LA CRÍTICA DE NUESTROS CRÍTICOS

 

ARTÍCULO PRIMERO

 

No bien tal o cual tesis se aclara, no tardan en aparecer opositores, que bajo la apariencia de innovadores se empeñan en oscurecer la cuestión. He encontrado a menudo opositores y críticos de esta clase.

Kuno Fischer.

 

Todos estos señores se ocupan de esa clase de marxismo que ustedes conocieron suficientemente, en Francia, 10 años atrás, y del cual Marx dijo: “(En este caso, sólo sé que yo mismo no soy marxista!" Y es muy probable que él hubiera dicho do estos señorea lo mismo que dijo Heine de sus imitadores: “Sembré dragones y recogí pulgas”.

Engels.

(De una carta a P. Lafargue, el 27 de octubre de 1890.)

 

 

1

Hace tiempo ya que el señor P. Struve está ensayando la “crítica” sobre Marx[1]; mas hasta no hace mucho sus ejercicios “críticos” no presentaban un carácter sistemático: más bien se limitaban a breves y arrogantes declaraciones, por las que afirmaba no estar contaminado de “ortodoxia” y habilitado, por lo tanto, para ejercer la crítica. También hacía objeciones lacónicas en el sentido de que al tratar tal o cual cuestión los sucesores ortodoxos de Marx se equivocaban, mientras los "críticos” marxistas estaban en lo cierto. Pero ni las breves objeciones, ni las declaraciones lacónicas, lograban aclarar los puntos esenciales en los que radicaban los errores de los marxistas “ortodoxos”, de los cuales, precisamente, se valía para demostrar que los señores “críticos” están en lo cierto. Con relación a esto, sólo pueden hacerse suposiciones. En este sentido, lo más probable es suponer que Marx y sus discípulos “ortodoxos” erraban por no estar iluminados por la así llamada “filosofía crítica”, que derrama su fuerte luz sobre la concepción del mundo del señor Struve y de sus correligionarios críticos.

Pero no obstante haber sido dicha suposición la más probable, el lector contaba con muy poco material para verificarla. Ahora, en cambio, poseemos los elementos necesarios y podemos, por lo tanto, someter a la crítica a nuestro “crítico”. En los próximos artículos deseamos analizar la experiencia crítica publicada por el señor Struve en el Archivo de Brawn[2]. Bajo el título La teoría marxista sobre la evolución social y publicados en el mismo archivo, una crítica sobre el conocido libro de E. Bernstein Los preliminares del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, y sobre la no menos conocida réplica a Bernstein, realizada por Kautsky en Bernstein y el programa de la socialdemocracia. En estas “experiencias críticas” caracterizan muy bien tanto los métodos como el modo de pensar de nuestro autor.

Struve comienza observando que en sus ensayos no se refiere a la interpretación materialista de la historia en todos sus aspectos, “sino sólo a su aplicación en lo que respecta a la evolución del capitalismo 81 socialismo”. Pero si bien su “crítica” es dirigida directamente sobre una sola parte de la teoría marxista: la evolución social, ella se refiere asimismo a toda esta teoría en general, y hasta toca algunos de sus aspectos filosóficos, brindando así abundante material para nuestra crítica del crítico. Escuchemos, pues, al señor Struve.

Según él, su crítica a la teoría marxista se basa en tres puntos:

1) el estudio de la evolución de las fuerzas de producción en la sociedad capitalista, o, en otras palabras, la teoría del fenómeno de la colectivización y concentración de la producción, y la teoría sobre la anarquía productiva en la sociedad capitalista; 2) el estudio sobre el empobrecimiento de las clases inferiores, o “la teoría del empobrecimiento y absorción de los pequeños capitalistas por parte de los grandes”; y 3) el estudio del rol revolucionario del proletariado, vale decir, “la teoría de la misión socialista del proletariado”, creada en la marcha evolutiva del capitalismo y desarrollándose con él. Explicando esta última teoría, Struve agrega: “El proletariado, sometido al empobrecimiento, alcanza, no obstante y al mismo tiempo, una madurez política y social de tal magnitud, que lo hace capaz, mediante una activa lucha de clases, de derrocar al sistema capitalista, reemplazándolo por el socialismo.

