PREFACIO
Componen el segundo tomo de las Obras de J. V. Stalin trabajos escritos principalmente en el período que va desde la segunda mitad del año 1907 a 1913, en que el camarada Stalin fue deportado al territorio de Turujansk, donde permaneció hasta febrero de 1917. Estos trabajos corresponden, en su mayoría, a dos períodos de la actividad revolucionaria del camarada Stalin: el período de Bakú y el período de Petersburgo.
Los escritos correspondientes a la primera mitad de 1907 están consagrados a la táctica de los bolcheviques en la primera revolución rusa (“Prólogo a la edición georgiana del folleto de C. Kautsky “Fuerzas motrices y perspectivas de la revolución rusas”“, el artículo “La lucha electoral en Petersburgo y los mencheviques” y otros). Los artículos de esta época aparecieron en los periódicos bolcheviques georgianos “Chveni Tsjovreba” y “Dro”. En ruso se publican por vez primera.
Los trabajos escritos por el camarada Stalin a partir de junio de 1907 —período en que desarrolló su actividad revolucionaria principalmente en Bakú—, tratan de la lucha sostenida por los bolcheviques contra los mencheviques-liquidadores para mantener y fortalecer el Partido revolucionario marxista clandestino (“La crisis del Partido y nuestras tareas”, “Resoluciones adoptadas por el Comité de Bakú el 22 de enero de 1910”, “Cartas del Cáucaso”). A las cuestiones de la dirección del movimiento obrero revolucionario y de los sindicatos están dedicados, entre otros, los artículos: “¿Qué enseñan nuestras huelgas de los últimos tiempos?”, “Los industriales petroleros y el terror económico”, “La Conferencia y los obreros”. El trabajo “El Congreso de Londres del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (Apuntes de un delegado)” habla de los resultados del V Congreso del P.O.S.D.R. Los artículos que J. V. Stalin escribió en este período y que figuran en el segundo tomo vieron la luz en los periódicos “Bakiuski Proletari”, “Gudok” y “Solsial-Demokrat”.
Con la segunda mitad de 1911 comienza el período de la actividad revolucionaria del camarada Stalin en Petersburgo (1911-1913). El camarada Stalin, a la cabeza del Buró ruso del C.C., dirige el trabajo realizado por el Partido en Rusia para llevar a la práctica las decisiones de la Conferencia de Praga del Partido. Sus escritos de esa época tratan, sobre todo, del nuevo auge revolucionario del movimiento obrero y de las tareas del Partido Bolchevique en relación con las elecciones a la IV Duma de Estado. Figuran entre ellos la octavilla “¡Por el Partido!”, los artículos “Una nueva fase”, “Bien trabajan...”, “¡Se ha puesto en marcha!...”, “Mandato de los obreros de Petersburgo a su diputado obrero”, “La voluntad de los apoderados” y “Las elecciones en Petersburgo”. Los artículos se publicaron en los periódicos de Petersburgo “Zviezdá” y “Pravda”,
El segundo tomo incluye el conocido trabajo de J. V. Stalin “El marxismo y la cuestión nacional” (1913), en el que se desarrolla la teoría y el programa bolcheviques sobre la cuestión nacional.
No han sido hallados hasta el presento el artículo “Sobre la autonomía cultural-nacional”, escrito por el camarada Stalin cuando estaba deportado en Turujansk, ni algunos otros trabajos.
Instituto Marx-Engels-Lenin, anejo al C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S.
PROLOGO A LA EDICIÓN GEORGIANA DEL FOLLETO DE C. KAUTSKY “FUERZAS MOTRICES Y PERSPECTIVAS DE LA REVOLUCIÓN RUSA”[1]
El nombre de Carlos Kautsky no es nuevo. Hace tiempo que se le conoce como a un eminente teórico de la socialdemocracia. Pero Kautsky no es conocido sólo en esto aspecto; destaca también como un investigador profundo y concienzudo de los problemas de la táctica. En este sentido ha conquistado gran prestigio, tanto entre los camaradas de Europa como en nuestro país. Y no es de extrañar: hoy, cuando las discrepancias tácticas escinden a la socialdemocracia de Rusia en dos fracciones, cuando la critica reciproca toma con frecuencia la forma de mutuas imprecaciones, y las cosas se complican, dificultando en extremo el esclarecimiento de la verdad, tiene mucho interés escuchar a un camarada tan imparcial y exporto como C. Kautsky. Por eso nuestros camaradas se han puesto con tanto ahínco a estudiar los artículos de Kautsky sobre la táctica: “La Duma de Estado”, “La insurrección de Moscú”, “La cuestión agraria”, “Los campesinos rusos y la revolución”, “Los pogromos contra los judíos en Rusia” y otros. Pero los camaradas han prestado una atención incomparablemente mayor al presente folleto, pues en él se tratan todas las cuestiones principales que dividen en dos fracciones a la socialdemocracia. Hace poco, Plejánov, que había pedido a los camaradas del extranjero esclareciesen nuestros problemas palpitantes, se dirigió también, como se ha podido ver, a Kautsky, recabando de él la correspondiente respuesta; Kautsky, según lo evidencian sus palabras, ha contestado con este folleto. Por ello es natural que nuestros camaradas le hayan prestado aún más atención. Es claro que el folleto tiene para nosotros la mayor importancia.
