Uno de os pecados que de siempre ha maculado el liberalismo euskeldun ha sido el empequeñecimiento y la desfiguración del gran problema de nuestra libertad patria. A principios del siglo que corremos, y ya en compañía del socialismo liberaloide de la época, sus actitud llegó al extremo de combatir y negar el derecho de nuestra independencia, intimidados por el ambiente derechista del nacionalismo creado por el escandalosos fraude histórico a que se libró el jelismo aprovechando la lenidad y dejadez de las llamadas izquierdas.

Afortunadamente, tales teorías van diluyéndose al contacto con el marxismo, y el proletariado, libre de esa tradición envuelto en la cual nación a la vida política en nuestro país, nutre cada día con mayor decisión el frente de la lucha nacional antimperialista. Esta mutación tiene, sin embargo, sus esquinas y en ellas han quedado prendidos jirones de ese pasado. La idea de una Euskadi libre en manos de Jel, por ejemplo, debilita en muchos el convencimiento de que debe tener plena soberanía nuestro pueblo para disponer de su futuro, llegándose de tal guisa a la conclusión de que la independencia es posible siempre que nos toque administrarla a nosotros, los obreros. Ilustra esta afirmación la frecuencia con que se prodiga el grito de “¡Gora Euskadi Gorria!” El grito en sí nos parece muy bien; por ello luchamos. Pero lo que no puede aceptarse es el carácter que se le da de réplica a ese otro (que también es nuestro) de “¡Gora Euskadi Askatuta!”; es decir, viva la libertad de Euskadi, si ha de ser roja; si no, que siga atada a Madrid. Tal propósito no puede confirmarse con el marxismo-leninismo,

No. hemos dicho que somos partidarios de la autodeterminación de los pueblos y lo somos hasta las últimas consecuencias. Si éstas habían de ser un Euskadi regido por los jeusitones que anida el P. N. V., nosotros, aun en el caso de que el resto de los pueblos ibéricos se hubieran constituido en Unión de Repúblicas Socialistas, seguiríamos respetando y defendiendo la voluntad popular. ¿Cómo habría de variar ésta? ¿Por la sujeción o la anexión violenta del exterior? Es evidente que no,  que habría de ser por la lucha social que nosotros llevaríamos en el interior. Y esto es lo que nunca hipotecaremos los marxistas: libres o subyugados nacionalmente, nuestra lucha contra la burguesía nacional y extranjera seguirá constante e implacable.

Pero es que, además, tal y como hoy están las cosas, la independencia de Euskadi, aun cuando ésta siguiera en régimen capitalista, significaría un rudo golpe el imperialismo español por cuanto ello sería un desmembramiento de su Estado, cuyo debilitamiento facilitaría la lucha, no sólo de os explotados en el Estado español, sino también en Euskadi, cuya burguesía no dispondría del aparato coercitivo de aquél, haciendo así más posible la transformación del régimen social.

Libertad plena, incondicional, absoluta. Y si culpas pasadas del liberalismo y de  un socialismo insensibilizado por él, han posibilitado con la gran falsificación histórica del jelismo la construcción de esa fortaleza capitalista que es P. N. V., a nosotros marxistas corresponderá deshacerla y restableciendo la verdad de nuestro pasado nacional, dar a nuestro pueblo, libre u oprimido por el imperialismo, ese tiene “gorria” perfectamente compatible con nuestras famosas “lege-zarra” que nosotros reivindicamos, y que si se han anticuado en sus letra, mantienen siempre vivo y en un plano de actualidad su sublime espíritu de justicia e igualdad social.

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Nota de la Redacción.— Estúdiese al respecto el folleto “Por la independencia de los pueblos oprimidos”, de Lenin, Stalin y Bujarin.

 

  

 

euskadi roja

ORGANO en EUSKADI del PARTIDO COMUNISTA (S.E. de I.C.)   PORTAVOZ de los SINDICATOS REVOLUCIONARIOS

Año IV, San Sebastián, 16 Mayo 1936  Segunda época  nº 26

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