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LA MARCA y otros textos 

Materiales recuperados para el debate contemporáneo con el Difusionismo y el Nuevo Institucionalismo.

Selección, recuperación, ordenamiento y presentación de León Vallejo Osorio.

Corrección de Textos César Julio Hernández y Eulalia Hernández Ciro.

Reproducido por el Centro de Estudios e Investigación Docente CEID-ADIDA, para el trabajo de los equipos y líneas de investigación.

Nota del copilador: Los textos que aquí incluimos, fueron dados a conocer antes de 1955 en las “Obras de Marx y Engels” y en otras publicaciones del que fuera el Instituto de Marxismo-Leninismo. A excepción de “La Marca”, todos circularon en un grueso volumen editado por la Editorial Cartago que contenía una rigurosa compilación que apareció bajo el título “Carlos Marx, Federico Engels SOBRE LA RELIGIÓN”, en una edición de 1959 fechada en Buenos Aires. De “La Marca”, se conoció en castellano una vieja edición sin fecha que confrontamos con versión de S. Meremer, incluida en “Del socialismo utópico al socialismo científico”, fechada en 1946, por la Editorial Lautaro, en Buenos Aires. Esta misma versión fue recogida en el volumen “Sobre el modo de producción asiático” que publicó, en 1969, la editorial Martínez Roca en Barcelona; allí se incluía —además— un trabajo monográfico de Maurice Godelier sobre este vital tema, junto a otros textos de Marx y Engels.

L V O

  

«Según la concepción materialista de la historia, el factor, que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta —las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los parti­cipantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas reli­giosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas— ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma»

Federico Engels

«Si el poder político es económicamente impotente, ¿por qué entonces luchamos por la dictadura política del proletariado? ¡La violencia, (es decir, el poder del Estado) es también una potencia económica!»

Federico Engels

 

I. DIFUSIONISMO, FORMACIÓN SOCIAL Y NUEVO INSTITUCIONALISMO

 

(Notas para un debate)

1. Materiales para un debate contemporáneo con el Difusionismo y el Nuevo Institucionalismo

El GRIN[2] “El sujeto pedagógico y las condiciones materiales de la práctica escolar” del CEID-ADIDA (con su línea de investigación “Las condiciones materiales de la práctica escolar”) ha venido escudriñando la relación entre las llamadas “instituciones” y la generación histórica de los sujetos[3]. Así, hemos constatado que la formación de los sujetos requiere de currículos históricamente establecidos y —sobre todo— que las instituciones (en cuanto son formas de los aparatos de Estado) concretan el lugar y los instrumentos donde y con los cuales estos currículos despliegan su carácter o —como diría Marx— su “rango y función”.

En importantes sectores de la academia, pero también en las esferas de dirección de los Estados capitalistas contemporáneos, se tiene entendido —desde los fundamentos teóricos de las llamadas “políticas públicas”— que la causa de las “dificultades” por las cuales atraviesan hoy estas sociedades (“los problemas de gobernabilidad” dicen ahora), radica (esencialmente) en las características actuales (o en las deficiencias) de sus instituciones.

12 Nuestra indagación ha arrojado una luz contraria: la naturaleza de las instituciones depende de los procesos históricos; vale decir, de las formaciones sociales histórico-concretas, donde ellas se forjan. Al respecto señala Federico Vallejo Mondragón:

«Vale la pena anotar que el debate y consecuente generación de teorías en el seno de los Neo Instucionalismos —histórico, sociológico y económico—, no se ha interesado en la pregunta “¿de dónde surgen los arreglos institucionales?”. Su cuestión gira en torno a las preguntas “¿cómo afectan las instituciones al desenvolvimiento de las sociedades? ¿Qué papel juegan éstas en el resultado del juego social?”. En el mejor de los casos se preguntan “¿cómo se adaptan las organizaciones y los sujetos al cambio institucional (exógeno)?”. Dicho de otra forma, las instituciones son tomadas como un dato exógeno asumido como el “contexto” en el cual organizaciones y sujetos actúan»[4]

Esto nos pone en el corazón de un debate, ahora necesario, tanto con el Nuevo Institucionalismo (o “Neoinstitucionalismo”), como con el Difusionismo y el Eclecticismo que los sustenta.