Pues bien, veremos Lo que piensa nuestro crítico sobre esta triple base de la teoría marxista. Sin entrar en el análisis de si Marx formuló correctamente la importancia relativa de cada uno de los mencionados puntos, Struve reconoce que dichas tendencias realmente existían dentro de la sociedad capitalista de la primera mitad del siglo XIX; la teoría del empobrecimiento ha sido una mera constatación de la realidad; el desarrollo de las fuerzas productivas chocaba a la vista; los impulsos revolucionarios del proletariado, comenzando por impetuosos estallidos esporádicos y concluyendo en movimientos comunistas, se convirtieron en realidades cotidianas. No obstante, en opinión de nuestro crítico Marx se equivocaba fuertemente cuando afirmaba que los fenómenos señalados conducían hacia el socialismo.

Esta afirmación, por lo visto, no tenía para Struve ninguna base real, resultando ser una simple utopía. El triunfo del socialismo sería imposible hasta tanto el empobrecimiento de las masas populares resultara un hecho indiscutible. Este empobrecimiento de los obreros sería incompatible con un estado de madurez que hiciera capaz a esta clase de realizar un vuelco socialista. Por esto, la situación de los hechos, a mediados del siglo pasado, no daba lugar a un optimismo socialista, al que le es extraño todo lo utópico: si el capitalismo iba efectivamente a la derrota, ya no habría quién edificara sobre sus ruinas la estructura del socialismo, y si Marx, no obstante ello, era ajeno a todo tipo de pesimismo, se explicaría precisamente por lo infundado de su concepción político-social. Struve dice “que la insistente necesidad psicológica de demostrar el menester histórico del orden económico basado sobre el colectivismo, obligó al socialista Marx, a mediados del siglo pasado, a deducir el socialismo de tesis más que insuficientes[3]. Más adelante, Marx modificó sensiblemente —en opinión del señor Struve— su concepto pesimista sobre la posición de la clase obrera en la sociedad capitalista; con todo, no renunció a él íntegra y conscientemente”.

La contradicción a gritos entre el empobrecimiento de la clase obrera, por un lado, y la evolución de la sociedad hacia el socialismo, por el otro, pasaron para Struve completamente desapercibidos. Dicha contradicción adquiría para él vistas de legalidad, constituyendo una contradicción dialéctica que necesita ser resuelta[4]. En vista de esta extraña aberración psicológica, no es de admirar que Struve se viera obligado a prestar atención al “estudio de la evolución en virtud al aumento de las contradicciones”, sometiéndolo a un atento análisis.

  

II

Nuestro crítico toma dos fenómenos que se encuentran en contradicción (A y B), razonando de la siguiente manera: si el aumento de la contradicción tiene realmente lugar, la evolución de los elementos contradictorios podrá expresarse en la siguiente fórmula: la fórmula que Struve llama la fórmula de la contradicción:

 A            B

2A          2B

3A          3B

4A          4B

5A          5B

6A          6B

nA          nB

Cada uno de los fenómenos A y B se desarrolla gracias a la acumulación de elementos del mismo origen; simultáneamente, y debido a ello, aumenta entre ellos la contradicción, que desaparecerá por fin con el triunfo del fenómeno más fuerte sobre el más débil.

Pero, de acuerdo a una objeción del señor Struve, debemos imaginar que en la realidad social existen contradicciones de otra índole, que se expresan en fórmulas completamente distintas.

Fórmula II, que sugerimos llamar la fórmula de las contradicciones limadas:

A            B

2A          2B

3A          3B

4A          2B

5A            B

6A          0B

 

Cada uno de los casos expresados en estas dos fórmulas, entre A y B, existe una reciprocidad. Pero mientras en el primer caso el aumento de A determina inevitablemente el aumento de B y, por lo tanto, la agudización del antagonismo entre los dos fenómenos, en el segundo, el continuo aumento de A sólo al comienzo provoca un aumento del coeficiente B; luego de pasado un cierto limite, dicho antagonismo tiende a disminuir. De esta manera, los antagonismos se resuelven debido a una especie de “limación”.

Struve declara como “fantástica” la idea de que la evolución social “en sus virajes decisivos, se realicen exclusivamente de acuerdo a la primera fórmula”. Mas, ¿por quién y cuándo fue expuesto dicho “dogma”? Según Struve, se aterran a ella todos los marxistas “ortodoxos”. Afirmación que es completamente incierta. Creemos que difícilmente algunos de los partidarios serios de Marx admitiría como correcta la primera fórmula de Struve, y al no reconocer como cierta alguna de las dos, no se puede afirmar, por cierto, que “exclusivamente” el movimiento histórico se realice de acuerdo a esa fórmula. Sucede, en realidad, que el señor Struve se apresuró a obsequiar su dogma fantástico a sus adversarios ortodoxos.

