INDICE
I. El “punto de vista” del señor Razumnik.
II. Hertzen y la pequeña burguesía .
III. El “error” de Hertzen, según Razumnik.
IV. Lo intelectual y lo pequeñoburgués
V. Más sobre la intelectualidad
VI. La “degeneración” del socialismo
VII. Sobre el “objetivo final” de Bernstein
VIII. El pequeño burgués “anti-pequeñoburgués”
IX. El pecado original de los utopistas
X. Nación y pueblo
XI. El pensamiento como móvil histórico
XII. El problema del individualismo
XIII. Chernichevsky y los utopistas
XIV. El rasgo principal del subjetivismo
XV. Cuanto más malo, mejor
LA IDEOLOGÍA DEL PEQUEÑOBURGUÉS
Oh, ironía, santa ironía, deja
que me incline ante ti.
P. Y. PROUDHON
I. El “punto de vista” del señor Razumnik
El señor Ivanov Razumnik escribió una obra en dos tomos, titulada La historia del pensamiento social ruso que, en muy breve tiempo, alcanzó una segunda edición. Pese a que el éxito de dicha obra no garantiza, en modo alguno, su valor intrínseco, de todos modos, indica que su contenido, es decir, el tema que aborda, responde a ciertas necesidades del público lector. Por esta razón, toda obra que goza de algún éxito merece la atención por parte del que, por una u otra razón, se interesa por los gustos de los lectores. En lo que respecta a la obra de I. Razumnik, en particular, el interés reside, además, en el hecho de que ésta está dedicada a un tema sumamente importante. ¿Cómo podría el hombre ruso dejar de interesarse por La historia del desarrollo del pensamiento social ruso.
Con avidez, pues, me dediqué a leer el "trabajo" de I. Razumnik. Lo leí y... se me hizo claro el porqué del éxito del que sin duda goza ahora nuestro nuevo historiador del pensamiento social ruso.
Todo proceso de desarrollo, toda "historia", se les presenta a la gente bajo diferentes aspectos, de acuerdo con el punto de vista desde el que lo consideren, El punto de vista es una gran cosa...; por algo dijo una vez Feuerboch que el hombre se distingue del mono sólo por su punto de vista. 4 Cuál es, pues, el punto de vista del señor Ivanov Razumnik?
Éste se caracteriza por el subtítulo de su libro; "El individualismo y lo pequeñoburgués en la literatura y vida rusa en el siglo XIX”. El señor I. Razumnik es un enemigo irreconciliable de lo pequeñoburgués. Lo pequeñoburgués es el signo mediante el cual él determina el carácter positivo o negativo de los escritores rusos. Aquel que luche contra lo pequeñoburgués gozará de su simpatía, quien se entregue a él o, peor aún, quien lo predique, es severamente censurado. De acuerdo con este criterio, la misma Historia del pensamiento social ruso se presenta en forma de un prolongado duelo entre los representantes del pensamiento ruso, "los intelectuales”, y la pequeña burguesía. Durante este largo duelo la fortuna del "combate” se inclina a menudo hacia los intelectuales rusos. Así, por ejemplo, nos enteramos por el señor I. Razumnik que "los hombres de las primeras décadas del siglo pasado, los occidentalistas, los eslavófilos, Belinski y Hertzen, les presentaron a la pequeña-burguesía ética una batalla decisiva, la pequeña-burguesía vuelve otra y otra vez a cernirse “cual un negro luminosa de las décadas del 60” (t. I, pág. 225).