Como resultado indirecto de nuestra investigación, hemos re-encontrado y retomado estos esclarecedores textos de Engels (“La Marca”[5] y otros textos relacionados), muy poco conocidos y extremadamente difíciles de ubicar en el mercado editorial. Hoy los proponemos como referentes de un nuevo debate con el Neo-Institucionalismo.

13 El esfuerzo de publicarlos y ponerlos a disposición de la academia, en el curso de la formación de nuestro Instituto Superior de Pedagogía, vale la pena.

Los textos que aquí incluimos, fueron dados a conocer antes de 1955 en las “Obras de Marx y Engels” y en otras publicaciones del que fuera el Instituto de Marxismo-Leninismo (de la, por entonces, URSS). A excepción de “La Marca” y las cartas de Engels a Marx sobre este texto, los documentos aquí incluidos, circularon en un grueso volumen editado por la Editorial Cartago que contenía una rigurosa compilación que apareció bajo el título “Carlos Marx, Federico Engels SOBRE LA RELIGIÓN”, en una edición de 1959, fechada en Buenos Aires[6].

De “La Marca”, se había conocido en castellano una vieja edición sin fecha que confrontamos con la versión de S. Meremer, incluida en “Del socialismo utópico al socialismo científico” y fechada en 1946, por la Editorial Lautaro, de Buenos Aires. Esta misma versión fue recogida en el volumen “Sobre el modo de producción asiático”, que publicó, en 1969, la editorial Martínez Roca en Barcelona; allí los editores incluyeron junto a otros de Marx y Engels que posibilitaban el análisis que el pensador francés propuso, un trabajo monográfico de Maurice Godelier, a nuestro modo de ver imprescindible por estos días a la hora de abordar este vital tema de los planteamiento del Marxismo sobre la marcha de las sociedades por la historia. Sin duda alguna, invitamos a escudriñar a fondo el aporte de Godelier tanto como los documentos aquí reunidos[7].

14 Las cartas de Engels sobre La Marca aparecieron proporcionadas por la Editorial Problemas de Buenos Aires, en 1947. De allí las tomó la edición de Martínez Roca que, en este caso hemos utilizado.

Considerando las dificultades en el presupuesto, no hemos incluido los textos “Las condiciones sociales en Rusia”, redactado por Engels en 1875, y su postcriptum de 1894, que también arroja claridad sobre este debate; pero convocamos igualmente a estudiarlos con responsabilidad. El hecho según el cual en Internet y en algunas bibliotecas particulares (y no tanto ya en las públicas) aún podemos encontrarlos las “Obras escogidas de Marx y Engels”, nos tranquiliza un tanto y remitimos a su búsqueda y consulta en el tomo II (página 409 y 421) de las mismas[8].

Bruno Bauer y el cristianismo primitivo”, “El Libro de la Revelación” y “Sobre la historia del cristianismo primitivo”, son traba­jos donde Engels —a contravía de las que son las actuales apuestas de todo Difusionismo y de todo Institucionalismo “viejo” o “nuevo”— muestra con suficiente claridad y solvencia intelectual cómo, de qué manera, y bajo cuáles formas, las formaciones sociales concretan eso que pudiéramos llamar “instituciones”; así como las condiciones históricas que, a partir de la aparición de la propiedad privada, determinaron la lucha de clases.

15 Vemos allí desplegarse ante nuestros ojos la lucha social (política e ideológica, de clases) que, en el periodo que va de la consolidación a la declina­ción del Imperio Romano, concretó el surgimiento del cris­tianismo. La presentación que de estos artículos hace el Instituto de Marxismo Leninismo, señala cómo ellos “demuestran con claridad y en forma convincente que el cristianismo nació como una concepción de personas totalmente desesperadas, después de que las numerosas rebeliones de esclavos, indigentes y nacionalidades esclavizadas contra el yugo del Imperio Romano fueron ahogadas en sangre”. La institución de la Iglesia católica (y, luego, las de las otras iglesias cristianas) tiene en su origen el rastro de la lucha de clases. Su estudio, y las lecciones que en ello encontramos, sin duda, nos permiten avanzar también en el conocimiento de nuestra realidad actual, en la medida en que nos entregan claves esenciales de las articulaciones históricas de nuestra propia formación social.