Más adelante, en el penúltimo capítulo de este artículo, analizaremos detalladamente la primera fórmula de Struve, y demostraremos su inexactitud. Por ahora invitamos a los lectores a prestar atención a la segunda fórmula mencionada.

Ella deberá expresar la acción recíproca entre A y B, vale decir, que esta reciprocidad consiste en la actuación de A sobre B y de B sobre A. Nuestro crítico no nos dice en qué consiste esta influencia; él se limita a definir la actuación de A sobre B, y nos enteramos a través de la misma fórmula, como así también de la explicación que la acompaña, que sólo hasta cierto límite involucra también el aumento de B; luego, pasando este límite, B decrece por la influencia de A.

¿Qué significa esto? Significa que el límite indicado constituye el punto decisivo, y al sobrepasarlo, la influencia de A sobre B se invierte.

La segunda fórmula de Struve puede, por lo tanto, demostrarnos, en forma casi algebraica, cómo las modificaciones cuantitativas pasan a cualitativas, hecho que & cada paso encontramos tanto en la naturaleza como en la vida social; no obstante ello, nuestros '‘críticos” de) bando de los ‘‘teóricos del saber” lo atribuyen a los ‘‘dogmas fantásticos” inventados por Hegel y tomados a fe por Marx y sus discípulos ortodoxos. Invitamos al lector a recordar este ejemplo, que nos servirá muy bien más adelante; nosotros seguimos.

Nuestro crítico observa que el estudio de la fórmula de las contradicciones adquiere especial interés al compararla con la idea básica de la interpretación de! materialismo histórico. Es exacto por muchas razones, entre otras, porque habiendo sido formulada por Struve nos demuestra si él interpreta correctamente ai autor por él criticado.

Struve comienza la comparación con la cita tan a menudo citada y posiblemente por todos conocidas del Prefacio a la Crítica de la economía política; de Carlos Marx:

‘‘La forma de la producción en la vida material generalmente determina por sí los procesos de la vida social, política y espiritual...; en una etapa determinada de su desarrollo las fuerzas materiales de producción en la sociedad chocan con las relaciones existentes de la producción o, hablando en lenguaje jurídico, con las relaciones de propiedad, dentro de las cuales hasta entonces se desenvolvía su desarrollo. De las formas que favorecían el des- arrollo de. las fuerzas productivas, estas relaciones se transforman en frenos, de este desarrollo, es allí donde comienza el vuelco social. Con el cambio de los fundamentos económicos se modifica, con más o menos celeridad; toda la inmensa superestructura que sobre él descansa...[5] Ninguna formación sucumbe antes que todas las fuerzas productivas, a las. que cedía suficiente espacio, alcancen el desarrollo necesario. Tampoco ninguna de las relaciones superiores y nuevas de la producción, llegan a ocupar el lugar de las existentes anteriormente antes que se formen en el seno de la vieja sociedad condiciones materiales necesarias para su existencia”[6].

Hecha esta cita, Struve comienza su comentario:

‘‘Aquí está claramente expresada la idea sobre la permanente adaptación[7] del derecho e instituciones políticas a la economía como formas normales de su coexistencia. La falta de coincidencia de las relaciones legales y económicas constituye una contradicción. Es imprescindible la adaptación del derecho a la economía. En Marx se señala como diferencio fundamental la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción (relaciones de propiedad).

“La adaptación en las relaciones entre la producción y las fuerzas productivas constituye el contenido de la revolución social. En toda esta exposición hay en Marx una falta de claridad, pues por un lado ubica las fuerzas materiales de producción, y, por el otro, las relaciones de producción. que no representan otra cosa que un conglomerado abstracto de concretas relaciones económicas o, jurídicamente hablando, relaciones de derechos que constituyen una especie de hechos o “cosas” independientes. Solamente y gracias a esta falta de claridad puede hablarse de antagonismos o adaptaciones integrales “en bloque” de las fuerzas productivas íntegramente tomadas y también relaciones de derecho, imaginándose la revolución social como coalición (tanto dure un momento como un tiempo prolongado) entre estas dos existencias. Claro está que la evolución social puede ser considerada como un largo proceso de diversas coaliciones y adaptaciones. Marx, por lo visto, consideraba como correctas las dos formas de interpretación de la revolución social, sin apercibirse de su incompatibilidad. En lo que respecta particularmente a la revolución socialista, Marx se la imaginaba como una violenta colisión entre la economía y el derecho, que inevitablemente culminaría en un acontecimiento decisivo o vuelco social, siendo éste su nombre. De este modo, en la teoría de Marx sobre la evolución social todo gira alrededor de las relaciones o contradicciones entre la economía y el derecho. Marx consideraba a la economía como causa, y al derecho como consecuencia”[8].

