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PALABRAS PRELIMINARES

 

I

El régimen de producción capitalista ha completado, con los acontecimientos históricos del año de 1989, todo un ciclo de su desarrollo.

En ese período surgió a la existencia de las entrañas del régimen feudal, produjo primero los elementos de su ser determinado, después los de la esencia como su fundamento, es decir, la contraposición polar entre burguesía y proletariado, y más tarde desplegó el carácter negativo de los mismos y llevó a la existencia al otro que estaba en su interior en estado germinal, el socialismo.

Este transitar del capitalismo hacia su negación fue un proceso compuesto de varias etapas.

En una primera fase se estableció la relación fundamental del régimen capitalista: la explotación del trabajo asalariado por el capital, esto es, de los proletarios, desposeídos de toda propiedad, por los capitalistas, dueños de los medios e instrumentos de producción, que consiste en la absorción de trabajo excedente de los trabajadores por los empresarios y su acumulación en manos de éstos como capital.

La relación de explotación dio lugar a la acumulación, concentración, maquinización y socialización crecientes de los medios e instrumentos de producción bajo el dominio de la burguesía y al crecimiento y desarrollo de la clase de los trabajadores, en cuyo seno se registró una monstruosa acumulación de la miseria caracterizada por el hambre, las enfermedades, la muerte prematura, el exceso de trabajo, el esclavizamiento, la violencia física y moral, etcétera.

En este período, el desenvolvimiento científico al que necesariamente da impulso el régimen capitalista llevó a la consideración intelectiva de la relación trabajo asalariado y capital. Surgió la economía clásica con Adam Smith y David Ricardo. Conducida a su extremo, la economía clásica produjo el socialismo y el comunismo crítico-utópicos, que son la negación teórica del régimen capitalista, pero dentro de sus propios límites.

El propio movimiento del capitalismo impulsa a los integrantes de la clase obrera a su unión, a su organización y al despliegue de la lucha contra el capital por el mejoramiento de sus condiciones de vida.

En una fase posterior la ciencia da un salto adelante y genera la concepción teórica de los elementos negatorios del régimen capitalista. Nace la teoría marxista.

El corazón de la teoría revolucionaria está formado por el enorme trabajo teórico que realizaron Carlos Marx y Federico Engels.

El resultado principal de sus investigaciones, a las cuales aplicaron como método cognoscitivo la dialéctica hegeliana —puesta sobre sus pies, como ellos indican—, fue que en el régimen de producción capitalista se producen necesariamente los elementos de su negación y que ésta es un nuevo régimen social que se caracteriza por la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción.

Los elementos constitutivos del régimen capitalista, que son al mismo tiempo los de su negación, son los siguientes, de acuerdo con la teoría marxista:

-la concentración y socialización de los medios e instrumentos de producción, que tienden a constituir una sola unidad productiva;

-la fuerza de trabajo formada por una masa de trabajadores unidos y organizados por el capital;

-la más absoluta miseria física (hambre, enfermedades y muerte prematura), el esclavizamiento y la violencia física y moral a los que se ven sujetos los trabajadores por el capital;

-la energía potencial de esta masa de trabajadores dirigida en contra de las condiciones que producen el estado miserable en que se encuentran con el fin de terminar con ellas, lo que desemboca necesariamente en su lucha en contra del capital;

-la conciencia de todos estos hechos, que se materializa en las producciones teóricas de una fracción de la intelectualidad pequeño burguesa.

Los teóricos del marxismo deducen de todo esto que el propio capitalismo ha preparado los elementos para un nuevo modo de producción: la constitución de la clase obrera, que es la fuerza de trabajo unificada y organizada, y la unidad productiva socializada que aquella se puede apropiar colectivamente.

La necesidad de la apropiación colectiva de los medios e instrumentos de producción sociales por la clase obrera la derivan los clásicos del marxismo de la relación que se establece conforme a la cual el capital crece a costa de devastar a la fuerza de trabajo y del hecho de que el capital es trabajo obrero acumulado que se utiliza para obtener más trabajo excedente de la clase obrera a través del proceso que se caracteriza por generar la drástica anulación de las condiciones de vida de los trabajadores.

La intelectualidad revolucionaria debe entonces dar conciencia a la clase obrera de todas estas cuestiones, guiar la energía potencial de esta clase hacia la realización de las tareas que históricamente le corresponden: la conquista del poder político, la abolición de la propiedad privada y el establecimiento de la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción, es decir, instituir el régimen de producción socialista.