 

2. Sobre el origen de nuestra propuesta

Así, pues, al invitarlos esta noche a estudiar estas obras de Engels, quisiera empezar señalando cómo y dónde surge, en la dinámica del Seminario Vigotski, la necesidad de hacer los planteamientos que ahora exponemos a manera de avance de la investigación que —por estos días— adelantamos. Al hacerlo, presento la propuesta de trabajo que pretende continuarla sobre los ejes que —hoy— vamos a tratar de hacer explícitos y públicos.

El Seminario está, en este momento, asumiendo el cruce de varios “vectores”, a saber: a) retomar el rastreo que veníamos haciendo sobre las vicisitudes del determinismo en la historia del pensamiento humano y en el “camino” de la ciencia; b) profundizar en nuestra comprensión de la actual crisis del capitalismo, vale decir de las condiciones materiales, base de fenómenos tales como los ajustes curriculares propuestos (en realidad impuestos) en y desde el aparato escolar contemporáneo como matriz de la mueva organización del trabajo[9] y… c) sintetizar nuestra posición sobre la generación de los sujetos (también los escolares), partiendo de los análisis que veníamos desplegando sobre la naturaleza del currículo y las sospechas que veíamos aparecer en nuestro discurso sobre la vinculación histórica de las instituciones como “matrices” de todo sujeto.

16 En relación con el primer punto, el intento se hizo fructífero ya en la tercera sesión de trabajo de este año, donde la intervención de los compañeros de COPROGE, así como los comentarios, réplicas y notas que ella generó (entre otras, las que hicieron los compañeros del GRIN)… nos catapultó, otra vez, a preguntarnos por los rescoldos que tanto el Difusionismo como el Institucionalismo podrían tener entre nosotros. El debate quedó así planteado en términos concretos.

 

3. El Difusionismo

Precisemos, inicialmente, sobre el Difusionismo: Los alemanes Leo Frobenius, Wilhelm Schmidt y Fritz Graebner, son sus representantes más ilustres y reconocidos. Pero, más allá de esta constatación, debemos especificar que el Difusionismo es un esquema ideológico que marcó la academia, de nuevo, en los penúltimos decenios del siglo XX. Se presentó, desde sus orígenes, bajo la forma de una reacción contra el Evolucionismo del XIX. Las diferencias y similitudes culturales se explican allí por una misteriosa tendencia de los seres humanos a imitarse entre sí, y no “por la inventiva de la mente humana”. Así por ejemplo, desde el punto de vista de los difusionistas, la tecnología y arquitectura de los incas y de los aztecas, se explican porque fueron supuestamente “difundidas desde Egipto o desde el sureste asiático”, pues debieron copiarse, traerse de alguna parte… ya que no pueden concebir que pudieran “ser inventados independientemente” por nuestros aborígenes del Perú o de México[10].

17 La carga racista de estos planteamientos es inocultable. Como se ve, para los difusionistas las culturas son “como un mosaico de elementos derivados de una serie fortuita de préstamos entre pueblos cercanos y distantes”, en un proceso que “designa la transmisión de rasgos culturales de una cultura y sociedad a otra distinta” por cuanto, según esta lógica —que aquí se “disculpa”— siempre ocurre que “la mayoría de los rasgos hallados en cualquier sociedad se han originado en otra”[11].

En la conversación con Federico Vallejo, han venido quedando establecidas estas precisiones[12]:

Versiones renovadas de ese Difusionismo —que por entonces buscaba desde la Antropología claves universales del comportamiento humano— se encuentran en autores como Peyton Young[13], los cuales usan modelos matemáticos para analizar la difusión en contextos locales o particulares —“en el marco de una lógica situacional” diría Popper—. Su enfoque es derivado (con total ausencia de dialéctica) de los desarrollos de la mecánica de fluidos; donde, por ejemplo, al sumergir un cuerpo caliente en una piscina el calor tiende a difundirse cambiando la temperatura de todo el sistema.