Este comentario se distingue, como lo veremos, por una gran riqueza de contenido teórico[9]. Destacaremos, para comenzar, los dos puntos siguientes, en opinión de Struve:

1) Marx consideraba como fundamental el antagonismo que en una sociedad en evolución inevitablemente surge entre las fuerzas productivas, por un lado, y las relaciones de propiedad, por el otro.

2) Se imaginaba la revolución social como una colisión violenta entre la economía y el derecho, debido a que, en su teoría, todo gira alrededor de las relaciones entre estas dos disciplinas.

¿Será justa esta opinión de Struve? O, en otras palabras, ¿habrá interpretado y expuesto correctamente la teoría de Marx?

En lo que respecta al primer punto, indiscutiblemente tiene razón, pues la contradicción existente entre las fuerzas productivas de la sociedad y sus relaciones con la propiedad siempre ha ocupado un lugar central en la teoría marxista sobre la evolución social. Con el objeto de confirmar o, mejor dicho, esclarecer al lector el pensamiento de Marx, nosotros, además del citado Prefacio a la Crítica de la economía política, señalaremos el siguiente párrafo del Manifiesto comunista;

“Hemos visto, por lo tanto, que los medios de producción y comunicación que han servido de base para el fortalecimiento de la burguesía ha tenido su comienzo en la sociedad feudal.

"En una etapa determinada de desarrollo de estos medios, condiciones dentro de las cuales se realizaba la producción y el intercambio en la sociedad feudal, la organización de la agricultura y la industria, en una palabra, las relaciones de propiedad feudal, resultaron inconciliables con las fuerzas productivas surgidas a la vida. Estas relaciones oprimían a la producción, en lugar de aliviarla se convirtieron en cadenas. Hubo que derrocarlos y fueron derrocados. En su lugar sobrevino la libre competencia, con un régimen político y social adecuado, con predominio económico-político de la burguesía”[10].

La cuestión, como está visto, es completamente clara: la revolución social que significaba la caída del régimen feudal y el triunfo del orden económica burgués, se le ofrecía a Marx y era descrito por él como la colisión o contradicción entre las fuerzas productivas que se formaron en el seno del orden feudal, con las relaciones de propiedad inherentes a esa sociedad o, lo que es lo mismo, decir la organización feudal del agro y la industria. Pero si usted desea esclarecerse bien acerca del modo cómo Marx se imaginaba y exponía la revolución social, a la que servía con todo su corazón y su pensamiento, y la que, en definitiva, conducirá al reemplazo del orden burgués en la economía por el socialista, entonces deberá leer las siguientes páginas:

“La sociedad burguesa actual, con sus relaciones de propiedad, con su organización de la producción e intercambio, que ha creado como por arte de magia potentísimos medios de producción y comunicación, se encuentra en la misma situación que un mago impotente de dominar las fuerzas ocultas que él mismo animó con sus artes. En el curso de las últimas décadas, la historia de la industria y comercio involucra en sí toda la indignación de las fuerzas productivas contra la organización actual de la producción, contra aquellas relaciones de propiedad que determinan las condiciones de vida de la burguesía y su dominio. Las fuerzas productivas que se encuentran a su disposición ya no contribuyen a conservar las relaciones de la propiedad burguesa, por el contrario, crecieron demasiado para tales relaciones, encuentran en ellas obstáculos. Las relaciones burguesas resultaron demasiado estrechas para dar cabida a toda la riqueza por ellos creada”[11].

La supresión de las relaciones de propiedad burguesa constituyen, por lo tanto, la misión revolucionaria e histórica del proletariado.

El proletariado se encuentra, en relación con la burguesía, en una situación de guerra civil permanente, que se va ensanchando tanto en su capacidad como en su contenido, transformándose finalmente “en abierta revolución, formando la base para la dominación del proletariado mediante el violento derrocamiento de la dominación burguesa”[12]. Si alguno quisiera seguir el pensamiento fundamental de la teoría marxista sobre la evolución de la sociedad, buscándolo en algunas otras obras de él, le indicaríamos La miseria de la filosofía y la segunda parte del tercer tomo de El Capital.