Por eso será muy oportuno recordar, aunque sea en rasgos generales, nuestras discrepancias y aclarar de paso qué opina Kautsky de estas o aquellas cuestiones.
¿Con quién está Kautsky? ¿A quién apoya: a los bolcheviques o a los mencheviques?
La primera cuestión que divide en dos partes a la socialdemocracia de Rusia es la relativa al carácter general de nuestra revolución. Para todos está claro que nuestra revolución es democrático-burguesa y no socialista, que debe terminar con la destrucción del feudalismo y no del capitalismo. Pero se pregunta: ¿quién debe dirigir esta revolución, quién debe unir en torno suyo a los elementos populares descontentos: la burguesía o el proletariado? ¿Irá el proletariado a la zaga de la burguesía, como ocurrió en Francia, o la burguesía marchará tras el proletariado? Así está planteada la cuestión.
Los mencheviques dicen por boca de Martínov que nuestra revolución es burguesa, que es una repetición de la revolución francesa, y puesto que la burguesía dirigió en Francia la revolución, por ser ésta burguesa, nuestra revolución debe dirigirla también la burguesía. “La hegemonía del proletariado es una utopía dañina...”, “El proletariado debe ir tras la oposición extrema burguesa” (v. “Dos dictaduras”; de Martínov).
Los bolcheviques, en cambio, dicen: cierto, nuestra revolución es burguesa, pero ello en manera alguna significa que sea una repetición de la revolución francesa ni que indefectiblemente sea la burguesía quien deba dirigida, como acaeció en Francia. En Francia, el proletariado constituía una fuerza poco consciente y no estaba organizado, por lo que la hegemonía en la revolución quedó en manos de la burguesía. En nuestro país, el proletariado es, por el contrario, una fuerza relativamente más consciente y organizada, por lo cual ya no se conforma con el papel de apéndice de la burguesía y, como la clase más revolucionaria, se pone a la cabeza del movimiento contemporáneo. La hegemonía del proletariado no es una utopía, es un hecho real: el proletariado agrupa efectivamente en torno suyo a los elementos descontentos, y quien le aconseja “seguir a la oposición burguesa”, priva al proletariado de independencia, convierte al proletariado de Rusia en un instrumento de la burguesía (v. “Dos tácticas” de Lenin):
¿Qué opina sobre el particular C. Kautsky?
“Los liberales invocan a menudo la gran revolución francesa, y no siempre con razón. Las condiciones en la Rusia contemporánea son en muchos aspectos enteramente distintas de las de 1789 en Francia” (v. el tercer capítulo del folleto)... “El liberalismo ruso es por completo diferente del de la Europa Occidental, y ello basta para que sea totalmente erróneo tomar sin más ni más la gran revolución francesa como modelo de la actual revolución rusa. La clase dirigente en los movimientos revolucionarios de la Europa Occidental fue la pequeña burguesía, sobre todo la de las grandes ciudades” (v. el cuarto capítulo)... “La época de las revoluciones burguesas, es decir, de las revoluciones cuya fuerza motriz era la burguesía, ha pasado, y ha pasado también para Rusia. Y aquí el proletariado no es ya un simple apéndice ni un instrumento de la burguesía, como lo fue en la época de las revoluciones burguesas, sino una clase independiente con objetivos revolucionarios propios” (v. el quinto capítulo).
Así habla C. Kautsky del carácter general de la revolución rusa, así comprende Kautsky el papel del proletariado en la actual revolución rusa. La burguesía no puede dirigir la revolución rusa; por consiguiente, el jefe de esa revolución debe ser el proletariado.
Segunda cuestión en la que discrepamos: ¿puede la burguesía liberal ser, cuando menos, un aliado del proletariado en la revolución presente?