18        Por eso, estos modelos —teorías— estudian la manera cómo ciertos comportamientos son homogeneizados en procesos dinámicos de “imitación” en las sociedades. Su enfoque particularista (no universal) responde a preguntas tales como: ¿Cómo “todo el mundo” termina usando el sistema Windows? ¿Cómo una estrategia comercial se generaliza? ¿A qué velocidad y bajo qué condiciones? ¿Cómo se generaliza un comportamiento corrupto en una organización? ¿Cómo aprenden los sujetos a decidir en qué momento emigrar (convertirse en desplazados) tras una amenaza de la los “factores armados” a su pueblo de residencia o a su región?

Su enfoque es un claro matrimonio entre la llamada Teoría de Juegos y la Teoría de las Redes Sociales tan en boga por estos días.

Otros enfoques, que aparecen —para usar un término Lakatosiano— dentro del mismo Programa de Investigación —y que conducen al mismo resultado— es el análisis de los llamados “comportamientos de manda” o “lógicas del contagio” el cual analiza bajo qué condiciones alguien se encontraría por ejemplo inmerso en una asonada saqueando almacenes —aunque en circunstancias aisladas no se le ocurriera robar a nadie—. La pregunta que ahí hace este “programa” es: ¿Cuál es ese límite de cambio de conducta?

Vemos así por qué la pregunta que, en ese contexto no se puede hacer y el asunto que no se explica es: “¿de dónde surge la innovación, cuál es su causa? ¿De dónde y por qué se hace necesario un comportamiento como el de los emigrantes? ¿Qué lo determina históricamente?”[14]

19 Por eso, según la “mirada” difusionista, si comemos lo que comemos, es porque nos lo enseñaron otros pueblos y otras culturas superiores que copiaron de otros que a su vez copiaron (hasta que podamos encontrar en la cadena esos seres “superiores” que —inicialmente— sí fueron, en ello, dignos y originales). El Difusionismo explica que si una sociedad como la nuestra piensa en las claves judeo-cristinas, es simple y solamente porque ese pensamiento, que proviene del oriente medio, nos fue impuesto por medio de una especie de “contagio”. Otro tanto dirá la “aprehensión” sobre por qué en nuestras formaciones sociales hemos asumido las formas republicanas y parlamentarias de la democracia burguesa: sencillamente porque las imitamos y tomamos de Europa occidental (“avanzada”)… En el fondo, y reducido al absurdo, el Difusionismo tiene —a la base— una creencia: “los rasgos culturales tienen un único origen a partir del cual se dispersan geográficamente y son adoptados por otras sociedades”. Es, ni más ni menos que la tesis que deniega la existencia de las formaciones sociales como formaciones históricas concretas.

Preguntamos, en la lógica de Harris, a las posturas difusionistas: ¿Existe una tendencia “automática” a la difusión de rasgos culturales o de relaciones económicas y sociales?

Desde luego que se da el caso de sociedades próximas entre sí en el espacio geográfico que, ocupando “ambientes similares” tengan semejanzas. Algunos creen ver allí procesos de “adaptación” impuestas por “condiciones parecidas”. La demoledora crítica a la cual somete Harris al Difusionismo —es también— esclarecedora. Pregunta el sociólogo: ¿cómo explicar entonces la existencia de sociedades que, a pesar de estar “en estrecho contacto durante cientos de años” mantienen “estilos de vida radicalmente diferentes”?. Son muchos los ejemplos: junto a pueblos nómadas han permanecido pueblos sedentarios (por ejemplo, los incas “tuvieron un gobierno de tipo imperial, mientras que las vecinas sociedades de la selva carecían de cualquier forma de liderazgo centralizado”).[15] ¿Cómo explicar que pueblos que no han tenido ningún contacto entre sí, tengan —sin embargo— herramientas, dispositivos técnicos o tecnológicos semejantes o esquemas míticos idénticos?[16].

 

[1] Transcripción (editada y ampliada) de la versión magnetofónica de la conferencia impartida bajo el mismo título, el 19 de Marzo de 2008, en el Seminario Vigotski.

[2] Grupo de investigación.

[3] En estrecha relación con la línea de investigación “Educación y políticas públicas” del Grupo de Investigación “Gestión y Políticas públicas”, Categoría A-COLCIENCIAS, de la Facultad de Administración de la Universidad del Valle, del que hago parte. Debemos en particular a Federico Vallejo Mondragón (miembro de ese Grupo y partícipe de nuestros debates) las pistas iniciales y nuestro “aterrizaje en el punto de partida” que hizo necesario el ejercicio de nuestra crítica al “espectro general” del Institucionalismo viejo y nuevo.