Pues bien, no hay ningún lugar a dudas que en la teoría marxista sobre la evolución social todo gira alrededor de las contradicciones entre las fuerzas productivas de la sociedad y sus relaciones con la propiedad. Pero si esto resulta claro y no deja lugar a dudas, entonces surge la pregunta: ¿en qué se basa el señor Struve cuando afirma (ver infra el punto 2) que Marx se imagina a la revolución social como una potente colisión entre la economía y el derecho? ¿Acaso este segundo choque es semejante por su significado al primero? ¿Acaso las contradicciones entre las fuerzas productivas de la sociedad y sus relaciones de propiedad tienen el mismo significado que la contradicción entre la economía y el derecho?

Para contestar estas preguntas, que para nosotros tienen una importancia fundamental, es necesario aclarar qué concepto tiene nuestro crítico del término “economía”, y esto podría hacerse, por supuesto, en base a su propio Ensayo crítico, que aquí estamos examinando.

Analizando el criterio Schtamler[13] sobre la relación del derecho y la economía, el señor Struve dice entre otras cosas: “Lamentablemente, el concepto de economía (orden económico, relaciones de la producción) no coincide con lo que nosotros señalamos como elemento económico en algunos fenómenos sociales aislados. La economía, por ejemplo, es el orden económico capitalista...

Unas líneas más abajo nos encontramos con el aforismo que señala: “La economía involucra al derecho y viceversa”, y más adelante aún nos encontramos con la siguiente reflexión:

“La circunstancia o el hecho de que yo no tenga pan, no implica ninguna relación de derecho entre mí y mis conciudadanos, y que no me respondan que en otro orden social una regulación racional de derecho suprimiría el fenómeno de la desocupación. Esto solamente demuestra que tal fenómeno depende de un orden económico y jurídico dado, tomado en su totalidad”, etc.

Estas explicaciones permiten ver que la palabra economía tiene para nuestro crítico el mismo sentido que el término orden económico (capitalista, por ejemplo) o el término relaciones productivas. Pero nosotros ya sabemos que las relaciones de producción, el orden económico o la estructura económica significan, en el lenguaje jurídico relaciones de propiedad. Esto es señalado por el mismo Marx, de cuya teoría nos ocupamos en este momento, así como también por el señor Struve, que la somete a un examen[14].

Pues bien, lo tendremos en cuenta y nos preguntamos: ¿qué carácter adquiere la teoría marxista sobre la evolución de la sociedad en la exposición de su crítico? A esta pregunta cabe una sola respuesta: de la interpretación del señor Struve resulta que en la mencionada teoría todo gira alrededor de la contradicción entre las relaciones de propiedad y su régimen jurídico en una sociedad dada. O dicho en otras palabras, significa que, según Marx, la esencia de la cuestión social en la actualidad consiste en la contradicción entre las relaciones de propiedad, por ejemplo, de la actual burguesía de Francia, y su Código Civil. Vale decir, la contradicción que lleva a ese país hacia adelante, acercándolo al vuelco al socialismo. Todo esto surge de manera lógica e inevitable de la exposición de Struve; no obstante, esto representa algo tan extraño, mejor dicho, un dogma tan fantástico, que si este Ensayo crítico hallara a Marx entre los vivos, y si el autor de El capital se tomara el trabajo de conocer el contenido de este inverosímil ensayo, no le quedaría más que levantar los brazos al cielo y exclamar como el héroe del poema de Nekrasoff El juicio:

De mi propia obra

no seré, por cierto, el juez;

mas en lo que

ha dicho el crítico

yo desconozco mi idea.

Así quedaría asombrado el labrador

si luego de haber sembrado centeno

naciera un grano

que no es ni mijo,

ni fariña, ni centeno,

riño cebada espinosa, mitad rizaña.

 

III

Y que el lector benevolente no crea que estamos a la pesca de algún error introducido por casualidad. ¡No, rotundamente, no!

El monstruoso error señalado por nosotros se repite casi en todas las páginas del Ensayo, constituyendo el centro lógico dentro del cual gira cari todo el contenido de la “critica” del señor Struve sobre el marxismo revolucionario[15]. He aquí que, en unas páginas más adelante del citado comentario, el “crítico” declare categóricamente:

“La revolución que suprime las contradicciones es, de todos modos, lógicamente necesaria según la teoría marxista sobre el permanente aumento del antagonismo entre la economía y el régimen jurídico”..................

 

Ver el documento completo