Los bolcheviques dicen que no puede. Es cierto que en la revolución francesa la burguesía liberal desempeñó un papel revolucionario, pero ello fue porque la lucha de clases no estaba allí tan exacerbada, el proletariado era poco consciente y se conformaba con el papel de apéndice de los liberales, mientras que en nuestro país la lucha de clases se ha exacerbado extraordinariamente, el proletariado es mucho más consciente y no puede resignarse al papel de apéndice de los liberales. Allí donde el proletariado lucha conscientemente, la burguesía liberal, deja de ser revolucionaria. Por ello, los liberales demócratas constitucionalistas, asustados por la lucha del proletariado, buscan amparo bajo el ala de la reacción. Por ello, luchan más contra la revolución que contra la reacción. Por ello, los demócratas constitucionalistas[2] antes se aliarán con las fuerzas reaccionarias, contra la revolución, que con esta última. Sí, nuestra burguesía liberal y sus defensores, los demócratas constitucionalistas, son aliados de la reacción, son los enemigos “ilustrados” de la revolución. Otra cosa completamente distinta son los campesinos pobres. Los bolcheviques dicen que sólo los campesinos pobres tenderán la mano al proletariado revolucionario, que sólo ellos pueden concertar una firme alianza con el proletariado para todo el período de la actual revolución. Es a ellos a quienes debe apoyar el proletariado contra la reacción y los demócratas constitucionalistas. Y si estas dos fuerzas principales conciertan entre sí una alianza, si los obreros y los campesinos se apoyan mutuamente, la victoria de la revolución estará asegurada. Sin esto, la victoria de la revolución es imposible. Por ello, los bolcheviques no apoyan a los demócratas constitucionalistas ni en la Duma ni fuera de ella, en la primera fase de las elecciones. Por ello, los bolcheviques, tanto en las elecciones como en la Duma, apoyan solamente a los representantes revolucionarios de los campesinos, los apoyan contra la reacción y los demócratas constitucionalistas. Por ello, los bolcheviques unen a las grandes masas populares solamente en torno a la parte revolucionaria de la Duma, y no en torno a toda la Duma. Por ello, los bolcheviques no apoyan la exigencia de formar un ministerio demócrata constitucionalista (v. “Dos tácticas” y “La victoria de los demócratas constitucionalistas” de Lenin).
De manera completamente distinta opinan los mencheviques. Es cierto que la burguesía liberal vacila entre la reacción y la revolución, pero, al final, según opinión de los mencheviques, terminará adhiriéndose a la revolución y desempeñando un papel revolucionario. ¿Por qué? Porque la burguesía liberal desempeñó en Francia un papel revolucionario, porque es contraria al viejo orden de cosas y, por consiguiente, se verá obligada a adherirse a la revolución. En opinión de los mencheviques, la burguesía liberal y sus defensores, los demócratas constitucionalistas, no pueden ser llamados traidores a la actual revolución, son aliados de ella. Por esta razón los mencheviques les prestan su apoyo, tanto en las elecciones como en la Duma. Los mencheviques afirman que la lucha de clases nunca debe eclipsar la lucha común. Y precisamente por eso llaman a las masas populares a agruparse en torno a toda la Duma, y no en torno solamente a su parte revolucionaria; precisamente por eso apoyan con todas sus fuerzas la exigencia de formar un ministerio demócrata constitucionalista; precisamente por eso los mencheviques están dispuestos a entregar al olvido el programa máximo, a cercenar el programa mínimo y a rechazar la república democrática, todo ello para no espantar a los demócratas constitucionalistas. Es posible que algún lector considere todo esto como una calumnia levantada contra los mencheviques y exija hechos. Pues, ahí van los hechos.
He aquí lo que escribía hace poco tiempo el conocido literato menchevique Malishevski:
“Nuestra burguesía no quiere la república; por consiguiente, en nuestro país no puede haber república...”, de modo que, “...como resultado de nuestra revolución, debe surgir un régimen constitucional, pero de ninguna manera la república democrática”. Por eso, Malishevski aconseja a los “camaradas” que abandonen las “ilusiones republicanas” (v. “Piervi Sbórnik”[3], págs. 288, 289). Esto, en primer lugar.
En vísperas de las elecciones, un jefe menchevique, Cherevanin, escribía:
“Sería un absurdo y una locura que el proletariado, como proponen algunos, intentase emprender juntamente con los campesinos la lucha contra el gobierno y contra la burguesía, por una Asamblea Constituyente soberana y de todo el pueblo”. Nosotros, dice Cherevanin, tratamos de conseguir ahora un acuerdo con los demócratas constitucionalistas y un ministerio demócrata constitucionalista (v. “Nashe Dielo”[4], núm. 1).