En la fase siguiente, con base en todo lo adquirido en el período anterior, se da un gran impulso al proceso de fusión de la teoría revolucionaria con el movimiento obrero, se fundan los primeros partidos obreros en los que se reúnen los intelectuales y los obreros revolucionarios con el fin de dirigir la lucha de toda la clase por sus reivindicaciones socialistas, se enriquece la teoría revolucionaria con la elaboración de los métodos de la construcción del partido obrero, del ejercicio de las labores teóricas, organizativas y prácticas (entre estas, fundamentalmente, las concernientes a la lucha teórica, económica y política, hasta llegar a la conquista del poder) de este órgano político de los trabajadores.

Al final de esta época se logra la instauración del socialismo, primero en un solo país y luego en un grupo de países, con lo que se forma un sistema de países socialistas que se enfrenta al sistema de países capitalistas.

Desde esta alta cima, en la década de los años cincuenta del siglo pasado se inicia en los países socialistas un proceso de disolución del régimen socialista que culmina con la reinstauración del capitalismo clásico en todos ellos. La doctrina marxista es revisada implacablemente y sustituida por una forma de la ideología burguesa.

En el resto del mundo, el movimiento obrero revolucionario es destruido por completo y la clase obrera en su totalidad es sometida a la dominación ideológica y organizativa de la burguesía.

Los Partidos Comunistas se convierten en partidos de la oposición burguesa que rápidamente pierden la base de sustentación que tenían en la clase obrera y llenan sus filas sólo con elementos de la pequeña burguesía. Por último, desaparecen definitivamente de la escena política.

La teoría revolucionaria es desalojada de todas las posiciones que había alcanzado, se decreta su muerte y es inhumada en modestos mausoleos en las bibliotecas del mundo.

El capitalismo mundial entra así en una fase de desarrollo desbocado.

 

II

La esencia del régimen capitalista tiene una forma y un contenido determinados.

La forma de la esencia del régimen capitalista está constituida por la relación trabajo asalariado-capital, cuyo núcleo es la exacción de trabajo excedente de la clase obrera por la burguesía y la acumulación de ese plustrabajo en poder de los capitalistas.

El contenido es el proceso de anulación de la naturaleza humana de los trabajadores que se da a través de la relación trabajo-asalariado y capital.

La forma y el contenido se implican mutuamente.

En la primera fase de la esencia del capitalismo la anulación de la naturaleza humana de los obreros se produce bajo la forma de la negación radical de sus necesidades que llega al punto en que linda con su aniquilación física, moral e intelectual. La restauración, conservación y elevación de las capacidades productivas individuales de los trabajadores, es decir, la satisfacción de sus necesidades individuales, es la reivindicación fundamental en esta época.

El nacimiento de la teoría revolucionaria ocurre precisamente en este tiempo; la sustancia fundamental de esta doctrina se refiere justamente a esa forma en que se manifiesta el contenido en este período histórico; el contenido también es tomado en cuenta por la doctrina marxista, pero como una mera indicación, sin proporcionarle un desarrollo explícito.

Todo el desenvolvimiento posterior de la teoría y el movimiento revolucionarios, hasta llegar al establecimiento del socialismo y la estructuración de un régimen de países socialistas, tiene como eje rector únicamente la forma característica que en esta fase adopta la esencia del régimen capitalista; el contenido, o sea, la anulación de la naturaleza humana de los trabajadores por la relación capitalista de explotación, queda completamente fuera de las consideraciones teóricas y de las acciones prácticas de los revolucionarios.

En consonancia con todo esto, el socialismo que se implanta en este lapso es también de carácter formal porque sólo es la negación de la forma específica que aquí adopta la esencia del régimen capitalista y deja intangible, vivo, el contenido que se determina como el proceso de anulación de la naturaleza humana de los trabajadores.

La revolución proletaria, la conquista del poder por los trabajadores, la abolición de la propiedad privada y la institución de la propiedad colectiva que se dan en este socialismo formal tienen como objetivo satisfacer las necesidades individuales de los trabajadores.

El socialismo se constituyó como una forma con un contenido capitalista.

El socialismo formal dio un gran impulso a su contenido capitalista; con la fuerza adquirida, éste desintegró el socialismo formal y ocasionó la restauración plena del capitalismo.

El régimen de producción capitalista es una etapa específica de la evolución de la propiedad privada.