Por supuesto, que tal hecho sería de gran consuelo aun si fuera expuesto en un estilo menos ampuloso. Pero lo más triste es “que luego de disipada”, la pequeña-burguesía vuelve otra y otra vez a cernirse “cual un negro nubarrón” sobre las cabezas de los intelectuales. Y es así como luego de anunciársenos la victoria de los hombres de las “primeras décadas” sobre la pequeña-burguesía ética, el señor I. Razumnik agrega melancólicamente: “qué pena que la victoria no fue decisiva”. ¡Vaya si no es una pena! Y es más grande la pena porque a la gente que piensa (no solamente la gente rusa, sino la del mundo entero), no le es dado, por lo visto, vencer alguna vez. y en forma decisiva, a lo pequeñoburgués. Tomemos como ejemplo al socialismo: muchos creen que la victoria de éste representaría la total derrota de lo pequeñoburgués, pero esto es un gran error. El señor I. Razumnik recuerda a sus lectores aquel “pensamiento herético” de Hertzen, según el cual “si bien el socialismo puede vencer en el campo de batalla, termina por degenerar luego en lo pequeñoburgués” (t. I, pág., 369)[1]. Además de esta cita, el autor, por su parte, agrega: “Esta idea de la existencia de lo pequeñoburgués, en forma potencial dentro del socialismo, la vislumbró solamente la generación de la intelectualidad rusa de los comienzos del siglo XIX". No estoy en condiciones de emprender aquí mismo el análisis que demuestre en qué consiste “el pensamiento herético” de Hertzen, y cómo lo interpretó “la generación de los comienzos del siglo XIX ”, Sobre ello me ocuparé detalladamente más adelante.
Aquí solamente me limitaré a llamar la atención del lector sobre el hecho de que si tampoco el socialismo es capaz de vencer a lo pequeñoburgués, resultará claro que éste es realmente invencible o, más exactamente, deberá parecemos como tal, a nosotros que vivimos, luchamos y sufrimos esperanzados en “este comienzo del siglo XIX”. Es que no hemos inventado aún nada mejor que el socialismo; y si resulta, de pronto, que también éste adolece de lo pequeñoburgués, por lo menos “en potencia”, ¿cómo no sentir un desaliento? ¿Cómo no exclamar: “Hay de nosotros, nacidos en este mundo"?
Sin embargo, ¿en qué consiste esa fuerza invencible de lo pequeñoburgués, y qué cosa es ésa?
Una vez esclarecido el concepto sobre la esencia de lo pequeñoburgués, obtendremos, al mismo tiempo, una visión clara sobre el punto de vista del señor I. Razumnik. Mas, para esclarecer ante nosotros mismos el concepto de lo pequeñoburgués, tendremos que abandonar, por un tiempo, a nuestro autor, para dirigirnos a Hertzen. Todo retroceso es enojoso, pero algunos suelen ser no sólo provechosos, sino incluso indispensable; con ello, fuerza es resignarse.
II. Hertzen y la pequeña burguesia
Hertzen dice sobre la civilización de los países de Europa Occidental: “Tenemos ante nosotros una civilización que fue desarrollándose en forma consecuente, con un proletariado carente de tierras, y basada sobre el derecho incondicional del propietario sobre su propiedad. Aquello que profetizó Seilles se había cumplido: el Estado medio se convirtió en un todo, a condición de gobernar sobre algo. Sabiendo o no el modo de salir de un Estado pequeñoburgués a un Estado del pueblo, con todo, tenemos derecho de considerar al Estado pequeñoburgués como una forma de evolución unilateral, una deformación”[2]. En las líneas que siguen inmediatamente a las citadas, Hertzen explica el sentido en que él utiliza el término “deformación”. Resulta que este término no significa un algo “antinatural”, fuera de lo normal. “Las desviaciones y las deformaciones obedecen a las mismas leyes que rigen a los organismos, pero además de esta supeditación general, también obedecen a otras leyes especiales, sobre cuyas consecuencias tenemos derecho a objetar y corregir”. Para ilustrar esta tesis, Hertzen cita como ejemplo a la jirafa: “En vista de que la jirafa presenta su parte anterior mucho más desarrollada (en forma unilateral), debemos deducir que este desarrollo se ha hedió a expensas de la parte posterior. Por lo tanto, dentro de un organismo pueden existir una serie de fallas como consecuencia de un desarrollo unilateral, pero que, no obstante, en nuestro caso resulta natural y relativamente normal”.