Esto, en segundo lugar.
Pero todo eso no eran más que palabras escritas. Otro jefe menchevique, Plejánov, no se limitó a ello y quiso poner en ejecución lo escrito. Cuando en el Partido se desarrollaba una acalorada discusión en torno a la táctica electoral, cuando todos se preguntaban si era admisible un acuerdo con los demócratas constitucionalistas en la primera fase de las elecciones, Plejánov, considerando insuficiente hasta el acuerdo con los demócratas constitucionalistas, empezó a propugnar la formación de un verdadero bloque, la fusión temporal con los demócratas constitucionalistas. Recordad el periódico “Továrisch”[5] del 24 de noviembre (1906), donde Plejánov publicó su pequeño artículo. Uno de los lectores de “Továrisch” preguntó a Plejánov: ¿es posible una plataforma común de los socialdemócratas con los demócratas constitucionalistas? Y si es posible, “¿cuál podría ser... la plataforma electoral común?”. Plejánov contestó que es necesaria una plataforma común y que dicha plataforma debe ser “una Duma soberana”... “No hay ni puede haber otra respuesta” (v. “Továrisch” del 24 de noviembre de 1906). ¿Qué significan estas palabras de Plejánov? Significan únicamente que durante las elecciones el Partido de los proletarios, es decir, la socialdemocracia, debe unirse de hecho al partido de los patronos, es decir, a los demócratas constitucionalistas, editar conjuntamente con ellos octavillas de agitación para los obreros, renunciar de hecho a la consigna de una Asamblea Constituyente que represente a todo el pueblo, renunciar al programa mínimo de la socialdemocracia y, en lugar de todo esto, proclamar la consigna demócrata constitucionalista de una Duma soberana. En realidad, lo que hace Plejánov es renunciar a nuestro programa mínimo para complacer a los demócratas constitucionalistas y elevar ante ellos nuestra propia reputación.
Esto, en tercer lugar.
Pero lo que Plejánov no tuvo el valor de decir claramente, lo ha expresado con notable audacia Vasíliev, otro jefe menchevique. Escuchad:
“Que toda la sociedad, todos los ciudadanos.., establezcan antes el Poder constitucional. Una vez el Poder se haya transformado en un Poder popular, el pueblo, de acuerdo con su agrupamiento por clases e intereses..., podrá emprender la solución de todos los problemas. Entonces, la lucha de clases y de grupos no sólo será oportuna, sino necesaria... En cambio, ahora, en este momento, es suicida y criminal...” Por eso es necesario que las diferentes clases y grupos “abandonen temporalmente todos los mejores programan y se fusionen en un solo partido constitucionalista...” “Mi proposición se reduce a sugerir una plataforma común, a la que servirá de base la colocación de los cimientos elementales para una sociedad soberana, la única que puede dar una Duma adecuada...” “El contenido de esta plataforma... es un ministerio responsable ante la representación popular..., la libertad de palabra y de imprenta...”, etc. (v. “Továrisch” del 17 de diciembre de 1906). En cuanto a la Asamblea Constituyente de todo el pueblo, y, en general, a nuestro programa mínimo, todo eso, en opinión de Vasíliev, es necesario “abandonarlo”...
Esto, en cuarto lugar...................................
[1] El folleto de C. Kautsky fue traducido al georgiano y editado en Tiflis en marzo del año 1907. El núm. 7 del periódico bolchevique “Dro”; del 18 de marzo de 1907, anunció la publicación del folleto de C. Kautsky en georgiano, precedido de un prólogo de Koba (J. V. Stalin).
[2] Partido demócrata constitucionalista: partido principal de la burguesía monárquica liberal, fundado en octubre del año 1905.
[3] “Piervi Sbórnik” (“Primera Recopilación”): recopilación menchevique editada en Petersburgo en el año 1906.
[4] “Nashe Dielo” (“Nuestra Causa”): revista semanal menchevique; apareció en Moscú del 24 de septiembre al 25 de noviembre de 1906.
[5] “Továrisch” (“Camarada”): diario que se editó en Petersburgo desde marzo de 1906 hasta diciembre de 1907. Formalmente no era órgano de ningún partido, pero, de hecho, era el órgano de los demócratas constitucionalistas de izquierda. Los mencheviques colaboraban también en “Továrisch”.
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