El desarrollo de la propiedad privada es un proceso que se basa en la anulación de las características naturales-humanas de los trabajadores y tiene su remate en el régimen de producción capitalista.

En esta forma superior de la propiedad privada se llega a la completa degeneración y descomposición de todos los órganos, sistemas y procesos orgánicos de los trabajadores, quienes se convierten así en la encarnación de lo no humano, a la total anulación en ellos de la esencia biológica de la especie, a la aniquilación de su esencia natural humana; el resultado último de esta negación de la humanidad de los trabajadores es la conformación del obrero como propietario privado de sí mismo.

En la parte final del ciclo que aquí estamos considerando del régimen capitalista de producción y en el inicio que actualmente vive este modo de producción, la forma y el contenido de su esencia dan un paso adelante en su movimiento ascensional.

Las formas de explotación (la maquinización de la producción) se perfeccionan y se establecen, junto a las del período anterior, otras que son ahora una negación directa y evidente de la esencia natural humana de los trabajadores (cibernética, robótica, informática, etcétera); el consumo se incorpora explícitamente al proceso productivo, en algunos sectores de los trabajadores se transforma en consumo compulsivo y, en general, se convierte también en una negación directa de la naturaleza humana de los trabajadores.

El contenido de la explotación alcanza su punto culminante, en donde la degeneración y descomposición de todos los órganos, sistemas, procesos orgánicos, etcétera de los trabajadores, la anulación de sus características humanas, en suma, son producidas directamente por el propio trabajador, quien, propietario de sí mismo, se somete voluntariamente al trabajo aniquilante de su naturaleza humana y ejerce el consumo abrumador que es también un medio para la anulación de su esencia natural humana.

Las dos fases de la forma y del contenido y la forma y el contenido en general de la esencia del régimen capitalista en este segundo ciclo de su existencia se implican mutuamente.

 

III

La naturaleza del capitalismo moderno es idéntica aunque distinta de la del capitalismo de la época de Marx y Engels.

En efecto, aquí se producen necesariamente los elementos de su negación, pero en una forma superior.

Al igual que en aquella época, existe una negación teórica del régimen capitalista, pero dentro de los límites de su primer ciclo; son las producciones teóricas de Marx, Engels, Lenin, Stalin y toda una legión de pensadores que están circunscritas a la forma y el contenido de la esencia del régimen capitalista en ese prolongado período histórico.

Pero igualmente constituyen el punto de partida y basamento de nuevas elaboraciones teóricas que deben comprender los avances que la forma y el contenido de la esencia del régimen capitalista han tenido en el nuevo ciclo de su existencia.

Con base en la determinación científica de la naturaleza del capitalismo moderno y de los elementos de su negación deberá darse el proceso de estructuración de la teoría revolucionaria, construcción del partido revolucionario, impulso a la lucha del proletariado, fusión de partido y clase, conquista del poder político, establecimiento de la dictadura del proletariado, abolición de la propiedad privada capitalista sobre los medios e instrumentos de producción y del mismo trabajador sobre sí mismo, instauración de la propiedad colectiva que incluye la desindividualización de los trabajadores, la constitución de su ser colectivo, etcétera; esto significa que debe establecerse el régimen socialista tanto en la forma como en el contenido.

Las tareas de los comunistas en este segundo ciclo de existencia del capitalismo son, por tanto, las siguientes:

1.— En primer lugar, sin discusión alguna, deben dedicar todos sus esfuerzos, con la finalidad de determinar exhaustivamente la naturaleza del capitalismo moderno y de los elementos de su negación, a la realización de una labor teórica de tal envergadura como la que efectuaron los fundadores del marxismo. Este trabajo debe comprender tanto la reivindicación de las tesis clásicas del marxismo-leninismo —rescatándolas del seudomarxismo que se las ha apropiado con el fin de desvirtuarlas—, como el desarrollo creador de las mismas.

2.— Después, y sólo después de ello, deberán volcar todas sus energías, teniendo como base los elementos teóricos previamente forjados, a la formación del partido revolucionario y a dar impulso al movimiento revolucionario que debe culminar con la implantación del socialismo formal y real, es decir, el socialismo integral.

Este trabajo (LaLógica de Hegel y el marxismo), es una contribución del Centro de Estudios del Socialismo Científico a esa inmensa tarea teórica que tienen ante sí los comunistas hoy en día.

Monterrey, Nuevo León, marzo del 2008

 

INTRODUCCION

 

La denominación que comúnmente se da al régimen económico que existió en el este de Europa hasta 1989 es la de socialismo real.

