Comunista, natural de San Sebastián (Gipuzkoa). Carpintero, casado. Se afilió al PCE en 1930.

En 1933 fue nombrado secretario político del comité local de San Sebastián. Participó en actividades de agitación y propaganda con "Euzkadi Roja". Miembro del Comité Central del PC de Euzkadi.

Durante la guerra luchó como comisario de Finanzas en la Junta de Defensa, comandante de milicias, de batallón y de brigadas. Enlace entre el PCE y el Estado Mayor.

Con la caída de Bilbao, pasó a Francia y de aquí a Barcelona, siendo destinado a la Escuela de Capacitación de Jefes y Oficiales de Baza (Granada). Al finalizar la guerra fue internado en el campo de concentración de Albatera (Alicante). Logró fugarse antes de que el comandante Ortega, de Irún, llegara al campo para identificar a los vascos allí recluidos, cruzando la frontera a pie por Pamplona. Trabajó en Francia en el aparato del PCE hacia España, siendo detenido en la cárcel de Bayona, de la que fue trasladado al campo de castigo de Vernet, en el Ariège.

Salió del campo en abril de 1940 gracias a la intervención del Gobierno Vasco, embarcando para Santo Domingo a finales de mes.

En septiembre pasó a Cuba donde el PCE había instalado un centro de dirección cara a España. En la primavera de 1941 la dirección del B.P. en México, envió a varios camaradas, entre los que se encontraban Isidoro Diéguez, Jesús Larrañaga y Manuel Asarta, con el fin de reforzar el trabajo del PCE en España, dirigido por Quiñones.

Asarta llegó a Lisboa el 30 de abril de 1941. En septiembre de 1941, a punto de "pasar" al interior, fue detenido el "grupo de Lisboa" por la policía salazarista y entregado a la española. Tras ser interrogados en la Puerta del Sol fueron conducidos a la prisión de Porlier, en Madrid.

El 19 de enero de 1942 fueron juzgados en consejo de guerra.

Asarta y cinco de los acusados fueron condenados a muerte, siendo fusilados, junto a seis personas más, en la madrugada del 21 de enero de 1942.

AGHD, Tribunal Militar Territorial 1º, fondo Madrid, sumario 108.289; AHPCE, Informes sobre camaradas, jacques 653-654; AHPCE, Represión política, caja 44, carpeta 41/2; AGUDO, Sixto, 2003, 25, 28 y 37; FERNÁNDEZ, Carlos, 2002, 71, 154-163, 171-174, 176-177, 263, 276 y 350; GARCÍA, Manuel, 2012, 212; MORÁN, Gregorio, 1986, 36 y 54; NÚÑEZ, Mirta y ROJAS, Antonio, 1997, 66, 153 y   169; RODRÍGUEZ, Mikel, 2001, 20-23, 96-97, 168 y 211

 

Crónica de un COMUNISTA  -  MANUEL ASARTA

 “Cada comunista dondequiera que esté, en la fábrica, en el trabajo ilegal, en el destacamento guerrillero, en la cárcel, debe pensar siempre que él es el Partido, que en él ven al Partido y tiene el deber de ser digno de esta condición de miembro del Partido”

MANUEL ASARTA, supo cumplir con honor esta hermosa misión que Dolores Ibarruri pantea ante uno de los miembros el gran Partido Comunista de España.

Su nombre figurará entre los mejores hijos de la clase obrera de  Euzkadi y de España, entre los más firmes y abnegados luchadores revolucionarios, entre los mejores comunistas.

Fue entre los trabajadores vascos donde con más intensidad prendieron las semillas de la lucha por el socialismo. Manuel Asarta era hijo de una de estas familias de obreros revolucionarios de San Sebastián que emprendieron con decisión la lucha contra la tiranía.

El sacrificio heroico de Manual Asarta no fue el primero en la familia. En aquellos días del verano de 1.936 en que las masas populares de San Sebastián se alzaron en defensa de la República agredida, su hermano Severino cayó en la lucha en las primeras filas de los asaltantes del Casino de San Sebastián, cubil de la reacción y el fascismo.

Manuel Asarta comenzó muy joven su vida de lucha. Primeramente en las filas del movimiento sindical en Vitoria. Allí toma parte activa en todas las luchas reivindicativas de los obreros de la construcción. La lucha sindical de Victoria tuvo en Asarta uno de sus más entusiastas animadores, de sus más abnegados dirigentes.

Sin embargo, su instinto y la experiencia de la lucha le hicieron comprender que la liberación de la clase obrera no llegaría exclusivamente a través de las luchas económicas. Comprendió la importancia del partido revolucionario que organice, eduque y conduzca a los trabajadores hacia su liberación del régimen de explotación. Asarta ingresó en el Partido Comunista. Dotado de gran entusiasmo y capacidad de organización, forma los primeros núcleos de la organización comunista en Vitoria.

En 1.934, después de implantar la República, regresa a San Sebastián prosiguiendo su actividad incansable particularmente en los sindicatos como miembro de la Federación Local de la U.G.T. En este período forma también parte de la dirección del Partido en Guipúzcoa.

La ola de huelgas que agitó a España en los años 1.932-1.933 afectó también a Rentería. En esta villa, trabajaba Asarta como carpintero en las obras de la fábrica de papel OARSO. El ya veterano luchador aparece al frente de esta huelga reivindicativa de los obreros de la construcción. Como miembro del comité de huelga Asarta trabaja intensamente. La lucha fue dura, prolongada. La represión se desata contra los huelguistas, se persigue a sus dirigentes. La policía busca a Asarta…

La persecución y las amenazas con reducen su fe revolucionaria. La patronal reaccionaria trata de rendirle por otros medios: condenando al hambre a toda la familia. Las puertas de talleres y obras se cierran para Asarta. Durante largo tiempo conoce la angustia del paro. Pero este arma de la patronal tiene el filo mellado para un comunista. Asarta no se rinde.

