ÍNDICE

     I ..................................... 4

    II ..................................... 6

   III ................................... 10

   IV.................................... 13

    V ................................... 15

  VI .................................... 18

 VII .................................... 20

VIII .................................... 22

  IX .................................... 25

   X .................................... 28

  XI .................................... 30

 XII .................................... 33

XIII .................................... 36

XIV .................................... 38

 XV .................................... 40

XVI .................................... 44

 

Cuestiones fundamentales del marxismo

 

El marxismo es toda una concepción del mundo. Hablando con brevedad, el materialismo contemporáneo representa actualmente el más alto grado de esta concepción del mundo, cuyas bases habían sido ya postuladas en la antigua Hélade por Demócrito y los pensadores ionianos, sus precursores. Lo que se llama hilozoísmo no es, en efecto, otra cosa que un materialismo ingenuo. Es a Carlos Marx y a su amigo Federico Engels a quienes pertenece el mérito principal de haber formulado y desarrollado los principios fundamentales del materialismo moderno. Los aspectos histórico y económico de esta concepción del mundo, lo que se designa ordinariamente con el nombre de materialismo histórico, así, como el conjunto, estrechamente ligado a éste, de las concepciones sobre los problemas, el método y las categorías de la economía política, sobre el desarrollo económico de la sociedad, y más particularmente de la sociedad capitalista, son casi exclusivamente obra de Marx y Engels. La contribución de sus predecesores en este dominio no debe ser considerada más que como un trabajo preparatorio. Muchos y preciosos materiales habían sido acumulados, pero no sistematizados, ni considerados a la luz de un pensamiento general. Por esta razón no habían podido ser utilizados ni apreciados en su exacta justificación. Lo que han hecho en este orden de ideas los adeptos de Marx y Engels en Europa y América no es sino el estudio más o menos feliz de problemas especiales; algunas veces, es verdad, de la más alta importancia. Es por esto que generalmente no se entiende por “marxismo” sino los dos aspectos ya mencionados de la actual concepción materialista del mundo. Y esto ocurre no solamente entre el “gran público”, que no se ha elevado todavía a la comprensión profunda de las doctrinas filosóficas, sino también entre quienes se estiman discípulos fieles de Marx y Engels, tanto en Rusia como en el resto del mundo civilizado. Estos dos aspectos se consideran como algo independiente del “materialismo filosófico”, y hasta, en ocasiones, como opuesto a

éste[1]. Pero como ambos aspectos, separados arbitrariamente del conjunto de las concepciones que les están relacionadas y de las cuales forman la base teórica, no pueden permanecer suspendidos en el aire, quienes han realizado tal separación se sienten naturalmente en la necesidad de “apuntalar el marxismo”, acoplándolo (muy a menudo en la forma más arbitraria y bajo la influencia de corrientes filosóficas predominantes entre los ideólogos burgueses) a tal o cual filósofo, a Kant, Mach, Avenarius y, en estos últimos tiempos a José Dietzgen. Es cierto que las concepciones filosóficas de J. Dietzgen se han formado completamente libres de influencias burguesas y que en cierto modo se emparentan a las de Marx y Engels. Pero las de éstos últimos tiene un contenido incomparablemente más rico y ordenado, y por esta sola razón no pueden ser completadas, sino, cuando más popularizadas, hasta cierto punto, por medio de la doctrina de Dietzgen. Hasta ahora no se ha intentado “completar a Marx” por medio de Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, no sería imposible a pesar de la reciente encíclica del Papa contra los modernistas, que el mundo católico diera nacimiento a un pensador capaz de esta proeza teórica.

 

I

 

Por lo general, quienes sienten la necesidad de “completar” el marxismo alegan que Marx y Engels no han hecho, en ninguna parte, la exposición de sus concepciones filosóficas. Pero semejante razonamiento es poco convincente, y aun si fuera valedero no constituiría una razón para reemplazar dichas concepciones por las de cualquier otro pensador, colocándose frecuentemente en puntos de vista totalmente diferentes. Es preciso tener en cuenta que disponemos de suficientes datos para formarnos una idea cabal de las concepciones de Marx y de Engels. Dichas concepciones han sido expuestas de una manera muy completa y en su aspecto definitivo, aunque en forma polémica, en la primera parte del libro ele Engels Herrn Dühring Umwälzung der Wissenschaft (del cual existen varias traducciones rusas). En el interesante folleto del mismo autor, Ludwig Feuerbach und der Ausgang der klassischen Philosophie (folleto traducido al ruso por nosotros y adicionado de un prefacio y notas explicativas), están expuestas las concepciones que constituyen la base filosófica del marxismo, esta vez en forma positiva. Una característica breve, pero brillante, de estas mismas concepciones, ha sido dada por Engels en el prefacio a la traducción inglesa del folleto Socialismo utópico y socialismo científico. En cuanto respecta a Marx, es preciso señalar, en primer término, como de gran importancia para la comprensión del aspecto filosófico de su doctrina, la característica de la dialéctica materialista, expuesta por él mismo, en oposición a la dialéctica idealista de Hegel, en el prefacio de la segunda edición del primer tomo de El Capital y después las numerosas observaciones detalladas, consignadas a lo largo de la exposición de dicha obra. Algunas páginas de la Miseria de la filosofía son igualmente, en ciertos aspectos, de la más alta importancia. Por último, se puede apreciar con gran exactitud el proceso de la evolución de las ideas filosóficas de Marx y de Engels, en sus primeros escritos, publicados recientemente por P. Mehring, con el título de Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lasalle, Stuttgart, 1902.

