Berstein, Kautsky y compañía, han venido, cual parásitos incrustados en sus filas, esterilizando tantas energías revolucionarias y deformando tantas claras inteligencias a mayor gloria y provecho de todos los expropiadores de plus-valía y de todos los explotadores que en el mundo han sido.

Juan ASTIGARRABIA

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año III, San Sebastián, 14 marzo 1936  Segunda época nº17

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