Como dirigente comunista, como dirigente sindical, participa activamente en todas las luchas de las masas obreras y populares que se sucedieron en  San Sebastián y en toda Guipúzcoa en este período. Toma parte activa en la organización y dirección de los movimientos huelguísticos, en la lucha contra los provocadores de Falange. Trabaja intensamente para asegurar la publicación y difusión de “Euzkai Roja”, en la organización y fortalecimiento del Partido en Guipúzcoa.

Despliega una gran actividad de agitación y propaganda, interviene en numerosos mítines.

La represión que siguió a los acontecimientos de Octubre de 1.934 fue especialmente dura en el país vasco. Para eludir la amenaza de la cárcel, que acechaba a los más destacados revolucionarios, en primer  lugar a los comunistas,  Manuel Asarta, por orden del Partido, marcha a Vizcaya. Allí participa en el trabajo del Partido en la zona industrial, donde la represión había hecho grandes estragos. En las duras condiciones de la clandestinidad, Asarta sabe cumplir la misión encomendada. Es detenido, salvajemente apaleado y sometido a proceso.

En 1.935 se celebra el Congreso de constitución del P. Comunista de Euzkadi. Entre los miembros de sus Comité Centras elegido en el Congreso, figura Manuel Asarta.

La sublevación militar fascista del 18 de julio de 1.936 le sorprende en San Sebastián. Con ardor patriótico pelea en las calles de la ciudad. Encabeza grupos de milicias. Después se incorpora a la lucha en las filas del Ejército Popular. No tardó en ser comandante. Recibe el mando de un batallón y más tarde de una brigada. Combate en el frente del Norte, en Santander, en Asturias, pasando más tarde al Estado Mayor del  Ejército de Andalucía.

Fiel a los principios del Partido, irreconciliable e intransigente contra los que abandonan su línea, comprendiendo que abandonar la línea del Partido negándose a reconocerlo significa situarse en la pendiente de la traición, Manuel Asarta toma resueltamente posición contra el traidor Astigarrabía desenmascarando enérgicamente desde el primer momento su traición abierta al Partido y a la clase obrera. Asarta apoya sin vacilar al Comité Central del Partido dando muestras de un elevado espíritu revolucionario, de vigilancia, defendiendo celosamente la justa línea de Partido.

Cuando se produce la traición casadista a la República, Asarta está en su puesto de combate. Sabe burlar en los primeros instantes la detención y el ser llevado al campo de concentración franquista. Se oculta, atraviesa montes y caseríos, escapa a mil peligros y valiéndose de un gran ingenio y serenidad, cruza clandestinamente la frontera vestido de aldeano.

Después de un breve exilio, el Partido le da la posibilidad de realizar sus mayores deseos: volver a España. En su puesto de lucha, en cumplimiento de su alta misión patriótica, es detenido y entregado al piquete de ejecución franquista.

Hasta el último instante de su vida, Asarta supo mantenerse como digno militante de su Partido, como digno hijo de su clase y de su pueblo.

Como ha dicho el camarada Santiago Carrillo: “La vida de los comunistas no termina el el lugar de tortura, no termina incluso ante los pelotones de ejecución. La vida de los comunistas es el Partido y el Partido, por encima del terror franquista, sale siempre adelante victorioso”.

Documento sacado del archivo histórico del PCE

 

Despedida del camarada Manuel Asarta a su compañera

Mi queridísima Manoli: ayer, día 19, me anunciaron que al amanecer de hoy sería fusilado, pero fue suspendida la ejecución; espero acabar mis días de un día para otro. He hecho inventario de mis cosas para que te sean entregadas. iNo desesperes, cariño mío! Muero tranquilo y sereno, confiado en que el sacrificio de mi vida servirá para que en el porvenir no sufran los que nos sucedan las vicisitudes de nuestra generación.

Inmenso es el amor que siento por ti y por nuestra querida amatxo; vuestra imagen me acompaña hasta la muerte. Durante toda mi vida he procurado ser un buen hijo, buen esposo y buen padre, como corresponde a un hombre de mi condición. No os dejo de herencia más que mi pasado de consecuente honradez, mi limpio apellido de comunista. ¡Cuidadlo como las niñas de vuestros ojos! ¡Que él ilumine el camino que has de recorrer durante toda tu vida!

Deseo no te dejes ganar por el dolor y la melancolía que pueda producirte mi desaparición. Eres joven todavía y el tiempo cicatrizará la herida de tu sufrido corazón. ¡Mi Manoli querida! No quiero que por venerar mi memoria renuncies a tu juventud. Te quiero demasiado para desear tal cosa.

Cuando te uniste a mí, yo no pude ofrecerte esa felicidad risueña y apacible con que sueñan las muchachas de tu edad. Ese género de "felicidad" no nos pertenece; es totalmente contraria a nuestras aspiraciones. Cuando te uniste a mí, te uniste a un luchador con el que has compartido todas tus vicisitudes durante todas las accidentadas etapas de nuestro "idilio". Procura forjarte en las enseñanzas de esta dura experiencia, pues las vicisitudes no han terminado para los que sobreviváis.

Aconseja de esta manera a nuestra querida Luisita. Yo la vigilaré desde los luceros, que no se entristezca demasiado; ya veis que yo conservo el buen humor.

Mis postreros besos para todos y en especial para nuestra amatxo, para tí, para Eusebi y Luisita.

 

Prisión de Poder, 21-1-42.

 

  1. D. –Me fusilan al amanecer."