En su tesis doctoral titulada Diferenz der Demokritischen und Epikureischen Naturphilosophie, lo mismo que en ciertos artículos reproducidos por Mehring, en el primer tomo de la precitada edición, el joven Marx aparece todavía como el idealista “pur sang” de la escuela hegeliana. Pero en los artículos publicados primeramente en los Deutsch- Französische Jahrbücher e insertados ahora en el mismo primer tomo, Marx, y con él Engels, que colabora igualmente en los Jahrbücher, se coloca ya firmemente en el punto de vista del humanismo de Feuerbach[2]. En la obra titulada Die Heilige Familie, oder Kritik der kritischen Kritik, publicada en 1845 y reproducida en el segundo tomo de la edición de Mehring, los dos autores, es decir, Marx y Engels, realizan algunos progresos importantes en lo que se refiere al desarrollo de la filosofía de Feuerbach. Puede apreciarse la orientación del trabajo que ellos habían emprendido en aquellas once Tesis sobre Feuerbach, que Marx había redactado en la primavera de 1845 y que Engels había publicado en el anexo al folleto Ludwig Feuerbach, que hemos mencionado más arriba. En una palabra, no son materiales los que faltan. Es necesario solamente saber servirse de ellos, es decir, estar preparado a comprenderlos. Pero, precisamente, los lectores actuales no se encuentran en tales condiciones, y, por consiguiente, no saben aprovecharlos.

¿Por qué ocurre tal cosa? Por múltiples razones. Una de las más importantes es que actualmente se conoce muy mal, en primer lugar, la filosofía hegeliana, sin la cual es difícil poder asimilar el método de Marx, y en segundo lugar, la historia del materialismo, sin la cual no es posible formarse una idea cabal de la doctrina de Feuerbach, que fue, en filosofía, el predecesor inmediato de Marx y que ha suministrado, en gran parte, la base filosófica de la concepción del mundo de Marx y Engels.

De ordinario se presenta el “humanismo” de Feuerbach como una cosa muy confusa e indeterminada. F. A. Lange, que ha contribuido como pocos a propagar entre el “gran público” y el mundo científico una idea completamente falsa de la esencia del materialismo y de su historia, niega completamente al “humanismo” de Feuerbach el carácter de doctrina materialista. Su ejemplo ha sido seguido por la casi totalidad de los que han escrito sobre Feuerbach, tanto en Rusia como en el extranjero. P. A. Berline, que describe el humanismo de Feuerbach como una especie de materialismo no “puro”, no ha podido tampoco sustraerse a la influencia de Lange. En cuanto a F. Mehring, quizá el único conocedor de la filosofía entre los socialdemócratas alemanes, declaramos no ver claramente lo que él piensa a este respecto. Por el contrario, nos es fácil darnos cuenta de que Marx y Engels consideraban a Feuerbach como materialista. Es cierto que Engels pone de relieve la inconsecuencia de Feuerbach, pero no deja por ello de reconocer que los principios fundamentales de su filosofía son puramente materialistas[3]. A esta misma conclusión tiene que llegar quien quiera tomarse el trabajo de estudiar a fondo la doctrina de Feuerbach.

 

II

 

Al dejar dicho lo que antecede nos damos perfecta cuenta de que corremos el peligro de suscitar el asombro de numerosos lectores. Pero ello no debe arredrarnos, ya que con razón decía el pensador antiguo que la admiración era el comienzo de la ciencia. Y a fin de que nuestros lectores no se sientan así sorprendidos, les recomendamos preguntarse antes que nada, qué querría decir precisamente Feuerbach, cuando, esquematizando, pero de manera muy característica, su curriculum vitae filosófico, escribía:

“Dios fue mi primer pensamiento, la razón mi segundo y el hombre mi tercero y último”.

Nosotros afirmamos que esta cuestión encuentra incontestablemente su solución en estas palabras muy significativas de Feuerbach mismo: “En la discusión entre el materialismo y el espiritualismo, se trata... de la cabeza humana... Una vez puestos de acuerdo sobre la materia de que está hecho el cerebro, llegaremos fácilmente a una conclusión cierta en lo que se refiere a cualquier otra materia, y por extensión, a la materia general Desde luego, Feuerbach declara que su antropología, es decir su humanismo, significa únicamente que Dios... no es otra cosa que el espíritu humano mismo. Este punto de vista antropológico, lo hace notar Feuerbach, no era ya extraño a Descartes Pero, ¿qué significa esto? Significa que Feuerbach había tomado al hombre como punto de partida de sus razonamientos filosóficos únicamente porque esperaba, partiendo de este punto, llegar más pronto al fin, que era dar idea justa de la materia en general, y de sus relaciones con el “espíritu”. Por consiguiente, estamos en presencia de un procedimiento metodológico cuyo valor era condicionado por las circunstancias de tiempo y de lugar, es decir, por los modos de razonar tan propios de los sabios alemanes, o simplemente de los alemanes cultos de la época, pero no dependía en modo alguno de una concepción particular del mundo.[4]

Se ve ya por esta cita de las palabras de Feuerbach, a propósito de la “cabeza humana”, que en la época en que las escribía la cuestión de la “materia de que está hecho el cerebro” había sido resuelta en un sentido puramente..............

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