[4] VALLEJO MONDRAGÓN, Federico. Comentarios a “La Marca y otros textos”. Correspondencia con el autor, vía mail.

[5] En 1982, Federico Engels publicó la versión inglesa de “Del socialismo utópico al socialismo científico”. En su prólogo escribió: “El pequeño trabajo que tiene delante el lector, formaba parte, en sus orígenes, de una obra mayor. (…) A instancias de mi amigo Paul Lafargue (…) arreglé tres capítulos de este libro [“La subversión de la ciencia por el señor E. Dühring”] para un folleto, que él tradujo y publicó en 1880 con el título de “Socialisme utopique et socialisme scientifique”. (...) El apéndice “La Marca” fue escrito con el propósito de difundir entre el Partido Socialista Alemán algunas nociones elementales respecto a la historia y al desarrollo de la propiedad rural en Alemania. En aquel entonces era tanto más necesario cuanto que la incorporación de los obreros urbanos al partido estaba en vía de concluirse y se planteaba la tarea de ocuparse de las masas de obreros agrícolas y de los campesinos. Este apéndice fue incluido en la edición, teniendo en cuenta la circunstancia de que las formas primitivas de posesión de la tierra, comunes a todas las tribus teutónicas, así como la historia de su decadencia, son menos conocidas todavía en Inglaterra que en Alemania. He dejado el texto en su forma original, sin aludir a la hipótesis recientemente expuesta por Maxim Kovalevski, según la cual al reparto de las tierras de cultivo y de pastoreo entre los miembros de la Marca precedió el cultivo en común de estas tierras por una gran comunidad familiar patriarcal, que abarcó a varias generaciones (de ejemplo puede servir la zádruga de los sudeslavos, que aún existe hoy día). Luego, cuando la comunidad creció y se hizo demasiado numerosa para administrar en común la economía, tuvo lugar el reparto de la tierra. Es probable que Kovalevski tenga razón, pero el asunto se encuentra aún sub judice.

[6] MARX, Carlos y Federico Engels. Sobre la religión. Editorial Cartago; Buenos Aires: 1959. Traducido de la versión en inglés preparada por el Instituto de Marxismo-Leninismo (1955)

[7] GODELIER, Maurice; Marx, Engels. Sobre el modo de producción asiático. Ediciones Martínez Roca. Barcelona: 1975.

[8] MARX, CARLOS y Federico Engels. Obras escogidas en tres tomos (tomo II). Editorial Progreso; Moscú: 1981.

[9] Al respecto véase nuestro “Guantes para la mano amoral”. www.pedagogiaydialectica.org

[10] HARRIS, Marvin. Antropología cultural. Alianza Editorial. Madrid: 1998. Pág. 548. Cf: Harris, Marvin. El desarrollo de la teoría antropológica. Siglo XXI, Madrid 1983. SOLÉ, Carlota. Modernidad y modernización. Anthropos: Barcelona: 2001. Para constatar el origen de los planteamientos que a continuación reseñamos, véase, http://sapiens.ya.com y www.idoneos.com., además del primer texto de Harris mencionado en esta nota. Otro importante referente en esta discusión es la conferencia de Estanislao Zuleta Tres culturas familiares en Colombia. En: Ensayos selectos. IDEA; Medellín: 2004. Cf.: nuestro “Hacer creer”, libro en preparación, próximamente disponible en www.pedagogiaydialectica.org.

[11] Ob. Cit. Pág. 24.

[12] VALLEJO MONDRAGÓN, F… Ob. Cit.

[13] Nota de F.V.M.: Por ejemplo, en su The Economy as a Complex Evolving System, vol. III, Lawrence E. Blume and Steven N. Durlauf, eds. Oxford University Press, 2003.

[14] VALLEJO MONDRAGÓN… Ob. Cit.

[15] Ob. Cit. Pág. 25.

[16] Tal como lo mostró Lévi-Strauss. Cf: entre otras, en: Antropología estructural. Eudeba; Buenos Aires: 1972

 

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