Benito Reola Hermosilla, el militar vasco de los batallones Meabe (JSU) y Larrañaga (PC) que comandara una de las dos Brigadas Vascas enviadas por el lehendakari José Antonio Aguirre a luchar contra los fascismos aliados en suelo asturiano en 1937. Lo llevó a cabo en plena ofensiva republicana para acabar con la resistencia de los franquistas atrincherados en Oviedo. Nació en el cuartel de la Guardia Civil de Urizaharra (Peña Cerrada), pueblo de Araba. Corría el año 1903, el mismo en el que nació su a la postre compañero antifascista Cándido Saseta, y tuvieron vidas casi paralelas..
Reola quedó huérfano muy joven. Con 18 años se sumó a la guerra de África. “Lo mismo que Saseta”, parangona Tamayo. Con 21 años, Reola solicitó su ingreso en la Guardia Civil, que le destinó a Oviedo, “por ello su gran vinculación ya desde entonces”. Su segundo lugar fue Agurain (Salvatierra).
Al estallar la Guerra Civil, el Ejército de Euskadi le quiere en Oviedo. Vuelve a Euskadi y batalla en el frente de Araba y Gipuzkoa. Retorna a Asturias. Le hieren de bala en Pando a las 11.00 horas del 19 de marzo de 1937, según un documento aportado por la sociedad Aranzadi. Se hizo cargo suyo Lucinio García. Se recuperó en Bilbao y más adelante llegó a estar al cargo de la Academia y los cuarteles de Santoña en el momento en el que los nacionalistas vascos apuestan por el histórico Pacto de Santoña.
Reola, comunista, se posicionó contrario al pacto. Habla Martxelo Álvarez, de Ahaztuak 1937-1977: “Reola tuvo el valor de ser un militar fiel a la voluntad popular, al gobierno de la República, incluso frente a otras consideraciones de posibilismo político como las manejadas por el Gobierno vasco de entonces en la rendición que supuso el pacto de Santoña”.
LAS BRIGADAS. Las brigadas vascas que lucharon con los asturianos fueron dos: la primera al mando de Reola y compuesta por los batallones Rusia, Perezagua y CNT Nº3 Isaac Puente. Combatió en el sector de San Claudio tomando al asalto el pico del Pando, cortando el pasillo que unía a los sitiados en Oviedo con Grado, donde estaban las columnas gallegas franquistas. En ese lugar, durante una visita de inspección a las posiciones de sus tropas, Reola fue cuando resultó gravemente herido en el pecho. La segunda brigada fue la del Comandante del Euzko Gudarostea Cándido Saseta con los batallones Amayur, ANV Nº2 Eusko Indarra y el UGT Nº2 Indalecio Prieto.
Tras el avance franquista, Reola siguió combatiendo hasta la caída del frente asturiano en octubre de 1937 y con ello la desaparición del Frente Norte. El alavés se mantuvo en la resistencia en Asturias y León. Fue en esos parajes de montaña, en la zona de Pola de Gordón, donde a finales de octubre de 1937 se le pierde la pista, ignorándose su paradero hasta septiembre de 2013 en que el colectivo Ahaztuak 1936-1977 y sus familiares dieron a conocer lo ocurrido con él, tras hallar varios informes que certifican cómo el 1 de noviembre de 1937 dos cuerpos sin vida fueron encontrados con heridas por arma de fuego en la cabeza en una cuneta en el término municipal de Cuadros, León.
El cuerpo de Reola estaba totalmente documentado. Lo narra su nieto: “El cuerpo llevaba consigo desde una cartera a su documento de identidad, fotos...”, argumenta; y va más allá al haber conocido a un hombre que siendo niño, con cinco años, vio cómo eran transportados al cementerio en un carro “del señor Lesmes”. Más adelante, casualidades de la vida, fue gracias al enterrador del pueblo donde, dispersos, descansan los restos óseos de Reola. “Este hombre que hoy tiene 83 años nos dio todo tipo de datos que coincidían con su fisonomía”.