Para sus ideólogos, el socialismo real era la forma superior del socialismo marxista, la antesala del comunismo; los grupos de la oposición dentro de los países socialistas y los intelectuales de izquierda del mundo occidental lo reputaron como una forma imperfecta, burocrática de ese régimen social, una etapa de tránsito hacia su existencia plena, a la cual se daba el nombre de “socialismo humanista”.

Este socialismo real, que en un caso era considerado como la realización más alta del socialismo marxista y en otro una fase previa a la existencia de un cierto “socialismo democrático”, fue el que se vino abajo como castillo de naipes durante 1989, el llamado año de la democracia, para dar paso a un proceso de restauración del capitalismo clásico del mundo occidental.

La caída del socialismo real aparentemente arrastró consigo a la teoría del socialismo científico porque ésta fue arbitrariamente unida a ese régimen social, como si de algún modo él fuera su expresión práctica, ya sea incompleta o imperfecta, pero en vías de maduración, o totalmente formada. Se decretó sin apelación la muerte de la teoría y la práctica del socialismo.

Quienes en los países del llamado socialismo real y en el mundo occidental habían sostenido la tesis de que el régimen ahí existente constituía un período de transición hacia el verdadero socialismo (el concepto de éste era el de una formación económico-social en la cual, sobre la base de una relativa —mínima, realmente— socialización de la producción y del consumo se desarrolla libremente la individualidad de los miembros de la sociedad) en primera instancia saludaron alborozadamente el desplome de los gobiernos “comunistas” pues creyeron que ese era el paso inicial hacia la utopía que habían acariciado durante muchos años, el “socialismo democrático y humanista”. Muy pronto, sin embargo, se hizo evidente que hacia donde el movimiento se dirigía era a la restauración plena del capitalismo. La intelectualidad pequeño burguesa de occidente, no repuesta aún del asombro que este giro inesperado de los acontecimientos le causó, se ha dedicado a balbucear algunas incoherentes explicaciones de lo acontecido, sobre todo poniendo el peso de la marcha de los sucesos en supuestos errores de los revolucionarios o de los partidos, y ha intentado levantar la bandera de un nebuloso socialismo que debe surgir, nadie sabe cómo ni cuándo, de las entrañas del capitalismo moderno.

Hay otra forma de encarar estos acontecimientos. Se trata de buscar en ellos la profunda necesidad que los anima para encontrar las causas que los determinan y descubrir el desenlace hacia el cual se dirigen. Con esto podrá abandonarse el terreno de la fe, de la creencia irracional en que ha de venir un régimen “más justo y más humano”, y entrar en el campo de la ciencia, la cual deberá mostrarnos el camino de la necesaria transformación del capitalismo actual en el socialismo. Esta es la labor de los revolucionarios.

En primer término, se trata de saber cuál era la naturaleza del régimen económico-político existente en los países de Europa oriental. En los últimos tiempos se ha abierto paso, entre algunos círculos marxistas, la idea de que lo que existía en los países de Europa del este hasta antes de la caída de los regímenes llamados comunistas era una forma sui generisdel capitalismo, a la que aquellos habían llegado después de un largo proceso histórico.

Bajo esta forma, que se caracterizaba principalmente por la descentralización económica, la propiedad por grupos (autogestión), la producción para el mercado, el estímulo material y, obviamente, la relación trabajo asalariado-capital entre la gran masa de los trabajadores y la burocracia obrera, el capitalismo especial de los países del este, en una relación de mutuo engendramiento y negación con el capitalismo típico de occidente, tuvo un impresionante crecimiento económico que alcanzó su nivel más alto a principios de la década de los ochenta del siglo pasado. En su proceso de crecimiento dio impulso al desenvolvimiento individual de los integrantes de la sociedad, el cual chocó con tal fuerza con las relaciones de producción existentes que, tras de llevar al sistema a una profunda crisis económica a todo lo largo de los años ochenta, lo hizo desintegrarse literalmente en 1989 y dar paso a una forma superior del capitalismo, de la cual estaba grávida.

También se ha considerado por algunos pensadores marxistas el régimen capitalista característico de Europa oriental como el resultado de la degeneración de un régimenverdaderamentesocialista que nació en Rusia en 1917, se extendió posteriormente para formar un sistema de países socialistas y alcanzó su madurez entre 1940 y 1957, año este último en el que se manifiesta abiertamente el proceso de degeneración aludido.

 

 

 

 

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