Aplicando estas consideraciones generales a la civilización de Europa Occidental, Hertzen continúa: “La parte anterior de Europa está constituida por la pequeña burguesía; sobre esto podría discutirse, si la cuestión no fuera tan evidente; pero una vez aceptado esto, no se puede dejar de ver todas las consecuencias del predominio del pequeño comercio sobre la industria. Está claro que en ese mundo será el comerciante quien llevará el timón y el que imprimirá su sello mercantil sobre todas las manifestaciones sociales. Frente a él resultarán inconsistentes tanto lo absurdo de la aristocracia de cuna, como lo desgraciado del auténtico proletario. El gobierno deberá morir de hambre o convertirse en dependiente; tendrá aferrados a su lado a sus compañeros improductivos, los tutores de la humanidad menor de edad, los abogados, jueces, escribanos, etc.”[3]
Así ocurren las cosas en la vida social, en la “esfera de la existencia”, y completamente del mismo modo, en la “esfera del pensamiento” en general y en la “esfera de la conciencia”. Con el brillante talento que le es propio, Hertzen pinta las tristes consecuencias espirituales del dominio burgués:
“Lo pequeñoburgués es la última palabra de la civilización, basada en la incondicional autocracia de la propiedad —dice él—. La democratización de la aristocracia y la aristocratización de la democracia; en este ambiente, “Alma viva” es igual a “Fígaro”. Desde abajo, todo tiende a lo pequeñoburgués; desde arriba, todo cae dentro de él, por no poder mantenerse. Los Estados de América del Norte representan un solo Estado medio, que no posee nada abajo, ni nada arriba, sólo les han quedado los hábitos pequeño-burgueses. El campesino alemán, es el pequeñoburgués labrador. El trabajador de todos los países es el futuro pequeñoburgués. Italia, el país más poético de Europa, no pudo resistir, y pronto abandonó a su fanático amante Mazzini, traicionó a su hercúleo esposo Garibaldi, apenas el genial pequeñoburgués Cavour, el “gordito de gafas”, prometió mantenerla”[4].
Será útil completar aún estas ingeniosas líneas con las siguientes:
“Todo se empequeñece y marchita sobre un suelo desnutrido. No hay talentos, no hay fuerza creadora, no hay pensamiento vigoroso, no hay fuerza de voluntad, es un mundo que ha sobrevivido a su época de gloria; los tiempos de Schiller y Goethe ya se han acabado, lo mismo que los de Rafael y Buonarotti, como los tiempos de Voltaire y Rousseau, como los de Mirabeau y Dalton; la brillante época de la industria se termina, se acaba lo mismo que la brillante época de la aristocracia; todos empobrecen, sin que por ello nadie se enriquezca, no existen créditos, todos viven para pasar el día, las formas de vida son cada vez menos elegantes, menos graciosas, todos se retraen, tienen miedo, todos viven como mercaderes, los hábitos del pequeñoburgués se han hecho generales”.[5]
Y bien, quiere decir que, en opinión de Hertzen, en Europa Occidental se afirman cada vez más las relacionespequeñoburguesas. “La pequeña burguesía ética”. El inevitable y natural producto de estas relaciones. Si fuese suprimida la causa, cesarían también los efectos. Si llegase el fin del dominio de la pequeña burguesía en la vida social, se terminaría también el dominio de la idiosincrasia pequeñoburguesa; entonces pasaría también a ser leyenda la “pequeña burguesía ética”. Pero Hertzen no vislumbraba ningún fundamento que le hiciera creer en un posible fin de la hegemonía pequeñoburguesa en Europa Occidental. Lo cierto es que él admitía la posibilidad de una “explosión" social radical, un súbito surgimiento “de una lava social” que terminaría por petrificar, destruir y dejar en el olvido a las decrépitas y débiles generaciones que se habían corrompido bajo la influencia del orden social pequeñoburgués. Esto daría lugar al comienzo de una nueva vida. Pero, ¿cuándo y por qué sucedería tal cosa? Admitiendo una posibilidad abstracta de tales “explosiones”, así sea en Europa Occidental, Hertzen las consideraba, no obstante, muy poco probables. A mi entender, los factores que podrían determinar las “explosiones” y la aparición de la “lava” eran vistos por Hertzen a la manera de Kovert, vale decir, de acuerdo con su famosa teoría, según la cual “de tanto en tanto se producen revoluciones sobre el globo terráqueo”. Según este último, aquéllas no tienen nada en común con los factores cuyas acciones observamos en el curso natural de las cosas[6]. Determinados anhelos que pudieran inducir a determinada conducta no se pueden ajustar a las posibles acciones de causas completamente desconocidas. Por otra parte, hasta estas “explosiones” y “lavas” hipotéticas se les ocurren a Hertzen tan sólo en un futuro muy lejano, luego de un cambio de varias generaciones. Se entiende que una posibilidad tan lejana y tan abstracta no pudo conmover, en modo alguno, su convicción acerca de Europa Occidental, no era otra cosa que el reino de la pequeña burguesía, del “mercader”, que deja sobre todas las cosas su sello comercial.
III. El “error” de Hertzen, según Razumnik
Habiendo hecho esta consulta necesaria con Hertzen, podemos dirigirnos ahora al señor I. Razumnik.
Él adoptó el concepto sobre lo pequeñoburgués del famoso autor de El pasado y las reflexiones. Pero en su condición de pensador crítico, él no nos llama “hacia atrás, con Hertzen”, sino que, por el contrario, nos quiere llevar adelante, “fuera de Hertzen”. Con este loable fin somete el concepto hertzeniano sobre lo pequeñoburgués a una revisión “crítica”.
Él comienza por sentar la característica de este concepto y dice: “La pequeña burguesía, en el sentido que le otorga Hertzen, es un grupo que se perpetúa en forma extraclasista y extracategorial. Estas son las peculiaridades que distinguen principalmente a la “pequeña burguesía” de la “burguesía”, que es un grupo que pertenece esencialmente a una “clase” y a una “categoría”. La burguesía es, ante todo, “un tercer Estado”, luego, es una clase social nítidamente definida y caracterizada, en una u otra forma, como una categoría económica, desde el punto de vista de las rentas. (Bajo el término renta, en su concepto amplio y convencional, se comprenden los ingresos de empresarios, como también de latifundistas.) El concepto de pequeña burguesía es infinitamente más amplio, puesto que su condición de extracategorial y extraclasista constituyen su peculiaridad” (I-I4).
Aquí protesto enérgicamente, apelando al lector, pues considero que está ahora bien enterado de que el sentido que le da Hertzen a lo pequeñoburgués en modo alguno constituye un grupo “extracategorial y extraclasista”. Todo lo contrario. Según Hertzen, lo pequeñoburgués es, ante todo, la pequeña burguesía, la que convertida en “timonero del mundo europeo occidental, transformó a su propia imagen todas las demás capas y “grupos” sociales. Un concepto semejante sobre lo pequeñoburgués podría considerarse tanto correcto como erróneo, pero de que pertenece a Hertzen, de ello no cabe ninguna duda.
¿Para qué mencionar entonces “cosas que no existen”? Me temo que si en este sentido seguimos “adelante y fuera de Hertzen”, iremos mucho más lejos de lo debido.
Por otra parte, el mismo I. Razumnik nos da un serio argumento para dudar de cuanto él había dicho al respecto. He aquí lo que leemos de él al final de) primer tomo:
"El error de Hertzen consistía en el hecho de que lo anti-pequeñoburgués lo buscaba dentro del grupo de las clases y las categorías, mientras que las categorías y las clases son siempre la multitud, la masa color gris, con mediocres ideales, aspiraciones y criterios; individuos aislados, más o menos destacados, que proceden de cualquier clase o categoría componen el grupo intelectual extraclasista o extracategorial, cuya peculiaridad fundamental está constituida por lo anti-pequeñoburgués”,
¡Vean, pues, qué aspecto adquiere ahora el concepto de Hertzen bajo la pluma de I. Razumnik! La pequeña burguesía habría sido, según Hertzen, un grupo "extraclasista y extracategorial”. Busca lo "anti-pequeñoburgués” dentro del grupo de "clase o categoría”. ¿Cómo puede interpretarse esto? ¡Pues, no se interpreta de.................
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